Del amor caníbal, de eso vengo a hablaros
de esa pasión que escuece en el cielo de la boca
que infla el verbo, que mutila la razón
es por hablar del corazón que vengo
no busquéis la rima, no la hay, que no toca.
Os diré como la vi: las faldas al viento, las manos alzadas
los ojos al sol, la brevedad de su talle, su talle como un lirio
y le dije vente conmigo a mi España, tucumana
y se vino siguiéndome como un nubarrón
y se derramó a mi alrededor como lava sangrante
no la vi venir, se derramó como se derraman las furias
en silencio, callada, con la maldad de las olas lejanas.
Y como un mar de sal se fue a derramar a tu cuarto
y entró por la ventana cuando tú soñabas conmigo
a tus sueños fue con la boca llena de espliego
y te sitió con su olor, y se orinó en tus esquinas
para hacerte suyo y clavó estacas en tus ojos
para anclarte a sus caderas y que ya no fueras más.
Mas no contó esta tucumana con el amor de una hembra
ese amor que hace crecer las uñas, el que saliva
el amor hambriento, el que no conoce tregua.
Suelta a mi Julio, arpía tucumana, o te las verás con esta gata hambrienta. |
A mi Nínive del alma le contesto en breve, pues con ella debo contener el verbo, que solo me nacen cartas de amor, cartas largas y encendidas. Ya vengo. |
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...