Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juvenil)

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ana03
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Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juvenil)

Mensaje por ana03 »

Hola! me gustaría presentaros este manuscrito que llevo varios años escribiendo. Me gustaría contaros un poco de qué trata y qué he intentado transmitir.

En este manuscrito se recogen temas como la familia, la amistad, la confianza, el amor y el desarrollo personal. El libro reproduce la vida de una adolescente rodeada por un mundo que nunca ha conocido: los amigos y el amor por un chico. También la influencia de la familia en una persona y la aplicación de esos valores familiares inculcados en los vaivenes de la vida. Compara dos tipos muy diferentes de familia: la grande y unida frente a la pequeña y desestructurada; y cómo el que hayas sido criado en uno u otro tipo de familia, no tiene por qué hacerte diferente. Además, las diferentes clases de amor: por la familia, un amigo, una pareja... Y las clases de amistad que pueden florecer. Pretende ser una lectura ligera donde el humor impregne sus páginas, además de los valores de la familia, los amigos, los animales y el amor.
A lo largo de las páginas, podremos ver cómo personas que parecen totalmente opuestas, pueden encajar, la facilidad de una familia de abrir sus puertas hacia otras personas, la aceptación, la evolución de los personajes secundarios como son Eileen, Jeremy, Tyler y Byron...
La idea de esta obra surgió como homenaje a mi extensa familia, además de por el hecho de que nunca he encontrado un libro de temática parecida en la que se mezcle la convivencia familiar de treinta y tres personas, el primer amor, los amigos y el amor por los animales. He querido envolver a mi familia en un ambiente nuevo y escribir cómo se desarrollaría cada familiar si viviera en ese nuevo lugar donde les imagino. Por otro lado, decir que en muchos libros de esta temática romántica, eligen como miembro débil de la pareja a la figura femenina. En este caso, he querido que nuestro chico, Tyler, fuera el salvado, dando un giro a la trama.
La obra se desarrolla en Estados Unidos, en un pequeño pueblo de Oregón, Seal Rock. Escrita en primera persona por Alex, nuestra protagonista de diecisiete años; quien vive en una extensa finca con las treinta y tres personas que conforman su familia y no sabe lo que es la vida fuera de ella. A lo largo de las páginas, la veremos evolucionar gracias al apoyo de su familia y de sus amigos Eileen y Jeremy, a quienes conoce en su primer día en el Instituto.
En la otra cara de la moneda, tenemos a los hermanos Eileen y Tyler, y a Byron, mejor amigo de este último. Viven juntos en una pequeña casa de alquiler, sacando adelante a Eileen entre los dos chicos y dejando sus sueños de ir a la Universidad a un lado. Y Jeremy, quien vive en una pequeña casa con sus padres.

Voy a subir ahora la sinopsis y algunos capítulos. Me encantaría que os animéis a leerme y a hacerme críticas constructivas, pues aún me queda mucho por aprender!!
Última edición por ana03 el 12 Sep 2014 11:37, editado 1 vez en total.
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ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

Mensaje por ana03 »

Sinopsis


Una gran familia unida de treinta y tres, frente a una pequeña familia unida de tres; rechazar una beca en la Universidad para sacar adelante a tu familia, frente a tenerlo todo; luchar por mantener a flote un día más a ti y tu familia, frente a no tener esa gran responsabilidad; ser extrovertido frente a ser introvertido...
Así son ellos. Atrévete y conoce a una Alex que jamás ha vivido nada sin su familia a sus diecisiete años; a una Eileen y un Tyler que a la fuerza tuvieron que hacerse mayores y madurar; a un Byron por el que ninguna familia da un duro y un Jeremy que intenta ayudar como puede.
Adéntrate y descubre una maravillosa historia sobre el amor, la familia, la amistad, la lealtad de los animales, enamorarse...
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ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

Mensaje por ana03 »

