Reflexiones de un ególatra

Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

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lucia
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Re: Reflexiones de un ególatra

Mensaje por lucia »

Pues en un medio de internet decían que de momento estamos en la media de terremotos desde 1990, que viene a ser de unos 16 al año, con un mínimo de 6 y un máximo de 32.
http://www.enn.com/climate/article/41234
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JANGEL
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Re: Reflexiones de un ególatra

Mensaje por JANGEL »

Bueno, así será. También es verdad que no todos los terremotos de gran magnitud afectan a la población humana. Hace poco hubo uno enorme en Granada, pero afortunadamente su foco estaba muy alejado de la superficie, por lo que no causó daños.
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JANGEL
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Re: Reflexiones de un ególatra

Mensaje por JANGEL »

XXVII. El final de los libros

Me miró y me preguntó:
-¿Por qué te gusta leer?
-Porque me gustan las palabras.
-Porque te gustan las palabras -repitió en actitud reflexiva.
-Sí. Es fascinante lo que se puede llegar a expresar con ellas, lo que otras personas son capaces de expresar con las palabras.
-Pero dicen que los libros -replicó, asociando una idea con otra- tienen los días contados.
-¿Los libros de papel?
-Eso es. Los libros de papel.
-Siempre existirán. Aunque dejen de imprimirlos, tendrían que destruirse todos los que ya se han editado y llenan las librerías. Aunque es cierto que las obras nuevas se harán en otro formato a partir de algún momento. Solo espero que para entonces estemos preparados y podamos disfrutarlo igual que ahora.
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lucia
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Re: Reflexiones de un ególatra

Mensaje por lucia »

Bueno, también dijeron que iban a desaparecer los cuenta cuentos y yo creo que tienen muy buena salud :D
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HERMANN
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Re: Reflexiones de un ególatra

Mensaje por HERMANN »

Cada vez somos menos a los que nos gustan los libros como los conocemos hasta ahora. Como bien dices, vendrán otros formatos, pero no serán éstos, con su tacto, su olor, su ilusión por empezarlos, su sonido al pasar las hojas. Asimov lo comparó en un relato con la máquina perfecta. Incluso decía que te podías ir a la cama con ella. Claro que todavía no había conocido, ni iba a conocer, los ebook actuales.
Es verdad que da un poco de consuelo pensar que habrá libros de papel por los siglos de los siglos. Estarán en urnas de vacío y los turistas mirarán asombrados lo “adelantados” que estábamos en esta época.
Cuelgo un precioso artículo de Azúa aparecido en El Boomerang sobre esta pasión. Por cierto que el libro del que habla, caerá próximamente.
Un saludo Jangel. No te contesté antes también por falta de tiempo: sé de sobra lo que es tener en casa una peque demandando tiempo.
“La letra ni con la sangre entra. Felix de Azúa.
No le había visto en los últimos cinco años. Comparto con él la inicua pasión libresca, esa bibliopatía que nos ha llevado a acumular toneladas de libros cuya lectura ocuparía cinco largas vidas. Tenía muy buen aspecto y estaba sumamente simpático. Sólo en un momento de la conversación, justamente cuando tratamos sobre los libros, mostró cierta preocupación. Coincidimos en que nadie pone ya en duda que nuestras bibliotecas personales, conjuntos de diez, doce o quince mil volúmenes, son ya las últimas que podrá poseer un particular. En el futuro será cosa de locos o de millonarios reunir en casa más de mil libros. Mi generación es la última que ha logrado tener al alcance de la mano la totalidad del saber y de la literatura. La electrónica y el precio de la vivienda, aquí y en todo el mundo, matarán las grandes bibliotecas particulares.
Muy contrariado me dice que los libros le están costando mucho más caros que la familia que nunca tuvo. Una parte la guarda en el piso de su propiedad, pero ha tenido que alquilar otros dos para disponer el resto. Gasta todo lo que gana en su biblioteca. Otro amigo mío se vio obligado a alquilar su piso lleno de libros para poder seguir pagándolo. El inquilino convive con ellos, por cierto, muy a gusto. Otros amigos se han ido a vivir a lugares casi salvajes para poder disponer de espacio libresco.
Quienes padezcan esta pasión carísima y postrera se divertirán leyendo "Bibliotecas llenas de fantasmas" que ha editado Anagrama. Su autor, Jacques Bonnet, sufre la misma enfermedad y los mismos temibles conflictos. ¿Y por qué razón soportamos tan terrible losa? ¡Qué pregunta más ociosa! Cuenta Bonnet que en las carretas que llevaban a los nobles franceses a la guillotina, cierto testigo pudo observar a uno de ellos perfectamente ajeno a su muerte inmediata, apenas apoyado en las tablas laterales y leyendo absorto un libro en octavo. Y así subió al cadalso, sin dejar de leer y pasando página.
¡Lo que daríamos cualquiera de nosotros por tener ese libro en nuestra biblioteca!”
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JANGEL
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Re: Reflexiones de un ególatra

