Nació en Sanlúcar de Barrameda en 1968. Este gaditano debe tener una habitación dedicada en exclusiva a los galardones recibidos tanto por relatos como por novelas, en total más de cien o eso dicen por la red. Tiene publicados varios libros de cuentos y tres novelas. Los libros de cuentos: "El vigilante de la salamandra", "Métodos de supervivencia", "Las interioridades", "Los arácnidos", "El menor espectáculo del mundo". Las novelas: "La hormiga que quiso ser astronauta", "Las corrientes oceánicas" y "El mapa del tiempo". Algunos de sus premios: Tiflos, Gabriel Aresti, Miguel de Unamuno, Premio Iberoamericano de relatos Cortes de Cádiz, Luis Berenguer, Ateneo de Sevilla.
¿Cómo encontré yo a Félix o, mejor dicho, su obra? En la biblioteca del Alcazar de Toledo, buscando libros de relatos que hubieran sido premiados. De todo lo que encontré entonces, rondaba el 2005, sólo recuerdo un libro que me había gustado, "Las interioridades". Me quedó grato recuerdo del libro de relatos y no olvidé el nombre del autor.
Recientemente encontré en la página de Anika entre libros una reseña de "El menor espectáculo del mundo", y aquí me teneis, con el libro comprado y leído.
Lo que dice la contraportada.
¡Damas y caballeros, bienvenidos al menor espectáculo del mundo!
Aguanten la respiración y sean testigos de los prodigios más sorprendentes: conozcan al increíble hombre que se comunica con un fantasma escribiendo mensajes en la puerta del servicio de un bar, a la extraordinaria gata enamorada de su vecino, al vendedor de enciclopedias que acaba suplantando al hijo de una de sus clientes, a la fabulosa niña que recibe cartas de su muñeca perdida, al asombroso hombre que se desdobla con cada decisión que toma, y toda una troupe de criaturas maravillosas que harán las delicias de toda la familia. Sólo un autor tan fantástico como Félix J. Palma podría realizar un triple salto mortal para encontrar el lado más absurdo de nuestra existencia, y conducirnos, con una escritura imaginativa, sembrada de hallazgos e imágenes inolvidables, hacia ese territorio mágico donde conviven la poesía y el delirio, la melancolía y el humor. Pasen y lean señoras y señores, estas nueve historias sobre el tema más universal de la literatura, el amor, el menor espectáculo del mundo, porque sólo puede ser visto por dos espectadores al mismo tiempo. ¿No oyen el redoble de tambores?
La prosa de Félix es de lectura fácil y rápida, con un lenguaje amplio pero sencillo. Utiliza en su mayoría la primera persona haciendo que el protagonista de la historia sea el narrador, en seis de los nueve relatos, y en tercera persona en los tres restantes. Sólo en uno de los relatos el personaje-narrador es una mujer. Apenas utiliza el diálogo. Todos los relatos comienzan y se desarrollan en lugares y circunstancias en que cualquiera de nosotros nos podríamos encontrar, comunes, cotidianos. Pero el giro fantástico, dramático o absurdo que suelen tomar ya es otra historia.
Ese espectáculo que en la contraportada dice poder ser presenciado tan sólo por dos espectadores al mismo tiempo, al leer los relatos se me antoja aún más restringido. Lo que Félix nos presenta es la parte del amor que tan sólo puede ver uno de los dos, lo que se guarda para sí en lo más recondito. En los distintos relatos se acerca al tema del amor desde diferentes ángulos: la cotidianidad, lo sorprendente, lo ridículo, el humor, la fantasía, la ternura... Pero además del tema del amor, en cada relato encontramos otros temas, otras reflexiones.
El país de las muñecas.
La niña que recibe cartas de su muñeca perdida. En él, a parte de la historia interna de un padre que ve cómo se aleja su esposa, tenemos la maneras enfrentadas de afrontar la situación del padre y de la hija. Y es la niña quien le da una lección al padre en ese sentido. ciertamente en ocasiones no somos nada adultos. En este relato Félix vuelve a hacer algo que ya encontré en Las Interioridades, presenta al lector un hecho dramático, violento, sin contarlo, con un minúsculo detalle, en un "hago con que no lo digo pero lo solté", al final, dejando una sensación de sorpresa por lo inesperado que casi te hace volver a leerlo para asegurarte de lo que has interpretado. |
Margabarismos.
El joven que se comunica con un fantasma en la puerta del servicio. además de la historia de distanciamiento conyugal, aborda cómo la monotonía la costumbre hacen que olvidemos a veces lo que de veras queremos, lo que nos hace felices. Las situaciones absurdas en que se sitúa el personaje hacen de éste un relato muy ameno. |
Una palabra tuya.
La sonrisa no se me quitaba de los labios al encontrar la absurda situación en que estaba el torpe marido de la historia. Y al tiempo, el absurdo coincide con lo heroico casi épico. Estas mezclas que hace el autor me parecen geniales, quitándole importancia a las cosas graves y convirtiendo en importantes las absurdas. |
Maullidos.
Me ha recordado mucho a un cuento de Maupassant que dio nombre a mi gato, Misti, un gato muy celoso. Un toque de fantasía que deja al final una sensación de inquietud. No obstante, el recuerdo del de Maupassant hace que pierda su originalidad. |
Un ascenso a los infiernos.
La historia de un trozo del final de las vidas de tres ancianos contada desde la experiencia de uno de ellos. Es mi preferido aunque no tiene el absurdo, la fantasía de los demás. Es una historia muy tierna en la que el autor se mete en la piel de un anciano con un acierto y una delicadeza que me han parecido admirables. |
El síndrome de Karenina.
En él se convierte una comida familiar difícilmente soportable, en un momento excitante por el descubrimiento de un secreto por parte del protagonista. Nos muestra esa sensación de poder que uno parece tener cuando conoce algo que los demás parecen ignorar. Nos muestra también la inquietud que se puede sentir cuando el secreto nos deja en posición dudosa. Un toque de intriga al final que le queda muy bien. |
El valiente anestesista.
El único en que Félix toma la voz de una mujer como protagonista. Apariencia de monólogo. Una madre que al tiempo le cuenta a su hija un cuento y una triste y vergonzosa realidad. |
Las siete vidas (o así) de sebastián Mingorance.
Este es el que menos me ha gustado. El personaje se desdobla con cada decisión que toma entre dos posibles alternativas y nos va relatando en el mismo tiempo y compartiendo espacio las diferentes historias según las diferentes decisiones. Un pequeño lío, aunque sea una forma curiosa de plantear cómo con nuestras decisiones cambiamos nuestro futuro. |
Bibelot.
El vendedor de enciclopedias que suplanta la identidad del hijo de una anciana. Nos presenta un lado muy humano y caritativo de la extraña y ficticia relación que se forma entre tres personas completamente desconocidas. |
Libro recomendable por lo sorprendente, por lo ingenioso, por esas mezclas imposibles, por el humor, en fin, que os lo recomiendo.