Feminismo
Re: Feminismo
No sé si conoces a muchas niñas de 6 - 8 años, pero yo he tenido posibilidad de conocer a unas cuantas y te digo que a esa edad son más decentes y cuidadosas que algunas de las edad.
Pero digo yo, que lo que debería ser es que cada uno vaya como quiera, siempre dentro de unas normas (p. ej. No llevar chanclas, no llevar camisetas deportivas, no llevar ropa deportiva excepto si se va a usar...)
Pero digo yo, que lo que debería ser es que cada uno vaya como quiera, siempre dentro de unas normas (p. ej. No llevar chanclas, no llevar camisetas deportivas, no llevar ropa deportiva excepto si se va a usar...)
Re: Feminismo
Vaya forma de decir que las mayores se remangan la falda hasta convertirlas en minifaldas y esas cosas, por no decir cosas peores.
Pero lo que está claro es que el uniforme sí que debería permitir que las niñas pudiesen llevar tanto pantalón como falda.
Pero lo que está claro es que el uniforme sí que debería permitir que las niñas pudiesen llevar tanto pantalón como falda.
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Re: Feminismo
Yo no he dicho eso de que las mayores se arremangan la falda, y mucho menos cosas peores... Si lo hacen, allá ellas. Lo que digo es que una niña de 7 años tiene más decencia (o más vergüenza, por decirlo de otra forma) que una de 15, lo que no significa que la de 15 sea una guarra, que es lo que insinúas que he dicho...lucia escribió: Vaya forma de decir que las mayores se remangan la falda hasta convertirlas en minifaldas y esas cosas, por no decir cosas peores.
Pero lo que está claro es que el uniforme sí que debería permitir que las niñas pudiesen llevar tanto pantalón como falda.
Y lo que está claro es que llevar uniforme es una cosa arcaica, de colegio de curas que en nada influye en la educación de los niños.
Re: Feminismo
Pues será en Alicante, aquí hay mucho colegio privado y concertado laico con uniforme y hay muchos países en el que los uniformes son obligatorios en los públicos. Y muchos de esos países son comunistas.
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Re: Feminismo
Aquí eso no existe. Y igual de malo me parece que se obligue el uso del uniforme en otros países (¿obliga el país o obligan los colegios?) por muy comunistas que sean, cosa que, por otro lado, entraría dentro del pensamiento del comúnismo extremo.lucia escribió:Pues será en Alicante, aquí hay mucho colegio privado y concertado laico con uniforme y hay muchos países en el que los uniformes son obligatorios en los públicos. Y muchos de esos países son comunistas.
- mary_richmond
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Re: Feminismo
Ya, claro, la diferencia es que a ellas les OBLIGAN a llevar falda. A ellos no.fabian escribió:mary_richmond escribió:No creo que el objetivo del artículo fuera imponer los pantalones sí o sí. Es más bien una reflexión, hay cosas que estamos tan acostumbradas y acostumbrados a ver que no nos paramos a pensar el porqué. Y es totalmente cierto que no tiene sentido que las niñas tengan que ir con falda, con 8 años lo que les gusta es jugar, y la falda no es nada cómoda, sobre todo si tienen que estar pendientes de si lo niños les ven las bragas.lucia escribió:Hay que joderse. Hasta los militares con su fama de machistas son más igualitarios que estas. La que quiera falda usa falda y la que prefiera pantalón, pues pantalón. Pero no obligación. Lo mismo en las líneas aéreas.
Y hay faldas mucho más cómodas para correr que algunos pantalones
Lo ideal sería que cada uno pudiera ir como quisiera, fuera uniformes.
Para el niño/a lo más cómodo es ir desnudo (y para mi también), pero ya depende de la edad de ellos y sobre todo ellas, y de la cabeza del que mira.
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Re: Feminismo
De ahi que lucia diga que deberia ser voluntario.
Y si, y a ellos les OBLIGAN a llevar pantalones. A ellas no.
Y si, y a ellos les OBLIGAN a llevar pantalones. A ellas no.
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- ukiahaprasim
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Re: Feminismo
Uniforme= uniformidad.
El concepto de uniforme se usa supuestamente como instrumento pedagógico para evitar las diferencias entre los alumnos, para que el vestuario no sea motivo de conflicto, de segregación o de exclusión....
Me extraña el propio concepto de uniformes diferentes para ellos y para ellas.
