Desgastado

[jacobi102]

Su piel se quebraba cuando no estaba prestando atención, cuando miraba a su esposa. Ella no lo amaba, Al comienzo sintió lastima por él y lo uso para esconder sus verdaderos deseos. Pero él tenía sus sospechas sobre los secretos de Ana, nunca las compartió con ella por miedo a asustarla.

La conoció cuando ella tenía 27 y él 29, se casarón 5 años después. El tiempo que trascurrió entre ellos conociéndose y su boda, era un cuadrado de relleno, conversaciones y momentos que normalmente sirven para elaborar algo duradero y que en este caso solo eran algo aburrido.

Él habría descrito su vida junta como una feliz rutina, Ana solía compararlo con una mala noche de verano, en la que no puedes dormir, sudas mucho y el estrés hace que quieras hacerle daño a alguien.

Fueron quince años de un matrimonio que no le parecía normal o feliz a nadie. Este periodo fue trascendente en que no parecía real. Al ver como Ana miraba a su esposo uno no podía imaginar una convivencia fluida entre los dos.

La mayoría de los momentos que pasaron juntos eran comúnmente disfuncionales, existía una incomodidad entre ambos pero no crueldad o por lo menos no normalmente.

Siempre hubo un vacío rodeándolos, desde mucho antes de que se conocieran, eso es lo que ahora dificulta un resumen de su vida, las horas que pasaban en silencio, sin hacer nada o pensar en algo entendible. Esta “curiosa” forma de existir era una de las pocas cosas , sino la única, que tenían en común, pero más que unirlos, los dividió más.


La mayoría de su brazo izquierdo parecía carcomido, no ardía, dolía o picaba, la piel estaba muerta, era tan simple como eso y algo muerto no puede producir dolor físico.

Se acercó a ella, a las cajas y no sintió nada. Eran las 7 de la tarde y un marco rojo parecía estar cambiando la historia. Él estaba recordando las cosas de forma diferente, eso lo hacía sentir viejo y tonto, no era natural recordar dos versiones de una vida. Se miró en el espejo un par de veces para asegurarse de que su rostro seguía siendo el mismo, pero no lo era, las expresiones se habían desencajado y una vejes prematura la había cambiado para siempre.

Ese día había arruinado sus vidas. Ana lo llamó a las 3 diciéndole que era una emergencia, al llegar descubrió que ella lo estaba dejando por su mejor amiga y allí era donde los recuerdos eran extraños.

La mayoría de las versiones eran algo similares, pero todas coincidían en que ella se había mantenido alejada de él en todo momento, en que cuando perdió el control y empezó a llorar ella se alejó más, mirándole fastidiada; y que la discusión termino con el matándola.

La golpeó con algo pesado cuando le dio la espalda, recordaba hacerlo con cinco objetos diferentes, por lo cual no podía ser muy específico. Luego vino la maldad. Arrastró el cuerpo por los tobillos. No podía recordar la última vez que la había tocado, aun al matarla utilizó otra cosa para el contacto. El cuerpo era más pesado de lo esperado, lo arrastro lentamente hasta la sala, un pequeño escalón hizo que se cayera y se golpeara secamente la nuca. Al levantarse el lugar estaba lleno de niños, o enanos aterradoramente juveniles; sentados como esperando una lección. Al lado derecho del cuerpo había aparecido una mesa y en ella estaba un cuchillo de carnicero, debajo de la mesa había un numero extenso de cajas de cartón, al principio le parecieron muy pequeñas, pero en cuantos las fue arreglando alrededor de la habitación se dio cuenta de lo perfectas que eran.

El primer corte fue un error, demasiado cerca del mentón. El segundo corte fue un ataque deliberado al rostro que no paró hasta que este no era más que una masa rojiza llena de líneas de distinta profundidad, algunas era solo superficiales, el resto habían sido tan profundas que dañaron el suelo, eso lo relajó. Toda la situación era poco realista, se suponía que el cortar en pedazos pequeños un cuerpo era difícil, sin embargo en ese momento lo veía como lo más fácil del mundo.