Prólogo


En mi familia, digamos que somos unos cuantos. Pongamos que cerca de unos veinticinco, ¿asustados?, ¿no? Pues os diré cuantos somos de verdad, treinta y cuatro. Vivimos todos juntos en una gran casa frente al mar. Ya os iré contando a lo largo de este libro cómo es realmente la casa para que podamos vivir todos aquí dentro. Es fácil convivir con mi familia, o al menos eso es lo que pienso yo, que he vivido toda mi vida con ellos.
Están mis cinco abuelos: mis abuelas Pili, Viví y Lili. Y mis abuelos Pepe y Juan. Están mis montones de tíos y tías: Pili, Isa, Juanito, Quique, MA, Maluli, Bruno, Juanca, Mar, Jose, Rober, Jesús, Fran, Marga, Marta, Reyes y Carlos. Mis primos y primas: Lola, Fernando, Jorge, Ester, Alicia, Bella, Guadalupe y Celia. Y luego mis padres (Ana y Pepe) y mi hermano (Miguel).
Vivimos en Estados Unidos, en el Estado de Oregón, concretamente en Seal Rock, desde que mis abuelos, tíos y padres decidieron venirse aquí desde España. A mi tío Rober y a mi padre les salió un buen trabajo en un hospital como médicos y los demás les siguieron como borregos. Yo nací ya aquí, igual que todos mis primos, salvo Lola. Creo que una vez, siendo un bebé, o tal vez cuando mi hermano era un bebé, fuimos a visitar España, pero yo no recuerdo nada.
Como mascotas, tenemos dos patos (Ying y Yang) que he criado desde que no eran más que un barullo de plumas. Ahora tienen siete años. Tenemos un gran perro, Dana, sin raza, que se coló un día en casa siendo cachorra y se ha quedado con nosotros; es una hermana más de mis patas. También tenemos una rata, Lúculo, de mi hermano, una araña, Arack, de mi primo Jorge, un conejo de mi prima Alice que se llama Rabit (sí, no somos de mucho pensar los nombres), unos gusanos de seda de mis primas pequeñas...
Dafne fue mi primera mascota. Era una pata. La pedí con un año. Dormía conmigo en la cuna y ambas crecimos juntas. Pasamos de la cuna a la cama, de ahí a la pubertad... Murió el año pasado; la sigo echando de menos. Era como mi hermana, juntas a todas partes. Ying llegó después. No le pusimos nombre hasta que se volvió completamente blanca después de cambiar el plumón amarillito que tenía. La encontré cuando no era más que un huevo. La pata que los incubaba, dejó de lado el huevo de Ying. Lo cogí curiosa y lo llevé a casa. Miré a través del huevo con una linterna y pude ver unas venas. Mi primos Jorge y Lola me buscaron en Internet de cuánto estaba el huevo y cómo cuidarlo. Y por ultimo llegó Yang, casi a la vez que Dana. A yang la encontramos recién nacida piando en la arena de la playa. Enseguida Dafne y Ying la acogieron y la criaron. Dana apareció una mañana, siendo un cachorro sin dientes, dormida con las patas, cerca del estanque; yo dormida a su lado. Ella simplemente eligió la familia con la que criarse y fue bienvenida.
De toda la vida nos han enseñado lengua, matemáticas, inglés y demás materias en casa. Hay tantos adultos siempre por casa que es fácil que alguno estudie con nosotros. Nunca he visto realmente un instituto o un colegio privado, tan solo he leído de ellos y los he visto en las películas. Hasta ahora, que a mis primas pequeñas se les ha metido entre ceja y ceja ir al colegio como sus amigas. Por eso, este año va a ser el primero que vayamos al instituto; para mí también el último, pues el año que viene empezaré la Universidad.
Voy a dejar de adelantaros cosas que ya descubriréis más adelante. Creo que es justo que os presente como es mi vida día a día, así que..., ¿qué os parece empezar por contaros cómo es un lunes? Sí, creo que un lunes está bien. No os asustéis por lo que podáis leer...
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ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

Mensaje por ana03 »

