Hasta que la muerte nos una (relato)

[Escritoradesueños]

Hasta que la muerte nos una



Estaba hermosa, como el día en que nos casamos, como cuando mecía a nuestro primer hijo en sus brazos y luego a un segundo. Radiante como cuando reía ante mis chistes malos o le hacía algún regalo.
Solo que ahora el escenario era distinto. No había risas, solo llanto. No había alegría, solo dolor. Ella reposaba dentro del ataud, podía ver su petreo y fino rostro blanquecino a través de el cristal, sus manos una sobre otra indicaban su descanso eterno. Parecía un ángel.
Que tristeza, mi Amalia me había dejado para siempre.
Al saber que ella no volvería y que quizás la muerte solo era la NADA busqué la forma de reunirme con ella. Investigué en miles de libros hasta que al fin encontré algo que parecía interesante. Hablaba sobre una Orden Secreta. Ellos prometían regalarte la eternidad o hacer que te reunieras con algún ser querido fallecido. Aquello era una patochada, una fantasía ¿Pero que tenía que perder?
Tras documentarme a fondo, me pertreché con un mapa y una linterna. Salí en mitad de la noche, dejando a mis dos crios durmiendo en sus camas.
Conducí nervioso y apresurado por aquella vieja y oscura carretera. No fue tan dificil encontrar aquel lugar, parecía una especie de Santuario medio derruido.
No podía pensarlo mucho, hacía bastante frio y con la esperanza débil de reunirme de nuevo con Amalia, entré en aquel lugar con aspecto de templo en ruinas.
Me adentré en aquel lugar, sorteando los escombros e intentando vislumbrar algo en la oscuridad.
Mis ojos crispados y al acecho buscaban sin cesar a algún ser viviente. Al fin un hombre, cubierto con una capa negra, vino hacia mi, me hizo seguirlo.
Sentí un escalofrio terrible recorriéndome el cuerpo entero y acalambrando una de mis piernas, aun así caminaba tras él sin detenerme.
Se abrió una puerta y me vi metido en un laboratorio lleno de hombres con bata blancaque caminaban de un lado hacia otro sin cesar. Parecía que no se percatasen de mi presencia, pues seguian a lo suyo y ninguno me miraba siquiera. Los observé con detenimiento. Envueltos entre cubetas y liquidos coloridos que hacían desprender humo.
- ¿ A que vino, Señor? -me preguntó uno de esos hombres con aspecto de doctor-
- Quiero recuperar a mi esposa muerta.
Todos pararon en su labor y pusieron sus ojos en mi.
Aquella noche fue dificil, fue larga.
Desenterraron el cuerpo de mi esposa y lo trajeron hasta aquel laboratorio blanco y pulcro. Cuando al fin abrieron el ataud abracé su cuerpo medio descompuesto, un gusano salía de sus fosas nasales. Su bigote había crecido, parecía un hombre. Quise ver sus ojos de nuevo, abrí sus párpados y solo pude ver uno de ellos, en el otro solo había un agujero bañado en sangre putrefacta. La amaba tanto que aun así, me parecía la viva imagen de la belleza.
Uno de aquellos hombres inyectó a mi esposa uno de esos milagrosos mejunjes y luego me inyectó otro a mi. Solo unos minutos después y la vi despertar. Su piel blanquecina ahora era verde.
Parecía Fiona y yo Shreck. Oooh, malditos ciéntificos, habían hecho de nosotros unos ogros, pero olvidé este detalle, cuando contemplé como el ojo de mi Amalia me miraba con lascivia. Pude vernos reflejados en todos los espejos, eramos verdosos, mucho mas fuertes...Ella se puso en pie y se lanzó a mis brazos. Ohhh Dios, que ganas tenía de devorarla, como nunca y ella a mi.
¿El precio a cambio de estar junto al gran amor de mi vida? Un precio muy bajo, ceder a nuestros hijos para los experimentos de los científicos de la Orden Secreta.

[Slayer]

Está bien, está bien .

No sé por qué, pero me recordó a Frankenstein sin que el relato tenga nada que ver con éste.

[lucia]

Tiene un toque de humor simpático, pero necesita un repaso exhaustivo de tildes, comas y demás. Ese de el en vez de del hace daño a la vista.