Este finde he releído este libro, para comprobar si el recuerdo algo idílico que tenía de él se debía al paso del tiempo o a que era muy cría (y bastante impresionable) cuando lo leí de pequeña.
Y, ni lo uno, ni lo otro.
Me ha vuelto a emocionar y me ha vuelto a hacer reflexionar.
Herman Raucher tiene un estilo muy sencillo y fácil de seguir pero sobre todo, lo que me ha gustado redescubrir es su fino sentido del humor (que, creo, me pasó más desapercibido en la primera lectura).
Aunque no se trata de
una historia extraordinaria y, realmente, no se narran grandísimos acontecimientos en la misma, Raucher sabe cómo crear una trama atractiva y que engancha hasta el final (nada fácil, además, cuando la muerte de uno de los protagonistas aparece en la primera página, vamos, que el final ya te lo esperas). |
Sin embargo, por debajo de esta aparente sencillez
y falta de pretensiones se nos cuela también una sutil crítica al puritanismo de principio de los 50 en Mississipi, en especial en las pequeñas ciudades agrarias, bastante más retrasadas ideológicamente que el resto, así como al ministerio eclesiástico (tan humano aunque se erijan como representantes de lo divino) y las tensiones sexuales que afloran, quizá demasiado bruscamente subrayadas además por la opresión que viven los jóvenes en casa. Me ha gustado mucho cómo el autor diluye con ironía estos toques de atención, como un guiño al lector y cómo, además, no sentencia a ninguno de sus personajes. No los juzga y no los condena.
Por otro lado, en cuanto a la historia de amor, tiene razón lo que apostilla la contraportada de la solapa de mi edición (la de la foto del anterior post): es una historia inolvidable, enternecedora y verdadera.
Los dos son muy niños en realidad, pero ya no tienen cuerpo de niños y sienten que ha llegado su momento para convertirse en adultos mal que les pese a la sociedad en que viven.
El personaje de Bobbie Lee, sobre todo, me ha encantado cómo se refleja su aislamiento (tanto en su casa, al otro lado del río y sin electricidad, como con su amigo imaginario Benjamín) y cómo adora tanto a Billy Joe que prefiere dejar que el pueblo lo tenga como un héroe (y a ella como una fresca que se abrió de piernas y se fugó a Nueva Orleans para deshacerse de su hijo) a su propia honra y buen nombre. Me parece una decisión muy valiente la que toma (aunque parezca contradictorio porque, realmente, huye del pueblo en lugar de enfrentarse a las malas lenguas), porque, como le dice a Barksdale, aunque se quedara el pueblo iba a seguir murmurando y prefiere que al menos guarden un buen recuerdo de Billy Joe. Además, luego regresa y vuelve a su vida haciendo frente a lo que el mundo tenga que decir de ella.
En cuanto a Billy Joe... creo que el pobre sufría una tensión sexual muy fuerte que creía satisfacería con Bobbie Lee pero acabó aliviando con quien menos esperaba. En realidad no tengo claro si era gay o si solamente estaba borracho y Barksdale aprovechó la coyuntura (él sí que parecía claramente inclinado hacia Billy Joe a lo largo de toda la novela), pero el hecho es que la duda lo vence... y con qué consecuencias.
No sé, supongo que en la época y en esa sociedad tan cerrada, para Billy Joe, que siempre estaba tan seguro de sí mismo, dudar de su propia sexualidad pudo con él. Qué pena.
¡Y los padres! Qué sangre fría, qué asco de hacerse los suecos con tal de no enfrentarse a lo que les podía venir encima... se me parte el corazón cuando Bobbie Lee se va y sus padres la escuchan pero no son capaces de levantarse y retenerla o despedirse. Ellos mismos se están uniendo a la opinión de la sociedad criticona que los rodea al dejar que su hija se vaya así... le están dando a entender a Bobbie Lee que también creen que está embarazada... y que prefieren que se lleve el problema a otra parte. Qué duro, igual que su hermano James, "dechado de virtudes", vamos, y luego la que le suelta a la pobre chica... ¡que sólo tiene 15 años! |
En fin, podría hablar mucho más largo y tendido de esta novela, que da para muchos comentarios aunque sea tan breve y sencillita.
A ver si os animáis alguno a leerla y la comentamos juntos.
Pdta.- Me ha encantado una de las últimas frases
de Bobbie Lee de la novela, cuando se encuentra en el puente con Barksdale y él mismo se da cuenta de lo madura que se ha vuelto de pronto la joven.
Hablando de Billy Joe y su tremendo final, ella concluye que: Cuesta mucho llegar a ser una leyenda. A veces, cuesta la vida |
. Y no he podido dejar de recordar al grandísimo James Dean, que quién sabe cómo habría podido ser su carrera cinematográfica de no haber muerto tan joven. O Marilyn, River Phoenix o Heath Ledger.