La Isla de los Jacintos Cortados - G. Torrente Ballester

[jilguero]

De Aute la primera canción que escuché fue una muy apropiada para el tema de Ariadna-Agnesse.

Ese tema es muy sutil, ciertamente. De la pluma genial de Aute han salido otras mucho más explícitas para encender la llama.

También Pedro Salinas lo dijo de forma todavía más sutil (no sé si Aute se inspiro en estos versos o no, lo que hablabamos antes de la creatividad ):

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».

[Gretogarbo]

Pues sí, la sutilidad extrema se adivina en esos versos.

[jilguero]

Pues sí, la sutilidad extrema se adivina en esos versos.

Sí, sí, a un paso ya del misticismo que menciona también don Gonzalo :

...para que lo ames a él como puede amar a Dios una monjita mística: pura imaginación operando en el vacío; en una palabra, para saberse adorado, pero sin necesidad de un dardo áureo que te traspase.

[Gretogarbo]

Creo que Santa Teresa era menos mística en la expresión de su amores y pasiones que todos estos últimos ejemplos.

[jilguero]

Creo que Santa Teresa era menos mística en la expresión de su amores y pasiones que todos estos últimos ejemplos.

Sí, algo de Lilaila-Coralina tenía nuestra mística por excelnecia.

Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

[magali]

Es una gilipollez, pero para hacer justicia al título que le dio el escritor a esta obra... ¿qué te parece, jilguero, si le pido a las moderadoras de este subforo que le pongan mayúsculas capitales: La Isla de los Jacintos Cortados? Por cierto, no sé si has llegado a este punto, pero en el capítulo II.2 se explica el por qué del nombre de la isla.

Hecho, Greto.

[jilguero]

Es una gilipollez, pero para hacer justicia al título que le dio el escritor a esta obra... ¿qué te parece, jilguero, si le pido a las moderadoras de este subforo que le pongan mayúsculas capitales: La Isla de los Jacintos Cortados? Por cierto, no sé si has llegado a este punto, pero en el capítulo II.2 se explica el por qué del nombre de la isla.

Hecho, Greto.

¡Qué eficaz eres!

[magali]

[Gretogarbo]

Gracias, magali. Y a Ashling y caramela por extensión.

[jilguero]

Gracias, magali. Y a Ashling y caramela por extensión.

¿Ya estás de vacaciones, Greto?

Casualmente vengo de la Isla, de divertirme de las ocurrencias de don Gonzalo. Me he reído con la procesión de penitentes todos cojos, ya te imaginarás por qué .

Y don Gonzalo había descubierto ya la técnica de la postverdad antes de que se pusiera de moda.

[Gretogarbo]

¿Ya estás de vacaciones, Greto?

Pues sí, y con la conexión a internet arreglada, por lo que puedes observar.

A ver si entre esta noche y mañana llego yo a esa procesión de patitiesos...

[magali]

Gracias, magali. Y a Ashling y caramela por extensión.

De nada.

[jilguero]

Finiquitado con éxito el capítulo III que es más cortito.

Como no gallega e incrédula que soy, una de las cosas que está más allá del límite de lo que yo trago bien es el asunto de que el prota me lea tantísimas cosas en las llamas. Por fortuna, la incredulidad me dura poco porque don Gonzalo tiene la habilidad de adentrarme en la historia de la Isla de los Jacintos Cortados de tal manera que me olvido pronto de que todo aquello se supone brota de las llamas. Pero me he llevado la grata sopresa de que don Gonzalo, aunque gallego, debía ser también muy descreído y me ha dado aquí una alternativa en la que sí creo sin mayor problema: "Y así situados, el fogaril enfrente, te invité a contemplarlo con el ánimo libre de prejuicios, los ojos bien abiertos y los oídos atentos a mi palabra: pues yo no sé todavía si es ella la que saca las imágenes del fuego, o el fuego el que me hace hablar: en todo caso, y como habrás advertido, entre las llamas y mis palabras existe una relación de naturaleza más bien desconocida que me hace recordar,". Mucho mejor así, que sean las llamas las que revolucionen la imaginación y que sean las palabras las encargadas del resto .

