El predicador
- Eleanis
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El predicador
Cada mañana, cuando el sol se anunciaba tras los cerros y las últimas estrellas rezagadas apuraban el paso para no morir en la luz del día, él subía a la rama más alta de un árbol de paraíso y les hablaba. Les hablaba de amor y les cantaba canciones de bienaventuranzas. Los demás monos le escuchaban absortos, sin comprender la profundidad de sus palabras; pero, sin embargo, algo inasible, indescifrable, había en ese mono sabio, algo que les atraía de tal modo que no podían sustraerse del encantamiento. Podría decirse, tal vez, que sus corazones se embelesaban al escucharlo y verlo gesticular. Pero creo que cierta luminosidad que irradiaba su cuerpo, más que sus palabras y sus actos, probablemente incomprensibles para la mayoría, era la causa de aquella fascinación.
En mi onírica fantasía, pues de eso se trata, ataviada con las más lujosas vestiduras y ornada con joyas preciosas, una boca grande, de sensuales labios, armada hasta los dientes, de oro uno de ellos, se abría y se cerraba rítmicamente. Y en su cadencia acompasada expulsaba, cada tanto, aromáticos vapores cuya fragancia no alcanzaba, sin embargo, a disimular los hedores de sus entrañas putrefactas. Con voz grave y prepotente, proclamaba a los cuatro vientos la locura y transgresión del especial simio, amenazándole con expulsarlo del reino. Mas éste, ajeno a las advertencias, continuaba con su celestial tarea.
Y aunque los oídos no estaban listos para escuchar, ni los ojos para ver, los corazones se sentían atraídos y cada día eran más los monos que se congregaban bajo el paraíso para escuchar al mono sabio, a veces acompañado de su pareja, una hermosa mona de almendrados ojos negros. Juntos entonaban salmos y canciones, y bendecían al auditorio. Pero conforme se hicieron más intensos los ataques de la reaccionaria boca, él comenzó a defenderse, empleando palabras más directas, incluso hostiles, y por momentos adoptó una clara actitud subversiva.
Al predicador le gustaba enseñar con símbolos y parábolas, porque sabía que de esa forma era más probable que le entendieran. Y un día tomó un puñado de pequeños frutos y hojas del árbol entre sus manos abiertas como un cuenco, y elevándolas clamó a viva voz
-¡Ésta es la luz del cielo entre vosotros! –y los pequeños frutos se transformaron en perlas del mar, y las hojas en láminas de oro. Y las dejó caer sobre los maravillados monos que se apresuraron a guardarlas como el más preciado tesoro-.
-Guardáis las riquezas materiales –les dijo- pero no mis palabras.
Y su corazón se atenazó dolorido al comprender que ellos no lo entendían. Pero, como era un sabio y un maestro, conservó su prestancia y entereza, sabiendo que no hablaba para ese tiempo, sino para después. Entonces, para terminar su labor decidió arrojarle los frutos del paraíso a la arrogante boca. A tal fin, debía adquirir lo que en algunos deportes se llama timing, es decir la medida del tiempo necesaria para que sus proyectiles llegaran a la espasmódica rendija en el momento en que se hallaba abierta.
Luego de unos escasos ensayos, su puntería era envidiable y había acumulado ya unos cuantos aciertos cuando un fruto, desviado ligeramente por el viento, fue a dar exactamente en el diente de oro. En ese momento, como si de un botón on-off se tratara, la boca quedó cerrada. Permaneció así durante unos minutos, después de los cuales dejó escapar un aterrador alarido y comenzó a disparar con increíble fuerza los frutos que guardaba en su interior. El blanco de los disparos era el revolucionario mono, que entonces salmodiaba alegremente con los ojos cerrados, sin advertir por tanto la agresión. Hasta que un fruto le dio de lleno en el pecho, con tanta violencia que le hizo tambalear y callar. Poco después, un segundo proyectil, esta vez en la cabeza, le derribó del árbol.
