Buenoooo, veo cierto desencanto en este cuento. Como dice Babel, imposible que no se te agolpen recuerdos al leer lo de los “conejitos”, sean peludos y cargantes o, como dice Emedoble, “conejitos rosas”.
Habéis sido rápidos con vuestros comentarios esta vez eh!!!, tenía alguna anotación en casa, pero no me resisto a comentar algo ya.
Comparto con vosotros que quizá este cuento no destaca especialmente en el repertorio de relatos “cortazarianos”, pero no creo que sea malo tampoco, hay que tener en cuenta que pertenece a sus primeros cuentos donde predomina por encima de todo lo “fantástico”. Hay cosas que rascar, para mi por lo menos.
Voy a lo que se ha dicho sobre la verosimilitud del relato. Yo no diría que el relato es “inversomil”, aunque sí “irreal”, porque en literatura (o en cine) verosimilitud y realidad no son conceptos equivalentes. “Realidad” es un concepto que se puede definir por oposición a lo fantástico, y este relato se adentra en el terreno de lo fantástico (pertenece a su primera fase, Bestiario) y más aun, de los surrealista y por tanto es “irreal”. Pero en ese contexto “fantástico” o imaginario que nos coloca Cortazar, el relato, creo yo, es “verosimil”, porque desde el principio Cortázar avisa al lector de que el relato va a seguir por la senda de la irrealidad (no todo el mundo va vomitando conejitos en el ascensor). Una vez que Cortazar nos sitúa en esa irrealidad, lo que pase dentro de la la historia podrá ser “verosimil”. Pasa como las pelis de Indiana Jones, no son reales, pero son totalmente verosímiles en el contexto de sus aventuras.
Me ha llamado la atención la tendencia que va cogiendo el relato, empieza por lo que parece una carta ingenua (referencia a los conejitos en diminutivo), que describe con dulzura la “idealidad” y equilibro de la casa de la señorita Andree y poco a poco va elevando el nivel de desasosiego (conejitos se multiplican, se vuelven “conejos” feos etc..) hasta que se llega al desenlace final, en el polo opuesto a los inicios del relato. Y no creo que con este final Cortazar se esté sacando un “conejo” falso de la chistera, porque la tendencia del relato y el punto de giro que supone el vómito del conejo número 11 avisa de un final que necesariamente tiene que ser liberador.
¿Qué significan los conejitos? No se si existirá una interpretación más o menos oficial del significado de los conejitos o simplemente Cortazar los puso ahí como un elemento surrealista más. Los conejitos podrían ser una metáfora de la esquizofrenia del protagonista, que es incapaz de controlar sus actos y cuyo subconsciente rechaza el exquisito orden de la casa. No lo controla, pero poco a poco es capaz de convivir con la excéntrica rutina de sus conejitos …. hasta que nace el conejito número 11 (ultimo punto de giro del relato que coincide, además, con una interrupción en la escritura de la carta). En ese momento todo se descontrola, el “equilibrio inestable” que parece haber alcanzado el protagonista se desmorona como un castillo de naipes, todo se destroza y opta por la solución final.
En resumen, que el relato pica y hay que rascar (aunque la verdad, si no llego a leerlo en este miniclub no habría sentido la necesidad de rascarme
).
¿Qué significado dais vosotros a los conejitos?
Perdón por el rollo, no pensaba escribir hasta esta tarde ni tampoco tanto!! Ahora veo mi bandeja de emails y se me ha acumulado el trabajo.