Feliz navidad...para algunos.

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1452
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Feliz navidad...para algunos.

Mensaje por 1452 »

Damián se sentó a la mesa. Las mismas personas del año pasado, la misma comida de hace
trescientos sesenta y cinco días, la única diferencia parecía estribar, en que el Damián del año
pasado tenía treinta y tres años y éste de hoy, ya había cumplido treinta y cuatro.
Antes de empezar a dar buena cuenta de la sopa aguada, Julia pidió que le dejaran bendecir la
mesa. Él, por respeto que no por ninguna clase de fe o creencia, en un dios que suponía sordo y
ciego, juntó sus manos y cerró los ojos, para escuchar con los dientes apretados la plegaria de
agradecimiento de su compañera de mesa. Cuando ésta terminó, la miró fijamente como si la
viera por primera vez y se dio cuenta de que en un solo año había envejecido como si hubieran
transcurrido diez. Su rostro ajado hablaba de cientos de historias, ninguna de ellas feliz, por cierto
y sus ojos verde esperanza parecían contener toda la tristeza del mundo, sin embargo, allí estaba
una navidad más, dándole las gracias a un dios que ni siquiera sabía que ella existía.
-¿Qué tal Serafín? -le preguntó.
-Sigue en la UCI, no me... -se interrumpió y rectificó rápidamente-... no le dan demasiadas
esperanzas.
-Lo siento -le dijo Pedro- no lo sabía. ¿Qué le sucedió? -Julia lo miró con las lágrimas contenidas.
-Dejemos ese tema para después de la cena, al menos disfrutemos de una hora de paz, que es la
única que parece ser nos queda.
Todos asintieron en silencio y se llevaron la primera cucharada de mejunje navideño a la boca.
Como todos los años que Damián alcanzaba a recordar, durante aquel primer plato no hablaron
mucho; era durante el segundo, que solía ser pollo al horno con patatas acompañado de un vaso
de vino, cuando se desataban las lenguas y contaba, cada uno de ellos, como le había ido
durante los meses anteriores.
El primero en empezar a hablar fue Andrés. Hacía tres meses que había intentado reconciliarse
con Luisa, pero esta ya había conocido a otro hombre que le había reemplazado en todos los
aspectos, incluso en el de sufridor padre de Laura, una adolescente rebelde con problemas de
autoridad, como todos los adolescentes, recalcó Andrés, intentando suavizar la realidad. Todos le
animaron, diciéndole que ya encontraría a una mujer mucho mejor y más digna de él, que esa
arpía que le había exprimido a base de bien quitándoselo todo, aunque sabían que pocas mujeres
se fijarían en él.
Poco después, fue el turno de Juan. Era un tipo envidiable, había pasado las de Caín en los
últimos tres años, pero jamás veías en su rostro un gesto de abatimiento o pesar, como siempre
decía, las únicas pertenencias que le quedaban en esta vida eran la esperanza y su sonrisa y no
estaba dispuesto a perder ninguna de las dos. Como el soldado en la trinchera que se aferra a su
última bala, creyendo que será la que le salve la vida, él se aferraba a su fe en el futuro, sabiendo
que era lo único que le impedía tirarlo todo por la borda.
Hacía tres años lo había perdido todo; su empresa, su familia y su dignidad. Dos años después, lo
único que pudo salvar de aquella bancarrota, fue su dignidad. Su familia, no quiso saber nada
más de él en cuanto los millones que amasaba cada mes, desaparecieron como por arte de
magia. Siempre decía con un deje de resignación: “Mejor sólo que mal acompañado”.
Así fue pasando la noche, historia tras historia, hasta el brindis con sidra, que eran los últimos
quince minutos que pasábamos juntos, después cada uno se retiraba a su “hogar”.
-¿Y tú, Damián? ¿Qué has estado haciendo? -preguntó Julia.
La miré con cariño y agradecimiento, porque sabía que realmente se preocupaba por mí y me
tenía un cariño especial.
-Poca cosa. Me ofrecieron hace dos meses un trabajo para guardar una obra. Deben contratar
guardias de seguridad cualificados, pero la mitad de las obras no lo hacen y contratan a
cualquiera que pueda solucionarles la papeleta por menos dinero.
-¡Eso es fantástico! -exclamó Jorge.
-¿Cómo te va? -inquirió Julia.
-Bien, muy bien -decidí que la mentira no le haría daño a nadie. Aquella noticia era una veta de luz
entre tanta oscuridad como soportábamos.
-¿Y como es que has venido esta noche? -me miró sorprendida.
-Lo había prometido, ¿recuerdas? -ella me sonrió pero sin alegría.
Cada navidad brindábamos con la misma frase, mitad promesa, mitad deseo:
-Porque el año que viene sigamos todos vivos y podamos compartir esta noche.
Aquella noche fue diferente, no hicimos nuestro brindis habitual sino que se decidió que lo que
realmente merecía el entrechocar de nuestros vasos, era mi empleo. Creo que lo hicieron para
liberarme de mi promesa.
Contrariamente a lo que el sentido común dicta, los más generosos suelen ser aquellos que nada
tienen.
Media hora después, echado sobre mis cartones en aquel cajero del “BBVA”, que suelen ser los
más amplios y cómodos de todos, decidí no acudir a la cita del año siguiente. ¿Cómo explicaría
entonces, que había rechazado el único trabajo que me habían ofrecido en años? No lo
entenderían, un trabajo era el milagro por el que todos ellos rezaban cada noche en su banco,
cartón o acera, sin embargo, yo no quería entrar de nuevo en aquella sociedad que doce años
antes me había despreciado. Prefería morir de lo que fuera, antes que morir de hipocresía.
Si volvía al mundo “normal”, volvería a la mentira de cada navidad o nochebuena, donde en las
casas de todo el mundo, se come hasta el hartazgo manjares pagados con gran esfuerzo porque
se venden por el triple de lo que valen cualquier otro día. ¿Qué celebran esas personas? ¿El
único día del año en que comen langostinos? ¿El único día en el que ven a unos hijos, que hace
ya mucho tiempo se disociaron de los achaques de la vejez de sus padres? ¿El único día en que
su nieto no solo va a pedirles la propina sino que va a compartir su mesa que el resto del año
parece maldita? Personas que durante el resto del año no se preocupaban de si te habías muerto
o no, el veinticinco de diciembre eran las más obsequiosas y empáticas, con tus pequeñas
miserias diarias.
A todas esas personas tampoco les preocupaba el frío porque tenían calefacción central en su
casa, pero eran muchos los damianes del mundo, que morían en esa época del año.
Para los ateos de banco y cartón, la razón era el frío extremo de algunas regiones de España,
para los creyentes de metro y periódico, se morían de soledad. Los científicos callejeros decían
que era a causa de una mísera alimentación, por lo que los demás elementos se volvían letales.
Frío, hambre y/o soledad, Damián pensó, que muchos elegían para morir, el día que el salvador
eligió para nacer y no es que lo hicieran en silencio, sino que con los villancicos no se podía
escuchar su último suspiro.
Antes de dormirse , le pegó un último vistazo al cartel que el banco había colgado en la puerta de
entrada, como deferencia hacia sus clientes:
-Feliz Navidad -leyó Damián en voz alta con sarcasmo y añadió- para algunos.
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dualidad101217
Me estoy empezando a viciar
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Comentario a 1452