En este capítulo hay sobre todo dos momentos que me han encantado: uno, la procesión de penitentes con esa ocurrencia de don Gonzalo de hacer que todos sean rencos: "Ese chirrido lento es el de la gran puerta catedralicia, bronce sobredorado, relieves de universal renombre. Abierta ya, los penitentes, doble fila de cirios temblorosos, se alargan desde la entrada hasta el altar mayor. Ahora podemos verlos con capirote y túnica, aquél de blanco, ésta morada. Se oyen, en el carrillón, las seis. Sale el portador con la cruz, negra con velos, y, tras él, los penitentes, a un lado y otro, silenciosos y secretos. Conforme atraviesan el pórtico, van alzándose las túnicas y dejando las espaldas al aire: ¡espaldas espantables, verdugones y cardenales como en las de un marinero inglés visitadas del gato! Cosa curiosa, ¡cosa importante!, todos cojean del mismo pie, del izquierdo: no demasiado, una cojera suave, casi elegante, y a compás, **ya que, cuando suena el tambor, les marca el ritmo de la cojera, de modo que el conjunto se inclina al mismo lado, como en un baile, que lo parecería si no fuera por los sayones, que ahora salen y que atizan a las espaldas desnudas zurriagazos potentes: ¡zas! Salta la sangre, se entumece la piel, quedan las túrdigas adheridas al látigo: los penitentes, no obstante, mantienen impertérritos el ritmo sin quejarse, rataplán-plán-plán, el pie firme, el pie cojo, una inclinación del hombro, del capirote, de la llama del cirio. ¿Y sabes por qué, Ariadna, este baile de sangre y madrugada? Para que los cuerpos de los casados templen con los azotes penitenciales su carnal calentura, y piensen más en Dios y en los negocios. Y esa cojera unánime, ¿sabes por qué? Pues para que no se reconozca a Ascanio Aldobrandini, mezclado a los penitentes. Hay sin embargo quien dice que es uno de los sayones, el que pega más fuerte, el que se ensaña en las espaldas de los más jóvenes, de los que se sospecha que no sólo gozan en la cama, sino que hacen gozar también a sus mujeres (por la sonrisa que ellas traen, por la alegría).". ¡Qué buena descripción !

El otro que me ha resultado magnifico es la descripción de las Tres Gracias y de su salida a cotillear quiénes llegan en el barco o antes la descripción de cómo Eufrosina desde su "blaconada-mirador" trata de buscar en su memoria el rostro de la que llega. No cito para no cansar, solo este fragmentito: "los ojos de las Tres Gracias, Talía, Aglae y Eufrosina, no se sabe si tías lejanas del general o de Ascanio Aldobrandini: en esto no está la gente de acuerdo, pero son desde luego tías de alguien.". Y lo cito porque este tipo de coletillas, como lo de que la gente duda pero que de lo que no hay duda es de que son tías de alguien, a mi al menos me divierten y hacen más ligera la lectura. O como esta otra chuminada que me ha hecho sonreir: "Ascanio Aldobrandini se quedó a solas con el futuro: la cara hacia levante, como quien dice, aunque parezca más sensato situar el futuro en el poniente.". Y está claro que Don Gonzalo era muy consciente de la importancia de meter estas pamplinas pues nos dice: "...y nos leyó un texto muy riguroso, de esos que no contienen más palabras que las precisas, sin una broma, sin un chiste en el que descansar...".

Otra cosa, Greto, imagino que el personaje del General Galvano pretende ser quien Claire cree fue un invento : "todos los presentes pudieron ver cómo una figura menuda y algo rígida, a la prusiana, se aproximaba al parapeto y se apoyaba en él: alzaba una mano, saludaba… Los que en aquel momento disponían de un catalejo, aseguraron después que el general Galvano vestía unos pantalones de ante blanco, con botas negras; una redingote militar de color gris oscuro y un sombrero con ala alzada por delante: mantenía una mano debajo de los botones del pecho, y saludaba con la otra.".

