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Incluido en Las armas secretas.
Los buenos servicios, de boca de una pobre sirvienta, nos muestra la falsedad que hay en las relaciones sociales burguesas y cómo una mentira puede adquirir matices de verdad solo con expresarla.

No lo encuentro en versión online. Si a alguien le falta que lo diga y lo buscaré con más ahínco.

Aquí se puede encontrar.

http://www.pregonandolaverdad.org/liter ... cretas.pdf

Qué buena pinta tiene este relato.

Ains, yo anoche no lo pude leer a ver si esta tarde me pongo con él

Esta semana nos encontramos con un relato más convencional de lo habitual en Cortázar. Un cuento contado desde abajo (os acordáis de la serie arriba y abajo) que oculta tanto como muestra. Nos hace sentir como alguien que mira a través de la cerradura o escucha detrás de la puerta y solo puede acceder a retazos de vida, de la auténtica vida, que es la de los amos.

Y ahí aparece la garra, varias garras. Junto a la ternura que nos provoca madame Francinet, sentimos (o, al menos, así lo siento yo) la rabia de esa humildad servil a los amos. Y también, claro está, la gran hipocresía de la burguesía frente a la homosexualidad que tan sutilmente introduce Cortázar en el relato y de la que nos enteramos a pesar de la narradora.

No sé si ha sido por el tono general del relato, que ya me venía cabreando, o qué, pero la escena entre Francinet y Bébé me ha fastidiado especialmente. Precisamente porque Francinet se queda prendado de Bébé cuando este la trata como un perrito más, como otro perrito parecido a los que acababa de cuidar. Como un perrito al que contarle las penas, alguien que escucha, pero al que no hay por qué escuchar, que vive para nosotros sin otra responsabilidad y que basta con darle un terrón de azúcar de vez en cuando (“Cuando murió mi Georges...—Beba otro poco, madame Francinet. La tía de Nina vive lejos, y no hace más que mandar pollos... No hay peligro de historias de familia...).

Si, a mí también me ha dado rabia esa relación entre Francinet y Bébé: ella se queda fascinada con él, le idealiza, y él sin embargo él la trata como alguien con quien divertirse un rato, lo que pasa es que la presta más atención que cualquiera de los que están allí, y ella, acostumbrada a la escasa atención, lo vive como algo bueno que hay que agradecer.

Me ha encantado el tono. Cortázar ha cogido el tono preciso de la narración, ya hemos leído algún relato en el que el protagonista, en primera persona, narra los acontecimientos de una manera tan personal y bien escogida que me deja asombrada . Como en este caso, que estamos leyendo a la propia Francinet y parece que el escritor no tuviera nada que ver...
Y luego esas ironías que se deslizan y que hacen sonreír, y cómo va contando sin saberlo, ella relata lo que ve y nos hace a nosotros ver más de lo que ella percibe, como el caso de la homosexualidad que comentas, Mobley.

El caso es que no entiendo muy bien el final, quizá porque estamos acostumbrados a finales algo más cerrados aquí me ha dado la impresión de que faltaran cosas por contar...

Facilito de leer y sin sobresaltos.

Babel escribió:El caso es que no entiendo muy bien el final, quizá porque estamos acostumbrados a finales algo más cerrados aquí me ha dado la impresión de que faltaran cosas por contar...

Bueno, a lo mejor lo que quería dejar patente, queda, y lo de menos es cómo sigue el entierro o cómo murió Bébé y los líos entre éste, Loulou y Nina (unos nombres muy afeminados para estos monsieurs, lo que, como ya habéis dicho Babel y Mobley, destapa a lo bestia -para el lector, no para madame Francinet- su homosexualidad.) También hay un momento en que dice "Vaya a hacer caso a la pobre Nina", feminizándolo. Esto para nosotros es evidente, pero qué tierna e inocente madame Francinet, quien lo único que ve es que alguien en esa casa frívola le hace caso, le ofrece algo que beber, habla con ella, la compara con una tía... se siente halagada... cuando en realidad se está riendo de ella llamándola pueblerina como la que envía pollos a Nina.
Madame Francinet está perfectamente dibujada: tiene una faceta servicial, de sentirse inferior, "por el olor notar el lujo, y también por las alfombras tan mullidas", dice que nadie se siente cómodo en su casa, que todos acaban olvidando cerrar la puerta cuando salen de ella, que "todos se habían olvidado de mí como pasa siempre".
Pero también tiene otra faceta peleona porque "sólo cuando voy a casa de una señora me contengo y hablo como una criada. Debe ser porque en mi casa no soy criada de nadie".
Es una historia muy tierna en la que se ve la faceta ruin de los ricos: contratar un servicio sin explicar en qué consiste (perros), sin mirar a los ojos como despreciando, comprando a la gente, queriendo aparentar.
Vamos, los deja finos

¿Un sueño etílico? No será por falta de elementos "inconexos" que al fín no se acaban de explicar...
Vaya, Carmenneke, siempre consigues sorprenderme.

Pues yo, después de beberme la otra mitad de la botella de ron que dejó Carmeneke, he visto claramente una historia entre Francinet y los perros en esa habitación. ¿No os disteis cuenta que se quedaron muy quietos y cansados? Algo que no era habitual.

Eso me sorprendió, sobretodo porque los mismos anfitriones dijeron que era raro ese comportamiento, que habían estado muy tranquilos en comparación con otras veces...

Pero quizá no signifique nada especial, sólamente que fue así.

¿Estaremos buscando tres pies al gato?

Ayer pude leer el relato al fin. He leído vuestros comentarios y es cierto que es un relato raro, raro porque no sabemos cuál es el motivo de la muerte de Bébé, quién era el hombre de la bufanda?, por qué aparentar que Madame Francinet era su madre? Todo esto queda en el aire, pero no me parece que sea un sueño etílico ni que pasase nada con los perros simplemente me lo tomo como un relato más de Cortázar sin una explicación final, sin más.

Me ha gustado mucho el tono del relato, parece, tal y como dice Babel muy bien, que el escritor no ha tenido nada que ver, estamos todo el tiempo ante Madame Francinet, sin duda esto es lo que más me ha gustado del relato, además de esos dos mundos enfrentados de señores y criadas.

Si bien es el que menos me gustó de "Las armas secretas" no queda duda alguna de la maestría de Cortázar en este relato también.

Me quedó la incertidumbre de saber si Madame Francinet se quedó dormida con los perros y soñó todo o si realmente sucedió. Cualquiera de las dos opciones me gusta.