Destierro y destiempo - Max Aub y Antonio Muñoz Molina.

[Pseudoabulafia]

Título: Destierro y destiempo: dos discursos de ingreso en la academia
Autor: Max Aub y Antonio Muñoz Molina
Año de primera publicación: 2004
Editorial: PRE-TEXTOS
ISBN: 9788481916096
Número de páginas: 99
PVP: 9,51 €

Sinopsis de contraportada, por Antonio Muñoz Molina:

Antonio Machado, que se pasó tantos años postergando la conclusión de su discurso de ingreso en la Academia, causó baja en ella y en la vida el 22 de febrero de 1939. En 1956, Max Aub, en su exilio en México, imaginó con menos sarcasmo que melancolía la ceremonia de su toma de posesión como académico, redactando un discurso que se tirulaba "El teatro español sacado a la luz de las tinieblas de nuestro tiempo", y al que habría respondido otro académico tan imaginario como él, su amigo Juan Chabás, quien además en la fecha suspuesta del discurso ya había muerto. En la academia en la que Max Aub imaginó que ingresaba en diciembre de 1956 faltaba Antonio Machado, que no había muerto en el invierno atroz de 1939, sino mucho después, serena y dignamente, en un futuro falso pero muy razonable, tal vez a principios de los años cincuenta, después de haber sido director del Teatro Nacional. Un discurso no terminado nunca se corresponde con otro concluido, pero solo en la imaginación. En la academia de Max Aub se sientan escritores que pertenecían de verdad a ella y otros que pudieron ser de verdad académicos pero no lo fueron, y también otros que tardarían muchos años aún en ingresar, con lo cual la ficción casi se convierte en profecía. Miguel Delibes, que es académico desde 1973, lo era para Aub desde 1954. En la España de 1952 pocas cosas había tan imposibles como que Francisco Ayala ocupara un sillón académico. Pero el que le asigno Aub acabaría siendo suyo en 1983, de modo que lo que parecía una invención arbitraria resultó ser una verdad antes de tiempo.

Extrato de reseña de Justo Serna

Reedición, ahora en la editorial Pre-Textos, de dos discursos de ingreso en la Academia, uno apócrifo, el de Max Aub, y otro real, el de Antonio Muñoz Molina, aunque apoyado en la quimera del primero. La historia virtual como recreación de un pasado posible.

“--...¿Hasta qué punto vive uno encerrado en sí que es necesario salir y verse en un espejo viejo para darse cuenta de que uno no se ve en las lunas diarias, de que se es otro, de que se fabrica uno su máscara, día a día, y que cuando cae el maquillaje de la costumbre y entrevé la realidad se sorprende tanto que no hay manera de creer lo que se ve? Vives en lo que fue. Vives en lo olvidado. Vives en lo falso. Lo malo es que existes y no puedes vivir, viviendo, con esto. Y vives. Vives.
--Sí, a destiempo.
--Estoy de acuerdo, pero creí que era otro”
Max Aub, La gallina ciega

[...]

Mas información:
Selección de fragmentos del discurso de ingreso en RAE de Antonio Muñoz Molina en el diario El País.

[Pseudoabulafia]

Mañana me pasaré por la biblioteca a cogerlo y leermelo.

[Chubbchubb]

Mañana me pasaré por la biblioteca a cogerlo y leermelo.

Y harás bien, el discurso de Aub es genial, y el de Muñoz Molina, si parte de algo genial, no puede por menos que serlo también A ver si me los releo, que me ha picado el gusanillo El de Aub lo tengo en un recopilatorio, Escritos sobre el exilio, pero el de MM no sé de dónde lo saqué...

[Pseudoabulafia]

Ya me he terminado la parte de MAx Aub.

[Chubbchubb]

Psuedo, ¿qué contiene exactamente la parte de Max? Yo es que este libro no lo tengo, y el discurso lo leí de una antología genial editada por Renacimiento con edición de Manuel Aznar, donde aparecía el discurso de Max, la respuesta de Juan Chabás al discurso, y la lista de los 44 miembros de la Academia con fecha de 1º de enero de 1957.

[Pseudoabulafia]

Pues apararece eso mismo que leiste tú mas una carta para el "Presidente" de la República Don Manuel Azaña y Díaz.

Se titulo Proyecto de estructura para un Teatro Nacional y Escuela Nacional de Baile.

