Tenía 15 años Leonor y él 34 Bueno, a mí no me contéis nada más. Seguiré en mi ignorancia voluntaria. Ciaojulia escribió: (...)También tenemos idealizado a Machado y según la perspectiva con la que lo miremos podemos calificarle de pedófilo (...)
Juan Ramón Jiménez
Moderadores: Tessia, lunallena
Re: Juan Ramon Jimenez
Un reportaje de hoy en El País http://www.elpais.com/articulo/portada/ ... bpor_3/Tes
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Re: Juan Ramon Jimenez
Con lilas llenas de agua...
Con lilas llenas de agua,
le golpeé las espaldas.
y toda su carne blanca
se enjoyó de gotas claras.
¡Ay, fuga mojada y cándida,
sobre la arena perlada!
-La carne moría, pálida,
entre los rosales granas;
como manzana de plata,
amanecida de escarcha.-
Corría, huyendo del agua,
entre los rosales granas.
Y se reía, fantástica.
La risa se le mojaba.
Con lilas llenas de agua,
corriendo, la golpeaba...
( De "Francina en el jardín" )
Con lilas llenas de agua,
le golpeé las espaldas.
y toda su carne blanca
se enjoyó de gotas claras.
¡Ay, fuga mojada y cándida,
sobre la arena perlada!
-La carne moría, pálida,
entre los rosales granas;
como manzana de plata,
amanecida de escarcha.-
Corría, huyendo del agua,
entre los rosales granas.
Y se reía, fantástica.
La risa se le mojaba.
Con lilas llenas de agua,
corriendo, la golpeaba...
( De "Francina en el jardín" )
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Re: Juan Ramon Jimenez
Cuando, dormida tú, me echo en tu alma...
Cuando, dormida tú, me echo en tu alma
y escucho, con mi oído
en tu pecho desnudo,
tu corazón tranquilo, me parece
que, en su latir hondo, sorprendo
el secreto del centro
del mundo. Me parece
que legiones de ángeles,
en caballos celestes
-como cuando, en la alta
noche escuchamos, sin aliento
y el oído en la tierra,
trotes distantes que no llegan nunca-,
que legiones de ángeles,
vienen por ti, de lejos
-como los Reyes Magos
al nacimiento eterno
de nuestro amor-,
vienen por ti, de lejos,
a traerme, en tu ensueño,
el secreto del centro
del cielo.
Cuando, dormida tú, me echo en tu alma
y escucho, con mi oído
en tu pecho desnudo,
tu corazón tranquilo, me parece
que, en su latir hondo, sorprendo
el secreto del centro
del mundo. Me parece
que legiones de ángeles,
en caballos celestes
-como cuando, en la alta
noche escuchamos, sin aliento
y el oído en la tierra,
trotes distantes que no llegan nunca-,
que legiones de ángeles,
vienen por ti, de lejos
-como los Reyes Magos
al nacimiento eterno
de nuestro amor-,
vienen por ti, de lejos,
a traerme, en tu ensueño,
el secreto del centro
del cielo.
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Re: Juan Ramon Jimenez
Donador
Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.
De "Eternidades"
Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.
De "Eternidades"
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Re: Juan Ramon Jimenez
Cómo llenarte, soledad...
Cómo llenarte, soledad,
sino contigo misma...
De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
quieto en ángulo oscuro,
buscaba en ti, encendida guirnalda,
mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
y en ti los vislumbraba,
naturales y exactos, también libres y fieles,
a semejanza mía,
a semejanza tuya, eterna soledad.
Me perdí luego por la tierra injusta
como quien busca amigos o ignorados amantes;
diverso con el mundo,
fui luz serena y anhelo desbocado,
y en la lluvia sombría o en el sol evidente
quería una verdad que a ti te traicionase,
olvidando en mi afán
cómo las alas fugitivas su propia nube crean.
