Mario Cavara escribió:En vista del intercambio de opiniones que en el hilo dedicado a Albert Rivera se ha producido sobre el tema de la posible legalización de la prostitución, he creído conveniente abrir uno nuevo en el que poder argumentar sobre este concreto particular.
Mi postura es favorable a la legalización de la prostitución, y ello sobre todo por tres motivos fundamentales, a saber:
En primer lugar porque de este modo las mujeres que la ejercen gozarían al fin de una regulación legal a la que acogerse y que les suministrara todo aquello que se consideran derechos básicos de cualquier trabajador, como la seguridad social, entre otros.
En segundo lugar porque con la legalización y subsiguiente regulación se evitaría en gran medida la actual explotación ilegal, donde ominosos proxenetas se lucran a costa de la sordidez y clandestinidad en que suele moverse este mundo. En fin, que una cosa es la explotación, con la que hay que acabar como sea, y otra el libre ejercicio de la profesión.
Y en tercer lugar, aunque no menos importante, porque supondría una nada desdeñosa fuente de ingresos para el Estado vía impositiva, algo que en los malos tiempos actuales, con un déficit insostenible, vendría a ser algo así como un soplo de oxígeno para un asmático.
No hay que olvidar que la prostitución ha existido desde la noche de los tiempos (no es gratuitamente por lo que dicen de ella que es el oficio más antiguo del mundo) y, evidentemente, seguirá existiendo, ya que siempre habrá alguien dispuesto a vender sus favores sexuales y otro alguien dispuesto a comprarlos, a fin de cuentas no es más que otra manifestación de la eterna ley de la oferta y la demanda. Pues bien, dado que es algo que existe y que existirá, la actual situación basada en hacer la vista gorda no deja de ser una muestra mayúscula de hipocresía.
Hoy en día las prostitutas son miradas de forma mayoritariamente peyorativa o cuando menos con conmiseración social, debido ello en gran parte a esa explotación ilegal que se aprovecha de ellas (insisto: es con esa explotación con lo que habría que acabar). Sin embargo, no siempre ha sido así. De hecho, en la antigua civilización helénica, las llamadas hetairas gozaban al parecer de un gran prestigio social, llegando incluso algunas de ellas a estar muy vinculadas con las altas esferas políticas. Dicen que Aspasia, una de esas hetairas, fue en tiempos del gran Pericles quien tomó en realidad algunas de las decisiones políticas más trascendentes de esa época dorada.
En suma, que en las civilizaciones clásicas la prostitución era una actividad más y no estaba de hecho mal catalogada, sin que su presencia consentida pusiese en ningún momento en peligro la noción de familia, no existía en ese sentido ese absurdo concepto de pecado que más adelante trajeran al respecto la civilización judío cristiana y la musulmana.
Por cierto, no deja de resultar curioso es que la pornografía sea vista en general con ojos más condescendientes que la prostitución, sin que casi nadie ose decir que se trata asimismo de un atentado contra la dignidad de las personas ni demás pamemas, cuando en cierto modo vendría a ser lo mismo: individuos que llevan a cabo una determinada actividad sexual cediendo sus cuerpos a cambio de dinero.