Mensaje por dualidad101217 »

Aloja,

Aunque el mensaje es contundente, me ha quedado suelto de que vive Damian.

Este detalle: "-ella me sonrió pero sin alegría" me pareció una perla, justito en su medida y hace todo un ambiente y todo un concepto. Como así también la sentencia: "Contrariamente a lo que el sentido común dicta, los más generosos suelen ser aquellos que nada
tienen"

Un abrazo.
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Askat
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Mensaje por Askat »

Triste, pero cierto. La mayor parte de los que están en esa situación quieren salir de ella, pero les asusta -o asquea- tanto el mundo "normal" que rechazan las pocas oportunidades que se les ofrece.
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1452
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Mensaje por 1452 »

Hola Askat, Dualidad...
...es verdad que no he concretado la forma en la que Damián, ni ninguno de los demás vive, porque no quería entrar en tanto detalle. Era más una exposición general, que una historia personal y consideré que no hacía falta para transmitir lo que quería. Pero quizá, no hubiera venido mal un pequeño apunte en esa dirección, como tú dices, Dualidad.

...cierto Askat. A muchos les asquea el mundo "normal" y lo entiendo perfectamente. Será un mundo "normal" el nuestro, pero no debería ser normalidad, que alguien tenga que dormir en un banco de un parque o tener que beber vino para calentarse el cuerpo, por no tener acceso a ninguna otra fuente de calor y supongo que también para olvidar, ¿quién no querría olvidarse de un mundo que se ha olvidado de él?
Hubo hace un tiempo una imagen que me sobrecogió (sé que las hay peores). Estaba de vacaciones en mi tierra, León y allí las temperaturas en invierno son mortales. Me llevaron a rastras a "El corte inglés". A lo largo de la avenida donde está situado, había a ambos lados, una especie de lamparitas, montadas sobre unos tubos de metal, de una altura de poco más de medio metro, aproximadamente. Bien, pues había un hombre pidiendo y cada pocos minutos tenía que acercar las manos a esos focos, porque si no se le cortaban de frío.
Luego están, las personas que los miran por encima del hombro...éstos deberían recordar, que la vida es como una rueda y que todos, absolutamente todos, como hoy estamos a "este lado", mañana podemos estar "del otro" y que quizá hoy tenemos una casa, una familia y una vida "normalizada", pero mañana, puede ser muy distinto.
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Askat
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Mensaje por Askat »

