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Cátedra
11,5 x 18 cm.
208 Páginas
Rústica Hilo
I.S.B.N.: 978-84-376-0285-1
7,00 IVA incluido
Septiembre 2006
Sobre los ángeles es el título de un libro de poemas de Rafael Alberti, escrito durante los años 1927 y 1928, y publicado por primera vez en 1929. El propio Alberti ha confesado que escribió el libro durante una época de crisis espiritual, lo que se refleja en el tono general del libro. Desde el punto de vista de la forma, el libro rompe también con las obras anteriores de Alberti (Marinero en Tierra o El alba del alhelí, de corte popularista, o Cal y canto, gongorista) al aproximarse a las técnicas poéticas del surrealismo, con la acumulación de imágenes oníricas, y la ruptura con la métrica tradicional para adentrarse en el verso libre.
Lo he empezado por curiosidad y es muy bonito; aunque también es verdad que están las notas aclaratorias para comprender mucho mejor el mensaje que pretende transmitir.
Las notas aclaratorias vienen muy bien sobre todo para el segundo libro, "Yo era un tonto...", dedicado al cine mudo y con muchas referencias de la época que al lector actual se le van a escapar.
"Sobre los ángeles" es una maravilla de libro, con poemas desgarrados que te llegan hasta el fondo de las entretelas. Podría citar aquí el libro entero, pero pongo mi favorito, que al parecer lo escribió Alberti como resultado de su pérdida de la fe religiosa. Estremecedor.
EL ALMA EN PENA
Ese alma en pena, sola,
ese alma en pena siempre perseguida
por un resplandor muerto.
Por un muerto.
Cerrojos, llaves, puertas
saltan a deshora
y cortinas heladas en la noche se alargan,
se estiran,
se incendian,
se prolongan.
Te conozco,
te recuerdo,
bujía inerte, lívido halo, nimbo difunto,
te conozco aunque ataques diluido en el viento.
Párpados desvelados
vienen a tierra.
Sísmicos latigazos tumban sueños,
terremotos derriban las estrellas.
Catástrofes celestes tiran al mundo escombros,
alas rotas, laúdes, cuerdas de arpas,
restos de ángeles.
No hay entrada en el cielo para nadie.
En pena, siempre en pena,
alma perseguida.
A contraluz siempre,
nunca alcanzada, sola,
alma sola.
Aves contra barcos,
hombres contra rosas,
las perdidas batallas en los trigos,
la explosión de la sangre en las olas.
Y el fuego.
El fuego muerto,
el resplandor sin vida,
siempre vigilante en la sombra.
Ese alma en pena, sola,
ese alma en pena siempre perseguida
por un resplandor muerto.
Por un muerto.
Cerrojos, llaves, puertas
saltan a deshora
y cortinas heladas en la noche se alargan,
se estiran,
se incendian,
se prolongan.
Te conozco,
te recuerdo,
bujía inerte, lívido halo, nimbo difunto,
te conozco aunque ataques diluido en el viento.
Párpados desvelados
vienen a tierra.
Sísmicos latigazos tumban sueños,
terremotos derriban las estrellas.
Catástrofes celestes tiran al mundo escombros,
alas rotas, laúdes, cuerdas de arpas,
restos de ángeles.
No hay entrada en el cielo para nadie.
En pena, siempre en pena,
alma perseguida.
A contraluz siempre,
nunca alcanzada, sola,
alma sola.
Aves contra barcos,
hombres contra rosas,
las perdidas batallas en los trigos,
la explosión de la sangre en las olas.
Y el fuego.
El fuego muerto,
el resplandor sin vida,
siempre vigilante en la sombra.
Pues venga, otro Galileo, el libro merece muchísimo la pena tenerlo en casa. Yo llevo ya más de veinte años releyéndolo, y todavía se me ponen los vellos de punta con estos poemas, aunque me los sé de memoria.
LOS ÁNGELES MUDOS
Inmóviles, clavadas, mudas mujeres de los zaguanes
y hombres sin voz, lentos, de las bodegas,
quieren, quisieran, querrían preguntarme.
-¿Cómo tú por aquí y en otra parte?
Querrían hombres y mujeres, mudos, tocarme,
saber si mi sombra, si mi cuerpo andan sin alma
por otras calles.
Quisieran decirme:
-Si eres tú, párate.
Hombres, mujeres, mudos, querrían ver claro,
asomarse a mi alma,
acercarle una cerilla
por ver si es la misma.
Quieren, quisieran...
Me esperaba otro tipo de poesía, no tan surrealista, pero me han gustado la utilización del verso libre y la incursión de otras técnicas estilísticas y poéticas, sobre todo las imágenes.
Tendré que leerme otro más tirando al clasicismo, a ver qué diferencias encuentro.
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Galileo, el libro merece muchísimo la pena tenerlo en casa. Yo llevo ya más de veinte años releyéndolo, y todavía se me ponen los vellos de punta con estos poemas, aunque me los sé de memoria.
y yo no lo cogí 