En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

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emedoble
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En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por emedoble »

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Título: En la ciudad de oro y plata

Título original: Dans la ville d'or et d'argent

Autora: Kenizé Mourad

Subgénero: Histórica

Sinopsis:
A comienzos de 1856, la Compañía de las Indias decide someter a la tutela británica a Lucknow, cuya belleza y riqueza legendarias le valen el sobrenombre de «la ciudad de oro y plata». Esta forzada anexión provoca una insurrección a cuyo frente se alza la begum Hazrat Mahal, cuarta esposa del rey. Junto con su fiel rajá, Jai Lal, y con el apoyo de los cipayos —los soldados indios del ejército británico—, dispuestos a todos los sacrificios por su causa, Hazrat Mahal, convertida en el alma de la revuelta, encarna durante dos años enteros la resistencia al invasor. Un memorable fresco histórico actúa como telón de fondo de la pasión entre Hazrat Mahal, la huérfana transformada en reina, y Jai Lal, el heroico y leal general: en definitiva, En la ciudad de oro y plata tiene el aliento épico de las grandes novelas.
Leído: El palazzo inacabado. Arte, amor y vida en Venecia
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emedoble
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por emedoble »

Me encantó De parte de la princesa muerta, oí el sábado una entrevista con Kenizé Mourad con motivo de la publicación de este libro y parece que tiene buena pinta. Aunque con otros libros no ha tenido demasiadas buenas críticas.

A ver si alguien la está leyendo y nos dice algo :D
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GARABIS
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por GARABIS »

Me gustó taaaaaaanto "De parte de la princesa muerta" y me decepcionó taaaaaaanto "Un jardin en Badalpur" que tengo el corazon dividido con esta mujer....
Y esa nota en la portada de "20 años despues,la autora de "De parte de la princesa muerta" vuelve(...)",me tira un poco para atras.
¿Alguien lo ha leido?
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1452
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por 1452 »

Comencé a leer ayer esta novela y me está gustando mucho.

Empieza con dos citas potentes:
«La begun de Awadh demmuestra más sentido estratégico y valor que todos sus generales juntos».
The times, 1858

«Las enseñanzas sobre la insurrección de 1857 son muy claras. A nadie le gusta que otro pueblo venga a conquistar su territorio, le prive de su tierra o le fuerce a adoptar mejores ideas bajo la amenaza de las armas. Los británicos descubrieron en 1857 algo que Estados Unidos todavía está aprendiendo: nada radicaliza más a un pueblo ni desestabiliza tanto al Islam moderado como una intrusión agresiva».
William Dalrymple

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Begum Hazrat Mahal



PS.: Como me pasó anteriormente con De parte de la princesa muerta, no entiendo demasiado bien qué hace En la ciudad de oro y plata en "Novela romántica y erótica" :roll:.
Última edición por 1452 el 27 Feb 2013 15:23, editado 2 veces en total.
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por 1452 »

Cómo me gusta el estilo de Mourad :D

¡Me está hirviendo la sangre! Espero que llegue pronto la resistencia porque es penoso leer todo lo que los británicos hacen con Lucknow (aunque no lo hicieron allí únicamente, claro), no sólo con sus habitantes sino con sus tierras, sus edificios, etcétera.

Y Wajid Ali Shah...
... espero equivocarme, pero creo que será capaz de no regresar jamás a Lucknow, lo que implicará que no ayudará a su pueblo contra los ingleses.
Es ya bastante increíble que no haya ido él a Londres y que haya mandado a su madre junto con su hijo mayor y su hermano, además de algunos ministros, habla de una enfermedad en su carta, y posiblemente sea cierto, no lo sé, pero parece bastante sospechoso, más conociendo el carácter natural del soberano, al que no le gustan los enfrentamientos y parece que sólo vive para las artes. Desde luego no es el rey ideal para la situación en la que se encuentra Lucknow.
Es un personaje que de momento me despierta emociones contradictorias.


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Wajid Ali Shah
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por 1452 »

La historia de los chapatis es fantástica, cuenta Mourad a través de uno de los personajes, que al igual que en esta ocasión antes del motín de Vellore, que se considera "la “primera guerra de la independencia contra los Británicos” antes de Primera guerra de la independencia de 1857", también hubo una distribución de chapatis, anunciando que iban a suceder cosas importantes.