Capítulo 1



Un lunes de tantos, uno cualquiera. Las siete de la mañana.
—¡¡Despiertaaaa!!
—¡¡Despierta, despierta, despiertaaaaa!!
—¡¡Deeespiertaaa!!
Estas son las voces de mis tres primas pequeñas, Bella, Celia y Guadalupe, gritando en mi oído como todas las mañanas. Pego un respingo. Me encantaría poder despertarme yo sola con el despertador, pero hace años, desde que cumplieron los cinco estas pequeñas, eso es imposible. He pasado ya seis años y medio con esta tortura cada mañana... Salvo los domingos.
Mis patas Ying y Yang comienzan a cuaquear dando los buenos días mientras Dana ladra para sentirse parte del espectáculo mañanero. Estoy por tirarles una almohada a mis primas y otra a las patas y Dana. Os podéis imaginar el panorama de todas las mañanas, ¿verdad? Me late la cabeza. Creo que un día explotaré.
—Ya está chicas. A callarse todas, venga. Vosotras tres fuera —insto a mis primas pequeñas—. Vosotras chicas a callar también, ¡eh! —les pido a las patas y a Dana (ellas no dejan de ladrar-cuaquear). Resoplo. A veces no hay quién las soporte.
Me estiro antes de salir de la cama. Tanto mis patas como Dana se abalanzan sobre mí en cuanto pongo los pies en el suelo. Esto es siempre igual, es mi pan de cada día. Me gusta.
Acaricio a las tres y me acerco a mi mesilla para ponerme mi colgante de pez Koi color verde. Acto seguido voy al baño para hacer mis cosas y darme una ducha mañanera. No cierro la puerta porque si lo hago, las patas y Dana se pondrán nerviosas; siempre hacen todo conmigo.
Los azulejos del baño están pintados por mí. He olvidado mencionar que me encanta pintar y dibujar, ¿verdad? Pues ya lo sabéis, amo pintar y dibujar. Me desnudo y entro en la bañera, cerrando las cortinas trás de mí. Eso no impide que las dos patas irrumpan en la bañera cuando me estoy aclarando. Maldigo para mis adentros. ¿Cuándo aprenderé? Me aclaro como puedo y salgo de la bañera poniendo el tapón para las patas Luego me tocará limpiar a conciencia la bañera. Dana mira desde fuera moviendo el rabo, menos mal que sabe que es demasiado grande para meterse en el agua con ellas. Es extraño lo de las patas y Dana. Se defienden entre ellas del resto del mundo. Jamás había visto algo parecido entre animales que podrían ser presa y depredador.
Peino mi húmedo pelo frente al espejo. Miro mi reflejo fijamente, observándome, ¡creo que he visto un grano! No, es falsa alarma. El pelo se que queda liso según paso mi cepillo, pero en cuanto lleva dos minutos liso, de repente, sin previo aviso, pasa de estar liso a ondulado, casi rizado. Me llega pasado el pecho uno de los lados, el otro por la mandíbula. Es de color corteza de árbol (como lo llaman mis tíos y mi padre), o rubio oscuro tirando a castaño (como lo llaman mis tías y mi madre). Mis ojos son marrones, como el marrón oscuro de la madera. Y ya que estoy..., ¿queréis saber cómo soy? Mido uno sesenta y dos, constitución normal supongo, pecas en mis pómulos (no se notan mucho, pero ahí están), algunos pequeños lunares por mis brazos y espalda. Piernas largas, pecho que no sobrepasa la media. Labios carnosos, nariz “celestial” (así es como la llama mi madre), pómulos altos... ¿Así podéis haceros una idea de cómo soy físicamente?
—Chicas, me voy a desayunar, deberíais veníos conmigo y saldréis a la piscina —les digo a los tres animales, de los cuales solo me mira Dana. ¿Pensabais que las patas no tenían una piscina para ellas y se bañaban en la bañera, mejor dicho, MI bañera? Pues no... Tienen una GRAN piscina fuera de unos cuatro mil litros para ellas solitas.
Me termino de secar, me visto y salgo por la puerta de mi cuarto. Voy hasta el pasillo que une las habitaciones de mi hermano y mis padres con la casa principal, también con trazos en las paredes hechos por mí.