Mensaje por JANGEL »

Acabo de leer un artículo escrito para el pasado 23 de abril en el que se afirmaba que, desde que se imprimió el primero, los libros se han visto sujetos a "amenazas" de desaparición y apenas han cambiado porque son el invento perfecto. Hay algo de razón en esto, pues está costanto mucho encontrar la fórmula para sustituirlos. Yo creo que el libro electrónico no debe ser lo mismo que el libro.
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JANGEL
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Re: Reflexiones de un ególatra

Mensaje por JANGEL »

XXVIII. Falsos héroes y prejuicios

Hay un tal señor Neira cuyo rostro vemos a menudo en la televisión. Se hizo famoso al entrometerse hace unos años en los conflictos de una pareja, defendiendo a una mujer de la violencia de un hombre, y recibir una paliza por ello. Parece que la celebridad no le ha gustado o no le ha sentado bien. Lo cierto es que, según los medios de comunicación (y matizo esto último, pues la versión de los hechos que tenemos siempre es la relatada por los medios), Neira guarda rasgos en su personalidad que resultan incluso desagradables. No hace mucho volvió a saberse de él por conducir con una tasa de alcohol en sangre no permitida. Hoy nos anuncian que ha ingresado tras sufrir un derrame cerebral, dos días después de la muerte de su agresor. La prensa se ocupa y preocupa en demostrar que es una persona normal y corriente.

Naturalmente, no es un héroe. Es una persona como cualquiera de nosotros, con sus virtudes y sus defectos. Puede que con más defectos que virtudes. Pero lo cierto es que un día tuvo el coraje y la arrogancia de lanzarse sin dudarlo al rescate de alguien que parecía indefensa y maltratada. Lamentablemente, para el señor Neira ha resultado contraproducente manifestarse en público, con reflexiones poco acertadas que le han hecho aparecer como un hombre lleno de prejuicios. Tal vez por eso no se prodiga y limita sus intervenciones ante las cámaras y los micrófonos.

No obstante, prejuicios tenemos todos. Pero seguiré reflexionando y hablando sobre ello otro día. Mientras tanto, espero que nuestro aludido se recupere bien y pronto.
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lucia
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Re: Reflexiones de un ególatra

Mensaje por lucia »

Es solo que a los medios les gustaría que los héroes fuesen perfectos, no personas normales, porque así tienen justificación en las situaciones en las que son cobardes.
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Re: Reflexiones de un ególatra

Mensaje por JANGEL »

XXIX. Prejuicios con riesgo

En mi última reflexión hablaba de prejuicios y de que todos los tenemos. En efecto, los tienen incluso aquellos que, por su delicado oficio, deberían mantenerse siempre incólumes, objetivos y fríos. Me refiero concretamente a los profesionales sanitarios en general. Por supuesto, abundan quienes se entregan a su carrera con vocación y sentimiento, marcando claramente la línea entre el deber y la proximidad al paciente, para no ser demasiado vulnerables frente al dolor ajeno, pero sin dejar de dar la atención solidaria y afectuosa a quien la necesita. Pero, a menudo, cuando acudimos a la consulta de un médico -al menos, a mí me ha ocurrido con frecuencia-, lo que encontramos al otro lado del escritorio es una persona con prejuicios, muchos más que nosotros mismos.

Nosotros, los pacientes, entramos en su despacho un poco atolondrados. Para empezar, el color blanco de las sábanas de la camilla, de las cortinas, de la bata, de algún que otro mueble, es tan simbólico e intenso que nos abruma, nos intimida y nos prepara psicológicamente para el enfrentamiento con el profesional con la guardia baja. Vamos al médico casi siempre con el respecto ancestral de quien recurre al curandero de la tribu, el único que puede rescatarnos de nuestra enfermedad y liberarnos del mal. Y así es. Suelen tener las herramientas para conseguirlo. Aunque no olvidemos que el propio enfermo tiene mucho que decir.

Pero, mientras que el hecho de visitar al médico y tener confianza ciega en él para el paciente es un acto de fe, hasta el extremo de admitir que nos conoce mejor que nosotros mismos, aunque sea la primera vez que nos ve, para el médico es obvio que siempre exageramos (somos aprensivos), no contamos la realidad tal como es (no sabemos expresar nuestro malestar), no sabemos exactamente lo que nos pasa (no conocemos las reacciones de nuestro organismo) o bien no tenemos experiencia (somos neófitos en la materia, es decir, novatos).

