The Monuments Men - Robert M. Edsel

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lucia
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The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por lucia »

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Fecha de publicación: 10/04/2012
584 páginas
Idioma: Español
ISBN: 978-84-233-2453-8
Código: 10007036
Formato: 14,5 x 22,7 cm.
Tomo 1 - Lomo 224
Presentación: Rústica con solapas
Colección: Imago Mundi
Traductor: David Paradela López
Planetadelibros.com escribió:La segunda guerra mundial no sólo se cobró vidas humanas: el patrimonio artístico europeo fue también víctima de la barbarie nazi, que ejerció de forma sistemática el pillaje y el saqueo de obras de arte de todo tipo, incluidos cuadros de Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Van Dyck y Vermeer, robados para Hitler y otros dirigentes del nacionalsocialismo. En total, más de cinco millones de objetos fueron confiscados y trasladados a los territorios del Tercer Reich durante los primeros años de la guerra.

Para evitar la desaparición y el deterioro de ese enorme legado cultural, cuando la guerra encaraba su fase decisiva los aliados crearon la sección de Monumentos, Bellas Artes y Archivos, en la que hasta 1951 trabajaron algo más de trescientas personas de trece países distintos. En su mayoría no eran militares, sino directores de museos, conservadores, historiadores y profesores de arte que utilizaron sus conocimientos para recuperar, catalogar y devolver a su legítimo lugar cuadros, esculturas y retablos, y para proteger abadías, iglesias y otros edificios históricos de los estragos de la guerra.

Los miembros de la sección de Monumentos, conocidos como Monuments Men, encararon en aquellos años cruciales una carrera contrarreloj para salvar tesoros culturales de la destrucción, ejerciendo a menudo una labor detectivesca a través de documentos recuperados en catedrales bombardeadas y museos, y gracias a pistas conseguidas con la ayuda de la población local. Se convirtieron de este modo en héroes improbables sumergidos en el epicentro de la peor guerra del siglo XX, que arriesgaron sus vidas y en algunas ocasiones la perdieron, y que, como tantos otros que vivieron aquella época, personificaron el coraje que permitió que la mejor humanidad derrotara a la peor.
Y esta es la página de la Fundación http://www.monumentsmenfoundation.org/

Al leer la sinopsis, lo primero que me vino a la cabeza fue el traslado de obras del Prado durante la Guerra Civil, aunque esto parece mucho mas interesante y estilo cazatesoros :boese040:
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imation
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por imation »

Interesante, sí. ¿Son varios tomos?
Leyendo: Ensayos, George Orwell.


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lucia
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por lucia »

Uno solo, al menos el que yo tengo.
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Yppe
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por Yppe »

Es verdad que recuerda un poco a la evacuación de El Prado pero a una escala mayor y con más dificultades por la situación de guerra a mayor escala.

Gracias por el hilo porque no conocía el libro y me interesa muchísimo el tema :D aunque normalmente me tira para atrás que los libros sobre los riegos y la salvaguarda de patrimonio suelen ser bastante aburridos, pero este tiene pinta de más divulgativo y ameno
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lucia
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por lucia »

Tiene algún fallito de traducción, pero sí, es muy ameno, por lo menos para mí y las primeras 50 páginas, que cuentan un poco la situación en Europa mediante circulares de Hitler y en EE.UU. con sus comités para juntarse los ricachones a cenar con los directores de museos.
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lucia
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por lucia »

Acabo de terminarlo y lo considero imprescindible para todo aquel que haya disfrutado visitando museos como el Louvre o sitios como Gante y su retablo o los museos alemanes en la actualidad. Gracias a él nos enteramos de lo cerca que muchas de las obras que se muestran en ellos estuvieron a punto de desaparecer para siempre a manos de nazis incultos o que pensaban o míos o de nadie.

Como curiosidad, comenté hace unos días con una alemana sobre la ruta de los castillos y Heilbronn, que se menciona en el libro como ciudad que fue arrasada y que contuvo un depósito de arte en una mina de sal que casi se inunda tras los bombardeos, y me dijo que había habido bastante controversia con la restauración de la ciudad.
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imation
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por imation »

lucia escribió: Como curiosidad, comenté hace unos días con una alemana sobre la ruta de los castillos y Heilbronn, que se menciona en el libro como ciudad que fue arrasada y que contuvo un depósito de arte en una mina de sal que casi se inunda tras los bombardeos, y me dijo que había habido bastante controversia con la restauración de la ciudad.
Exactamente porqué, ¿porqué lo dejan como nuevo? :lol:
Leyendo: Ensayos, George Orwell.