Cayó justo sobre la maléfica boca, que le esperaba inusualmente abierta, como las fauces de una canope egipcia, engulliéndole inmediatamente. Una hora más tarde, movimientos convulsivos agitaron con violencia a la carnosa predadora hasta que, prologado por un sonoro eructo, se entreabrió, mostrando la castigada cara del mono sabio.
-¿Qué queréis hacer con él? –gritó entre espumarajos la horrenda boca-.
-¡Tragádle! ¡Tragádle! –la horda enfurecida, ebria del alcohol de los frutos del paraíso fermentado, vociferó-.
Entonces, la boca se cerró con violencia, y se mantuvo así durante unas horas. Experimentó luego frenéticas contracciones, como si fuera a dar a luz, y finalmente vomitó un amasijo de sangre, huesos y pelos oscuros. Tres días más tarde, bostezó repetidas veces y delicadamente, como un suspiro, exhaló el alma del predicador. Ésta ascendió flotando lentamente hacia el paraíso.
Se cuenta que en los amaneceres despejados, la brisa acerca pequeñas perlas de mar y hojas de oro, junto a bellísimas canciones de bienaventuranzas.
En mi onírica fantasía, pues de eso se trata, ataviada con las más lujosas vestiduras y ornada con joyas preciosas, una boca grande, de sensuales labios, armada hasta los dientes, de oro uno de ellos, se abría y se cerraba rítmicamente. Y en su cadencia acompasada expulsaba, cada tanto, aromáticos vapores cuya fragancia no alcanzaba, sin embargo, a disimular los hedores de sus entrañas putrefactas. Con voz grave y prepotente, proclamaba a los cuatro vientos la locura y transgresión del especial simio, amenazándole con expulsarlo del reino. Mas éste, ajeno a las advertencias, continuaba con su celestial tarea.
Y aunque los oídos no estaban listos para escuchar, ni los ojos para ver, los corazones se sentían atraídos y cada día eran más los monos que se congregaban bajo el paraíso para escuchar al mono sabio, a veces acompañado de su pareja, una hermosa mona de almendrados ojos negros. Juntos entonaban salmos y canciones, y bendecían al auditorio. Pero conforme se hicieron más intensos los ataques de la reaccionaria boca, él comenzó a defenderse, empleando palabras más directas, incluso hostiles, y por momentos adoptó una clara actitud subversiva.
Al predicador le gustaba enseñar con símbolos y parábolas, porque sabía que de esa forma era más probable que le entendieran. Y un día tomó un puñado de pequeños frutos y hojas del árbol entre sus manos abiertas como un cuenco, y elevándolas clamó a viva voz
-¡Ésta es la luz del cielo entre vosotros! –y los pequeños frutos se transformaron en perlas del mar, y las hojas en láminas de oro. Y las dejó caer sobre los maravillados monos que se apresuraron a guardarlas como el más preciado tesoro-.
-Guardáis las riquezas materiales –les dijo- pero no mis palabras.
Y su corazón se atenazó dolorido al comprender que ellos no lo entendían. Pero, como era un sabio y un maestro, conservó su prestancia y entereza, sabiendo que no hablaba para ese tiempo, sino para después. Entonces, para terminar su labor decidió arrojarle los frutos del paraíso a la arrogante boca. A tal fin, debía adquirir lo que en algunos deportes se llama timing, es decir la medida del tiempo necesaria para que sus proyectiles llegaran a la espasmódica rendija en el momento en que se hallaba abierta.
Luego de unos escasos ensayos, su puntería era envidiable y había acumulado ya unos cuantos aciertos cuando un fruto, desviado ligeramente por el viento, fue a dar exactamente en el diente de oro. En ese momento, como si de un botón on-off se tratara, la boca quedó cerrada. Permaneció así durante unos minutos, después de los cuales dejó escapar un aterrador alarido y comenzó a disparar con increíble fuerza los frutos que guardaba en su interior. El blanco de los disparos era el revolucionario mono, que entonces salmodiaba alegremente con los ojos cerrados, sin advertir por tanto la agresión. Hasta que un fruto le dio de lleno en el pecho, con tanta violencia que le hizo tambalear y callar. Poco después, un segundo proyectil, esta vez en la cabeza, le derribó del árbol.
