El arrancacorazones - Boris Vian
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El arrancacorazones - Boris Vian
EL ARRANCACORAZONES
Boris Vian
Título original: L'Arrache-coeur
Editorial: Tusquets
Traducción: Jordi Martí Garces
ISBN: 978-84-7223-377-5
246 pág.
Los inolvidables personajes de Joël y Citroën fueron creados por Boris Vian a la medida del estremecedor delirio al que él cree que suelen conducir por un lado la dominación materna y, por el otro, el inevitable conflicto entre la vida autónoma, secreta de la infancia y la tiranía de la familia y la presión social. También se sirve del siniestro Jacquemort, un psicoanalista en busca de pacientes, para satirizar tanto el enloquecido mundo de los llamados cuerdos como el psicoanálisis y el comportamiento existencialista, tan en boga en aquellos años. Es precisamente en el ciclo de novelas escritas entre 1947 y 1953, al que pertenece El arrancacorazones, en el que Vian parece haberse asentado en un universo que le es finalmente propio, en un mundo de fábula poética cargada de fantasía, pero también de tensión y violencia, en la que la experiencia de los niños desafía los valores de los adultos.
FUENTE: http://www.tusquetseditores.com
Boris Vian
Título original: L'Arrache-coeur
Editorial: Tusquets
Traducción: Jordi Martí Garces
ISBN: 978-84-7223-377-5
246 pág.
Los inolvidables personajes de Joël y Citroën fueron creados por Boris Vian a la medida del estremecedor delirio al que él cree que suelen conducir por un lado la dominación materna y, por el otro, el inevitable conflicto entre la vida autónoma, secreta de la infancia y la tiranía de la familia y la presión social. También se sirve del siniestro Jacquemort, un psicoanalista en busca de pacientes, para satirizar tanto el enloquecido mundo de los llamados cuerdos como el psicoanálisis y el comportamiento existencialista, tan en boga en aquellos años. Es precisamente en el ciclo de novelas escritas entre 1947 y 1953, al que pertenece El arrancacorazones, en el que Vian parece haberse asentado en un universo que le es finalmente propio, en un mundo de fábula poética cargada de fantasía, pero también de tensión y violencia, en la que la experiencia de los niños desafía los valores de los adultos.
FUENTE: http://www.tusquetseditores.com
Re: El arrancacorazones - Boris Vian
Aloneinkioto y yo (y los que queráis uniros), haremos un miniclub de este libro el 20 de Julio
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- aloneinkioto
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- aloneinkioto
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- aloneinkioto
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Re: El arrancacorazones - Boris Vian
¡Sí, Nadeszhda! Al final lo empezamos el próximo domingo 15, más o menos, así que sería estupendo que te unieras
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- aloneinkioto
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Re: El arrancacorazones - Boris Vian
Entre hoy y mañana lo empezaré, y ya iremos comentando fronde y yo, ¿alguien se apunta?
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- Nadeszhda
- Me estoy empezando a viciar
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Re: El arrancacorazones - Boris Vian
Yo ya estoy apuntada , como os comenté, y también lo empezaré entre hoy y mañana. Me gustaría ir comentándola por partes -tiene tres, creo recordar-, si es que me da tiempo a leérmelas entera de una vez, lo cual, sinceramente, dudo. Por ello, muy probablemente tendré que ir poco a poco. Me cuidaré de los spoilersaloneinkioto escribió:Entre hoy y mañana lo empezaré, y ya iremos comentando fronde y yo, ¿alguien se apunta?
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- aloneinkioto
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Re: El arrancacorazones - Boris Vian
Lo empecé de madrugada y era incapaz de soltarlo (y cuando lo hice no podía dormir, y no sabía si seguir dando vueltas hasta aburrirme, o seguir leyendo el libro).
Al final me controlé y sólo leí hasta el capítulo 11 (creo, luego miro y edito, que no tengo el libro aquí). Es genial Y he ido anotando algunas cosas.
Al final me controlé y sólo leí hasta el capítulo 11 (creo, luego miro y edito, que no tengo el libro aquí). Es genial Y he ido anotando algunas cosas.
