Limpiador de ventanas de oficinas (Relato)

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luft
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Limpiador de ventanas de oficinas (Relato)

Mensaje por luft »

El no muy joven G. Wolf terminó, sorprendentemente, todas sus arduas labores antes de la llegada del mediodía. Se encontraba, por lo tanto, de muy buen humor así que decidió salir para comer algo; normalmente no terminaba sus tareas cotidianas antes de las cuatro o las cinco de la tarde por lo que no tenía ni un precario minuto para comer.

Wolf salió de su oficina, saludando amablemente a sus sorprendidos empleados, en busca de algún buen restaurante cercano; puesto que no acostumbraba tener tiempo suficiente para comer en los horarios laborales, no conocía absolutamente ningún restaurante de la zona.

A penas al salir del edificio donde trabajaba divisó en el cielo un monumental nubarrón negro que amenazaba la ciudad con una violenta tormenta. Wolf, por lo tanto, apresuró su marcha. A pocas calles de distancia encontró un arcaico y casero restaurante italiano, con una agradable y amena calidez rústica, que animó su famélico estómago excitado por aquellos deliciosos aromas presentes. En el restaurante, llamado “Piccolo Delirio”, un amable anciano con un pronunciado acento italiano lo atendió gentilmente. Wolf entusiasmado (especialmente por el olor a pan recién hecho en algún horno de leña) ordenó unos canelones, que era su platillo predilecto de la gastronomía italiana, con una generosa porción de pan caliente. Sin embargo optó por no comer en el restaurante si no llevar el apetecible tesoro a su espaciosa oficina donde estaría más cómodo y podría evitar la tormenta venidera. Al regresar a su puesto de trabajo, silbando alegremente, ingresó en su oficina donde se quitó su chaqueta y sus zapatos. Posteriormente despejó viejos e inútiles papeles que se encontraban en su escritorio y posó los canelones y el pan aún caliente; se sentó cómodamente. Antes de probar el primero bocado le pidió a su secretaria que nadie lo molestara mientras estuviera comiendo. Tras esto tomó ansiosamente los cubiertos y los hundió en aquel humeante platillo casero; su boca se derretía con solo sentir el delicioso aroma que reinaba en su oficina. Sin embargo escuchó repentinamente un molesto sonido proveniente de su ventana. Se percató, entonces, que afuera había un hombre colgado de un arnés que limpiaba su ventana con fruición. Wolf, en ningún momento, había visto a aquella notoria figura que se encontraba en la ventana, probablemente por el hambre feroz que lo poseía. Aquel hombre, visiblemente incómodo y adolorido por los arneses que lo aferraban fuertemente, limpiaba su sucia ventana con gran dificultad: el sudor recorría lentamente, desde la parte superior de su cabeza, sus mejillas, algo enrojecidas, y caían al vacío absoluto; su brazo se encontraba tan entumecido que se veía constantemente obligado a detener momentáneamente su labor para estirarlo y acariciarlo.
Wolf permaneció, por algunos instantes, observando cómo el pobre hombre dejaba, casi literalmente, su piel para limpiar sus insignificantes ventanas, pero, casi inmediatamente, se sintió profundamente avergonzado, sin saber dónde poder posar la mirada.
La idea de sencillamente ignorarlo y comer tranquilamente sus canelones lo pondría en una situación posiblemente más embarazosa e incómoda: sería, indudablemente, una falta de respeto frente a aquel honesto trabajador. Si, en cambio, permanecía observándolo fijamente sería aún peor: sería una burla a su dignidad. Pensó, entonces, en decirle que se tomara un descanso y darle algo de dinero, a través de la ventana, para que pudiera comprarse algo de comer; pero eso sería otra gran insensatez : aquel hombre sólo realizaba su trabajo y no sería de buen gusto ofrecer limosna alguna. Wolf, molesto, pensó luego que no debía de sentirse avergonzado o incómodo en aquella situación puesto que su trabajo también era muy difícil y cruel por veces; ahora merecía descansar y comer en paz sus canelones que ya se enfriaban. Mientras cavilaba aquello tensamente, se colocó con disimulo sus zapatos.
Entonces, casi en un acto instintivo, optó finalmente por descolgar el teléfono y fingir realizar una llamada de suma importancia, por lo menos hasta que el limpiador finalizara su trabajo.

Pasaron los minutos y el hombre continuaba incesantemente limpiando su ventana que ya no presentaba suciedad alguna. “¿Es posible que un ser humano tarde tanto limpiando una miserable ventana?” pensaba Wolf mientras fingía seguir hablando de algún asunto importante.

El tiempo seguía transcurriendo y la escena no había variado en lo absoluto, excepto por el hecho de que parecía que el trabajador limpiaba con más violencia e ira. Wolf, ya desesperado, notó que la tormenta había finalmente llegado. La lluvia, cruel e implacable, caía con fuerza y los truenos retumbaban fuertemente el lugar. El hombre, empapado mientras miraba a Wolf fijamente a los ojos, continuaba limpiando con fruición, (a pesar de la poca utilidad de hacerlo en aquel clima) hasta tal punto que parecía poseído por algún demonio de la limpieza o del odio.
Wolf entonces, sumido en la vergüenza, se levantó, se colocó su chaqueta y salió rápidamente como si una importante reunión lo esperase. Pero antes, y sin que el trabajador se diera cuenta, tiró los canelones a la basura.
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Berlín
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Re: Limpiador de ventanas de oficinas (Relato)

Mensaje por Berlín »

que perturbador! ¿que le ocurría al limpiador de cristales?

interesante relato. Lo peor: los pobres canelones.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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lucia
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Re: Limpiador de ventanas de oficinas (Relato)

Mensaje por lucia »

Se me ha hecho rarísima la situación, mas que nada porque en mi oficina hay varias personas que comen mientras trabajan y no tienen comidas de tarro de esas.

Al limpiador lo que probablemente le haya molestado es darse cuenta de que el otro le estaba mirando fijamente.
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depastadura

Re: Limpiador de ventanas de oficinas (Relato)

Mensaje por depastadura »

Pues yo no sé porqué el relato está enfocado de tal manera que parece que el que trabaja mucho siempre es el de la oficina, es más feliz y la actitud que tiene el personaje es como si su posición fuese superior.

Hay que huir :dragon: de estos estereotipos, que están ya muy trillados.
karen mendoza prada
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Re: Limpiador de ventanas de oficinas (Relato)

Mensaje por karen mendoza prada »

:o Me resulta perturbador, aun que no sé que pensar, pero reconozco que ha estado interesante :boese040:
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