1452 escribió:Hola Askat, Dualidad...
...es verdad que no he concretado la forma en la que Damián, ni ninguno de los demás vive, porque no quería entrar en tanto detalle. Era más una exposición general, que una historia personal y consideré que no hacía falta para transmitir lo que quería. Pero quizá, no hubiera venido mal un pequeño apunte en esa dirección, como tú dices, Dualidad.
Yo creo que no le hace falta. Es mucho más impactante así. Te imaginas una cena de navidad de familia no muy unida o de amigos solos; por eso mismo, el final es un mazazo más fuerte.
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1452
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Mensaje por 1452 »

Askat escribió: Yo creo que no le hace falta. Es mucho más impactante así. Te imaginas una cena de navidad de familia no muy unida o de amigos solos; por eso mismo, el final es un mazazo más fuerte.
¡Eso es precisamente lo que quería conseguir, Askat!Pero no tenía muy claro si lo había logrado.
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Askat
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Mensaje por Askat »

1452 escribió:
Askat escribió: Yo creo que no le hace falta. Es mucho más impactante así. Te imaginas una cena de navidad de familia no muy unida o de amigos solos; por eso mismo, el final es un mazazo más fuerte.
¡Eso es precisamente lo que quería conseguir, Askat!Pero no tenía muy claro si lo había logrado.
¡Prueba superada! :wink:
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lucia
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Mensaje por lucia »

las únicas pertenencias que le quedaban en esta vida eran la esperanza y su sonrisa y no estaba dispuesto a perder ninguna de las dos.
Esta frase me ha encantado, pero después de leer tu poesía es como si le faltase algo al texto :? aunque luego es como dice Askat, un mazazo más fuerte al final.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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nosin
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Mensaje por nosin »

Me ha gustado mucho. Muy emotivo el contenido :(
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Srta. Hepburn
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Mensaje por Srta. Hepburn »

Pues me ha gustado, me ha conseguido sumergir en la historia y es realmente realista y sobrecogedora, nunca me plantee la cuestion de que ellos mismos quieran olvidarse del mundo que en su dia le dio la espalda, ...

Una pequeña historia personal:

En mi calle actual siempre hubo un hombre que tenia un puesto callejero de articulos que recogia de la calle, siempre que lo veia nos saludabamos pero nunca me acerque, ya sea por prisa o por timidez.

Un dia, un Domingo creo recordar, eran las siete de la mañana e iba a trabajar y estaba despierto le di cierta cantidad de dinero y los buenos dias, deseandole un buen café, y nunca mas le volvi a ver, aquel dia desaparecio el, y a los pocos dias todas sus cosas...siempre me pregunto que habra sido de el.

Siento haberos contado mi aburridilla historia, :)
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1452
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Mensaje por 1452 »

Eloísa, no es aburrida para nada. Es un pequeño retazo de vida, de una de las tantas personas que viven olvidadas en este planeta.

Yo recuerdo con especial cariño, a un hombre de unos 50 años o por ahí, con una sonrisa en la boca y en los ojos una tristeza, que parecía contener todo el dolor del mundo, tocando el violín en la esquina de un pasadizo. Cada día cuando salía por la mañana de mi despacho, le dejaba unas monedas en la funda del violín puesta en el suelo y él me dedicaba algo que no tiene precio...una enorme sonrisa y un destello de alegría en la mirada.
Nunca olvidaré a aquel hombre. Que por cierto, he de decir, tocaba el violín de una manera prodigiosa y te trasladaba con su música a otro lugar muy distinto de aquella esquina perdida.
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Srta. Hepburn
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Mensaje por Srta. Hepburn »

En el centro de Sevilla se pone un violinista que es asombrosamente bueno...me quedaria horas escuchandole,...a veces se pone con el un violonchelista...que buenos, me encantan.

Son los pequeños detalles del dia a dia lo que me hacen, o nos hacen mejor dicho, seguir adelante cada dia.

Me suele pasar en mi trabajo donde el ambiente, sueldo y horas son infumables pero es vocaciones y lo que me hacen sentir es impagable.
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jose2v
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Re: Feliz navidad...para algunos.

Mensaje por jose2v »

:ojos4:
Soñar... ¡Donosa locura!

Blanca de los Ríos Nostench.

Erase una persona tan despistada que se quedó una semana en su casa encerrada pues sus llaves no encontraba.
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