Y al velarse a mis ojos
con nubes sobre nubes de otoño desbordado
la luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
te negué por bien poco;
por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
por quietas amistades de sillón y de gesto,
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
por los viejos placeres prohibidos
como los permitidos nauseabundos,
útiles solamente para el elegante salón susurrado,
en bocas de mentira y palabras de hielo.
Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
que yo fui,
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso;
y sobre todo ellos,
cuerpo oscuro y esbelto,
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
y tú me das fuerza y debilidad
como el ave cansada los brazos de la piedra.
Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y erguido desde cuna vigilante
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aún cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.
Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
el sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y su deseo,
la airada muchedumbre,
¿qué son sino tú misma?
Por ti, mi soledad, los busqué un día;
en ti, mi soledad, los amo ahora.
Cómo llenarte, soledad,
sino contigo misma...
De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
quieto en ángulo oscuro,
buscaba en ti, encendida guirnalda,
mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
y en ti los vislumbraba,
naturales y exactos, también libres y fieles,
a semejanza mía,
a semejanza tuya, eterna soledad.
Me perdí luego por la tierra injusta
como quien busca amigos o ignorados amantes;
diverso con el mundo,
fui luz serena y anhelo desbocado,
y en la lluvia sombría o en el sol evidente
quería una verdad que a ti te traicionase,
olvidando en mi afán
cómo las alas fugitivas su propia nube crean.
Y al velarse a mis ojos
con nubes sobre nubes de otoño desbordado
la luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
te negué por bien poco;
por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
por quietas amistades de sillón y de gesto,
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
por los viejos placeres prohibidos
como los permitidos nauseabundos,
útiles solamente para el elegante salón susurrado,
en bocas de mentira y palabras de hielo.
Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
que yo fui,
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso;
y sobre todo ellos,
cuerpo oscuro y esbelto,
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
y tú me das fuerza y debilidad
como el ave cansada los brazos de la piedra.
Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y erguido desde cuna vigilante
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aún cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.
Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
el sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y su deseo,
la airada muchedumbre,
¿qué son sino tú misma?
Por ti, mi soledad, los busqué un día;
en ti, mi soledad, los amo ahora.
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Re: Juan Ramon Jimenez
...tengo la costumbre de mirarme hacia delante, tras posibles invenciones y artes de tiempos futuros. Entonces me veo y me siento viejo y atrasado en mi día, como desde hoy los muertos de hace siglos.
Con este hábito procuro sacar la cabeza de la cueva del hoy y descubrir el horizonte de mañana. Me atraen más, al contrario que a Montaigne, los libros nuevos que los viejos, los cuadros modernos que los antiguos, la música actual que la pasada.
El arte moderno. ¡ Qué hermosa proximidad, qué familiaridad, qué convivencia tan grata; qué comprensión tan plena ! En la pintura y en la música, percepciones más rápidas, se ve mejor esta diferencia de hermosura. Pero tambíén, para quien sabe verla , está evidente en los libros.
Estando en lo pasado, el presente se nos va. Y mientras posamos los ojos en la belleza que se fue, se pasa la belleza presente...
Con este hábito procuro sacar la cabeza de la cueva del hoy y descubrir el horizonte de mañana. Me atraen más, al contrario que a Montaigne, los libros nuevos que los viejos, los cuadros modernos que los antiguos, la música actual que la pasada.
El arte moderno. ¡ Qué hermosa proximidad, qué familiaridad, qué convivencia tan grata; qué comprensión tan plena ! En la pintura y en la música, percepciones más rápidas, se ve mejor esta diferencia de hermosura. Pero tambíén, para quien sabe verla , está evidente en los libros.
Estando en lo pasado, el presente se nos va. Y mientras posamos los ojos en la belleza que se fue, se pasa la belleza presente...
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- Aben Razín
- Vivo aquí
- Mensajes: 57432
- Registrado: 19 Feb 2009 14:28
- Ubicación: Al lado del Torico.