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lucia
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por lucia »

Igual. Tampoco quise hurgar mucho y las dos teníamos trabajo.

Por cierto, el libro deja recado a los museos depositarios de obras cuyo dueño está en paradero desconocido por la poca diligencia a la hora de intentar siquiera localizar a los familiares de los mismos.
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lucia
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por lucia »

Como sacan película, han preparado un dossier mas amplio sobre el libro, que yo sigo recomendando.
Destino escribió:Un empresario petrolífero con pasión por la Historia

Robert M. Edsel (1956), empresario petrolífero de éxito, decidió un día dedicar su vida a la divulgación del legado de los hombres de la Sección de Monumentos, creada por los Aliados en la segunda guerra mundial. Es el fundador de la The Monuments Men Foundation for the Preservation of Art, que recibió en 2007 la medalla nacional de Humanidades de Estados Unidos, y coproductor de The Rape of Europa, un documental, ganador de varios premios, sobre el expolio nazi. Es también autor de Rescuing Da Vinci, un repaso a lo ocurrido a través de fotografías de la época.

Robert Edsel ha sido seleccionado en los premios 2011 Texas Medal of Arts Awards en la categoría literaria por The Monuments Men.


La obra
El saqueo de Europa
La crónica jamás contada del mayor saqueo y búsqueda de tesoros de la Historia


La segunda guerra mundial se cobró una factura de alto valor con la cultura. El patrimonio artístico europeo fue también víctima de la barbarie nazi, que ejerció de forma sistemática el pillaje y el saqueo de obras de arte. Piezas de Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Van Dyck y Vermeer, robados para Hitler y otros dirigentes del nacionalsocialismo, forman parte de los cinco millones de objetos que fueron confiscados y trasladados por el Ejército alemán a los territorios del Tercer Reich durante los primeros años de la guerra.

Para evitar la desaparición y el deterioro de ese enorme legado cultural, cuando la guerra encaraba su fase decisiva los aliados crearon la Sección de Monumentos, Bellas Artes y Archivos, en la que hasta 1951 trabajaron algo más de trescientas personas de trece países distintos. En su mayoría no eran militares, sino directores de museos, conservadores, historiadores y profesores de arte que utilizaron sus conocimientos para recuperar, catalogar y devolver a su legítimo lugar cuadros, esculturas y retablos, y para proteger abadías, iglesias y otros edificios históricos de los estragos de la guerra.

Los miembros de la Sección de Monumentos, conocidos como The Monuments Men, encararon en aquellos años cruciales una carrera contrarreloj para salvar tesoros culturales de la destrucción, ejerciendo a menudo una labor detectivesca a través de documentos recuperados en catedrales bombardeadas y museos, y gracias a pistas conseguidas con la ayuda de la población local.


Todos conocemos los grandes hitos militares de la segunda guerra mundial —Pearl Harbor, el Día D, la batalla de las Ardenas— que han pasado a formar parte del imaginario colectivo. Novelas, series y películas (Hermanos de Sangre, The Greatest Generation, Salvar al soldado Ryan, La lista de Schindler) han dado vida a los héroes de esta Historia con mayúsculas.

Sin embargo, Robert M. Edsel se encarga de sacar a la luz una de las pequeñas historias, aunque de implicación transcendental y valor incalculable. El escritor bucea en la intrahistoria reproduciendo los diálogos de los protagonistas, las cartas íntimas a sus esposas, los documentos oficiales, la narración de las batallas. En definitiva, Edsel transporta al lector a la retaguardia, al día a día de la guerra.

Los Monuments Men no llevaban pistola, apenas tenían equipo, y sufrían el desdén de todas las unidades. Un centenar de hombres de la cultura (directores de museo, conservadores, estudiosos y profesores de arte, artistas, arquitectos y archiveros) reconvertidos en soldados se encargaron de mitigar los daños ocasionados en combate y recuperar las obras de arte robadas por los nazis durante la campaña militar de los Aliados occidentales entre 1943 y 1951.


