El desbarrancadero - Fernando Vallejo
Moderadores: magali, caramela, Ashling
Lo suyo, señor Vallejo, parecen ser los funerales. Lo leo e imagino, más que una novela, un rezo fúnebre. Una oración caústica, corrosiva, que sirve igual para los muertos que para los que van a morir. Pareciera, por sus líneas, que es más fácil salir de Colombia con los pies por delante que por el propio pie. No crea que no lo entiendo, cualquiera que viva en estas tierras comprende muy mucho lo que de impotencia hay en sus gritos. Comprende, incluso, el desmadre que se trae usted con su madre, bastante parecida a algunas de las que por acá habitan. Se me hace, casi casi, una cuestión de genética continental. De genética y decadencia. De ahí su virulencia verbal, lo sonoro de su prosa irreverente y anatémica que, en los pasajes malsonantes, evoca una canción de ésas de puñalada trapera y, en los bien sonados, un bolero. A este respecto, dicen las malas lenguas que no se parece usted a nadie; las menos malas que hay en usted un algo de Céline. A mí, en cambio, usted me suena a Luis Rafael Sánchez. Debe ser deformación de gramáticos, supongo. Y no, no, no es que Colombia y Puerto Rico se parezcan. Para nada, es una simple cuestión de oído: es la verbosidad, a veces verborrea, que los caracteriza a ambos; el modo, en todo semejante, de retomar, retocar, recrear el lenguaje de la calle; el gusto por apantallar al lector a fuerza de alardear vulgaridades, mejor cuanto más obscenas. En pocas palabras, Señor Vallejo, y si usted me permite el uso de un localismo de acá, escribe usted como un ángel pero como un ángel naco. Si en vez de en colombiano lo hiciera usted en mexicano escribiría en tepiteño. Insiste usted, pese a la abundancia de referencias literarias sueltas por acá y acullá, en lo que Luis Rafael Sánchez**** denomina […] el gusto por replantear lo periférico, lo subartístico, lo subliterario, lo subterráneo, lo que siempre se levanta contra el canon […]. En ello radica, a mi entender, la imagen de enajenación, de demencia, neurosis, paranoia, esquizofrenia, manía, frenesí, desvarío y aberración que ofrece usted a sus lectores. No es que Colombia, dada a la desgracia como está por políticos, militares, paramilitares, guerrilleros y narcos, esté tan echada a perder como se aprecia en su novela, es el modo en que usted nos la describe, las palabras que la narran lo que terminan de descomponer una realidad nacional de por sí mal zurcida y peor remendada. Usted y sus modismos que hiperbolizan la perversión de los valores familiares colombianos, la amoralidad del poder, la duplicidad de la iglesia, la impostura, en general, del país y sus habitantes. Igualito, salvando todas las distancias que necesiten ser salvadas, que hace Sánchez con su natal Puerto Rico. Él con más música, claro; usted con más groserías. Sin embargo, no es usted el único colombiano descontento con Colombia, no. Si hago memoria, puedo recordar a Andrés Caicedo* que, no sé por qué, me medio hizo acordar de su hermano, el del pistoletazo, por aquello de la vergüenza de vivir cuando se tienen veintiséis años. También, así de repente, recuerdo a aquella pareja de Facciolince**, cogiendo enloquecida con todo y máscaras, mientras medio Medellín se cargaba al otro medio. Si me apura, hasta se me aparecen las estridencias de Gustavo Bolívar*** en sus hipertetados paraísos. Y algunos otros que se me escapan. Dicen, de ustedes, que son la alternativa al realismo mágico de Gabo y sus acólitos con esas sus narraciones desbordadas de tono hiperrealista. No sé yo si sea cierto, pero lo que sí me consta es que si bien en su país hay mucho escritor que grita, usted es quien lo hace más y más alto. ¿Será eso bueno?
*Andrés Caicedo, juraba que vivir después de los 25 era una vergüenza y, a los 25 justos, se le ocurrió morirse y solito se baleó (no estoy muy segura si fue una bala, pero de que se murió, se murió).
** Héctor Abad Facciolince, Fragmentos de amor furtivo (Alfaguara, no sé qué año).
*** Gustavo Bolívar, Sin tetas no hay paraíso (en algún canal de cable).
****Luis Rafael Sánchez, La guaracha del Macho Camacho.(En uan editorial puertorriqueña cuyo nombre no recuerdo, pero creo que Era también lo editó).