Sí, tienes razón, son tres partes Pero como están divididas en capítulos más bien cortos y numerados, yo creo que podremos ir comentándolos muy bien.Nadeszhda escribió:Yo ya estoy apuntada , como os comenté, y también lo empezaré entre hoy y mañana. Me gustaría ir comentándola por partes -tiene tres, creo recordar-, si es que me da tiempo a leérmelas entera de una vez, lo cual, sinceramente, dudo. Por ello, muy probablemente tendré que ir poco a poco. Me cuidaré de los spoilers
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- Nadeszhda
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Re: El arrancacorazones - Boris Vian
¿Hasta el capítulo once de qué parte, la primera? Si fuese así, sería hasta la página treinta y ocho; hasta ahí podría llegar hoy y comentar después, al menos.aloneinkioto escribió:Lo empecé de madrugada y era incapaz de soltarlo (y cuando lo hice no podía dormir, y no sabía si seguir dando vueltas hasta aburrirme, o seguir leyendo el libro).
Al final me controlé y sólo leí hasta el capítulo 11 (creo, luego miro y edito, que no tengo el libro aquí). Es genial Y he ido anotando algunas cosas.
No me extraña que no pudieses parar; a mí me resultan adictivos los libros que están compuestos por episodios tan cortitos. Una se propone parar, pero siempre se dice "Venga, me leo el siguiente, que sólo son dos páginas, y paro", pero el propósito nunca resulta triunfar, y acabamos con unas ojeras que pa´qué
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- aloneinkioto
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Re: El arrancacorazones - Boris Vian
Sí, Nadeszhda, el once de la primera parte. Tampoco quería avanzar mucho para ir más o menos a un ritmo normalito, que si leemos mucho más nos ventilamos el miniclub en nada
Pero es que es eso, los capítulos tan cortos enganchan tanto
Pero es que es eso, los capítulos tan cortos enganchan tanto
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Re: El arrancacorazones - Boris Vian
Aloneinkioto , me alegro mucho de que te esté gustando. Espero tus comentarios. Yo comentaré mañana.
Nadeszhda, qué bien que te apuntes al miniclub. Por cierto, me encanta la imagen de Magritte, yo también he usado a veces cuadros suyos
Nadeszhda, qué bien que te apuntes al miniclub. Por cierto, me encanta la imagen de Magritte, yo también he usado a veces cuadros suyos
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- Nadeszhda
- Me estoy empezando a viciar
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Re: El arrancacorazones - Boris Vian
Leído hasta el décimo capítulo, por los spoilers que puedan aparecer:
Al comenzar a leerlo, no me pareció raro ese surrealismo, por lo onírico, con el que describía el paisaje del acantilado, y no sabía diferenciar lo irónico de lo desapasionado e impersonal –en las descripciones y comparaciones escatológicas, por ejemplo-. Eso sí, percibí que no era muy del estilo –muy o nulo- a Escupiré sobre vuestra tumba -y es que desconocía la historia del best-seller americano de Vernon Sullivan -. Al continuar la lectura, salí de dudas.
Al principio me sentía un poco perdida, e incluso reticente a dejarme llevar, ojusto lo contrario; no lo tenía muy claro. No entendía eso de que
Un cliffhanger en toda regla que ni Lost, oiga.
Ya me auto-spoileé por la contraportada al leer que
, y pensé que podría ser él pero, al
, supuse que me equivocaba, aunque no estaba del todo segura; al ¿ver? –
, ¡qué poca profesionalidad, qué escándalo! Al tener constancia de que
, una ya se queda más tranquila al observar que pretende que las enciclopedias médicas le sirvan de soplones –los médicos siempre acaban con palos por todas partes, que ya lo decía Molière-. Mejor como reposa-riñones.
Luego Culoblanco. Culoblanco o Culoblanche. Me recordó a una historia –creo que de Entrevistas breves con hombres repulsivos- en la que, al desembarcar -o algo así- gente negra sin papeles -¿o era suramericana?- en el país de las oportunidades, EEUU, la policía del lugar les asignaba nombres de este calibre; Pichacorta, Bocarancia y cosas así. Muy Escupiré sobre vuestra tumba, ¿no?
Culoblanco parece un personaje autómata, hueco y paleta, pero jamás podremos negar que tiene un exquisito paladar para la elegancia y el gusto, como nos muestra con sus geniales y estilosos lacitos en la moda del cordón umbilical.
. Eso sí es amor conyugal.
