Capítulo 1

Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

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Brian Bennington
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Capítulo 1

Mensaje por Brian Bennington »

Así empieza una "novela" que se me ocurrió volviendo de Córdoba. Tengo el final y las intenciones, me falta darle forma y depurarlo. Este es el principio. Por primera vez, escribo una novela "española", ambientada aquí y con personajes y nombres de aquí. Le falta mucha depuración y lo primero aún no lo tengo muy claro pero bueno, ahí va.

Raúl

-¿Pero te importaría darme una buena razón? –gritó una mujer alta, de ojos azules y cabello largo y negro
Así da gusto comenzar el día. Un buen zumo, unas tostadas con mantequilla y una buena bronca. El desayuno de los campeones. La histérica que despotrica es mi novia desde hace cuatro años, también conocida como Lorena.
-A ver cariño, no es por nada, pero si tengo que explicártelo un par de veces al día para que lo comprendas, dímelo, grabo en un cassette la explicación y la escuchas todo lo que quieras hasta que te entre.
Éste de aquí es un servidor, Raúl, negociador de secuestros de la policía de profesión, irónico por afición y paciente y comprensivo novio de la histérica en cuestión.
-Vete a la mierda
Y esto es nuestro amor tras cuatro años de convivencia. Lo que me voy a reír dentro de otros cuatro…
-No me digas guarradas que me excito, y ya sabes que luego no hay quien me pare
-¿Te importaría tomarme un poco en serio?
-Cariño, te tomé en serio la primera vez, la segunda, la décima, la vigésima, pero a partir de la número cincuenta y nueve no me vi con fuerzas.
-Está visto que contigo no se puede hablar – y se puso a fregar los platos del desayuno con tanto énfasis como si le fuera la vida en ello. O como si quisiera cortarle el cuello a alguien y tuviera que descansar su agresividad.
Exhalé un profundo suspiro.
-Perdona. Es que este asunto empieza a ser un poco cansino, ¿no crees? Aparte, con el ascenso ganaré más dinero, y así podremos darle lo mejor a la criatura que llevas dentro
-Y dale. No estoy embarazada, simplemente, tengo un retraso.
-Corazón, cinco semanas no es un retraso. Aparte, tú eres un reloj: te pones de mala hostia cada veintiocho días exactos.
Se río, dejó de fregar y se acercó a mí. Cuando estuvo cerca, le rodeé la cintura con mi brazo. Fijó su vista en el cuello de mi camisa y empezó a arrugarlo y alisarlo alternativamente. Me molestó que no me mirara a los ojos. En mi opinión, son más bonitos que el estúpido cuello de la camisa, pero ella seguía jugueteando con él. Abrió la boca para decir algo, pero se contuvo.
-¿Qué?
-No estoy segura de querer tenerlo
Me separé un poco de ella.
-¿Qué?
-Lo que oyes
-No estoy seguro de haber oído bien
-Sí, has oído bien
Seguía sin querer mirarme a los ojos. Se sentó.
-Estupendo. ¿Ahora a la señorita le importaría compartir el porqué?
Por fin me miró a los ojos, pero fue una mirada insegura, huidiza.
-Perdona guapa, pero es para hoy.
-No lo entenderías – y con las mismas salió de la cocina. La seguí.
-¿No lo entendería o es que no tienes valor para decírmelo?
Se detuvo. Respiró profundamente y se giró hacia mí.
-Tengo veintiocho años. Mi trabajo, mi familia, mis amigos, mi vida están aquí. No estoy segura de querer abandonar todo eso. No estoy segura de querer irme contigo a Galicia. Y si no me voy contigo no voy a tener un hijo al que tenga que cuidar sola. ¿Por qué no te quedas y seguimos igual que estamos? – no se había preparado esto, qué va.
Tardé algo en encajarlo.
-Lo siento, Raúl. Pero es demasiado. Y aquí se está genial y tu sueldo no es malo…
Tenía la mente en blanco. Era mucha información, y todo lo que implicaba me resultaba abrumador en aquel momento.
-Me voy al trabajo – fue todo lo que atiné a decir.
Empecé a andar.
-Raúl… - me tocó el hombro al alcanzarme.
Me giré bruscamente. Más bruscamente de lo que hubiera querido.
-No me toques
Retrocedió.
-Raúl, entiéndelo, te quiero pero…
-Pero no tengo intención de sacrificarme por el poli de mierda que es mi novio con el que tengo una relación de casi una década. Es eso, ¿no? – solté todo eso con una voz más aguda y chillona de lo que es la mía. Supongo que el nudo que tenía en la garganta me hacía hablar así.- Tranquila, lo he captado. No hace falta que te vengas a Galicia. Quedaos tu vida y tú aquí – cogí el abrigo.
-Raúl, no te pongas así, entiéndelo, ¿quieres? Son muchísimos cambios… -¿dónde coño me dejé las llaves? - ¿quieres pararte un momento y escucharme? Esto hay que hablarlo –a ver, en el salón no, en la cocina… tampoco. ¿En la habitación? Fui hacia allí – Raúl, ¿me estás escuchando?
Por fin. En la mesilla de mi habitación. Me giré y la miré a los ojos para decirle que:
-También son muchos cambios para mí, ¿no crees? Pero ese puesto es algo por lo que he estado luchando desde que entré en el cuerpo, y no pienso desperdiciar la oportunidad. Me voy a Galicia dentro de un mes. Si no te vienes, tienes dos semanas para buscarte casa.
Si no me iba ya, había serias posibilidades de ponerme a llorar. Ella ya lo estaba haciendo.
-Raúl… - a este ritmo me desgasta el nombre.
Abrí la puerta. Me quedé mirándola, queriendo decir algo mordaz, algo inteligente, algo, lo que fuera, pero me vi incapaz. Cerré de un portazo. Al otro lado de la puerta, a través de la madera, la oí llorar. No podía soportarlo. Caí en la cuenta de que tenía razón. Debía haberme sentado a hablarlo.