Partiendo de esa base lo más coherente es uno igual para todos (sin diferencias ni opcionalidades)
Ukiah
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Ukiah
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Re: Feminismo
Teniendo en cuenta que los colegios que exigen uniforme suelen ser privados (o concertados), donde el papá de turno paga la cuota religiosamente (chiste fácil) todos los meses y que, en su mayoría, suelen tener fama de clasistas y elitistas... Es un poco irónico que se excusen en que sea por motivos de exclusión...ukiahaprasim escribió:Uniforme= uniformidad.
El concepto de uniforme se usa supuestamente como instrumento pedagógico para evitar las diferencias entre los alumnos, para que el vestuario no sea motivo de conflicto, de segregación o de exclusión....
Me extraña el propio concepto de uniformes diferentes para ellos y para ellas.
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- ukiahaprasim
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Re: Feminismo
Claro, entre los fans de una u otra marca pija...elultimo escribió:Teniendo en cuenta que los colegios que exigen uniforme suelen ser privados (o concertados), donde el papá de turno paga la cuota religiosamente (chiste fácil) todos los meses y que, en su mayoría, suelen tener fama de clasistas y elitistas... Es un poco irónico que se excusen en que sea por motivos de exclusión...ukiahaprasim escribió:Uniforme= uniformidad.
El concepto de uniforme se usa supuestamente como instrumento pedagógico para evitar las diferencias entre los alumnos, para que el vestuario no sea motivo de conflicto, de segregación o de exclusión....
Me extraña el propio concepto de uniformes diferentes para ellos y para ellas.
Partiendo de esa base lo más coherente es uno igual para todos (sin diferencias ni opcionalidades)
Ukiah
Que hay mucha crueldad en ello..
Ukiah
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Re: Feminismo
¿Machismo? ¿Feminismo?
Hala... Que os den...
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«Necesito autoridad, aunque no crea en ella» Ernst Jünger
https://www.youtube.com/watch?v=VX0u0K3qt6Y
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Re: Feminismo
Ojo con la barra libre
MUJERES VIOLADAS, acosadas, manoseadas sin su consentimiento, todo eso existe y ha existido siempre, por desdicha. Que haya una rebelión contra ello no puede ser sino bueno. Pero hay demasiadas cosas buenas que hoy se convierten rápidamente en regulares, mediante la exageración y la exacerbación y la anulación de los matices y grados. El estallido se produjo con el caso Weinstein, cuyas prácticas son viejas como el mundo. Ya hacia 1910 se acuñó la expresión “couch casting” (“casting del sofá”), para referirse a las pruebas a que los productores de Hollywood y Broadway sometían a menudo a las aspirantes a actrices (o a los aspirantes, según los gustos). En el despacho solía haber un sofá bien a mano, para propósitos evidentes. La costumbre me parece repugnante por parte de esos productores (como me lo parece la de cualquier individuo poderoso), pero en ella no había violencia. Se producía una forma de transacción, a la que las muchachas podían negarse; y una forma de prostitución menor y pasajera, si aceptaban. “A cambio de que este cerdo se acueste conmigo, consigo un papel, iniciar mi carrera”. Pensar que la única razón por la que se nos dan oportunidades es nuestro manifiesto talento, es pensar con ingenuidad excesiva (ocurre a veces, pero no siempre). Con frecuencia hay transacciones, compensaciones, pactos, beneficios mutuos que entran en juego. La índole de algunos es repulsiva, sin duda, pero cabe responder “No” a tales proposiciones. Y tampoco hay que olvidar que no han sido pocas las mujeres que han buscado y halagado al varón viejo, rico y feo, famoso y desagradable, poderoso y seboso, exclusivamente por interés y provecho. No hay que recurrir a nombres para recordar la considerable cantidad de mujeres jóvenes y atractivas que se han casado con hombres decrépitos no por amor precisamente, ni por deseo sexual tampoco.
Ahora el movimiento MeToo y otros han establecido dos pseudoverdades: a) que las mujeres son siempre víctimas; b) que las mujeres nunca mienten. En función de la segunda, cualquier varón acusado es considerado automáticamente culpable. Esta es la mayor perversión imaginable de la justicia, la que llevaron a cabo la Inquisición y los totalitarismos, el franquismo y el nazismo y el stalinismo y el maoísmo y tantos otros. En vez de ser el denunciante quien debía demostrar la culpa del denunciado, era éste quien debía probar su inocencia, lo cual es imposible. (Si a mí me acusan de haber acuchillado a una anciana en el Retiro, y la mera acusación se da por cierta, yo no puedo demostrar que no lo hice, salvo que cuente con coartada clara.) De hecho, en esta campaña, se ha prescindido hasta del juicio. Las redes sociales (manipuladas) se han erigido en jurados populares, son la misma muchedumbre que exigió la ejecución de Jesús y la liberación de Barrabás en su día. Tal vez sean culpables, pero basta con la acusación, y el consiguiente linchamiento mediático, para que Spacey o Woody Allen o Testino pierdan su trabajo y su honor, para que pasen a ser apestados y se les arruine la vida.