«Más allá del significado que estos cuadros hayan podido tener para quienes los contemplaban una generación atrás, hoy no son sólo obras de arte. Hoy son símbolos del espíritu humano y del mundo obrado por la libertad de espíritu. […] Acoger estas obras hoy reafirma la voluntad de los ciudadanos de Norteamérica, para quienes la libertad del espíritu y la mente humanos, a los que se deben las grandes obras del arte y la ciencia, nunca podrá ser totalmente destruida.»
Presidente Franklin D. Roosevelt, ceremonia inaugural de la Galería Nacional de Arte, 17 de marzo de 1941


«Solía llamarse “saqueo”. Pero hoy las cosas se han vuelto más humanas. A pesar de eso, pretendo saquear, y hacerlo a conciencia.»
Reichsmarschall Hermann Göring, alocución ante una conferencia de comisarios del Reich y comandantes militares en los Territorios Ocupados, Berlín, 6 de agosto de 1942

El arte robado


«Los directores de los grandes museos de Estados Unidos contemplaron las muestras del terrible coste artístico que estaba teniendo el avance nazi: la Galería Nacional de Londres desierta, con sus grandes obras enterradas en Manod, la Galería Tate llena de cristales rotos, la nave de la catedral de Canterbury llena de tierra para absorber el impacto de las explosiones.

Las diapositivas del Rijksmuseum de Ámsterdam, el más famoso de los museos nacionales de los Países Bajos, mostraban las pinturas de los grandes maestros neerlandeses amontonadas como sillas plegables contra las paredes vacías. La que tal vez era su obra más conocida, el monumental lienzo de Rembrandt titulado La ronda nocturna, estaba enrollado como una alfombra y precintado en una caja inquietantemente parecida a un ataúd.

En París, la Gran Galería del Louvre, que por sus dimensiones y majestuosidad recuerda a una estación de ferrocarril de la Reconstrucción norteamericana, no albergaba más que marcos vacíos.

Las imágenes evocaban asimismo el robo de obras maestras en Polonia, desaparecidas hacía años; la devastación del centro histórico de Rotterdam, arrasado por la Luftwaffe porque el ritmo de la negociaciones de paz con los Países Bajos había sido demasiado lento para el gusto de los nazis; los grandes patriarcas de Viena, encarcelados hasta que decidieran entregar a Alemania sus colecciones personales; el David de Miguel Ángel, al que los atribulados funcionarios italianos habían encerrado en un armazón de ladrillos en el interior de su famoso museo del centro de Florencia.

También estaba el museo estatal ruso del Hermitage. Antes de que la Wehrmacht cortase las líneas de ferrocarril de acceso a Leningrado, sus conservadores habían conseguido evacuar a Siberia 1,2 de los más de dos millones de obras que se estimaba que contenía. Se rumoreaba que los conservadores se habían instalado en los sótanos con el resto de las obras, alimentándose de pegamento de origen animal e incluso de ve-las para no morirse de hambre.

Proteger los bienes


En 1939 lo ascendieron a director de los museos nacionales, y lo primero que hizo fue planear la evacuación de los museos franceses, aun cuando por entonces eran pocos quienes creían a los nazis capaces de atacar, ya no digamos conquistar, un país como Francia. Bajo su atenta mirada, miles de obras maestras del arte mundial fueron embaladas, cargadas, despachadas y almacenadas. Incluso la Victoria de Samotracia, la colosal estatua griega que presidía la escalinata principal del Louvre, fue retirada mediante un ingenioso sistema de poleas y raíles de madera.››

‹‹La Mona Lisa, la pintura más célebre del mundo, se cargó en una camilla de ambulancia y se introdujo en la parta trasera de un camión al amparo de la noche. Con ella iba un cuidador y la caja del camión fue sellada para garantizar una atmósfera estable. Al llegar a su destino la pintura estaba en perfecto estado, pero el cuidador casi había perdido la conciencia por falta de aire.

Anécdotas como ésa había muchas. La célebre La balsa de la Medusa de Géricault era tan grande que se quedó enganchada con los cables del tranvía en Versalles. Por lo me-nos les sirvió de lección. Al llegar a la siguiente ciudad con tendido de cables a poca altura, el camión iba escoltado por una cuadrilla de técnicos telefónicos que iban levantando los cables con largas varas de material aislante a su paso. Debió de ser una imagen de lo más pintoresco: el camión avanzan-do entre sus escoltas armados con varas y, a su alrededor, los habitantes que evacuaban el lugar, quién sabe si contemplan-do maravillados los rostros agonizantes de las víctimas que navegan a la deriva sobre la balsa del cuadro de Géricault.