--------------------------------------------------------------------------------------------

A Óscar, la pistola que llevaba en su chaqueta le pesaba una tonelada, aunque era un peso más metafórico que físico, ya que era algo a lo que no estaba acostumbrado y con lo que sabía podían pasar cosas peligrosas.

Le sudaban con profusión las manos a causa del nerviosismo que le inspiraba el acto que estaba a punto de cometer. No era algo que quisiera hacer. Pero sí era algo que necesitaba hacer. Por el bien de su familia.

Inhaló y exhaló aire varias veces. Cuando por fin se hubo decidido, entró al banco.

Raúl

Trescientas… trescientas una… trescientas dos…
Ése era el número de vueltas que había dado al boli entre mis dedos desde que había llegado a mi despacho. Tenía delante el informe de un secuestro en Nueva York, en el que el negociador había conseguido que el secuestrador soltara a todo el mundo y se rindiera, sin pegar ni un solo tiro. El hombre se había encerrado en el dúplex de su ex mujer con ella dentro, los dos niños, el perro y la nueva pareja de la mujer, el cual se hallaba inconsciente gracias a un golpe. O al menos eso decían las dos primeras líneas. Seguía dándole vueltas a la discusión de esta mañana. Estaba siendo muy egoísta con Lorena. La mayoría de hombres que conozco (y lo he visto hacer) comprarían unas flores para que, al llegar a casa, fuera más fácil la reconciliación. Pero eso no va conmigo. Es ponerse un escalón por debajo de la otra persona. Y por ahí no paso. Puede que sí, sea bonito, necesario y todo eso, pero creo que da una imagen de desesperado. Justo como estoy ahora mismo. Cuando iba a coger las páginas amarillas para buscar alguna floristería, sonó el teléfono.
-González.
-Un tío se acaba de encerrar en un banco en Abigail Pérez –dijo el agente Valverde
-Igual le gusta la decoración.
Silencio
-Perdona, vengo algo gilipollas esta mañana. ¿Ha pedido algo? ¿Va armado?
-Aún no. Sí va armado. ¿Llamo al equipo táctico?
Suspiré. Un secuestro no era precisamente lo que necesitaba ahora.
-¿Capitán González?
-Sí, llámelo.
Colgué. Me froté los ojos y me preparé para irme. Vaya mierda de día, pensaba yo. Lo que no sabía era que iba a resultar de los más intensos de mi vida.



Ahí queda. Tendrá errores por un tubo, por favor señaladmelos y estoy abierto a todo tipo de sugerencias :D

Hasta pronto :wink:
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lucia
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Mensaje por lucia »

Tienes discordancias gramaticales, como
Seguía dándole vueltas a la discusión de esta mañana. Estaba siendo muy egoísta con Lorena. La mayoría de hombres que conozco...