Le tomó menos de 20 minutos terminar de cortar y poner todos los trozos en las cajas, ya no parecía partes humanas, se asemejaban más a algo gelatinoso.

Cuando terminó con su labor se irguió para recibir las alabanzas de los niños pero ellos ya no existían.

Extrañado por el color de toda la escena se sentó en el escalón en el que se tropezó y se dedicó a verla, contenida en las cajas mientras algo le carcomía la piel.

Ahora eran las 7 y 30 y el verdadero terror estaba comenzando. Algo hostil caminaba por la casa, probablemente por el segundo piso. Levantó la mirada por un momento, tratando de definir los ruidos, al reenfocar su atención a las cajas tuvo que poner una mano sobre su boca para no gritar.

El pie derecho de Ana estaba fuera de la caja y completamente intacto, libre de todas las marcas del cuchillo. Intentó acercarse pero en cuanto dio el primera paso sintió un fuerte movimiento en la cocina. Giró el cuello instintivamente y cuando se percató de su error miro lentamente hacia las cajas, sospechando lo que iba a encontrar.

Junto al pie derecho ahora se encontraba el izquierdo igualmente restaurado. Ya no intentó acercarse temiendo que eso provocara otro ruido irracional. Dirigió sus ojos con cautela al espejo que se encontraba al fondo del pasillo. Esforzó su vista para distinguir su reflejo. Su rostro conservaba la misma vejez prematura, pero el resto de su cuerpo, de su piel, ya no era el mismo, lo supo con una mirada mal enfocada y lo confirmo al meter su mano pútrida debajo de su camisa para sentir su pecho. Todo era deformado y agujereado, se quedó en silencio mientras sus dedos acariciaban la piel podrida, llorando silenciosamente.

Los ruidos y golpes se repitieron aceleradamente. Algo quería terminarlo todo, acelerar el amargo final.

No recodaba como se llamaba, ya no. Sabía que fue un esposo, pero recordaba su vida de forma fragmentada y en distintas versiones. Estaba molesto, el cuerpo que tenía delante estaba casi completado, ella iba a triunfar, a vengarse y ese conocimiento le hizo darse cuenta de cuanto la odiaba, tal vez siempre la había odiado. Bajó su mirada un momento, temblando; y vio que el cuchillo estaba de regreso, al levantarlo se transformó en una navaja. Apretó fuertemente el mango y viendo a su casi completa esposa, se acero lentamente y dijo en una voz que intentaba ser seria, pero que era demasiado pausada y baja – A ver de quien te vas a vengar ahora perra- antes de cortar su propio cuello.

[karen mendoza prada]

Es un cuento bastante tenebroso, perp ha estado muy buenp, me atrevería a decir que estás mejorando en tu estilo, felicitaciones. Te mando un abrazo querido , cuidate mucho, bye

[jacobi102]

muchas gracias karen

[lucia]

Empieza bastante sosainas, como la vida en común de los dos y a partir de la mitad nos agarras y no nos sueltan hasta el final

Por cierto, cayera es con y.

[jacobi102]

Empieza bastante sosainas, como la vida en común de los dos y a partir de la mitad nos agarras y no nos sueltan hasta el final

mil gracias lucia, hace tiempo que tenía la idea, pero no había estado seguro de cómo desarrollarla

Por cierto, cayera es con y.

ya está corregido, eso es lo que pasa cuando escribo algo mientras hago un resumen para mi clase de teoría de la comunicación, no teniá tiempo y mi profesora me da miedo

[shirabonita]

Uff, Jacobi la segunda mitad es muy gore
Ha llegado a agobiarme incluso, y por eso pienso que el relato está muy bien.
Como las pelis de terror realmente buenas, que son para contar con los dedos de una mano
(las que realmente dan miedo, o sea las buenas )

El final me ha sorprendido , y eso es otro punto más a tu favor. Está estupendo!
un abrazo!

[jacobi102]

muchas gracias por tu comentario shira