En las entrañas de la tierra en un secreto refugio belga,
habitó un gran museo


¿Qué es este sitio? Un depósito de arte, respondió Stout mientras las puertas se abrían y el jeep avanzaba hacia el interior. La caverna, excavada en el siglo XVII con el objeto de proteger los tesoros holandeses del invasor francés, estaba perfectamente habilitada: los cuartos de almacenaje estaban bien iluminados, y la temperatura y la humedad, controladas. A medida que bajaban a través del fantasmagórico silencio hacia las profundidades de la montaña. Hacia el fondo había unos cuantos soportes giratorios, parecidos a los postaleros de las tiendas de recuerdos, sólo que en vez de postales de a dos centavos lo que sujetaban eran cuadros procedentes del mayor museo de los Países Bajos, el Rijksmuseum de Ámsterdam

Al darse la vuelta, se fijó en un gran lienzo enrollado en torno a un eje como una alfombra. En uno de los extremos había una manivela metálica y el conjunto había sido cubierto con una caja de madera. El material de embalaje enrollado junto con la pintura sobresalía como si fueran bordes arrugados y bastos de papel de estraza. ¡La ronda nocturna!, dijo uno de los cuidadores dando unas palmadas al cajón de madera. Hancock se quedó boquiabierto. Lo que estaba viendo era el borde de uno de los lienzos más famosos de Rembrandt, la colosal obra maestra que representa a la milicia del capitán Frans Banning Cocq, pintada en 1642.

Saqueo nazi


La Adoración del cordero místico, más conocido como el retablo de Gante, era el tesoro artístico más importante y preciado de Bélgica. Mientras medio millón de soldados británicos y franceses se retiraban hacia el norte perseguidos por la Wehrmacht, tres camiones se dirigían hacia el sur llevando a bordo las obras más señaladas del Estado belga, entre ellas el retablo de Gante. La intención era llevarlas al Vaticano para que gozaran de la protección papal, pero al alcanzar la frontera francesa Italia declaró la guerra a los países de Europa occidental.

Hitler se abstuvo de poner las manos sobre algunas obras de importancia comparable a la del retablo de Gante, como la Mona Lisa y La ronda nocturna, aun conociendo su paradero. Sin embargo, ambicionaba El retablo de Gante, la gran obra maestra que había cambiado la historia de la pintura para siempre, representaba, pues, un doble triunfo para Hitler: corregiría el «agravio» histórico del Tratado de Versalles y sería un tesoro mundial indiscutible al Führermuseum de Linz.


En verano de 1943. La mayoría eran obras de maestros modernos, a los que los nazis calificaban de degenerados por su manera de representar el mundo. Algunas las conservaron para venderlas. Las que no tenían «valor» las rajaban con un cuchillo y las guardaban en el Jeu de Paume para después quemarlas en los jardines. Según mis cálculos, un camión entero, unas quinientas o seiscientas. Klee, Miró, Max Ernst, Picasso. Lo primero que prendían eran los marcos y los bastidores, después los cuadros estallaban con una llamarada, ardían y poco a poco quedaban reducidos a cenizas. Era imposible salvar nada.

El museo del Führer


Alarmado por el incremento de los bombardeos aéreos de los Aliados, el Führer ordenó que todos los tesoros destinados al gran museo de Linz, hasta entonces dispersos por distintos lugares, se guardaran en un sitio aislado. Altaussee era el lugar ideal, no sólo por su remoto emplazamiento o su relativa proximidad a Linz, que distaba apenas ciento cincuenta kilómetros, sino porque además, aun cuando los bombarderos lograsen localizarla en la inmensidad de la cordillera de Sandling, la mina, por estar cavada en la ladera en roca viva, quedaba a salvo de las bombas. La sal de las paredes absorbía el exceso de humedad, manteniéndola a un nivel constante del 65 por ciento. La temperatura variaba entre los 4,4 (en verano, cuando la mina era más fría) y los 8,3 grados centígrados (en invierno). El ambiente facilitaba la conservación de la pintura y los grabados, y los objetos metálicos tales como las armaduras podían protegerse sin problemas de la corrosión mediante una fina capa de grasa o gelatina. Nadie, ni siquiera Hitler, podría haber concebido un escondite mejor para todas aquellas toneladas de bienes saqueados.