Re: Juan Ramon Jimenez
Siempre llevo en un marcapáginas el siguiente verso de Juan Ramon Jimenez:
La media puesta de sol
tiñe con tu grana de oro
mi otro medio corazón
¿No os parece precioso?
La media puesta de sol
tiñe con tu grana de oro
mi otro medio corazón
¿No os parece precioso?
Pasado: El coraje de ser de Mónica Cavallé.
Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.
Futuro: La deseada de Maryse Condé.
Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.
Futuro: La deseada de Maryse Condé.
Re: Juan Ramon Jimenez
Todo el ocaso es amarillo limón.
En el cenit cerrado, bajo las nubes mudas,
bandadas negras de pájaros melancólicos
rayan, constantes, el falso cielo de lluvia.
Por el jardín, sombrío de los plúmbeos nimbos,
las rosas tienen una morada veladura,
y el crepúsculo vago, que cambia las verdades,
pone en todo al rozarlo, no sé qué gasas húmedas.
Lívido, deslumbrado del amarillo, torvo
del plomo, en mis oídos, como un moscardón zumba
una ronda monótona, que yo no sé de dónde
viene…, que deja lágrimas…, que dice: “Nunca…Nunca…”
(Tenebrae)
(Segunda antología poética 1898-1918)
En el cenit cerrado, bajo las nubes mudas,
bandadas negras de pájaros melancólicos
rayan, constantes, el falso cielo de lluvia.
Por el jardín, sombrío de los plúmbeos nimbos,
las rosas tienen una morada veladura,
y el crepúsculo vago, que cambia las verdades,
pone en todo al rozarlo, no sé qué gasas húmedas.
Lívido, deslumbrado del amarillo, torvo
del plomo, en mis oídos, como un moscardón zumba
una ronda monótona, que yo no sé de dónde
viene…, que deja lágrimas…, que dice: “Nunca…Nunca…”
(Tenebrae)
(Segunda antología poética 1898-1918)
Re: Juan Ramon Jimenez
He leído recientemente Unidad, en Seix Barral. Muy recomendable. Ahora quiero leer La muerte.
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- Aben Razín
- Vivo aquí
- Mensajes: 57432
- Registrado: 19 Feb 2009 14:28
- Ubicación: Al lado del Torico.
Re: Juan Ramón Jiménez
sergio,
Aunque, con cierto retraso, he encontrado esta edición en el catálogo de la biblioteca:
Unidad, Barcelona, Seix Barral, 1999. Edición y estudio preliminar de Diego Martínez Torrón. Colección: Biblioteca breve. Tiene 128 páginas y el ISBN es 978 84-322-0795-0.
Aunque, con cierto retraso, he encontrado esta edición en el catálogo de la biblioteca:
Unidad, Barcelona, Seix Barral, 1999. Edición y estudio preliminar de Diego Martínez Torrón. Colección: Biblioteca breve. Tiene 128 páginas y el ISBN es 978 84-322-0795-0.
Pasado: El coraje de ser de Mónica Cavallé.
Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.
Futuro: La deseada de Maryse Condé.
Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.
Futuro: La deseada de Maryse Condé.
- Aben Razín
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- Registrado: 19 Feb 2009 14:28
- Ubicación: Al lado del Torico.
Re: Juan Ramón Jiménez
Y en el catálogo de otra biblioteca:
La muerte, Barcelona, Seix Barral, 1999. Edición y estudio preliminar de Diego Martínez Torrón. Colección: Biblioteca breve. Tiene 176 páginas y el ISBN es 978 84-322-0789-6.
La muerte, Barcelona, Seix Barral, 1999. Edición y estudio preliminar de Diego Martínez Torrón. Colección: Biblioteca breve. Tiene 176 páginas y el ISBN es 978 84-322-0789-6.
Pasado: El coraje de ser de Mónica Cavallé.
Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.
Futuro: La deseada de Maryse Condé.
Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.
Futuro: La deseada de Maryse Condé.