Fortaleza de Vellore
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No he conseguido ninguna imagen de Azimullah Khan, tan importante en esta historia, es una pena.

Ya hemos llegado a la rebelión de los cipayos :malandrin:. Aunque aún queda un largo camino, me temo.
Última edición por 1452 el 27 Feb 2013 15:18, editado 1 vez en total.
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por 1452 »

En la ciudad de oro y plata escribió:«Por cada iglesia destruida deberíamos demoler cincuenta mezquitas. Por cada cristiano asesinado deberíamos masacrar mil rebeldes», declara The Times.
El mismo Charles Dickes escribe lo siguiente:
Desearía ser comandante en jefe en la India. Haría temblar de terror a esa raza oriental y proclamaría que, por mandato de Dios, haría todo lo posible para borrar de la superficie terrestre a esa ralea culpable de tantas crueldades.
Supongo que pensaban, equivocadamente, que uno de los suyos valía mil de los otros.

Sería hasta divertido sino fuera tan tremendamente indignante y triste, que los que son mucho más crueles acusen a los otros de serlo.
Aunque en las dos partes se están cometiendo crueldades, desde mi perspectiva es muy diferente la razón por la que luchan unos (su libertad) y otros (someter a un país).

Los ingleses cuando tienen bajas durante las batallas cuentan "sus" bajas, es decir, cuentan los ingleses caídos, no a los "soldados indígenas" como los llaman ellos, que son, sino todos muchos de ellos, cipayos que por lealtad se quedaron a su lado, descorazonador.

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Bara Imambara
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por 1452 »

Dice la contraportada que ésta es "la gran obra maestra de la autora", yo pienso que De parte de la princesa muerta es su gran obra maestra, pero esta novela es una obra maestra también.

Eso sí, aviso a navegantes, si a uno no le interesa y mucho lo que sucedió en la India, sobre todo en Lucknow, que es el tema principal, y no está muy interesado en el tema de las luchas y las estrategias e intrigas de esas luchas, este libro le puede aburrir soberanamente a pesar de ser un gran libro.

Como bien dice el epílogo,"la revolución de los cipayos no fue ni un motín ni una revolución, sino los prolegómenos de la marcha de los indios hacia su independencia", cosa que sucedió "noventa años después del inicio de la sublevación contra los británicos".
En la ciudad de oro y plata escribió:—¿Cómo pueden explicar estas atrocidades?

En ese final del mes de marzo de 1858, William Russell, el muy respetado corresponsal de The Times de Londres, conocido por sus reportajes durante la guerra de Crimea, paladea su whisky en compañía de algunos oficiales con los que, dos semanas atrás, ha entrado en Lucknow.

—Esos actos se parecen más a manifestaciones de venganza y de miedo que a castigos justificados —insiste—. Parece que los ingleses han olvidado rápidamente todos sus principios en la India.

—¡Y vos, señor, parece que os olvidáis de Kanpur! —replica un oficial temblando de ira—. Jamás la barbarie había alcanzado semejantes cotas, las mutilaciones, la violación de nuestras mujeres indefensas...

—Discúlpeme, pero he estado en Kanpur y he llevado a cabo una minuciosa investigación. Nadie ha sido testigo nunca de que una inglesa haya sido mutilada o violada. Son rumores que han justificado, desgraciadamente, los más terribles excesos por parte de nuestros hombres. Se quedaron horrorizados por esos abominables relatos de los que no he encontrado ni la más mínima prueba, relatos propagados por gentes de Calcuta que se encontraban a centenares de millas de los lugares donde sucedieron los hechos. Incluso he constatado con relativa certeza que las inscripciones en los muros de la casa donde se produjo la masacre fueron hechas después de que Havelock hubiera sitiado Kanpur; hechas, por tanto, por ingleses. Esas llamadas a «vengar las violaciones y las mutilaciones» han vuelto locos a los soldados y les han impelido a masacrar a todos los «negros» que se han encontrado, fuesen mujeres o niños.

