Aben Razín escribió:Pesudo,
Gracias por tu enorme labor de investigación sobre la dichosa revista que tanto juego da en varias partes de la novela como estructura de la memoria que sigue jugando en algunos personajes de la obra como David Bartra. No obstante, la forma coral de narrar la historia desde varias voces es muy propio de Juan Marsé. En el fondo, desde mi punto de vista, nos remite a lo propio que tiene la realidad, la verdad, la ficción y la memoria: las voces nos ayudan a reconstruir el mensaje final, de tal manera que, a veces, no paramos a pensar quién es el autor principal. En este sentido, los dos últimos capítulos de la novela son ejemplares, ya que juegan en muchos momentos con este elemento narrativo tan interesante y que mantiene al lector en vilo hasta el final de la obra.
Saludos,
Suscribo lo dicho por ti, Aben. Es un mosaico que nos presenta una realidad y que cada uno le puede dar, con esas piezas, tintes diferentes. Creo que es le padre que le dice en algún momento a David que una cosa es la verdad y otra realidad.
Me gusta como el autor no solo nos ha contado una historia de vida, sino que en cierta forma nos lo ha puesto difícil
Pseudo, no creo que sea muy explícito en lo del sexo. De hecho creo que consigue muy bien justo sin serlo la sensación, en este caso desagradable.
Por otro lado, efectivamente, es una novela de grises. Quizás el personaje del padre es que me ha quedado menos claro.
Creo que al final el autor se sirve del recurso de las diferentes voces para darnos la información. Quizás la más real, aunque fantasiosa sean los recuerdos, aún siendo recuerdos, del no nacido. Las conversaciones de David con el padre, el piloto son pura imaginación, los encuentros o apariciones, como cuando habla del torrente, ya seco. Pero son un artificio para contarnos la historia. La culpa que lleva David por la muerte de su madre es algo desgarrador. Me parece terrible. |
Me ha encantado, la verdad. Y he llorado también, con Paulino, con la madre, y con David. Aunque tiene su punto de humor a veces, toques simpáticos, al final pesa más la tristeza del relato, un poco de desesperanza también. Al final todos salen marcados. ¿No habría película de este libro? creo que es muy cinematográfico también. Y luego es agradable reconocer sitios que menciona y pensar cómo eran entonces. Además en Barcelona aún hay barrios o zonas de esos años que mantienen un poco ese carácter en sus calles, y precisamente la zona de Carmelo es una de ellas.