La justificación de estas condenas express es que las víctimas no pueden aportar pruebas de lo que sostienen, porque casi siempre estaban solas con el criminal cuando tuvieron lugar la violación o el abuso y no hay testigos. Es verdad, pero eso (los delincuentes ya procuran que no los haya) les ha sucedido a todas las víctimas, a las de todos los crímenes, y por eso muchos han quedado impunes. Mala suerte. ¿Cuántas veces no hemos visto películas en las que alguien se desvive por conseguir pruebas o una confesión con añagazas, porque sin ellas es palabra contra palabra y perderían el juicio? Así está montada la justicia en los Estados de Derecho, con garantías; no así en las dictaduras. Por eso me ha sorprendido leer editoriales y “acentos” en este diario en los que se afirmaba que las injusticias derivadas de todo este movimiento eran “asumibles” y cosas por el estilo. Es algo que contraviene todos los argumentos que, desde Beccaria en el siglo XVIII, si no antes, han abogado por la abolición de la pena de muerte. La idea de los defensores de la libertad, la razón y los derechos humanos ha sido justamente la contraria: “Antes queden sin castigo algunos criminales que sufra un solo inocente la injusticia de la prisión o la muerte”. Ahora se propugna lo opuesto. Si la falta de pruebas contra los acusados se extendiera a otros delitos, y aquéllos dependieran de las volubles masas, se acabaría la justicia.
Dar crédito a las víctimas por el hecho de presentarse como tales es abrir la puerta a las venganzas, las revanchas, las calumnias, las difamaciones y los ajustes de cuentas. Las mujeres mienten tanto como los hombres, es decir, unas sí y otras no. Si se les da crédito a todas por principio, se está entregando un arma mortífera a las envidiosas, a las despechadas, a las malvadas, a las misándricas y a las que simplemente se la guardan a alguien. Podrían inventar, retorcer, distorsionar, tergiversar impunemente y con éxito. El resultado de esta “barra libre” es que las acusaciones fundadas y verdaderas —y a fe mía que las hay a millares— serán objeto de sospecha y a lo peor caerán en saco roto, haya o no pruebas. Eso sería lo más grave y pernicioso.
Javier Marías.
11 FEB 2018 - El País
MUJERES VIOLADAS, acosadas, manoseadas sin su consentimiento, todo eso existe y ha existido siempre, por desdicha. Que haya una rebelión contra ello no puede ser sino bueno. Pero hay demasiadas cosas buenas que hoy se convierten rápidamente en regulares, mediante la exageración y la exacerbación y la anulación de los matices y grados. El estallido se produjo con el caso Weinstein, cuyas prácticas son viejas como el mundo. Ya hacia 1910 se acuñó la expresión “couch casting” (“casting del sofá”), para referirse a las pruebas a que los productores de Hollywood y Broadway sometían a menudo a las aspirantes a actrices (o a los aspirantes, según los gustos). En el despacho solía haber un sofá bien a mano, para propósitos evidentes. La costumbre me parece repugnante por parte de esos productores (como me lo parece la de cualquier individuo poderoso), pero en ella no había violencia. Se producía una forma de transacción, a la que las muchachas podían negarse; y una forma de prostitución menor y pasajera, si aceptaban. “A cambio de que este cerdo se acueste conmigo, consigo un papel, iniciar mi carrera”. Pensar que la única razón por la que se nos dan oportunidades es nuestro manifiesto talento, es pensar con ingenuidad excesiva (ocurre a veces, pero no siempre). Con frecuencia hay transacciones, compensaciones, pactos, beneficios mutuos que entran en juego. La índole de algunos es repulsiva, sin duda, pero cabe responder “No” a tales proposiciones. Y tampoco hay que olvidar que no han sido pocas las mujeres que han buscado y halagado al varón viejo, rico y feo, famoso y desagradable, poderoso y seboso, exclusivamente por interés y provecho. No hay que recurrir a nombres para recordar la considerable cantidad de mujeres jóvenes y atractivas que se han casado con hombres decrépitos no por amor precisamente, ni por deseo sexual tampoco.