Murmullos hostiles acogen sus palabras, pero a Russell le traen sin cuidado, sabe bien que no puede convencer a unos soldados lanzados en plena acción. Su único objetivo es informar a la opinión pública de la metrópoli y refutar las descripciones atroces y calumniosas de la prensa inglesa de Calcuta, que exhorta a la población a reclamar todavía más sangre. Único testigo en el lugar, se siente obligado a alertar a las autoridades de Londres para tratar de frenar, en lo posible, la destrucción y la carnicería.

Para Lucknow, desgraciadamente, es demasiado tarde.

La ciudad, de medio millón de habitantes, está ahora desierta. La población, presa del pánico, se esconderá durante semanas en los bosques vecinos, prefiriendo morir de hambre a arriesgarse a correr la misma suerte que los habitantes de Delhi, de los que se informa que han sido torturados antes de ser ejecutados.

Pero si bien la mayoría de su población ha podido escapar de lo peor, Lucknow la rebelde va a ser destruida. Es necesario castigarla por su larga resistencia, convertirla en ejemplo de lo que supone oponerse al poder británico. La ciudad de oro y plata, el símbolo de la cultura indomusulmana más sofisticado, la ciudad de los mil palacios, jardines, templos y mezquitas, cada cual más bello y más rico, será sistemáticamente devastada, salvajemente saqueada.

William Russell, llegado unos días antes del asalto, había conseguido a duras penas transportar su voluminoso corpachón hasta la terraza del palacio de Dilkushah, desde el cual, estupefacto, había descubierto la ciudad. Y escribió, subyugado:
Ninguna ciudad del mundo, ni Roma, ni Atenas, ni Constantinopla, es comparable a esta asombrosa belleza. Una sucesión de palacios, alminares, cúpulas de azul y oro, columnatas, grandes fachadas de bellas perspectivas y tejados formando terrazas, emergiendo en un sereno océano de verdor que se extiende a lo largo de miles de millas a la redonda. En medio de ese verde luminoso se alzan aquí y allá las torres de esta ciudad mágica. Sus flechas de oro resplandecen al sol, sus capiteles y sus cúpulas brillan como constelaciones. ¿Estamos verdaderamente en Awadh? ¿Es ésta la capital de una raza semibárbara? ¿Es ésta la ciudad erigida por una dinastía corrupta, decadente y vil?

Dos semanas más tarde escribe, horrorizado:
Lucknow es ahora una ciudad muerta. Sus magníficos palacios no son más que miserables ruinas, sus fachadas y sus cúpulas están traspasadas por balas de cañón. Los tesoros de arte y los objetos preciosos que se habían acumulado durante siglos han sido pasto del pillaje y la destrucción por soldados sedientos de oro y «ebrios de rapiña». Destrozan todo aquello que es demasiado frágil o demasiado voluminoso para llevar. El suelo está cubierto de fragmentos de maravillas que los hombres se ensañan en despedazar.

Las escenas de destrucción y pillaje más terribles tienen lugar en los lujosos palacios de Kaisarbagh. Los soldados han descolgado las puertas de madera preciosa y han sacado a los patios baúles cargados de brocados, de alfombras de seda bordadas con perlas, de muselinas tan finas como telarañas que desgarran con frenesí. En cuanto a los chales de cachemira bordados de oro y plata, los hacen quemar para recuperar el metal. Iracundos, hacen añicos las exquisitas colecciones de jade, los espejos de Venecia y los candelabros de cristal y arrojan a grandes hogueras los delicados muebles con incrustaciones de marfil o de nácar, los instrumentos de música, los estuches de carey y miles de manuscritos antiguos iluminados ignorando su inestimable valor. En cambio, se disputarán todo aquello que es de metal o de piedras preciosas, vajillas de oro y plata y joyas abandonadas en su huida por las mujeres aterrorizadas. Para extraer los rubíes y las esmeraldas, reducen a pedazos las armas cinceladas con toda belleza, escudos damasquinados, sables y dagas antiguas, desgarran las sillas de los caballos y los elefantes reales con el fin de arrancar las perlas y las turquesas, destruyendo todas sus maravillas, testigos de una de las civilizaciones más refinadas del mundo.

