jilguero escribió: ↑08 Feb 2020 18:27
laaguja escribió: ↑08 Feb 2020 17:05
Está bien eso de externalizar implicaciones.
¿Te refieres a que por el hecho de compartir color de piel deberíamos hablar en primera persona del plural y no hacerlo es lavarse las manos como Pilatos?
Cuando digo que es muy humano, quiero decir que externalizar las responsabilidad
lo hacemos todos; siempre es culpa de los demás: todos decimos "
me han hecho" en lugar de decir "
he dejado que me hagan".
Y cuando he dicho que me parece un cuento escrito
ad hoc para concienciar mentes del primer mundo (en el que creo que estamos en
España, que igual ya no, ¿eh?, vete tú a saber…), quiero decir que la autora habla, con la boca de la narradora, de nosotros y no sólo de los gringos. "Los blancos" no se refiere a la piel, sino al estatus, a los habitantes del primer mundo, del hemisferio norte, del hemisferio occidental, a las potencias económicas, o como quiera que lo llamemos. En cualquier definición, ahí estamos los españolitos de a pie, con nuestras vacaciones para ver cómo viven en países exóticos, nuestro Internet para ver la SuperBowl, nuestras tarjetas de crédito, nuestra corrupción, nuestros
famoseosos hipermillonarios, y nuestros propios problemas de colesterol.
Lo que me ha quedado por decir es que, obviamente, los lectores se han identificado con el problema que presenta la narración (y yo ahora me estoy colocando fuera de esos lectores para poder decir lo que sigue). Y que en consecuencia la inoperancia de "los blancos", es decir, nuestra inoperancia para tratar un tema delicado que nos es ajeno (por la distancia) y que tiene mil matices a los que no llegamos por ser foráneos en aquella esquina del mundo… decía que tras la lectura nos identificamos con la población refugiada,
pero cuando la narradora dice "los blancos" está hablando de nosotros, que con tan buena voluntad como inoperancia no les solucionamos mucho. Ahí están los (no sé cómo llamarlos, porque refugiados me da que ya no) saharauis, con un problema encasquillado desde hace creo contar que más de cuarenta años. Vamos allí, les llevamos juguetes, medicamientos, alimentos y ropa, pero esas personas han perdido su identidad (hasta su idioma… estamos dejando que sean "francofonizados"). Me viene a la mente el texto "
Los nadie", de
Eduardo Galeano.
No tengo una solución, pero como "blanco" reconozco que es a mí a quien la autora señala con el dedo acusador. El blanco llega con la promesa de un documental que va a poner en primera plana mundial la situación real del campamento, pero ese documental logrará medallas, o sólo palmaditas en la espalda, para los que se lo han currado, mientras los refugiados continúan plantando habas en derredor de la gran carpa y cruzándose en pasillos por los que sólo cabe una persona.
No sé si me explico, porque el tema es muy profundo.
No ayudamos en mucho pero es que tampoco podemos hacer más. Haría falta dedicar la vida para reconstruir aquel país asolado por la guerra y las mafias. Pero es que la autora se ha llevado un Nobel (digamos que) por este cuento (y un trabajo literario ingente, obviamente) y tampoco ha hecho más que publicar este cuento en
Granta para mayor gloria propia. Pero lo que se dice dedicarse a reconstruir con sus manos callosas el país destruido, pues como que igual no llega hasta ahí su implicación (igual ha donado pasta, vete tú a saber).
Me da que en todo esto de los refugiados hay mucho de pose en todo el primer mundo al que ya no sé si como españolitos pertenecemos o ya nos han echado o están a punto de echarnos. También tenemos nuestros problemas, y el cuento nos recuerda que nuestros problemas no son tan gordos. Pero es que, vuelvo y repito, tampoco se puede hacer más. Que es una lástima… pues sí. Pero no se ve a ningún
Robinson Crusoe que se haya ido allí a vivir con las miserias con las que viven aquellas personas y a solidarizarse con ellos reconstruyendo con sus manos, día tras día, lo asolado. Pero es que si ha habido algún
Robinson que haya ido a vivir allí en el plan que apunto, nunca lo vamos a saber, precisamente porque esa persona que ha comprometido su vida en ayuda de esas personas desfavorecidas también huirá, por definición, de cualquier tipo de publicidad.
Y con esto, halaaa… oootra vez
laaguja abriendo el tarro de los truenos. Lo siento pero no pienso a volver a explicar mi punto de vista en todo este asunto.
No es más que mi punto de vista personal y descreído, y entiendo que no se gana nada discutiendo (discutir no es reñir) de si son galgos o son podencos mientras las moscas anidan en la cara de la vieja sin que ella se moleste en sacudírselas. En resumidas cuentas, que los contritos quedan muy bien pero tampoco solucionan absolutamente nada.
(un famoseoso es un famoso gaseoso)