Os explico cómo es nuestra casa, cerrad los ojos y dejad a vuestra imaginación volar. Imagináosla: tenemos el mar frente a nosotros y nada más terminar la arena de playa, unas escaleras que dan a la verja de una gran casa de tres plantas. A su alrededor, en dos filas, se encuentran pequeñas casas con varias habitaciones, trasteros, baños y una pequeña cocina para salir del paso, que creo que nadie nunca ha llegado a usar; éstas se comunican con la casa principal a través de pasillos. En ella están el salón, la gran cocina y el comedor para los treinta y cuatro que somos; también el recibidor, el garaje y la puerta que da al jardín de la entrada. Dando hacia el mar, están la piscina de las patas, la nuestra, un gran jardín lleno de plantas, flores y algún árbol, una pequeña huerta, y tumbonas. Antes había los típicos enanitos que hay en todos los jardines pero se decidió que nuestro jardín no iba a ser como el del noventa y nueve por cierto de la población de los Estados Unidos. Dando hacia la reja de la puerta principal, un pequeño caminito de tierra y césped que da a la puerta de entrada principal a la finca y un camino de asfalto para coches que llega al garaje.
Ando por el pasillo que está lleno de ventanas por las que se filtran haces de luz; es como una gran cristalera. Hay una puerta en medio por si quieres salir al jardín o ir a otra de las pequeñas casitas alrededor de la casa principal. Me giro para ver cómo las dos patas empapadas y Dana me siguen. Genial. Otro día nuevo, una bronca nueva por llevar patas empapadas a desayunar...
—¡Buenos días! —saludo al entrar en el salón. Todos los pasillos de las casas van a parar aquí. La mayoría de mi familia está despierta ya, lo sé por los ruidos que escucho por todas partes.
—¡Buenos días! —saluda mi primo Jorge de vuelta—. Otra vez las niñas, ¿verdad? —pregunta con una sonrisa en la cara.
—Como las últimas mañanas en los últimos seis años —contesto con voz agria. Mi primo ríe, pero yo reprimo las ganas de reír.
—Lo han vuelto a hacer, ¿verdad? —pregunta mi primo ceñudo mirando a las patas.
Suspiro —¿Tú qué crees? —contesto poniendo los ojos en blanco. Ambos nos reímos.
—Menuda fauna tenemos —contesta mi primo antes de alejarse hacia la cocina.
—Y que lo digas —contesto para mí misma pensando en los animales y mis primas.
Sigo mi camino hacia la cocina que está a la izquierda desde donde estoy situada. Mi prima Lola, está desayunando un café con galletas antes de irse a trabajar, su novio Fernando, debe haberse ido ya. Dos de mis tíos, Juanito (padre de Lola) y Quique (mi padrino) están haciendo tostadas. Mi tía Pili (mi madrina) va haciendo café. Me acerco a la nevera y leo en el calendario pegado en ésta lo que me toca hacer a mí hoy.
Alex: Desayuno de los jóvenes.
Vale, sí, mi nombre es Alex, Alexandria para los que no me conocen.
—Buenos días familia —saludo yendo hacia la despensa a por el Cola-cao y la leche.
—Hola Gorrión —saluda mi familia al unísono. Así me llaman desde que cuando era un bebé me empeñé en perseguir un gorrión por toda la finca.
Preparo todo lo deprisa que puedo el desayuno, aunque no lo suficientemente rápido como para que cuando mis primas pequeñas Celia, Guadalupe y Bella, mi primo Jorge, mi prima Alice y mi hermano Miguel lleguen, esté todo hecho.
—¿Qué te queda? —me pregunta mi hermano. Él siempre me ayuda.
Echo un vistazo a la mesa —Calienta leche —contesto sacando dos tostadas de la tostadora y metiendo otras dos.
Cuando a mí me toca hacer el desayuno no diferencio quién come más y quién menos. Siempre hago lo mismo: dos tostadas por cabeza, leche caliente para Cola-cao o café y un vaso de zumo. Luego ya cada uno hace el apaño, hay quien come tres tostadas, quien come una, quien no come...
Mientras las últimas tostadas se hacen, corro a la gran despensa a sacar magdalenas y galletas para quien quiera. Al salir de la despensa, dejo encerrada a Dana. No es hasta que me siento con el resto de mis primos y mi hermano a desayunar que la oigo lloriquear. No es el primera vez que me pasa esto y seguro que tampoco es la última.