Llegan incluso a arrancar las placas de oro fino que recubren la cúpula del palacio de Chattar Manzil. Centenares de kilos que acabarán en el mercado de Londres, donde su venta, consideradas como trofeos, alcanzará sumas insospechadas.

Las mezquitas y los templos son también profanados. En el interior de la espléndida mezquita anexa al Bara Imambara, los soldados británicos, totalmente borrachos, bailan la giga, y los sijs, saboreando su revancha sobre los odiados musulmanes, encienden fogatas.

Incluso las viviendas pobres, en las que no hay nada que robar, son saqueadas «¡Para que aprendan!». En efecto, como lo expresa con perspicacia el corresponsal de The Times: «Para esos soldados, lo peor es que la insurrección fue obra de una raza sometida, de hombres negros que se habían atrevido a derramar la sangre de sus amos».

Y el pueblo indio, ¿qué pensaba de la forma en la que actuaban los blancos?

Una noche, cuando su criado estaba a punto de poner la mesa, Russell le planteó esa pregunta.

Tras asegurarse de que su amo no se enfadaría, el hombre respondió:
—¿Veis esos monos, sahib? Parece que están jugando, pero el sahib no sabe a qué juegan ni lo que van a hacer después. Pues bien, el pueblo contempla a los ingleses como contempla a los monos: como sabe que sois fuertes y feroces no se atreven a reír. Pero os ven como criaturas llegadas para hacer daño, aunque no puedan comprender ni las acciones ni los motivos.

* * *

El saqueo de la capital durará más de un mes. Cuando, cargado de toneladas de botín, el ejército termina por retirarse, Lucknow es una ciudad fantasma en la que los buitres se alimentan de restos de cadáveres en los jardines saqueados y los palacios en ruina.

Poco a poco, sus aterrorizados habitantes regresarán, se desescombrarán las ruinas y se reconstruirá la ciudad.

Pero el esplendor de la ciudad de oro y plata y, sobre todo, su espíritu de frivolidad y de hedonismo, su generosidad, sus maneras delicadas y sutiles, todo lo que otorgaba a Lucknow la calidad de vida más exquisita con la que se pudiera soñar ha desaparecido para siempre.
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William Russell
Última edición por 1452 el 06 Mar 2013 20:25, editado 3 veces en total.
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por emedoble »

1452, muy buenos comentarios de esta novela :D

A mí me has animado al menos a tenerla en cuenta, porque nadie más la había leído y las otras novelas de Kenizé Mourad no han tenido muy buena acogida, así que creo que aquí vuelve a acertar por lo que comentas.

Supongo que efectivamente el trasfondo histórico al menos debe resultarte llamativo, pero en De parte de la princesa muerta se fundía perfectamante con la historia de los personajes y no resultaba pesado.
Leído: El palazzo inacabado. Arte, amor y vida en Venecia
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por 1452 »

Ésta es más densa que De parte de la princesa muerta, Emedoble, está muy centrada en las luchas entre los ingleses y los indios, y la mayor parte de sus páginas son descripciones de batallas y sus consecuencias en diferentes partes de la India, estrategias, alianzas y rupturas de éstas, etc. Es por esto por lo que pienso, como dije antes, que a pesar de ser un gran libro a muchos les puede parecer una lectura pesada e incluso aburrida. No es tan fácil de leer, vamos a decirlo así, como De parte de la princesa muerta.

De las otras novelas de Mourad no puedo opinar, sólo he leído ésta y De parte de la princesa muerta, y las dos me han parecido muy buenas.
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por emedoble »

Ah, en ese caso sí que te tiene que interesar más el tema :roll:
Lo tendré en cuenta :wink:
Leído: El palazzo inacabado. Arte, amor y vida en Venecia
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por 1452 »

¡Qué pena que no la haya leído nadie! Yo estoy pensando en releerla este año.
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por 1452 »

Pues dicho y hecho, me pongo con la relectura, regreso de nuevo a Lucknow, la Constantinopla de la India :D.

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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por 1452 »

Kenizé Mourad escribió:En 1856, la Compañía Inglesa de las Indias Orientales gobierna en la India.