Este exceso de seguridad delata el riesgo que existe de que las cosas se tuerzan y la decisión adoptada para resolver el caso no resulte eficaz. Como todo el mundo, los médicos se equivocan. Desgraciadamente, creo que con demasiada frecuencia. Afortunadamente, no les ocurre lo mismo a los pilotos de avión, a los controladores aéreos, a los gruístas, a los conductores de transportes pesados... aunque no dudéis que también cometen errores mientras desempeñan su trabajo.

En el caso del personal sanitario, puedo explicar esta situación con varios ejemplos personales. Tengo la suerte, hasta el momento, de gozar de una salud aceptable. Nunca he pasado por un quirófano, las enfermedades por las que he pasado no han durado más de lo usual en otras personas, apenas sufro dolores de cabeza o musculares y tampoco me quejo mucho de las molestias que pueda sentir. Tal vez por eso, voy poco al médico y, cuando algo me está haciendo daño de verdad, no dudo en pedir cita o correr a la puerta de Urgencias de mi hospital.

1) Una vez, fui cojeando hasta el médico de Urgencias del Centro de Salud porque me habían pisado esa tarde jugando al fútbol y me dolía terriblemente el dedo gordo del pie derecho. El médico de guardia me instó a quitarme el calzado (no me lo pidió, lo exigió con desgana), le echó un vistazo rápido al pie y me dijo que en dos o tres días se me caería la uña, que era algo normal. Le quitó importancia y me trató como si fuera un quejica. Pero el dolor era tan intenso que no me quedé convencido en absoluto y, de inmediato, me dirigí a las Urgencias del hospital más cercano. Allí notaron enseguida que tenía una infección en el dedo y tuvieron que perforarme la uña para que expulsara el pus. Curado en menos de media hora. Según el primer médico, ¿tenía que esperar a que se me pudriera el dedo para que se me cayera junto con la uña?

2) Hace unos dos años, mi mujer visitaba al pediatra del Centro de Salud que nos correspondía entonces prácticamente todas las semanas, porque nuestra hija pilló un catarro al terminar el verano y no lo soltaba. Además, apenas ganaba peso y cada vez estaba más delgada. Para nosotros era palpable que no estaba evolucionando bien. El pediatra que la atendía le quitaba importancia y lo consideraba dentro de la normalidad, pese a que la niña cada vez estaba más baja en percentiles. Recetaba los remedios comunes para el resfriado y ya está. La niña se debilitaba por semanas y cuando no era un constipado, sufría una gastroenteritis. La última vez que visitamos a ese pediatra, su actitud volvió a ser la misma, aunque la gravedad de la niña ya era notable. Una semana después, en lugar de volver a su consulta, mi mujer corrió a Urgencias del hospital que nos correspondía y justo después de que decidieran ingresarla (más por la angustia de mi mujer que por el estado de la niña), Irene se desmayó. Hubo quien pensó que había fallecido. No tardó en recobrarse del desvanecimiento, pero gracias a esta fatalidad todo el equipo de pediatría le prestó especial atención durante la semana que permaneció en el hospital, hasta que empezó a recuperarse. Aunque solo pasó una semana allí, no se le dio el alta definitiva hasta cuatro meses después. Como consecuencia de este episodio, aparte de que se diagnosticó el verdadero problema de la niña, pudimos cambiar de pediatra. ¿Habríamos perdido a nuestra hija de seguir los consejos del pediatra que la atendía habitualmente?

3) Hace dos años pedí cita a mi médico porque tenía la garganta muy inflamada, no dejaba de toser y me dolía constantemente a pesar de los analgésicos y antiinflamatorios. Además, Irene había pasado una faringitis bacteriana y pensé que posiblemente me había contagiado. Así lo expliqué al doctor, pero este, desde el primer momento, decidió que lo mío era una faringitis crónica vírica. Volvió a insistir en ello tres meses después, cuando volví con los mismos síntomas. Aunque mejoré durante un tiempo, la afección regresó e incluso me puse peor. Mi calidad de vida dejaba mucho que desear. Así que pedí cita a otro médico. Le conté mi historia y se tomó mi caso en serio. Aparte de pedir que me hicieran unas pruebas, optó por recetarme antibióticos. Y me curé al cabo de una semana, permanentemente. Conclusión: Tenía una infección bacteriana en la garganta desde hacía año y medio.

Los prejuicios pueden pagarse caros. Por favor, seamos todos razonables y humildes.
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lucia
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Re: Reflexiones de un ególatra

Mensaje por lucia »

Mas que prejuicios, yo diría que son seres encantados de conocerse a sí mismos y que no escuchan al que tienen enfrente porque se creen que lo saben todo.

Cuando me he encontrado a algún médico así (en mi caso fisioterapeuta), huyo enseguida. Eso sí, a la fisio volví después de ir al traumatólogo que dirigía la rehabilitación solo para decirla después del comentario sabelotodo de turno que si pensaba que sabía mas que el traumatólogo, que me parecía estupendo, pero que a mí no me volvía a ver :evil:
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