La inquietante mancha.

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Juanillo19811
Lector ocasional
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La inquietante mancha.

Mensaje por Juanillo19811 »

Muy pocos conocen la historia que aquí hoy voy a relatar. Hay cosas qué es mejor dejarlas ocultas, pero me veo en la acuciante necesidad de relatar lo ocurrido. Mi querido lector, ¡lee esto! como un lector, no como alguien que juzga, y hallaras la verdad del razonamiento que pretendo plantear.

Todo ocurrió el martes 15 de mayo de 1987, en Madrid (España). No recuerdo con exactitud la hora exacta en la que empecé a notar cosas fuera de lo común, pero sí recuerdo con especial pasión y devoción un objeto: la pared.

Una pared despojada de objetos materiales, vacía como las entrañas de una botella de vino agotada, como la mente de un anciano para recordar cuándo fue joven. En esa pared, aparecieron finos hilos que pretendían dibujar un contorno. Un contorno tosco y de trazado infantil. Al principio la imagen de la silueta, que se me antojaba como una cara desfigurada me causó una risa fácil, y proseguí en la mayoría de mis tareas cotidianas, que tanto me asediaban al poco tiempo del qué disponía.

La mañana del 15 de mayo de 1987, una ruda mano golpeó mi puerta. Fui a abrir con la mayor premura posible, pero no vino nadie a mí encuentro, a mí persona. Transcurrirían una hora, dos a lo sumo, cuando el insidioso sonido hizo gala de presencia a mis oídos. De nuevo, reanude la marcha y de nuevo, nada ni nadie salió a mí encuentro. Esa sensación me causo cierta ira, pues lo atribuí a cualquier persona, o chiquillo que quería divertirse a costa mía, para diversión propia.

Recostado en la hamaca, como un paquete que se balancea de un lado a otro, sin un rumbo fijo, Morfeo, me asió en sus garras. El sueño que me profirió el trance, fue de lo más espectacular y tenebroso, pues no había otro lugar para soñar, que la habitación con esa mancha, con esa cara irresoluta. Considerándolo un hecho fútil, para mi atrevida confianza, deseché cualquier asombro a tan insólito acontecimiento.

Desperezándome, me recosté con vigor y soltura, decidido a continuar con las labores estancadas por ese ataque de pereza.

Mis pasos decididos y resolutos y continuados, me llevaron de nuevo a la habitación; que…, para mi asombro, la cara, ¡tomaba una forma humana! Los trazos no estaban todavía bien definidos, y la imaginación daba las pinceladas necesarias para poder descifrar ese molde. ¡Qué cosa más curiosa!

Ensimismado, y de forma tranquila, me quedé observando tal figura. Me era extrañamente familiar, me era…; ¡conocido!

Reconozco que estaba vez logró asombrarme, incluso desconcertarme; ¿qué hacía esa cara allí?, ¿qué secretos ocultaba…?... No pude llegar a una conclusión definitiva, era todo un misterio para mí.

En la noche, solo y francamente acobardado, no paraba de pensar en esa imagen. Se había convertido en una obsesión. Gustosamente habría salido como alma que lleva el diablo de allí, como un rayo desatado en la calle, pero el trató con el exterior no me era muy cordial, tachándome la mayoría de austero, o el “raro”, término peyorativo y despectivo al que acabe de acostumbrarme. La noche, fría como el hielo, y negra como un tizón, me susurraba sus palabras vacías con el ulular del viento y me constreñía el corazón debido a mi imaginativa mente.
¿Quién pegó repetidas veces a mi puerta?, ¿quizás no se trató de una broma? Era a lo mejor, algo que guardaba una estrecha relación con la marmórea pintura de mi habitación.Demasiadas preguntas para ninguna respuesta. Todo guardaba un desconcierto que guardaba una estrecha consonancia con la mancha.

Le di un sorbo al café. Quería mantenerme despierto, lo máximo que mis cansados ojos pudieran aportarme. En el fatuo razonamiento que estaba llevando a cabo, se me ocurrió una idea sencilla, pero de una eficacia tremenda. ¿Por qué no borrar la mancha? El porqué de aquello no puedo entenderlo, aunque se me afianzó como una brasa a un leño virgen.

Cogí un paño. Lo humedecí. Y con decisión y atrevimiento me dispuse a borrarla. Cuando abrí la puerta, un ciclón de sorpresa me invadió. La cara se formaba con una resolución perfecta, como un cuadro de gran belleza. No era una imagen oscura o dantesca, sino todo lo contrario: un pariente olvidado. Mi tío Romuald.

Al día siguiente me levanté del lecho alegre y entusiasmado por ese pintoresco hecho. Y, sí, porque no, llamaría a mi tío con el pretexto del acontecimiento ocurrido. ¡Tenía tantas ganas de ver una cara conocida!

Palpé el teléfono. Lo afiancé entre mis manos. Marqué el olvidado teléfono por el orgullo, y, ¡por fin! descubriría… la melodía de llamar alguien al otro lado del negro auricular.

-Hola… ¡Eh…! ¿Romuald?-pregunté.

Una explosión de dolor y sufrimiento contenido brotó con una furia incontenible al otro lado del auricular.

-¡Es qué no lo sabe!-dijo la voz al otro lado.

-No…-repuse estupefacto-. ¿Ha ocurrido algo?-dije de una manera ingenua.

-¡Romuald está muerto! ¡Muerto entiende! , ¡no llamen más…!-colgó con furia al otro lado del auricular.

Ahora el torrente de ideas tenía sentido. El golpe en la puerta, la mancha con su cara. Fue su particular despedida, a alguien que algún día me quiso de verdad… Titubeante…, colgué.
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lucia
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Re: La inquietante mancha.

Mensaje por lucia »

La historia está bien, aunque el arrebato final al responder la llamada está bastante fuera de lugar.

Pero debes evitar utilizar un lenguaje que te sobrepase, tienes bastantes frases imprecisas por intentar sonar demasiado culto, como esta:
no como alguien que juzga,
Rompería menos el ritmo de lectura un "sin juzgar", por ejemplo.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Sunrise
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Re: La inquietante mancha.

Mensaje por Sunrise »

Vaya hombre...tuvo que pasar un quince de mayo .... :mrgreen:
Me ha recordado a las caras de Belmez :cry: o también pudo ser producto de una fumadera de peyote, quién sabe...yo es que no debo leer este tipo de relatos, me dan miedo.
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Juanillo19811
Lector ocasional
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Registrado: 16 Dic 2008 15:07

Re: La inquietante mancha.

Mensaje por Juanillo19811 »

Gracias por los comentarios. :hola:
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