Entre mayo de 1944 y abril de 1945 llegaron más 1.687 cuadros procedentes del Führerbau, los despachos de Hitler en Múnich. En otoño de 1945, el retablo de Gante fue enviado allí desde Neuschwanstein. La Madona de Brujas de Miguel Ángel llegó poco después, tras su traslado desde Bélgica en barco, en octubre de 1944. El 10 de abril de 1945, y tres días después, el 13 de abril, llegaron a la mina otros ocho cajones que no pertenecían a los líderes nazis de Berlín, sino a August Eigruber, el Gauleiter (gobernador) local. Los cajones llevaban la marca «VorsichtMarmorNicht stürzen» (atención, mármol, no dejar caer). Pero no contenían estatuas, como creían los mineros que las trasladaron al interior de la mina. El Gauleiter Eigruben, ferviente nazi, había abrazado sin reservas el Decreto Nerón de Hitler. Los cajones no contenían obras de arte, sino bombas de quinientos kilos, cada una de ellas lo bastante grande para que seis hombres pudieran sentarse encima. Eigruber estaba decidido a destruir la mina… así como sus valiosísimos contenidos.... .»


Los guerreros del arte

“El núcleo de The Monuments Men es una historia personal: una historia sobre personas”.

Mayor Ronald Edmund Balfour, 1.er Ejército canadiense.
Edad en 1944: 40 años. Lugar de nacimiento: Oxfordshire, Inglaterra.
Historiador de la Universidad e Cambridge, Balfour era lo que los británicos llaman un gentleman scholar, un caballero académico: un soltero entregado a la tarea intelectual in ambiciones de honores ni de cargos. Protestante abnegado, empezó su carrera en el campo de la historia para pasarse luego los estudios eclesiásticos. Su más preciada posesión era su inmensa biblioteca personal.

Soldado Harry Ettlinger, 7.º Ejército estadounidense.
Edad: 18 años. Lugar de nacimiento: Karlsruhe, lemania (emigrado a Newark, Nueva Jersey). Judío alemán, Ettlinger escapó con su familia de la persecución nazi en 1939. Llamado a filas tras finalizar estudios secundarios en Newark en 1944, el soldado Ettlinger pasó buena parte de su servicio encallado en la burocracia castrense hasta encontrar destino por fin en mayo de 1945.

Capitán Walker Hancock, 1.er Ejército estadounidense.
Edad: 43. Lugar de nacimiento: San Luis, Missouri.
Escultor de renombre, Hancock había sido galardonado con el prestigioso Premio de Roma antes de la guerra y diseñó la Medalla del Aire del Ejército en 1942. Afectuoso y optimista, escribía con frecuencia a su esposa, Saima Natti, con la que se había casado apenas dos semanas antes de zarpar para Europa. Solía decir que le agradaba el trabajo y que su sueño era una casa con estudio en Gloucester, Massachusetts, donde él y su mujer pudieran vivir y trabajar.

Capitán Walter Huchthausen, Hutch, 9.º Ejército estadounidense.
Edad: 40. Lugar de nacimiento: Perry, Oklahoma.
Hutch, un atractivo soltero de aspecto juvenil, era arquitecto en ejercicio y profesor de diseño en la Universidad de Minnesota. Destinado principalmente en la ciudad alemana de Aquisgrán, tuvo a su cargo buena parte de la sección noroeste del país.

Jacques Jaujard, director de los museos nacionales de Francia.
Edad: 49. Lugar de nacimiento: Francia.
Como director de los museos nacionales franceses, Jaujard era responsable de la seguridad de las colecciones de arte públicas de Francia durante la ocupación alemana, de 1940 a 1944. Fue el jefe, mentor y confidente de la otra gran heroína del mundo cultural francés, Rose Valland.

Soldado de primera clase Lincoln Kirstein, 3.er Ejército estadounidense.
Edad: 38. Lugar de nacimiento: Rochester, Nueva York.
Kirstein fue un empresario cultural y mecenas. Hombre brillante pero de carácter inestable y tendencias depresivas, fue cofundador del legendario Ballet de la Ciudad de Nueva York y se lo considera una de las figuras capitales de su generación dentro del mundo de la cultura. No obstante, era uno de los miembros de menor rango del MFAA, donde ejercía de ayudante del capitán Robert Posey.

