En realidad este es un relato moralizante al estilo de los que hemos leído el mes pasado del conde Lucanor, donde se presenta una anécdota vital para sacar una moraleja ejemplizante. Y también tienen en común el humor, el desdramatizar las situaciones narradas y hacer hincapié en lo anecdótico en lugar de en lo moralizante. No hay "buenos" y "malos" en estos relatos, hay seres humanos en sus circunstancias vitales que se desenvuelven como buenamente pueden. Y en eso seguimos, desde la Edad Media hasta nuestros días.
Sí me ha llamado la atención el tema del hombre
que se hace rico casi por casualidad y a pesar de / gracias a no saber leer y escribir. |