Y como quien no quiere la cosa, don Gonzalo va retratando los "vicios" de la naturaleza humana, como cuando da a entender que heredamos creencias y las damos por buenas sin reflexionar sobre ellas: "Tuve que explorarle el alma, sacarle un inventario de ideas y, si me apuro, un gráfico, e incluso clasificárselas a la vista de que muy pocas le pertenecían, recibidas como órdenes anónimas con la apariencia de convicciones generacionales sin que nadie de los que las comparten sepan de dónde vienen y adonde les conducen; o de esa fea costumbre de alegrarse del mal ajeno: "nada alegra a todos como el fracaso de uno: ¡así se sienten realizados, como se dice ahora; auténticos, como se decía antes; felices, como se dirá siempre!"; o de que siempre tendemos a estar insatisfechos: "el destino de los jóvenes es sufrir: antes, porque se les prohibía el amor; ahora, porque no saben qué hacer con él.".

Y por último resaltar la idea de la importancia de las cosas pequeñas y cotidianas para cada individuo en contraposición a la importancia que se le tiende a dar a lo extraordinario como colectividad (y puede que también a nivel individual): "ninguno de estos actos menores, si bien cargados de sentido personal y biográfico (nada es más auténtico y vital que lo rutinario, que lo cotidiano, con perdón)"

Esta novela tal vez no tenga esa imagen apoteósica de La saga/fuga, me refiero a lo que le ocurría a Castroforte cuando se ensimismaban todos sus habitantes pensando en lo mismo (eso es genial), pero es igual de divertida, está igual de bien escrita y la trama es más fácil de seguir, al menos de momento.

**Esta procesión de rencos me ha traído a la cabeza una procesión vista con unos amigos, hace años, en Priego de Córdoba. Nos dejó boquiabiertos (a los foráneos me refiero) ver que los cofrades llevaban el paso apoyado en el hombro pero que, en lugar de como se hace habitualmente, que se camina con paso rítmico y acompasado, estos hacían una brusca sacudida con el hombro periódicamente que zarandeaba la imagen de mala manera. Leyendo este pasaje me ha dado pro pensar si esa costumbre respondería a que algún cofrade muy principal padeció en el pasado alguna enfermedad que le obligaba a hacer esas sacudidas y que se cogiera al costumbre de que todos reprodujeran la misma para disimular el "defecto" del señor principal .

[Gretogarbo]

He leído tus sesudos comentarios sobre este tercer capítulo, jilguero. Cuando yo termine con él, intentaré decir algo que esté, ya lo dije ayer, a la altura de tus rodillas como mínimo.

[jilguero]

He leído tus sesudos comentarios sobre este tercer capítulo, jilguero. Cuando yo termine con él, intentaré decir algo que esté, ya lo dije ayer, a la altura de tus rodillas como mínimo.

Parafraseando a Salinas, Greto, te diría: sé "libre, irreductible: tú". Eso es lo bueno, compartir solo lo compartible y cada cual a su manera . No pocas veces me digo: Jilguero, ¡qué plúmbeo eres !

Te cuento un secreto: cuando mi hermano pequeño coincidió conmigo participando en algún miniclub, a él le producía cierto desánimo que la gente se fuera rajando y dejase de comentar. Él también tendía a hacer comentarios analíticos (en eso nos parecemos mucho) e incluso más organizados (es docente). Analizando las causas de que desaparecieran los comentaristas me dijo un día: Jilguero, creo que en parte somos culpables porque espantamos a la gente con nuestros comentarios. No sé si llevaba razón o no, pero yo tiendo a hacer lo que te he dicho: soy yo, y punto. Gracias a ello, a que me siento libre (si en un hilo no puedo serlo me voy) sigo por el foro; él, más dependiente/considerado de los demás, ya no