De lo que si estamos seguros es de que Jacq no es
A todo esto, Jacquemort parece mecanizado en sus movimientos;
No sé si será una burla directa de Vian a la psicología freudiana –o a toda la institución, por qué no-, o es una muestra más del orden entre el aparente caos. Parece que, como patafísico, el método científico también dejaba huella en sus obras, mezclado con elementos puramente absurdos. Por algo fue predecesor de la Oulipo; ya me olía cierta experimentación en la narrativa.
Interesante la reflexión que nos habla sobre la no-vida al no tener deseos. Podríamos hacer un símil con el capitalismo –aquí me meto en terreno pantanoso; perdonad mi ignorancia- :sociedad del bienestar-todo hecho- falta de deseos-no vida- muerte. No llegó a vivir el apogeo de este sistema, pero su economía familiar se vio trastocada por el crack del 29, y su pobre padre se vio obligado a trabajar por primera vez en su vida. Oh.
Podríamos reducir esta cuestión a lo superficial, al absurdo graciosete, pero puede ir más allá, a lo Beckett; ¿le produce a Vian todo esto, a pesar de ser un narrador irónico, la angustia existencial, el significado de la vida? Al parecer Boris se codeaba con los artistas del movimiento, incluso con el propio Sartre –el que, por cierto, le robó la esposa, Michelle. Un lujo del que poder jactarse-, así que no debería extrañarnos.
Al margen, estuve investigando sobre Vian, y encontré datos de lo más interesantes. Primero, que fue un miembro acreditado de mi querido Colegio de Patafísica, incluso alcanzando el grado de sátrapa. Ahí empecé a entender el porqué de su estilo, tan absurdo y, valga la redundancia, patafísico. Absurdo y existencialista, como comenté antes, que a veces (¿a veces?) van de la mano.
De todas formas, no le quedaba más remedio, era algo inevitable; su propia vida -e incluso su muerte. No era discreto ni para morir- fue de lo más patafísica, disoluta y llena de surprise-parties. Y hablando de estas, puedo introduciros –aunque me da que ya lo conocéis- a Jacques Loustalot, El Mayor, un ¿amigo? del que recibió gran influencia y al que reflejó en varias obras suyas. De él recibió la fascinación por los objetos. Y se dice que los amores matan; como gustaba de usar ventanas para salir de los sitios –Los objetos deben servir para todo menos para lo que fueron creados. Otro patafísico de profesión-, acabó matándose al caerse de un quinto en una surprise-partie, y es que seguro que siempre estaban llenas de surprises.
En fin, que lo del tío este no lo nombro en vano, más faltaría. Se me ocurrió, por simple analogía en su nombre, que el psiquiatra podría estar basado en este personaje. A ver si investigo su figura y consigo rastrear algo.
También podríamos inscribirlo –pobre Vian, siendo etiquetado; no se lo merece. No me gusta, pero así podemos hablar con más propiedad, ¿no?- en el surrealismo, con descripciones tan extraídas de un sueño, de un cuadro de Dalí. No sé si él también se vería repelido por Breton. Quién no. Él sí que era un sátrapa, dicen.
A pesar de que podamos considerarlo dentro de la vanguardia, se ve que el optó por burlarse de todo; hay un fragmento en El Arrancacorazones –tengo que avisar, con tanta digresión- en el que se hace un comentario sobre la abstracción pictórica muy gráfica, que ni Yasmina Reza:
En cuanto a su estilo, he anotado algunas frases curiosas. Desde luego, Vian era un maestro de la sinestesia, las comparaciones y demás. También percibía cierta musicalidad en sus frases, en especial en las descriptivas, donde dejaba mostrar su faceta más lírica y sensible –si es que la tenía-, ¿casi? de poeta. En el primer capítulo y al describir el jardín tuvo que quedarse bien a gusto, sin duda. Llegó un punto en el que opté por leerlo como un poema dadá, o algo así. A veces resultaba incluso aleatorio, pero muy bonito.
