Últimas tardes de septiembre
Publicado: 15 Sep 2018 12:45
ÚLTIMAS TARDES DE SEPTIEMBRE
Septiembre me sorprende a veces
con una suave luz que ilumina los primeros
albores del otoño.
El sol envuelve en gasa transparente
las hojas del olivo
y un viento de poniente peina, como a un niño,
la hierba en mi jardín pequeño.
Algunas golondrinas alzan
el vuelo perezosas…
y, como airosas bailarinas grises,
se turnan por decir adiós al pueblo
planeando en lo alto de la iglesia.
A mi derecha, el río, ebrio de melancolía,
pretende silenciar con su murmullo
el tranquilo susurro de la fuente.
Todo se vuelve estable y apacible
en la hora que declina.
Desde el rincón sombrío y mudo
donde escribo los trazos de mis versos,
mi casa de madera pinta con pátina dorada
mi estrofa más sensible.
Dos niños juegan bajo un árbol
al lado de la ermita
y, a lo lejos, un perro vagabundo
dormita solitario y ajeno a lo que pienso.
Todo está sereno, íntimo... hasta el viento
parece estar ausente.
En tardes como esta
algunos hombres buenos
dejaron volar su mente hacia un mundo
más perfecto.
Son las últimas tardes de septiembre,
los últimos vestigios del verano…
Pero hay algo en el aire que recuerda
que, cerca y al galope, el otoño se aproxima
veloz a nuestro encuentro.
--oOo--
Septiembre me sorprende a veces
con una suave luz que ilumina los primeros
albores del otoño.
El sol envuelve en gasa transparente
las hojas del olivo
y un viento de poniente peina, como a un niño,
la hierba en mi jardín pequeño.
Algunas golondrinas alzan
el vuelo perezosas…
y, como airosas bailarinas grises,
se turnan por decir adiós al pueblo
planeando en lo alto de la iglesia.
A mi derecha, el río, ebrio de melancolía,
pretende silenciar con su murmullo
el tranquilo susurro de la fuente.
Todo se vuelve estable y apacible
en la hora que declina.
Desde el rincón sombrío y mudo
donde escribo los trazos de mis versos,
mi casa de madera pinta con pátina dorada
mi estrofa más sensible.
Dos niños juegan bajo un árbol
al lado de la ermita
y, a lo lejos, un perro vagabundo
dormita solitario y ajeno a lo que pienso.
Todo está sereno, íntimo... hasta el viento
parece estar ausente.
En tardes como esta
algunos hombres buenos
dejaron volar su mente hacia un mundo
más perfecto.
Son las últimas tardes de septiembre,
los últimos vestigios del verano…
Pero hay algo en el aire que recuerda
que, cerca y al galope, el otoño se aproxima
veloz a nuestro encuentro.
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