Olga escribió:A mí la serie me ha fascinado. Y después, de leer vuestros análisis en los spoilers, que son tan interesantes como la historia en sí, poco más puedo añadir.
Esa conversación entre Paul y Stella me pareció un momento clave
como muy bien habéis dicho. Los dos están intentando conseguir algo del otro. Stella, algún detalle personal que la ayude a acercarse al asesino, aunque sea a costa de ponerse a sí misma en la línea de fuego. Paul, que alguien lo comprenda y admire (no llegaré a decir "empatía" como Mick, porque no sé si alguien como él busca o necesita ese tipo de sentimiento por parte del prójimo). |
Los dos personajes principales, fríos, fríos, fríos como el hielo. Escalofriantes ambos, cada uno a su manera.
A mí y a unos cuantos más también nos parece un momento clave.
En cuanto a que no busca empatía... bueno, quizá no busque exactamente un sentimiento afectivo. Pero la empatía se relaciona bastante con la comprensión y más si como dices tú (opinión que comparto) busca también su admiración. Y para esto tendría que hacer que Scully se pusiera en sus zapatos y que, aún no compartiendo emocionalmente esa realidad que afecta a otros, si pueda admirar su filosofía y aparente grandeza... Y si, la maniobra le sale realmente mal. Detalle que me parece genial, pues le quita ya cualquier tipo de romanticismo o misticismo que puede quedar sobre la figura del asesino en serie y toda su (sub)cultura e impacto popular. Aquí no deja de ser un tipo gris al igual que cualquier ser humano que respira. Y tan misterioso, mediocre, contradictorio, miserable e indescifrable como cualquier persona. |
Para mí ambos están geniales, y como dices, helados, gélidos. Aunque, adorando a Gillian Anderson, el trabajo de Jamie Dornan me parece sensacional, superlativo. Yo le tenía manía antes de verla porque será el protagonista de 50 Sombras de Grey y demás...
Pero el vaciamiento absoluto al que se somete interpretando a Paul es brutal. De una contención y un manejo de sí mismo devastador. Cada palabra, cada gesto, cada movimiento, cada mirada, cada silencio... Todo está controlado hasta la exasperación.
Él (y Anderson), sumado a esa atmósfera de extraña y pantanosa normalidad es lo que hace brillante a la serie.
Y esa falta de real dramatismo en las emociones de cada uno, esa normalidad perturbadora, esa sensación de que el acto más prohibido, vedado y oscuro alcanza el valor de lo cotidiano, de lo común, es lo que la hace terrorífica. Horror puro.
Me alegro de que te haya gustado tanto, Olga.