Me llamó la atención el que dijese que la camisa espumeaba, o que los ojos eran duros y que el sol fluía sin ruido; que hiciese comparaciones inverosímiles, como aquella de la hierba y los lápices de gelatina -¿quién no usó uno en su infancia, quién?- o que Clémetine gritase violada de dolor. También me hizo gracia ver –y no sé por qué, con lo dado que es este hombre a la experimentación- que uno de los capítulos comenzase en forma de diario, con la fecha anotada. Que, por cierto, la agonía de la parturienta transcurre en el mismo mes caluroso en el que estamos. ¡Cuidado!; Vian nos observa.
Al comenzar a leerlo, no me pareció raro ese surrealismo, por lo onírico, con el que describía el paisaje del acantilado, y no sabía diferenciar lo irónico de lo desapasionado e impersonal –en las descripciones y comparaciones escatológicas, por ejemplo-. Eso sí, percibí que no era muy del estilo –muy o nulo- a Escupiré sobre vuestra tumba -y es que desconocía la historia del best-seller americano de Vernon Sullivan -. Al continuar la lectura, salí de dudas.
Al principio me sentía un poco perdida, e incluso reticente a dejarme llevar, ojusto lo contrario; no lo tenía muy claro. No entendía eso de que
llegase tan sosegadamente hasta una casa en la que, además, le esperaba una cinta roja marcándole el camino, cual pedacitos de pan, y acudiese a la llamada de los gritos. |
Ya me auto-spoileé por la contraportada al leer que
había un psiquiatra implicado por ahí |
surgir lo del parto |
los rayos X de Jacquemort, valioso don- los bebés y anunciar, asqueado, que eran tres me quedé estupefacta |
su vida está dedicada a psiquiatrear |
Luego Culoblanco. Culoblanco o Culoblanche. Me recordó a una historia –creo que de Entrevistas breves con hombres repulsivos- en la que, al desembarcar -o algo así- gente negra sin papeles -¿o era suramericana?- en el país de las oportunidades, EEUU, la policía del lugar les asignaba nombres de este calibre; Pichacorta, Bocarancia y cosas así. Muy Escupiré sobre vuestra tumba, ¿no?
Culoblanco parece un personaje autómata, hueco y paleta, pero jamás podremos negar que tiene un exquisito paladar para la elegancia y el gusto, como nos muestra con sus geniales y estilosos lacitos en la moda del cordón umbilical.
Ese narrador omnisciente y cómplice de nuestro Jacques nos tira una de estas perlas:- Prepare el instrumental – dijo Jacquemort-. ¿Cómo se llama usted?
- Me llamo Culoblanco, señor –repuso ella, con marcado acento rústico.
- En ese caso, prefiero no llamarla de ningún modo – gruñó Jacquemort.
Y es que Angel esSin atender a la respuesta, dejó vagar la mirada por la habitación, hasta fijarla en la puerta tras la cual se aburría Ángel.
- ¿Quién se aburre tras esa puerta?
muy obediente |
De lo que si estamos seguros es de que Jacq no es
comadrón -¿o sí?; los niños se paren solos, y sólo necesitan que alguien los saque de tanta pringue. Más quisiéramos nosotras. Sin embargo, su madre parece verlos como criaturitas monstruosas, vástagos de la violación de su marido –o así parece pintarla, ya que intenta evadir su implicación en el proceso, ejem, sexual. -, al que, sin embargo, le retira la custodia. Ya se encargará ella de darles una educación espartana; al menos, a Citroën. |
su cabeceo nos hace pensar que, simplemente, está distraído, ¡pero no!; más adelante nos enteramos de que la esencia de nuestro protagonista por su propia boca No tengo más que gestos, reflejos y costumbres. Está vacío, como Dexter. Es un vampiro de las emociones y de todo lo que pille a mano, cuya arma es el psicoanálisis. |
Interesante la reflexión que nos habla sobre la no-vida al no tener deseos. Podríamos hacer un símil con el capitalismo –aquí me meto en terreno pantanoso; perdonad mi ignorancia- :sociedad del bienestar-todo hecho- falta de deseos-no vida- muerte. No llegó a vivir el apogeo de este sistema, pero su economía familiar se vio trastocada por el crack del 29, y su pobre padre se vio obligado a trabajar por primera vez en su vida. Oh.
Podríamos reducir esta cuestión a lo superficial, al absurdo graciosete, pero puede ir más allá, a lo Beckett; ¿le produce a Vian todo esto, a pesar de ser un narrador irónico, la angustia existencial, el significado de la vida? Al parecer Boris se codeaba con los artistas del movimiento, incluso con el propio Sartre –el que, por cierto, le robó la esposa, Michelle. Un lujo del que poder jactarse-, así que no debería extrañarnos.