El texto empieza con la carta solicitando a Manuel Azaña que se interese en mejor el teatro español. La carta teóricamente está fechada en 1936, aunque no aparece

Después continúa con un informe que comienza así:

Nombrado el 18 de julio de 1936 "para estudiar el establecimiento de un teatro nacional, se inaugura éste, en lo que fue el Teatro Real, el 1º de abril de 1939. En el Diario Oficial de esta fecha puede leerse el nombramiento de nuestro neófito como "Director del Teatro Nacional". Pasaron seis meses para organización y el 12 de octubre del mismo año se inauguró, con la memorable representación de El acero de Madrid, dirgido por Cipriano Rivas Cherif.

Vaya. Escribiendo esto ahora me doy cuenta de que las fechas que pone Aub en el informe ficticio son las de inicio y final de la guerra civil.

El texto es un informe de cómo ha dirigido él (Max Aub) el Teatro Nacional hasta su nombramiento como académico. Cuenta las mejoras que ha habido, que supongo que más bien son reflejo de las carencias que en realidad hubo.
Entre otras cosas, repasa los autores que han representado en Madrid y Barcelona, incluyendo autores internacionales y cómo el público de ambas ciudades ha mejorado.

Cuenta, entre otros los éxitos de García Lorca y Buero Vallejo.

En parte porque no tengo conocimientos suficientes de teatro y en parte porque ya venía saturado de su discurso, esta parte se me ha hecho un poco pesada.

[Pseudoabulafia]

El discurso de ingreso de la academia me ha gustado bastante por el ejercicio de ficción que hace, aunque debo decir que me ha costado bastante y he tenido que echar mano de internet para poder seguir algunas partes del discurso.

El que sustituya a Valle-Inclán en su sillón me ha parecido fabuloso, pero de entrada ya tuve que echar mano del diccionario porque no tenía muy claro a qué se refería cuando pide a la Academia que se pongan al día algunas definiciones relacionadas con el teatro, por ejemplo "Esperpento"

Me han gustado mucho las referencias a los extrenos de García Lorca y Miguel Hernandez, que en esta realidad parlela no murieron en la guerra civil sino que son autores de éxito.
Y el valor premonitorio con autores como Cela, Delibes, Buero Vallejo, Gala, Semprun, y Arrabal.

Sin embargo, algunos otros autores, al final del texto, ni siquiera me sonaban de nombre. Tampoco he buscado, salvo uno o dos, acerca de su vida.

Y me han quedado dos dudas grandes: Con Rafael Alberti ni tengo claro si le alaba o se burla de él con ironía. O las dos cosas. ¿?

Y tengo pendiente buscar unos poquillos más datos sobre José Bergamín. Max Aub lo pone bastante bien en este discurso, sin embargo Muñoz Molina aborrece de él en su novela "La noche de los tiempos".
Y ya tengo curiosidad por saber un poco más de este señor.

El discurso de contestación de Juan Chabás y Martí al discurso de Max Aub no me ha gustado. Basicamente es una biografía literaria de Max Aub, incluyendo sus gustos.
Lo que si me ha gustado es el autorretrato físico que hace de sí mismo Aub, porque me parece tremendamente difícil de hacer.

[Chubbchubb]

Siento defraudarte, Pseudo, pero el proyecto teatral fechado en 1936 y dirigido a Azaña no es ficticio. Fue un proyecto que realmente hizo Aub y que mandó al presidente para que éste lo aprobara. Pero se vio truncado por la guerra y nunca llegó a realizarse... Y sí, eso también está en mi antología, pero como estaba citando las partes de memoria, olvidé que incluía también dicho proyecto.

[Pseudoabulafia]

No, si no me defraudas... al contrario, me gusta más al saber que se mezcla realidad y ficción. Muchas gracias por el dato.
Pero ¿Que las fechas coincidan con el principio y el fin de la guerra es también real?

Lo que si es ficticio es su informe como director del Teatro Nacional, desde 1939 hasta 1956 (fecha de su supuesto ingreso como académico)

[Pseudoabulafia]

Me leí el discurso de Muñoz Molina hace una semana y media pero no me había pasado a comentar.

Me ha gustado la forma que tiene MM de enlazar su discurso con Max Aub.
Max Aub fue un académico ficticio que rindió homenaje a otro académico ficiticio como antecesor, y MM le rinde homenaje a Max Aub puesto que su letra era de nueva creación y no tenía antecesor a quien rendir homenaje.

