Hola! Este libro a mí me ha parecido Imprescindible para los seguidores de ambos escritores. Y muy recomendable para todos los demás.
En sus páginas vamos a encontrar a Gaite y a Benet convertidos en dos personajes de novela. Porque la edición pública de estas cartas y el paso del tiempo las transforma inevitablemente en literatura.
Poco importa ya el significado real que tuvieran las cartas para el destinatario primero, ahora los destinatarios somos los lectores y bajo la interpretación personal de cada uno de nosotros las cartas adquieren nuevos sentidos.
Para mí el libro es una reivindicación de la comunicación epistolar. Una batalla perdida en un mundo en el que la inmediatez del correo electrónico ha eliminado la magia de echar una carta al buzón, y esperar días a que llegue la respuesta; o la pausa de reflexionar antes de lanzarse a llenar la cuartilla de letras. La correspondencia electrónica no conoce de pausas, es todo instantáneo, espontaneo, cada vez hay menos diferencias entre hablar y escribir on line. Que puede ser bueno, pero también malo.
Pero el libro es sobre todo la historia de la relación que mantuvieron Gaite y Benet. En las cartas que intercambiaron se adivina una amistad cómplice, que en ocasiones parece ser mucho más que amistad (ya he dicho más arriba que el contenido de las cartas es ya literario y susceptible de la interpretación libre de cada lector). Una relación en la que asoma la comprensión, el ánimo, el cariño que se daban el uno al otro, y también la rivalidad, la crítica, y el desamparo en que se dejaban a veces (sobre todo Benet a Gaite). Y luego, muy importante, el sentido del humor, el genio literario de los dos escritores iluminando las oscuridades que abundan en cualquier vida.
El libro habla también de por qué escribe un escritor, que viene a ser lo mismo que plantearse por qué lee un lector. El sentido de la escritura, de la lectura, si es que tuvieran algún sentido lógico.
Para terminar copio un párrafo alucinante de una de las cartas de Gaite donde habla de la abuela de Rafael Sánchez Ferlosio:
[…]los relatos mezclados y confusos de la abuela de Rafael, que solamente de vez en cuando intercalaba algún dato esclarecedor, pero que, aunque hablaba totalmente para el vacío, para sí misma o quién sabe para qué soñado interlocutor, de vez en cuando alargaba su mano huesuda y deformada buscándome a tientas para saber si seguía allí. Recuerdo que dejé de mirar el reloj cuando la escuchaba, dejé de desear escaparme; me eché a cocer en el mismo caldo donde sus relatos se cocían y acabé por no sentir como un peso el no entender nada, que es cuando de verdad la llegué a acompañar en su anhelo de perdurar, de extender su memoria, transformada en las palabras a las que mi presencia daba pie.
Natura, Gracias por el enlace a la crítica de Azua.