—¿Qué tal? —pregunto al sentarme en la mesa con mis primos y mi hermano. Hoy desayunamos todos juntos por primera vez en mucho.
Mi prima Lola es la mayor, veintitantos. Estudió arquitectura. Es alta, pelo castaño claro, muy largo; ojos color miel. Piernas largas y cuerpo estilizado. Siempre está alegre; ya la iréis conociendo mejor a lo largo de estas páginas. Su novio, Fernando, vive con nosotros desde hace un par de años. También es arquitecto. Es alto, de pelo corto y ojos marrones. Y muy majo, es como un primo más para mí, ya es de la familia.
El siguiente es Jorge. Tiene unos pocos años menos que Lola. Lleva trabajando desde los dieciocho. Es de la altura de Lola, pelo tirando a negro, ojos también marrones. Suele llevar perilla y pelo no demasiado corto. Aunque es uno de mis primos mayores, nunca ha sido muy responsable y Lola siempre ha sido la que se ha encargado de mí.
La siguiente, es Ester. Me saca dos años a mí y es dos menor que Jorge. Ojos color miel, al igual que su pelo. Hace cuatro meses que se marchó a estudiar en España. Tenemos pendiente un viaje para verla, pero de momento solo mis tíos han podido.
Después de mí, va mi prima Alice, dos años menor que yo. Su pelo de color negro carbón, le sobrepasa los hombros y forma un flequillo sobre sus ojos, también marrones, como casi todos los demás primos. No mide más de un metro cincuenta.
El siguiente es mi hermano, Miguel. Tiene también dos años menos que yo (Alice nació en febrero y Miguel en diciembre). Es bastante más alto que yo, medirá sobre un metro ochenta, musculoso, pelo corto y oscuro, ojos marrones, sonrisa blanca, piel suave... Yo le veo como el típico prota buenorro de las películas, él no se ve igual y siempre nos picamos con eso. Somos los mejores amigos del mundo, uña y carne. Sin él estaría perdida.
Y por último van mis tres primas pequeñas. Bella, la mayor, de trece. Pelo corto, liso, rubio oscuro. Casi de mi altura. Muy guapa, al igual que mis otras dos primas pequeñas. Después va Guadalupe, Guada para nosotros, de doce. Delgada, tez morena, ojos oscuros al igual que su pelo y una sonrisa contagiosa. Y por último, Celia, de once. La hermana de Bella. Es un poco más bajita que ella, pero en nada la cogerá. Tiene unos ojos brillantes que te convencen de todo. Pelo ondulado, color rubio oscuro.
Somos bastante diferentes, pero sabemos cómo convivir. Lola y Jorge siempre han sido los que nos han cuidado a Ester y a mí. Ester cuidaba a Miguel y Alice y yo a Bella, Guada y Celia. Al irse Ester, entre Lola, Jorge y yo hemos pasado a cuidar a Miguel y Alice. Esto ha hecho que todos estemos aún más unidos. A parte de mis primos, mis padres y el resto de mi familia también me han cuidado y educado, pero cuando no había ningún adulto, siempre estaban mis primos para mí, al igual que yo para mis tres primas pequeñas.
Después de terminar de desayunar, me toca recoger y fregar todo lo que se ha usado para hacer el desayuno. Solo tengo que fregar un plato, el de las tostadas, pues quedamos entre todos que para que fuera más rápido, no se usarían platos en el desayuno. Usamos servilletas como plato.
Mi prima Lola sale corriendo por la puerta de casa porque llega tarde al trabajo. Se sube en el coche con mi primo Jorge y les pierdo de vista cuando pasan por la ventana de la cocina. Vuelvo a mirar la lista de tareas para encontrarme con que me toca hacer la compra con Bella, Celia y Guada. Gimo. Odio hacer la compra. Es una tarde perdida... Ayudo a limpiar la casa y hasta me da tiempo a leer una hora y media. Cuando me quiero dar cuenta es la hora de comer. Ayudo a poner la mesa para los habituales (menos de la mitad de la familia) y después ayudo con la comida. En una casa tan grande siempre hay donde echar una mano, o un brazo o el cuerpo entero a veces.
—¿Vas a ir a la compra ahora? —pregunta mi madre.
