Yo de lo que llevo leído quizás lo que más me llama la atención es que muchas cosas no me sorprenden. Es decir, es interesante, aunque está en trasfondo de la biografía, la referencia a la llegada de las oleadas migratorias italianas a finales del siglo XIX; es algo que se ha podido leer en libros, en películas... La agrupación de las familias en barrios y edificios, la creación de la pequeña Italia. De hecho, muchas mujeres italianas jamás aprendieron inglés y las raras veces que salían del barrio decían que se iban a América.
Los italianos van ocupando el lugar inferior en la escala social, la que han dejalo los irlandeses. Desempeñan trabajos que los irlandeses ya no quieren ni ver y existe una constante rivalidad entre las bandas italianas y las irlandesas. De hecho, la historia de amor de Al Capone es una especie de West Side Story, ya que él va a enamorarse precisamente de una irlandesa. Entre cajas, porque Romeo y Julieta trabajaban juntos en una fábrica de cajas, parece que fue concebido Sonny. Esto es, Mae aparece un día en su casa embarazada de un italiano corpulento, cargado de familia y de mala reputación, que por las tardes sirve de gorila, extorsionador y apaleaputas en la bandas de Johnny Turrio y Frankie Yale. La madre de Mae, la chica, se lleva un buen disgusto porque a fin de cuentas ellos cuentan con una casa decente y los italianos viven hacinados en un lugar que es casi una pocilga. No se sabía entonces, pero Al Capone probablemente regaló ya a Mae la sífilis, que a su vez ella transmitió a Sonny. Lo cierto es que la boda de Al y Mae se pospuso hasta después del parto, no fuera que el embarazo se malograra. Madre previsora.
Creo que un personaje que suscita simpatía es Gabrielle, el padre de Al Capone. De salud quebradiza, panadero de profesión, supo "reciclarse" a barbero y acabó teniendo una barbería propia. Despierta ternura sus esfuerzos proque sus hijos (él y Teresa tuvieron 7 u 8; Al fue el cuarto y nació ya en Brooklyn) siguieran una senda honrada. Pero la segunda generación de llegada de los Capone no cumplió sus expectativas. Todos los chicos mayores abandonaron sus estudios pronto y prácticamente todos, en mayor o menor medida, acabaron en zonas fronterizas con la delincuencia o ya directamente en sus dominios. Hubo de ser un día señalado aquel en que apareció en casa el bueno de Gabrielle con una caja de limpiabotas y se la entregó a su hijo.
Lo cierto es que el destino de Al Capone sufrió un cambio decisivo con la muerte repentina de su padre. Si su padre hubiese alcanzado la ancianidad... Él, cuando recibe la inesperada noticia, apenas tiene entonces 20 años, se ha trasladado a Baltimore con su esposa y su hijo, tiene un empleo de contable en una constructora, no le va del todo mal. A partir de ese momento, y de golpe, debe hacerse cargo de su familia. Su madre no trabaja, tiene tres hermanos aún en el colegio, otro que desempeña alguna tarea ocasional. Los ingresos y la vida de sus hermanos mayores eran completamente irregulares. Así que él opta por la salida más rápida, la de recuperar su posición en las bandas de los jefazos Torrio y Yale.
Y otra encrucijada y punto de bifurcación en la vida de Capone fue cuando sorprendió a Finnegan, un empleado de Manos Blancas, una banda irlandesa, haciendo comentarios despectivos de las irlandesas que se casaban con italianos. Capone le da tal paliza que casi lo mata. Para evitar represalias y salvarle el pellejo es por lo que Turrio lo manda a Chicago, donde ya estaba "operando" desde hace algunos años. Y en Chicago va a crear Capone su leyenda...
Pero es como todo. Si Gabrielle hubiera tenido un corazón más fuerte, si Al no se hubiera casado con una guapa irlandesa, si el patán de Finnegan hubiera tenido más cuidado de saber qué oídos escuchaban sus chistecitos, si Turrio no hubiera ambicionado complementar Nueva York con el prometedor y aún por explorar y explotar territorio de Chicago... Seguramente Alphonse Capone no se hubiera convertido en Al Capone ni este libro estaría escrito.