*Andrés Caicedo, juraba que vivir después de los 25 era una vergüenza y, a los 25 justos, se le ocurrió morirse y solito se baleó (no estoy muy segura si fue una bala, pero de que se murió, se murió).
** Héctor Abad Facciolince, Fragmentos de amor furtivo (Alfaguara, no sé qué año).
*** Gustavo Bolívar, Sin tetas no hay paraíso (en algún canal de cable).
****Luis Rafael Sánchez, La guaracha del Macho Camacho.(En uan editorial puertorriqueña cuyo nombre no recuerdo, pero creo que Era también lo editó).
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No entiendo tus cuentas, A-mona. 29 + 68 = 97; 134 – 97 = 37 palabras desaparecidas, ¿por qué, tú? Además, contaste mal, porque las acciones son ocho y no siete. Sí, sí, te comiste una pero no te digo cuál. No entiendo el por qué si tú siempre has sido de lo más buena con según qué cuentas, salvo con las del rosario, por supuesto. Otro además: se me hace que lo que a ti te caló no fue el uso de los verbos sino el abuso de la yuxtaposición que, por cierto, en Logoi, Vallejo defiende a capa y espada. Si le echas un ojo verás que Vallejo no subordina, coordina y yuxtapone pero no subordina. Ello confiere a la novela esa rapidez vertiginosa que, a ratos, hasta marea. Puro artificio, puro oficio.
Respecto a esa santa institución de ingle casquivana y cadera desvaída, lo único que Vallejo pretende es introducir al lector en una búsqueda enciclopédica de datos y datas que, poco a poco, él va desbrozando en su ensayo. Eso, de un jalón, elimina a la mitad de sus posibles lectores porque aguantar dos páginas de semejante cantinela más larga que un rosario con todos sus misterios, duerme a uno de cada tres prospectos de lectura.
En lo de los asegunes, para que veas, sí te doy la razón, porque los asegunes forman parte de la idiosincrasia de cada lector, de la interpretación personal de cada quien, de la hermenéutica pues. Y, efectivamente, lo que para ti puede ser poca madre puede estar para mí de poca madre, que esto de la maternidad es, en este país (y en Colombia por lo visto también), cosa harto mucho muy y bastante complicada.
En lo que sí discrepo, A-mona querida, es en tu selección musical porque, así de memoria remota, la única alusión musical benigna que Vallejo cita en la Barranca es el elogio de Julio Jaramillo, pá mí que es por la canción esa del odio jarocho, la de Odio en la sangre, que es medio cursi pero le queda a la novela pintadita.
No me mires más,
que me haces daño;
no me interesa
ya tu cariño.
Tú eres mala hembra,
no tienes alma,
tú no mereces que nadie
te quiera.
Cuando se quiere
no se pide nada;
cuando se ama
sólo basta el alma;
y tú, mala hembra,
cambiaste por plata
tu cuerpo y tu alma,
sin pensar en Dios.
Por haber herido
mis sentimientos,
yo te condeno
a mi desprecio;
cruel y traicionera
fuiste con mi amor,
clavando una daga
en mi corazón.
Qué odio más grande,
me corre en las venas,
por haber amado
con tanta pasión...
No me mires más,
no me mires más.
Igualito que Vallejo con Colombia, con la Iglesia, con su madre (¡Y todas son hembras, tú!)
Besos.
Respecto a esa santa institución de ingle casquivana y cadera desvaída, lo único que Vallejo pretende es introducir al lector en una búsqueda enciclopédica de datos y datas que, poco a poco, él va desbrozando en su ensayo. Eso, de un jalón, elimina a la mitad de sus posibles lectores porque aguantar dos páginas de semejante cantinela más larga que un rosario con todos sus misterios, duerme a uno de cada tres prospectos de lectura.
En lo de los asegunes, para que veas, sí te doy la razón, porque los asegunes forman parte de la idiosincrasia de cada lector, de la interpretación personal de cada quien, de la hermenéutica pues. Y, efectivamente, lo que para ti puede ser poca madre puede estar para mí de poca madre, que esto de la maternidad es, en este país (y en Colombia por lo visto también), cosa harto mucho muy y bastante complicada.