En menos de un siglo, esta asociación de mercaderes, que, como las Compañías francesa, holandesa o portuguesa, había obtenido el derecho a comerciar a partir de pequeños puestos costeros, comienza a inmiscuirse en las disputas entre los soberanos indios que proclamaron su independencia en el crepúsculo de poder del Imperio mogol. Les ofrece sus buenos oficios y sus tropas armadas a cambio de ilimitados derechos de comercio y de enormes retribuciones y se permite intervenciones cada vez más brutales en la política de los estados que se supone que debe proteger.

Muy pronto termina por controlar, directa o indirectamente, todos los estados de la India. Entre 1756 y 1856, y en nombre de la Corona británica, la Compañía se anexiona casi un centenar, lo que se correspondería con dos tercios de la superficie del país y las tres cuartas partes de su población. Los estados restantes —en la creencia de que es más eficaz no anexionarlos, sino dejarlos en manos de sus rendidos soberanos, dóciles por necesidad— están, en realidad, también bajo su dominio.

Es en estos primeros días de enero de 1856 cuando tiene lugar el caso del reino de Awadh, el más rico del norte de la India.
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Re: En la ciudad de oro y plata - Kenizé Mourad (Histórica)

Mensaje por 1452 »

Cada vez que leo este libro me hierve la sangre.
El deber de la Compañía es velar por el bienestar de la población de la India y protegerla contra los soberanos indignos. Nuestra lucha es la del bien contra el mal, la anexión de Awadh es un deber moral.

:fuck2:

Los británicos quieren anexionar Awadh como sea, y no precisamente para proteger a nadie de nada, sino para hacerse con todas las riquezas que hay allí. ¡Qué hipócritas son! ¡Con todo lo que le deben a Wajid Ali Shah! Y no sólo a él.


El palacio del rey en Kaiserbagh
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Wikipedia escribió:Wajid Ali Shah (1822–1887), the last nawab of Awadh, wrote a popular bhairavi thumri "Babul Mora Naihar Chhooto Jaye", where he likens bidai to death, and his own banishment for his beloved Lucknow:

बाबुल मोरा, नैहर छूटो ही जाए
चार कहार मिल, मोरी डोलिया उठायें ...
मोरा अपना बेगाना छूटो जाए | ...
आँगना तो पर्बत भयो और देहरी भयी बिदेश ...
जाए बाबुल घर आपनो मैं चली पीया के देश | बाबुल मोरा ...

Translation: My father! I'm leaving home.
The four bearers lift my doli (palanquin) (here it can also mean the four coffin bearers). I'm leaving those who were my own.
Your courtyard is now like a mountain, and the threshold, a foreign country.
I leave your house, father, I am going to my beloved.

The expression is found in the Sanskrit texts also. In Abhijñānaśākuntalam the sage Kanva, who had adopted Shakuntala, mourns:

यास्यत्यद्य शकुन्तलेति हृदयं संस्पृष्टमुत्कण्ठया ...
ऐक्लव्यं मम तावदीदृशमिदं स्नेहादरण्यौकसः
पीड्यन्ते गृहिणः कथं नु तनयाविश्लेषदुःखैर्नवैः||६||

Shakuntala must go to-day, I miss her now at heart ...
What must a father feel, when come
The pangs of parting from his child at home?

Enlace



En la ciudad de oro y plata escribió:Los enfrentamientos entre comunidades religiosas, que de vez en cuando agitan los otros estados, no se conocen en Lucknow, donde los soberanos jamás han discriminado a sus súbditos. Ellos mismos, musulmanes chiitas, siempre han seguido la política de designar habitualmente para los puestos más importantes a musulmanes suníes y a hindúes, que representan la mayoría de la población. También les gusta congregar a sabios de diferentes creencias, para discutir problemas religiosos, siguiendo así el ejemplo del más grande soberano de la India, el emperador mogol Akbar. Éste, ya en el siglo XVI, invitaba en la capital de Delhi a representantes de distintas corrientes de pensamiento a debatir ante él con vistas a fundar una religión universal concebida para unir a todos los hombres. De ahí surgió la Din-i-Ilahi, una ideología sincretista que tomaba prestadas ideas del islam, del budismo, del cristianismo y del hinduismo, en una época en la que en España, Portugal e Italia la Inquisición hacía estragos y en la que las guerras de religión desangraban a Francia.
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