Primero narras en tercera persona y luego en tercera. También te has comido algún punto.

Y se nota lo mucho que te gusta Crais, aunque solo sea por la profesión del prota :P
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JANGEL
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Mensaje por JANGEL »

La discusión de la pareja es tremenda, muy bien conducida (o desbocada, según se mire :D ). Tiene intensidad y es muy real. No sé si es la mejor manera de empezar una novela o un relato, todo depende de lo que escribas después.
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nosin
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Mensaje por nosin »

¡Uy, qué fuerte empiezas, Brian! La verdad es que le has metido mucha velocidad al comienzo. :lol:
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Brian Bennington
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Mensaje por Brian Bennington »

lucia escribió:Primero narras en tercera persona y luego en tercera.


¿Ein?

Supongo que te refieres al cambio de primera a tercera. La parte de Raúl será en primera y la parte de Óscar será en tercera, creo que me será más fácil así que quede todo explicado

JANGEL escribió:La discusión de la pareja es tremenda, muy bien conducida (o desbocada, según se mire :D ). Tiene intensidad y es muy real. No sé si es la mejor manera de empezar una novela o un relato, todo depende de lo que escribas después.


Intento que sea lo mas real posible, pero de todas maneras, aun le queda por depurar, no me gusta.
Aunque la discusión no tendrá peso durante la "novela", quiero que sea al final del todo cuando se recuerde y tenga sentido

nosinmilibro escribió:¡Uy, qué fuerte empiezas, Brian! La verdad es que le has metido mucha velocidad al comienzo. :lol:


:D voy a intentar que sea lo más rápido e intenso posible :wink:
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lucia
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Mensaje por lucia »

Brian Bennington escribió:Supongo que te refieres al cambio de primera a tercera. La parte de Raúl será en primera y la parte de Óscar será en tercera, creo que me será más fácil así que quede todo explicado

Eso, pero es que el cambio de uno a otro es demasiado brusca, sin transición que te dé una pista de que estás cambiando. Y eso desorienta.
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Brian Bennington
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Mensaje por Brian Bennington »

Tienes toda la razón y más, Lucia, la cosa es que lo hice todo seguido y en ese momento no se me ocurría nada para diferenciarlo. Creo que lo pondre en cursiva para que se distinga, pero no se. Acepto sugerencias :D
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Brian Bennington
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Re: Capítulo 1

Mensaje por Brian Bennington »