Ahora el movimiento MeToo y otros han establecido dos pseudoverdades: a) que las mujeres son siempre víctimas; b) que las mujeres nunca mienten. En función de la segunda, cualquier varón acusado es considerado automáticamente culpable. Esta es la mayor perversión imaginable de la justicia, la que llevaron a cabo la Inquisición y los totalitarismos, el franquismo y el nazismo y el stalinismo y el maoísmo y tantos otros. En vez de ser el denunciante quien debía demostrar la culpa del denunciado, era éste quien debía probar su inocencia, lo cual es imposible. (Si a mí me acusan de haber acuchillado a una anciana en el Retiro, y la mera acusación se da por cierta, yo no puedo demostrar que no lo hice, salvo que cuente con coartada clara.) De hecho, en esta campaña, se ha prescindido hasta del juicio. Las redes sociales (manipuladas) se han erigido en jurados populares, son la misma muchedumbre que exigió la ejecución de Jesús y la liberación de Barrabás en su día. Tal vez sean culpables, pero basta con la acusación, y el consiguiente linchamiento mediático, para que Spacey o Woody Allen o Testino pierdan su trabajo y su honor, para que pasen a ser apestados y se les arruine la vida.
La justificación de estas condenas express es que las víctimas no pueden aportar pruebas de lo que sostienen, porque casi siempre estaban solas con el criminal cuando tuvieron lugar la violación o el abuso y no hay testigos. Es verdad, pero eso (los delincuentes ya procuran que no los haya) les ha sucedido a todas las víctimas, a las de todos los crímenes, y por eso muchos han quedado impunes. Mala suerte. ¿Cuántas veces no hemos visto películas en las que alguien se desvive por conseguir pruebas o una confesión con añagazas, porque sin ellas es palabra contra palabra y perderían el juicio? Así está montada la justicia en los Estados de Derecho, con garantías; no así en las dictaduras. Por eso me ha sorprendido leer editoriales y “acentos” en este diario en los que se afirmaba que las injusticias derivadas de todo este movimiento eran “asumibles” y cosas por el estilo. Es algo que contraviene todos los argumentos que, desde Beccaria en el siglo XVIII, si no antes, han abogado por la abolición de la pena de muerte. La idea de los defensores de la libertad, la razón y los derechos humanos ha sido justamente la contraria: “Antes queden sin castigo algunos criminales que sufra un solo inocente la injusticia de la prisión o la muerte”. Ahora se propugna lo opuesto. Si la falta de pruebas contra los acusados se extendiera a otros delitos, y aquéllos dependieran de las volubles masas, se acabaría la justicia.
Dar crédito a las víctimas por el hecho de presentarse como tales es abrir la puerta a las venganzas, las revanchas, las calumnias, las difamaciones y los ajustes de cuentas. Las mujeres mienten tanto como los hombres, es decir, unas sí y otras no. Si se les da crédito a todas por principio, se está entregando un arma mortífera a las envidiosas, a las despechadas, a las malvadas, a las misándricas y a las que simplemente se la guardan a alguien. Podrían inventar, retorcer, distorsionar, tergiversar impunemente y con éxito. El resultado de esta “barra libre” es que las acusaciones fundadas y verdaderas —y a fe mía que las hay a millares— serán objeto de sospecha y a lo peor caerán en saco roto, haya o no pruebas. Eso sería lo más grave y pernicioso.
Javier Marías.
11 FEB 2018 - El País
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Re: Feminismo
En el caso de Spacey la victimas eran hombres, alguno ya talludito. Y era algo que repetido y sabido por todos en en el set,
No creo que sea comparable con Woody Allen, donde parece que lo hubo fue una brutal manipulación por parte de la madre. El otro día oí a varios psicólogos forenses que decían que se llega a un punto en el que la supuesta víctima manipulada se convierte en víctima real, cree que la memoria de ese supuesto abuso se convierte en la única verdad.
No creo que sea comparable con Woody Allen, donde parece que lo hubo fue una brutal manipulación por parte de la madre. El otro día oí a varios psicólogos forenses que decían que se llega a un punto en el que la supuesta víctima manipulada se convierte en víctima real, cree que la memoria de ese supuesto abuso se convierte en la única verdad.