En lo que sí discrepo, A-mona querida, es en tu selección musical porque, así de memoria remota, la única alusión musical benigna que Vallejo cita en la Barranca es el elogio de Julio Jaramillo, pá mí que es por la canción esa del odio jarocho, la de Odio en la sangre, que es medio cursi pero le queda a la novela pintadita.
No me mires más,
que me haces daño;
no me interesa
ya tu cariño.
Tú eres mala hembra,
no tienes alma,
tú no mereces que nadie
te quiera.
Cuando se quiere
no se pide nada;
cuando se ama
sólo basta el alma;
y tú, mala hembra,
cambiaste por plata
tu cuerpo y tu alma,
sin pensar en Dios.
Por haber herido
mis sentimientos,
yo te condeno
a mi desprecio;
cruel y traicionera
fuiste con mi amor,
clavando una daga
en mi corazón.
Qué odio más grande,
me corre en las venas,
por haber amado
con tanta pasión...
No me mires más,
no me mires más.
Igualito que Vallejo con Colombia, con la Iglesia, con su madre (¡Y todas son hembras, tú!)
Besos.
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- roberto boavista
- Me estoy empezando a viciar
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Yo debo confesar que tampoco me salen las cuentas... Pero no venía a escribir eso, sino que ayer leía unas páginas que me recordaron a Vallejo y aprovecho para ponerlas aquí. En una de ellas, se hablaba de un ateísmo tranquilo. Se contraponía a un ateísmo intranquilo, Sade o Bataille, por ejemplo, (o Vallejo), ... la exageración de cuyos insultos al cielo delata que, encadenados por las fuerzas religiosas y prisioneros de los esquemas creyentes, aún conservan la piedad... Lo mismo con Colombia, lo mismo con la vida.
- vitracoria
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Re: El desbarrancadero - Fernando Vallejo
Lo empezaré en breve porque me llama mucho. Además, "La virgen de los sicarios" me sorprendió mucho y me acercó a este gran autor.
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- vitracoria
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Re: El desbarrancadero - Fernando Vallejo
La verdad es que me está costando bastante leerlo porque no ha sido el mejor momento. Por eso lo estoy leyendo despacio, a trozos y con calma.
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- vitracoria
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Re: El desbarrancadero - Fernando Vallejo
Al final lo he dejado sobre la mitad porque no me estaba gustando. La verdad es que es más culpa mía, supongo, por no leerlo en el momento oportuno. De todos modos, con lo poco que me gusta no terminar un libro, me he visto demasiado cansado para seguir.
Ya lo cogeré con más fuerza en otra ocasión.
Ya lo cogeré con más fuerza en otra ocasión.
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Re: El desbarrancadero - Fernando Vallejo
Yo lo había apuntado en mi agenda del 2014, pero creo que lo voy a apartar de momento. La virgen de los sicarios me gustó mucho.
“Amor, para llamarte así, la eternidad será corta.”-André Frossard
El "para siempre" esta hecho de muchos "ahoras"-Emily Dickinson
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Re: El desbarrancadero - Fernando Vallejo
Una auténtica pasada. Recomiendo su lectura fervientemente, y eso que solo llevo unas pocas páginas. Verdaderamente impresionante.
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Re: El desbarrancadero - Fernando Vallejo
Con un estilo que tiene reminiscencia en autores como Charles Bukowski o la generación Beat, y apelando también a la técnica del monologo interior, Vallejo concibe una obra con tintes autobiográficos. Más lo que le sobra en verborrea le falta en profundidad, y es que a medidas que avanzas por sus página no llegas a enterarte de nada. La historia se mantiene en un punto muerto, tanto que deja la sensación que el autor pudiera continuar hablando del hermano y la familia en general por mil páginas más y aun así no acercarse ni remotamente a un punto concreto, a una tesis.
Se queda entonces en un mero ejercicio estilístico que resulta insufrible. Es que a diferencia de un Bukowski o los escritores Beat, Vallejo entiende la visceralidad como el fin en sí, no como una herramienta para llegar al mismo y dejarle algo al lector.
Se queda entonces en un mero ejercicio estilístico que resulta insufrible. Es que a diferencia de un Bukowski o los escritores Beat, Vallejo entiende la visceralidad como el fin en sí, no como una herramienta para llegar al mismo y dejarle algo al lector.
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