A mí también me ha gustado mucho
Doña Rosita la soltera.
La verdad es que no esperaba que estuviera tan bien. Llevaba mucho tiempo detrás de ella y nunca había encontrado el momento oportuno para ponerme a leerla, así que acabó siendo maldita e, inconscientemente, por ignorancia, llegué a considerarla una obra menor. Si llego a saber lo bien que está, la hubiera leído mucho antes. Por eso, cuando se propuso en este MC se me iluminaron los ojos. Me sigo quedando con
La casa de Bernarda Alba, que me parece sencillamente perfecta, pero
Doña Rosita no creo que esté por debajo de
Yerma,
Bodas de sangre o
Mariana Pineda. Encontramos a ese Lorca en estado de gracia para el teatro de los últimos años de su vida. Da miedo (y pena y rabia) pensar en lo que hubiera podido escribir a continuación.
De esta obra me ha gustado todo. Los personajes son una maravilla. No sabría si quedarme con Rosita, con la Tía o con el Ama, así que, ante la duda, me quedo con las tres.
Me han encantado también las apariciones del Tío. Y el resto de los personajes secundarios, algunos corales (Manolas, Solteras) y otros más individualizados. Se ve que Lorca tenía algunas cuentas pendientes con personas que conoció y aquí les hace un buen repasito a algunos, como al Señor X del comienzo del acto II, tan petulante y futurista. Muy tierno es el homenaje a Martín, el viejo profesor.
Sue, desconocía que el personaje estuviera basado en un antiguo maestro suyo.
Con un tono totalmente diferente, me ha recordado
La casa de Bernarda Alba por muchas razones. Por su manera de tratar con sencillez temas profundos, por su tratamiento poético del lenguaje popular, por el predominio de personajes femeninos (tan de Lorca), por la especial relación ama-criada (aunque Bernarda impida secamente los acercamientos amistosos de La Poncia, que sí se producen aquí entre el Ama y la Tía) y por la propia estructura.
Es precisamente eso, la estructura, uno de los aspectos que más me ha gustado. Qué genial cómo se va marcando en cada acto el paso del tiempo. Cómo el tono ilusionado, como de comedia, del primer acto da paso al tono tristísimo del último. La propia manera de hablar de Rosita delata su desencanto. Ha cambiado mucho. Es una obra llena de tonos y matices. Ya parece comedia, ya drama, ya tragedia, pues su desenlace inevitable se adivina desde el principio. Dice la Tía al Sobrino en el acto I:
Vas a clavar una flecha con cintas moradas en su corazón. Ahora se enterará de que las telas no sólo sirven para hacer flores sino para empapar lágrimas.
Muy bien las permanentes alusiones metafóricas al lenguaje de las flores (otro anticipo de lo que pasará) y las canciones populares y la crítica social de fondo (el qué dirán, tan presente siempre en Lorca; o la dura sátira de los ricos).
Sue, muchas gracias por la
interesantísima información que aportaste. No tenía ni idea de que la obra tenía una base familiar real. La entrevista con Clotilde García me ha parecido una delicia y he disfrutado mucho con su lectura.