Al margen, estuve investigando sobre Vian, y encontré datos de lo más interesantes. Primero, que fue un miembro acreditado de mi querido Colegio de Patafísica, incluso alcanzando el grado de sátrapa. Ahí empecé a entender el porqué de su estilo, tan absurdo y, valga la redundancia, patafísico. Absurdo y existencialista, como comenté antes, que a veces (¿a veces?) van de la mano.
De todas formas, no le quedaba más remedio, era algo inevitable; su propia vida -e incluso su muerte. No era discreto ni para morir- fue de lo más patafísica, disoluta y llena de surprise-parties. Y hablando de estas, puedo introduciros –aunque me da que ya lo conocéis- a Jacques Loustalot, El Mayor, un ¿amigo? del que recibió gran influencia y al que reflejó en varias obras suyas. De él recibió la fascinación por los objetos. Y se dice que los amores matan; como gustaba de usar ventanas para salir de los sitios –Los objetos deben servir para todo menos para lo que fueron creados. Otro patafísico de profesión-, acabó matándose al caerse de un quinto en una surprise-partie, y es que seguro que siempre estaban llenas de surprises.
En fin, que lo del tío este no lo nombro en vano, más faltaría. Se me ocurrió, por simple analogía en su nombre, que el psiquiatra podría estar basado en este personaje. A ver si investigo su figura y consigo rastrear algo.
También podríamos inscribirlo –pobre Vian, siendo etiquetado; no se lo merece. No me gusta, pero así podemos hablar con más propiedad, ¿no?- en el surrealismo, con descripciones tan extraídas de un sueño, de un cuadro de Dalí. No sé si él también se vería repelido por Breton. Quién no. Él sí que era un sátrapa, dicen.
A pesar de que podamos considerarlo dentro de la vanguardia, se ve que el optó por burlarse de todo; hay un fragmento en El Arrancacorazones –tengo que avisar, con tanta digresión- en el que se hace un comentario sobre la abstracción pictórica muy gráfica, que ni Yasmina Reza:
Seguro que Vian no se metía con la música. Seguro. Siempre la prefirió antes que a la literatura, y habría que decidir cuál era su amante y cuál su esposa. Le hubiese gustado este pasaje de David Foster Wallace, e incluso habrían trabado amistad:Había pocos muebles: una mesa maciza de madera clara, un aparador bajo de la misma madera y, en las paredes, dos o tres cuadros en blanco, muy hermosos.
-Todo arte verdadero es música- dice un profesor diferente-. Las artes visuales no son más que un rincón de la habitación inmensa de la verdadera música.- Ídem.
La música se revela como la relación entre un tono y dos notas obligadas por ese tono a bailar. Ritmo. Y en sus fantasías previas al sueño de Day, la música consume también todas las normas: lo que era más sólido se revela aquí como un simple ritmo. Los ritmos son relaciones entre lo que crees y lo que creías antes.
En cuanto a su estilo, he anotado algunas frases curiosas. Desde luego, Vian era un maestro de la sinestesia, las comparaciones y demás. También percibía cierta musicalidad en sus frases, en especial en las descriptivas, donde dejaba mostrar su faceta más lírica y sensible –si es que la tenía-, ¿casi? de poeta. En el primer capítulo y al describir el jardín tuvo que quedarse bien a gusto, sin duda. Llegó un punto en el que opté por leerlo como un poema dadá, o algo así. A veces resultaba incluso aleatorio, pero muy bonito.
Me llamó la atención el que dijese que la camisa espumeaba, o que los ojos eran duros y que el sol fluía sin ruido; que hiciese comparaciones inverosímiles, como aquella de la hierba y los lápices de gelatina -¿quién no usó uno en su infancia, quién?- o que Clémetine gritase violada de dolor. También me hizo gracia ver –y no sé por qué, con lo dado que es este hombre a la experimentación- que uno de los capítulos comenzase en forma de diario, con la fecha anotada. Que, por cierto, la agonía de la parturienta transcurre en el mismo mes caluroso en el que estamos. ¡Cuidado!; Vian nos observa.
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