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Corazones hambrientos - Dan Rhodes escribió:Con siete años la llevaron a La Scala, donde vio a Luciano Pavarotti, una estrella aún en ciernes, interpretando a Tebaldo en I Capuleti e i Montecchi de Bellini. Desde el instante en que salió a escena, la niña supo que reunía todo lo que puede desearse en un hombre. Mirándolo desde el palco, su barba, su pelo negro, sus ojos centelleantes y su magnífica figura la obnubilaron. No daba la impresión de estar gordo, ni siquiera entrado en carnes: la corpulencia le otorgaba simplemente un aire poderoso. Cuando abrió la boca y cantó, su poderío quedó fuera de toda duda. La experiencia la hizo enmudecer durante quince días.
Corazones hambrientos - Dan Rhodes escribió:Dos días después volvieron a verse y, antes de acabar el segundo plato, ella se apartó del tema que trataban, los puntos fuertes y débiles del Axue, Re d'Ormus de Salieri.
Corazones hambrientos - Dan Rhodes escribió:
-Se llama Live is Life. Es de un grupo austríaco que se llama Opus, y habla de cómo disfrutan dando conciertos.
Siguió callado.
-Es una canción bastante tonta, pero me gusta porque me recuerda a mi niñez.
jajajjajajjajaja
Madre mia, esta canción...
Nunca había visto como eran los de Opus, ni siquiera sabía que el grupo que la canta se llamaba así. Pero me los imaginaba con una pinta más roquera. Me encanta esta canción.
Corazones hambrientos - Dan Rhodes escribió:Seis semanas después se casaron y para entonces el novio había ganado tanto peso que en el último momento necesitó un fajín nuevo. Al cabo de un año, Liesl había venido al mundo con el Tannhäuser de Wagner de fondo: un pianista esterilizado tocaba en un rincón del cuarto mientras el padre adolescente interpretaba a Wolfram y su mujer, sudando y pujando, cantaba el papel de Elisabeth.
Corazones hambrientos - Dan Rhodes escribió:«Míralo. Mira a este hombre. Es idéntico a Pavarotti. Al principio creía que era él, pero no». Pasarán el resto del día cantando aproximaciones de Nessun dorma capaces de hacer estallar los oídos, y durante unas semanas las ventas de los cedés del verdadero Paravarotti se dispararán.
Esculpir en el tiempo - Andrei Tarkovski escribió:Los versos de la poesía se oirían aproximadamente desde el comienzo de la tercera toma hasta el final de la cuarta. Entre la fogata y la pluma que cae. Casi al mismo tiempo, quizá un poco antes, se oiría el final de la Sinfonía del adiós de Haydn, que terminaría con el final de la película.
A lo lejos, el sol poniente iluminaba los castaños con un extraordianrio fulgor anaranjado, cálido: casi un amarillo indio, se dijo Jed, e involuntariamente le volvió a la memoria la letra de Le jardin de Luxembourg:
Encore un jour
Sans amour
Encore un jour
De ma vie
Le Luxembourg
A vieilli
Est-ce que c´est lui?
Est-ce que c´est moi?
Je ne sais pas.
Las noticias de radio no sólo eran aburridas, como en las buenas épocas, sino que a veces eran incluso escalofriantes, ya que en enero de 1975 solian aparecer diez o doce cadáveres diarios en los basureros porteños. Entre noticiero y noticiero se entretenía escuchando casettes de Chico Buarque, de Viglietti, de Nacha Guevara, de Silvio Rodriguez, y también La trucha de Schubert y algún cuarteto de Beethoven.
- Le pasa a veces - explica -, cuando va a ver al general. Luego me pide que toque ese vals: Fascination, de Marchetti. Se sienta en mi silloncito bajo y apoya la cabeza sobre las manos. No dice nada. Cuando termino, entorno la ventana y le dejo... El río que nos lleva. José Luis Sampedro.
Recuento 2024 Ayer: Grito nocturno. Borja González
Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo Hoy: Hoy es un buen día para morir. Colo
Soberbia. William Somerset Maugham
Recuento 2024 Ayer: Grito nocturno. Borja González
Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo Hoy: Hoy es un buen día para morir. Colo
Soberbia. William Somerset Maugham
Gracias al venerable anciano José Luis Sampedro, por sugerírmela.
Recuento 2024 Ayer: Grito nocturno. Borja González
Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo Hoy: Hoy es un buen día para morir. Colo
Soberbia. William Somerset Maugham
El cisne negro - Nassim Nicholas Taleb escribió:Ahora pensemos en el efecto de la primera grabación musical, un invento que introdujo un elevado grado de injusticia. Nuestra capacidad de reproducir y repetir actuaciones me permite escuchar en mi portátil horas de música de fondo del pianista Vladimir Horowitz (muerto hace ya tiempo) interpretando los Preludios de Rachmaninov, en vez de al músico ruso emigrado local (vivo aún), que hoy se limita a dar clases de piano a niños generalmente poco dotados por un salario cercano al mínimo, Horowitz, pese a estar muerto, deja a ese pobre hombre fuera del negocio. Prefiero escuchar a Horowitz o a Arthur Rubinstein en un CD de 10,99 dólares a pagar 9,99 por otro de algún desconocido (aunque de mucho talento) graduado en la Juilliard School o el Conservatorio de Praga. Si el lector me pregunta por qué escojo a Horowitz, le responderé que es debido al orden, el ritmo o la pasión, aunque probablemente existe toda una legión de personas de las que nunca he oído ni oiré hablar -aquellas que no llegaron a los escenarios- pero que sabían tocar igual de bien.