Cayó justo sobre la maléfica boca, que le esperaba inusualmente abierta, como las fauces de una canope egipcia, engulliéndole inmediatamente. Una hora más tarde, movimientos convulsivos agitaron con violencia a la carnosa predadora hasta que, prologado por un sonoro eructo, se entreabrió, mostrando la castigada cara del mono sabio.
-¿Qué queréis hacer con él? –gritó entre espumarajos la horrenda boca-.
-¡Tragádle! ¡Tragádle! –la horda enfurecida, ebria del alcohol de los frutos del paraíso fermentado, vociferó-.
Entonces, la boca se cerró con violencia, y se mantuvo así durante unas horas. Experimentó luego frenéticas contracciones, como si fuera a dar a luz, y finalmente vomitó un amasijo de sangre, huesos y pelos oscuros. Tres días más tarde, bostezó repetidas veces y delicadamente, como un suspiro, exhaló el alma del predicador. Ésta ascendió flotando lentamente hacia el paraíso.
Se cuenta que en los amaneceres despejados, la brisa acerca pequeñas perlas de mar y hojas de oro, junto a bellísimas canciones de bienaventuranzas.
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Re: El predicador
Eleanis, tu relato hace que se agolpen en mi memoria diversos relatos y situaciones que conforman y han dado vida y impulso a muchas religiones y movimientos sociales.
Quizá sólo sean figuraciones mías producto de una noche de insomnio, pero he creido ver al leer tu relato la historia de la evolución humana en las palabras del l predicador, así como el comportamiento alineado de la masa en la reacción de la muchedumbre, al jalear al poder establecido exigiendo la eliminación de aquello que no comprenden, por estar muy por encima de su nível de intelectual.
Sea como fuere, es un relato de los que dan que pensar
Saludos amigo.
Quizá sólo sean figuraciones mías producto de una noche de insomnio, pero he creido ver al leer tu relato la historia de la evolución humana en las palabras del l predicador, así como el comportamiento alineado de la masa en la reacción de la muchedumbre, al jalear al poder establecido exigiendo la eliminación de aquello que no comprenden, por estar muy por encima de su nível de intelectual.
Sea como fuere, es un relato de los que dan que pensar
Saludos amigo.
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Re: El predicador
Una cruda realidad al estilo de Esopo.Enhorabuena socio.Me gustó mucho.
En paz descanses, amigo.
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Re: El predicador
elianis es precioso, tu cuento me hace recordar cuando jesus predicaba a sus disipulos y a muchas multitudes, me a encantado tu relato, esta maravilloso, muchas felicidades
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- Emisario
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Re: El predicador
La lucha del bien y del mal, brillante parábola Eleanis de la eterna tarea de elevar la condición Humana de base en pos del bien a costa de un sacrificio personal. Uno murió en la cruz y el otro en las fauces del mal. Ambos hablaban con el corazón y ambos volvieron a sus orígenes al tercer día tras cumplir la tarea. Se refleja y entiende con claridad tanto en las líneas como entre líneas que acercándonos a la conmemoración de su nacimiento, debemos al menos pensar en rechazar el tesoro físico y acoger el espiritual.
Muy bueno mi amigo... como de costumbre
Feliz Navidad para tí también
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Re: El predicador
Hace 150 años Darwin presentó sus trabajos sobre la evolución de los seres vivos a partir de un antepasado común mediante la selección natural.