Lo que uo no sabía era que el sillón "u minúscula" se creó en 1996. Yo pensaba que a esas alturas ya estarían creados todos los sillones.

Después me ha gustado también el hecho de que empiece contradiciendo un poco, creo yo, el discurso de Max Aub. O quizás está estableciendo un debate ficticio con Aub, pero sospecho que aquí se me ha ido demasiado la cabeza.
El caso es que justo al contrario que hace Aub en su discurso, que es dar importancia a la Academia diciendo quien debería estar en ella, Muñoz Molina le resta importancia a ese hecho, citando y destacando tanto autores que han estado en ella como a autores que no lo han estado.
Y destaco este trozo de la parte inicial su discurso:

Esta Real Academia es una institución a la que muchas personas "aman odiar" con inusitado ímpetu, y cada cierto tiempo parece de rigor que la sociedad literaria española se agite con un conato de polémica o de tormenta en torno a ella. Bien es verdad que en España las tormentas intelectuales suelen ser tormentas en un vaso de agua, pero algunas veces, cuando tienen que ver con la Academia, cobran un aire vehemente de cismas, y no faltan en ellas casi nunca amenazas cruzadas de excomunión. Cada vez que alguien es elegido académico, y sobre todo cada vez que alguien no es elegido, se alzan voces que enumeran los nombres de los grandes escritores que no llegaron a la Academia, y se concluye que la Academia es una institución lamentable, ajena al tiempo presente, anclada en polvorientas tradiciones, perfectamente inútil. Al ver tanta vehemencia, al escuchar los exhabruptos de quien tal vez unos días antes se deshacía en elogios de los académicos cuyos votos esperaba y cortejaba, uno se pregunta cómo es que esas personas que resultan tener en tan poco a la Academia se desvivieron tanto por ingresar en ella, y cómo una institución tan anticuada y tan fuera del mundo despierta tales pasiones y tales agresividades.

Creo que la pregunta que plantea no parece retórica y se podría responder diciendo que es lógico que alguien quiera entrar en una institución para cambiarla y porque es importante aunque sea anticuada.
Pero al margen de eso, lo que me ha gustado del texto anterior es la forma de describir los debates. Creo que fuera de la sociedad literaria también se producen, y me hace gracia que algunas personas enarbolan a la Academía o a su diccionario como árbitros únicos en algunas discusiones, pero solo cuando les da la razón. Pero cambian de opinión con facilidad para la siguiente discusión, o incluso en la misma, cuando la RAE no les da la razón, y pasa a ser entonces un instrumento anticuado que no se adapta a la modernidad del lenguaje.

La segunda parte del discurso, en la que homenajea la obra de Max Aub, enumerando más o menos cada obra conforme las fue descubriendo, también me ha gustado bastante. En algunas partes dan muchas ganas de ponerse a leer a Aub.
La descripción que hace de la La calle Valverde es buenísima. Cito:

La calle Valverde está escrita en 1959, pero el estado de ánimo que respiran sus páginas es de una alegría en la que está borrada cualquier profecía retrospectiva de lo que iba a ocurrir diez años después de concluida la acción. Muchos escritores de ficción, igual que muchos historiadores, son especialistas en profetizar el pasado: así, hace años, estaba de moda decir, por ejemplo, que en los personajes de Chejov se adivinaba la sombra futura de ka revolución bolchevique, o que en cierto cuadro de Dalí es un vaticinio de la guerra civil española. Pero, como le oí yo asegurar a un experto militar durante la crisis del golfo, es muy difícil hacer predicciones , sobre todo con respecto al futuro. En La calle Valverde, a diferencia de en la novelas históricas, el futuro de los personajes que viven en 1926 está tan sin escribir como el nuestro, y de ese modo tiempo pasado adquiere el temblor y la incertidumbre del presente, es decir, de la vida real, de nuestra experiencia humana. En las páginas de esa novela, tan transidas de historia, no hay sin embargo ningún presagio embustero, ningún artificio de predestinación. Por eso tenemos al leerlas una sensación parecida a la de estar mirando fotografías de la vida diaria de aquella época: nosotros poseemos sobre aquellos desconocidos una información vital que ellos ignoran.

Vaya pedazo de reseña literaria.
Y la forma de enlazar después con el discurso de ingreso de Aub también me ha encantado, pero no lo voy a poner, porque entonces ya pongo todo el discurso.