Primera edición-depuración


Raúl

-¿Pero te importaría darme una buena razón? –gritó una mujer alta, de ojos azules y cabello largo y negro.
Así da gusto comenzar el día. Un buen zumo, unas tostadas con mantequilla y una buena bronca. El desayuno de los campeones. La histérica que despotrica es mi novia desde hace nueve años, también conocida como Lorena.
-A ver cariño, no es por nada, pero si tengo que explicártelo un par de veces al día para que lo comprendas, dímelo, grabo en un cassette la explicación y la escuchas todo lo que quieras hasta que te entre.
Éste de aquí es un servidor, Raúl, negociador de secuestros de la policía de profesión, irónico por afición y paciente y comprensivo novio de la histérica en cuestión.
-Vete a la mierda.
Y esto es nuestro amor tras cuatro años de convivencia. Lo que me voy a reír dentro de otros cuatro…
-No me digas guarradas que me excito, y ya sabes que luego no hay quien me pare.
Me miró con seriedad, taladrándome.
-¿Te importaría tomarme un poco en serio? -preguntó con voz molesta.
-Cariño, te tomé en serio la primera vez, la segunda, la décima, la vigésima, pero a partir de la número cincuenta y nueve no me vi con fuerzas -dije con la boca llena de pan con mantequilla y mermelada.
-Está visto que contigo no se puede hablar – dijo con enfado y se puso a fregar los platos del desayuno con tanto énfasis como si le fuera la vida en ello. O como si quisiera cortarle el cuello a alguien y tuviera que descansar su agresividad.
Exhalé un profundo suspiro mientras me limpiaba las manos llenas de mantequilla. Soy de un torpe para comer...
-Perdona. Es que este asunto empieza a ser un poco cansino, ¿no crees? Ya te he dicho que con el ascenso ganaré más dinero, y así podremos darle lo mejor a la criatura que llevas dentro -añadí mirandole el abdomen.
-Y dale. No estoy embarazada, simplemente, tengo un retraso.
Solté una carcajada.
-Corazón, cinco semanas no es un retraso. Aparte, tú eres un reloj: te pones de mala hostia cada veintiocho días exactos.
Se río, dejó de fregar, se quitó los guantes y se acercó a mí. Cuando estuvo cerca, me levanté, le rodeé la cintura con mi brazo. Tenía una expresión rara. Fijó su vista en el cuello de mi camisa y empezó a arrugarlo y alisarlo alternativamente. Me molestó que no me mirara a los ojos. En mi opinión, son más bonitos que el estúpido cuello de la camisa, pero ella seguía jugueteando con él. Abrió la boca para decir algo, pero se contuvo.
-¿Qué?
-No estoy segura de querer tenerlo.
Me separé un poco de ella.
-¿Cómo?
-Lo que oyes.
-No estoy seguro de haber oído bien -mentira, deseaba no haber oido bien.
-Sí, has oído bien.
Seguía sin querer mirarme a los ojos. Se sentó, mirando al suelo.
-Estupendo. ¿Ahora a la señorita le importaría compartir el porqué?
Por fin me miró a los ojos, pero fue una mirada insegura, huidiza.
Seguía en silencio.
-Perdona guapa, pero es para hoy.
Otro breve silencio. Ante tanta profusión de palabras, estaba empezando a cabrearme.
-No lo entenderías – y con las mismas salió de la cocina. Excusa barata. La seguí.
-¿No lo entendería o es que no tienes valor para decírmelo?
Se detuvo. Respiró profundamente y se giró hacia mí.
-¿Por qué no te quedas? ¿Por qué no seguir como ahora? Mi trabajo, mi familia, mis amigos, mi vida están aquí. Me encanta esta casa y me encanta vivir contigo. Tu también tienes a tu gente aquí. ¿Quieres abandonar todo eso? ¿Quieres irte a Galicia y dejarlo todo atrás?
-Lo que más me importa en la vida se puede venir a Galicia. Aunque por lo visto no quiere -ardía por dentro. Sabía hacía un mes que había aceptado el puesto de sargento en A Coruña. Con el puesto, también pasaría a ser negociador jefe de los equipos de respuesta a crisis. Y había esperado hasta ahora para decírmelo.
-Serían muchos cambios. Cambios a los que no estoy preparada. Prefiero quedarme aquí, Raúl. Y si no me voy contigo no voy a tener un hijo al que tenga que cuidar sola.
Aún estaba encajándolo. Yo ya me había hecho a la idea de una vida en A Coruña a su lado. Incluso me había planteado pedirle matrimonio una vez allí. Y todo eso, se estaba desvaneciendo. Sin más.
-Lo siento, Raúl. Pero es demasiado. Aquí se está genial y tu sueldo no es malo…
Ahora el del silencio era yo. Quería decir tanto y todo a la vez que sólo atiné a decir:
-Me voy al trabajo
Empecé a andar.
-Raúl… - me tocó el hombro al alcanzarme.
Me giré bruscamente. Más bruscamente de lo que hubiera querido.
-No me toques -le dije, muy dolido.
Retrocedió.
-Raúl, entiéndelo, te quiero pero…
-Pero no tengo intención de sacrificarme por el poli de mierda que es mi novio con el que tengo una relación de casi una década. Es eso, ¿no? – solté todo eso con una voz más aguda y chillona de lo que es la mía. Supongo que el nudo que tenía en la garganta me hacía hablar así.- Tranquila, lo he captado. No hace falta que te vengas a Galicia. Quedaos tu vida y tú aquí – cogí el abrigo.
-Raúl, no te pongas así, entiéndelo, ¿quieres? Son muchísimos cambios… -¿dónde coño me dejé las llaves? - ¿quieres pararte un momento y escucharme? Esto hay que hablarlo –a ver, en el salón no, en la cocina… tampoco. ¿En la habitación? Fui hacia allí – Raúl, ¿me estás escuchando?
Por fin. En la mesilla de mi habitación. Me giré y la miré a los ojos para decirle que:
-También son muchos cambios para mí, ¿no crees? Pero ese puesto es algo por lo que he estado luchando desde que entré en el cuerpo, y no pienso desperdiciar la oportunidad. Me voy a Galicia dentro de un mes. Si no te vienes, tienes dos semanas para buscarte casa.
Si no me iba ya, había serias posibilidades de ponerme a llorar. Ella ya lo estaba haciendo.
-Raúl… - a este ritmo me desgasta el nombre.
Abrí la puerta. Me quedé mirándola, queriendo decir algo mordaz, algo inteligente, algo, lo que fuera, pero me vi incapaz. Cerré de un portazo. Al otro lado de la puerta, a través de la madera, la oí llorar. Oírla llorar es uno de los sonidos más desgarradores que he escuchado nunca. Saber que yo era el motivo era aún más desgarrador. Tenía razón. Hay que hablarlo. Pero no ahora. No en este estado. Bajé al garaje, me subí a la moto y me dirigí a comisaría