No sé si entiendo bien tu relato, socio. Por una parte veo el inicio del hombre, sus comienzos en la tierra. Pero si no lo entiendo mal me lo presentas dentro del paraíso, y suponiendo que fuesen adan y eva, ¿que papel tiene dios aquí si no están hechos a su imagen y semejanza?
Es como si mezclaras a Darwin y su selección natural con el paraíso terrenal y el origen de la religión.
¿Me lo explicas?
por otra parte me parece muy, muy interesante, de ahí mi curiosidad.
No sé si entiendo bien tu relato, socio. Por una parte veo el inicio del hombre, sus comienzos en la tierra. Pero si no lo entiendo mal me lo presentas dentro del paraíso, y suponiendo que fuesen adan y eva, ¿que papel tiene dios aquí si no están hechos a su imagen y semejanza?
Es como si mezclaras a Darwin y su selección natural con el paraíso terrenal y el origen de la religión.
¿Me lo explicas?
por otra parte me parece muy, muy interesante, de ahí mi curiosidad.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
- shirabonita
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Re: El predicador
Es precioso tu relato , Eleanis he visto muchos guiños a la vida de Jesús, y me ha parecido que esas perlas y láminas de oro son una metáfora del mensaje que nos dio en su última cena.
La boca criticona me ha recordado a los fariseos y sacerdotes judíos , pero también a Poncio Pilatos cuando pregunta ;"¿qué queréis que haga con el?"
Ese final de amaneceres despejados, a mi modo de ver , se refiere a lo queda ahora de lo que Jesús enseñó: los que trabajan en ONG´s, los misioneros, los que cuidan a enfermos , en fin...lo que yo considero verdaderos cristianos.
Pues la Iglesia ha tergiversado el mensaje original de Jesús, a mi modo de ver.
Para tu relato, un 10
La boca criticona me ha recordado a los fariseos y sacerdotes judíos , pero también a Poncio Pilatos cuando pregunta ;"¿qué queréis que haga con el?"
Ese final de amaneceres despejados, a mi modo de ver , se refiere a lo queda ahora de lo que Jesús enseñó: los que trabajan en ONG´s, los misioneros, los que cuidan a enfermos , en fin...lo que yo considero verdaderos cristianos.
Pues la Iglesia ha tergiversado el mensaje original de Jesús, a mi modo de ver.
Para tu relato, un 10
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- Eleanis
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Re: El predicador
Este relato es, obviamente, una metáfora de la vida del Maestro Jesús-El Cristo. Y como bien señalas, la gente se enamora del status quo, no quiere cambios en su vida por miedo a enfrentar nuevas situaciones. Entonces, todo aquello que intenta desestabilizar el orden establecido lo considera una amenaza y trata de destruirlo.Tiqui escribió:Eleanis, tu relato hace que se agolpen en mi memoria diversos relatos y situaciones que conforman y han dado vida y impulso a muchas religiones y movimientos sociales.
Quizá sólo sean figuraciones mías producto de una noche de insomnio, pero he creido ver al leer tu relato la historia de la evolución humana en las palabras del l predicador, así como el comportamiento alineado de la masa en la reacción de la muchedumbre, al jalear al poder establecido exigiendo la eliminación de aquello que no comprenden, por estar muy por encima de su nível de intelectual.
Sea como fuere, es un relato de los que dan que pensar
Saludos amigo.
Muchas gracias, amigo Tiqui, por comentar.
Un abrazo
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- Eleanis
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Re: El predicador
No había pensado lo de Esopo, pero a fin de cuentas tienes razón, es como una fábula, sólo que desde mi punto de vista los hechos de la vida de Jesús son reales.Gavalia escribió:Una cruda realidad al estilo de Esopo.Enhorabuena socio.Me gustó mucho.
Muchas gracias, Gav.
