Reconozco que es la primera tragedia griega que leo. Y me ha gustado mucho.
La cultura occidental está llena de referencias literarias griegas, pero muy pocas veces acudimos a las fuentes originales, que nos parecen muy lejanas. Quizá por eso yo me esperaba una lectura difícil, muy retórica, llena de un lenguaje y unos mecanismos antiguos distanciadores. Pero me he encontrado todo lo contrario: una obra intensa, sencilla en su planteamiento y muy sugerente en la expresión literaria de la derrota. Me parece, por ejemplo, más moderna que la
Numancia de Cervantes, leída recientemente en otro MC. Creo que la traducción de José Luis Calvo Martínez (Clásicos Gredos) ayuda mucho en ese sentido.
Me ha gustado especialmente la estructura. Tras el diálogo inicial entre Posidón y Atenea, todo gira en torno a Hécuba, símbolo del dolor troyano. A ella acuden el resto y en contacto con ella se despliega toda una procesión de personajes igualmente atractivos, algunos con presencia real en el escenario (Casandra, Andrómaca, Helena) y otros con una influencia terrible sobre sus vidas (Héctor, Políxena, Paris). Y siempre de fondo la reflexión sobre el dolor, la derrota y los límites morales de los vencedores. En ese sentido, me ha llamado la atención la abundancia de monólogos intensos en los que estos personajes defendían (con argumentos) sus puntos de vista. ¿Cómo sería el público que seguia en el teatro estos parlamentos? Desde luego debía ser un público muy cultivado. No hay acción. Sólo reflexión moral y expresión trágica del dolor. Tal intensidad trágica alcanza esa expresión que hasta el emisario de los vencedores, Taltibio, adopta un tono menor, casi como de pedir perdón por lo que hacen. La imagen de Odiseo, calculador y astuto, tampoco sale muy bien parada. Triste el personaje de Helena, condenada a estar entre dos mundos y no pertenecer ya a ninguno de ellos. Y los dioses siempre urdiendo en la sombra, entrometiéndose en la vida de los pobres humanos.
Algunas escenas son impresionantes. Por ejemplo esa en que
Taltibio anuncia la inminente muerte del inocente hijo de Andrómaca y Héctor, cuyo cadáver será enterrado, tras despeñarlo desde los muros de Troya, en el glorioso escudo de su padre. |
La obra, además, está llena de frases sentenciosas, válidas por sí mismas. Ahora entiendo por qué encontramos siempre tantas citas de estos autores. Son una mina:
"Afirmo que no haber nacido es igual a morir y que es mejor morir de una vez que vivir miserablemente, pues no se percibe dolor por mal alguno. Quien ha sido feliz y cae en la desgracia se aleja con el alma de su anterior felicidad."
"¡Qué consuelo son las lágrimas para quienes sufren y los lamentos de un treno y la Musa que canta la pena!"
En definitiva, una obra intensa, muy bien estructurada, de lenguaje sencillo y tema moderno (el dolor de los derrotados y la degradación moral de los vencedores). Predominio de personajes femeninos. Qué bien supo ver Lorca el potencial trágico de la mujer. No me cabe ninguna duda de que obras como
La casa de Bernarda Alba o
Yerma tienen su referente último en tragedias de este tipo.