A Óscar, la pistola que llevaba en su chaqueta le pesaba una tonelada, aunque era un peso más metafórico que físico, ya que era algo a lo que no estaba acostumbrado y con lo que sabía podían pasar cosas peligrosas.

Le sudaban con profusión las manos a causa del nerviosismo que le inspiraba el acto que estaba a punto de cometer. No era algo que quisiera hacer. Pero sí era algo que necesitaba hacer. Por el bien de su familia.

Inhaló y exhaló aire varias veces. Cuando por fin se hubo decidido, entró al banco.

Raúl

Trescientas… trescientas una… trescientas dos…
Ése era el número de vueltas que había dado al boli entre mis dedos desde que había llegado a mi despacho. Tenía delante el informe de un secuestro en Nueva York, en el que el negociador había conseguido que el secuestrador soltara a todo el mundo y se rindiera, sin pegar ni un solo tiro. O al menos eso decían las dos primeras líneas. No podía leer ni concentrarme en nada. Seguía dándole vueltas a la discusión de esta mañana. No me podía creer lo que estaba pasando. Ayer, nuestra relación iba viento en popa, íbamos a empezar una nueva vida en A Coruña, lo íbamos a hacer juntos, y deseaba premiarla por ello. Pensaba declarme. Frente al mar. Le encanta el mar. Le encanta navegar. Me dice que se siente parte del agua y que eso le hace sentirse bien. Sin embargo ahora... una relación a distancia me parece muy insostenible. Por ella estaba dispuesto a probar, pero antes teníamos que arreglar algunas cosas. En mitad de mis pensamientos, sonó por algún lado un teléfono.
-González.
-Un tío se acaba de encerrar en un banco en Abigail Pérez –dijo el agente Valverde.
-Igual le gusta la decoración.
Silencio.
-Perdone, vengo algo gilipollas esta mañana. ¿Ha pedido algo?
-No hemos contactado aún con él. Parece un novato, capitán. Dos personas han conseguido salir y dicen que va a cara destapada y que le costaba adueñarse de la situación. ¿Ve necesario llamar al equipo táctico?
Suspiré. Un secuestro no era precisamente lo que necesitaba ahora.
-¿Capitán González?
-Por el momento, no. Llame a una unidad y listo. Llame también a la compañía telefónica y que bloquee la línea. Que sólo podamos llamar nosotros.
-Eso ya está hecho, Capitán.
Me encanta este chico.
-Admiro su eficiencia, Valverde. Le recomendaré para mi puesto al comisario.
-Gracias, Capitán -se le veía emocionado.
Colgué. Me froté los ojos y me preparé para irme. Vaya mierda de día, pensaba yo. Lo que no sabía era que iba a resultar de los más intensos de mi vida.

Ahí queda. Estoy ahora con el capítulo dos. A ver que sale :wink:

Unas curiosidades por si os interesan:
-¿Os habéis fijado en el nombre del protagonista? Es el capitán Raúl González... ¿No os suena? Se llama igual que el capitán del Real Madrid, un jugador al que admiro a pesar de su claro declive de los últimos años.
-Lorena existe, solo que tiene mi edad y no es "alta", aunque sí tiene los ojos azules (muy bonitos) y el pelo negro y largo.

Lo que va en negrita, cursiva y subrayado son cosas que no tengo claras. ¿Por encima del capitán quien va?
¿Y como se llaman las unidades donde están los negociadores (profesión de Raúl)?
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