Un abrazo
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- Eleanis
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Re: El predicador
Me encanta tu comentario, amigo Emisario. Comparto todas tus palabras, a excepción de la lucha entre el bien y el mal porque yo no creo en ella. Estoy convencido de que las fuerzas de la luz y las de la oscuridad trabajan mancomunadamente para la evolución humana, aportando los contenidos de aprendizaje que las almas precisan en cada momento de su camino evolutivo. Pero esto es largo de hilar...Emisario escribió:La lucha del bien y del mal, brillante parábola Eleanis de la eterna tarea de elevar la condición Humana de base en pos del bien a costa de un sacrificio personal. Uno murió en la cruz y el otro en las fauces del mal. Ambos hablaban con el corazón y ambos volvieron a sus orígenes al tercer día tras cumplir la tarea. Se refleja y entiende con claridad tanto en las líneas como entre líneas que acercándonos a la conmemoración de su nacimiento, debemos al menos pensar en rechazar el tesoro físico y acoger el espiritual.
Muy bueno mi amigo... como de costumbre
Feliz Navidad para tí también
Muchas gracias por tus palabras, amigo.
Feliz Navidad y un gran abrazo
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- Eleanis
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Re: El predicador
Entiendo la confusión. El paraíso del cual hablo no es el Paraíso, sino una especie de árbol, oriundo de China, que se llama precisamente árbol del paraíso (Melia azedarach), y que se emplea comúnmente en las veredas debido a su belleza. Entonces, el relato no está planteado en el origen de la humanidad, sino muchísimo después.Berlín escribió:Hace 150 años Darwin presentó sus trabajos sobre la evolución de los seres vivos a partir de un antepasado común mediante la selección natural.
No sé si entiendo bien tu relato, socio. Por una parte veo el inicio del hombre, sus comienzos en la tierra. Pero si no lo entiendo mal me lo presentas dentro del paraíso, y suponiendo que fuesen adan y eva, ¿que papel tiene dios aquí si no están hechos a su imagen y semejanza?
Es como si mezclaras a Darwin y su selección natural con el paraíso terrenal y el origen de la religión.
¿Me lo explicas?
por otra parte me parece muy, muy interesante, de ahí mi curiosidad.
Los monos son una simple metáfora de la humanidad (de hecho compartimos el genoma del gorila en un 99,9%). Entre ellos, uno más despierto, encarna el papel del Cristo en su misión. El resto es historia conocida.
Muchas gracias, amiga por leer y comentar.
Un abrazo
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- Eleanis
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Re: El predicador
Has entendido perfectamente, has leído entre líneas, como comenta Emisario. Y estamos de acuerdo en que la iglesia ha desvirtuado el mensaje del Maestro Jesús-El Cristo de modo que se ajustara a sus intereses.shirabonita escribió:Es precioso tu relato , Eleanis he visto muchos guiños a la vida de Jesús, y me ha parecido que esas perlas y láminas de oro son una metáfora del mensaje que nos dio en su última cena.
La boca criticona me ha recordado a los fariseos y sacerdotes judíos , pero también a Poncio Pilatos cuando pregunta ;"¿qué queréis que haga con el?"
Ese final de amaneceres despejados, a mi modo de ver , se refiere a lo queda ahora de lo que Jesús enseñó: los que trabajan en ONG´s, los misioneros, los que cuidan a enfermos , en fin...lo que yo considero verdaderos cristianos.
Pues la Iglesia ha tergiversado el mensaje original de Jesús, a mi modo de ver.
Para tu relato, un 10
Muchas gracias, amiga, por comentar mi relato.
Un abrazo
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Re: El predicador
te has olvidado de responderme a mikaren mendoza prada escribió: elianis es precioso, tu cuento me hace recordar cuando jesus predicaba a sus disipulos y a muchas multitudes, me a encantado tu relato, esta maravilloso, muchas felicidades
Sí, mi amor ¡tienes razón! Discúlpame
Me alegra mucho que mi relato te haya gustado y te haya hecho recordar las enseñanzas del Maestro Jesús-El Cristo.
Gracias por tus palabras, siempre amables.
Un abrazo, amiga
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- Foroadicto
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