Capitán Robert Posey, 3.er Ejército estadounidense.
Edad: 40. Lugar de nacimiento: Morris, Alabama.
Posey creció en una pobre granja de Alabama y se licenció en arquitectura por la Universidad de Auburn gracias a una beca del Cuerpo de Instrucción de Oficiales en la Reserva (ROTC). El solitario de la MFAA se sentía profundamente orgulloso del 3.er Ejército y su legendario comandante, el general George S. Patton Jr. Escribía con frecuencia a su esposa, Alice, y a menudo enviaba postales y recuerdos a su hijo, el pequeño Dennis, al que llamaba Woogie.

Subteniente James J. Rorimer, zona de comunicaciones. 7.º Ejército estadounidense.
Edad: 39. Lugar de nacimiento: Cleveland, Ohio.
Rorimer, el niño prodigio de los museos, fue nombrado conservador del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (Met) siendo aún muy joven. Especializado en arte medieval, desempeñó un papel clave en la reunión de las colecciones medievales del Met, los Claustros, con la ayuda del gran mecenas John D. Rockefeller Jr. Destinado en París, su férrea determinación, su voluntad de oposición al sistema y su amor por Francia le valieron el aprecio de Rose Valland. Su relación tendría una importancia crucial en la carrera por los tesoros ocultos de los nazis. Casado con una colega del museo, Katherine, su hija Anne nació encontrándose de servicio; no pudo verla durante más de dos años.

Teniente George Stout, 1.er y 12.º Ejércitos estadounidenses.
Edad: 47. Lugar de nacimiento: Winterset, Iowa.
Figura destacada en el por entonces desconocido mundo de la conservación artística, Stout fue uno de los primeros estadounidenses en comprender la amenaza que los nazis representaban para el patrimonio cultural europeo y presionó a la comunidad museística y al ejército para que crearan un cuerpo profesional destinado a la conservación de obras. Como oficial de campo, fue el especialista de referencia para el resto de integrantes de la MFAA del norte de Europa, además de amigo y modelo de conducta indispensable. Pulcro y educado, exigente y meticuloso, Stout, veterano de la primera guerra mundial, dejó atrás a su mujer, Margie, y un hijo pequeño. Su hijo mayor sirvió en la Marina estadounidense en el Pacífico.

Rose Valland, conservadora temporal del Jeu de Paume.
Edad: 42. Lugar de nacimiento: Saint-Étiennede- Saint-Geoirs, Francia.
Rose Valland, mujer de medios modestos criada en la Francia rural, fue la más peculiar de las heroínas de la cultura francesa. Trabajaba como voluntaria no remunerada en el museo del Jeu de Paume, adyacente al Louvre, cuando empezó la ocupación alemana. Mujer sencilla pero decidida, de aspecto y talante discretos, se congració con los nazis en el Jeu de Paume y, sin que éstos lo supieran, espió sus actividades durante los cuatro años que duró la ocupación. Tras la liberación de París, la envergadura y la importancia de sus informaciones, custodiadas con tesón, fueron fundamentales de cara al descubrimiento de obras de arte sustraídas en Francia.
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Arden
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por Arden »

Yo lo pongo en lista de próximas compras :mrgreen: :lista:
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por Arden »

Ha caído en mis manos y quería leerlo, no tengo fecha, pero si alguien está interesado en un miniclub que avise :D
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por Pseudoabulafia »

Arden escribió:Ha caído en mis manos y quería leerlo, no tengo fecha, pero si alguien está interesado en un miniclub que avise :D
A mí me interesa, pero tengo que planificarlo con un poco de tiempo porque tendría que pedirlo por préstamo interbibliotecario y tardan una o dos semanas. :D
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Arden
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por Arden »

Me espero si estás interesado, total estoy liadísimo yo también :lol:
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Pseudoabulafia
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por Pseudoabulafia »

¿Qué tal te viene para mediados de noviembre?
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Arden
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Re: The Monuments Men - Robert M. Edsel

Mensaje por Arden »

Estupendo, el 18 por ejemplo?
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