—No, ¿por qué? —pregunto curiosa.
—Porque lo necesito para llevar a la abuela a la peluquería.
—¿Cuándo?
—En dos horas y media más o menos.
Miro mi reloj y calculo.
—Mejor me voy ahora, luego será tarde —digo para después darla un beso en la mejilla y correr a por mis primas.
—¡A la compra! —grito.
—¡Vamos! —contesta a voz en grito Bella por las tres.
Cogeremos el coche que queda en el garaje y vamos al supermercado.
—Chicas en dos horas tenemos que estar en casa, así que propongo que nos dividamos para ir más deprisa —comento.
Miro a mis primas. Bella lleva un carrito de la compra, yo llevo otro, Guada y Celia una cesta. Probablemente los dos carros y la cesta no sean suficientes para la amplia lista de la compra.
—Vale. Ce y Guada, id a por diez barras de pan, tres de pan de molde, cuatro cajas de huevos, cinco de mantequilla, siete de mermelada y cinco de pasta de dientes —enumero. Las chicas salen volando con una cesta en la mano.
—Tú Bella, ve a por treinta botellas de leche entera, tres de semi y seis de desnatada. Diez botellas de refresco y dos de zumo.
—¡Vale!
Yo me encargo del resto; lo que viene siendo la fruta, la verdura y la carne. Corro por los pasillos estresada, pensando que no nos dará tiempo a volver a la hora que mi madre necesita el coche. Intento ser lo más rápida que puedo. Me cruzo con mis primas en algún momento y en un momento dado también choco contra un chico de ojos verde cobalto o jade, o color pantano, son difíciles de definir tan solo por un determinado verde, es todos los verdes a la vez; son hipnóticos y atractivos. Y por si esto no fuera lo suficientemente embarazoso, Bella le enviste por detrás. Celia y Guada aparecen riendo tras de mí.
—Lo siento —me disculpo sin poder apartar mi mirada de esos ojos que me hechizan.
—Lo siento —también se disculpa Bella con risa en su voz.
El chico nos guiña un ojo en contestación y noto como mi corazón se acelera. Sonrío como puedo y me deslizo lejos de su camino. No dejo de estar roja como un tomate hasta que estamos en el coche, a salvo de esos ojos hechiceros. Dana me mira con ojos curiosos mientras arranco el coche para volver a casa.
Al llegar, sacamos como podemos la compra del maletero, y con ayuda del resto de la familia, la colocamos en la despensa, la nevera o los cajones de la cocina.
Entrada ya casi la noche, con ayuda de mi hermano y mi padre baño a Dana con la manguera. Después corro hacia la cocina, para ayudar con la cena.
Y así son todos los días. Cada día desde que tengo memoria. Este es nuestro último día siendo salvajes como nos llama cariñosamente mi tío Juanca, el padre de Alice. Mañana empezamos el instituto.
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Gavalia
Chucho
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

Mensaje por Gavalia »

De momento nada que comentar de relevancia. Escribes fácil, y eres muy descriptiva (quizá demasiado) pero supongo que tu narración lo exige. Menuda familia, incluyendo a las mascotas Me suena a serie de situación... una familia así debe ser todo un espéctaculo
En cuanto a la ediciòn de momento la veo correcta.
Al final te has quedado?
Loca
:mrgreen:
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

Mensaje por ana03 »

Capítulo 2


Primer día de instituto. Debería ser emocionante, pero no lo es para nada; empezando por el echo de que vamos ocho en un coche, con dos patas y una perra (sí, no hemos sido capaces de deshacernos de ellas al salir por la puerta así que nada, pasarán el día por el jardín del instituto). Mi primo Jorge nos lleva hoy junto con mi prima Lola. En el coche vamos: mi hermano, mis primas Alice, Bella, Celia y Guadalupe y yo.
Lo primero que hacemos es dejar a mis tres primas pequeñas en su nueva escuela; Jorge se baja con ellas. Lola nos lleva a los demás al instituto; baja del coche y viene con nosotros a la oficina del director para hablar con él sobre nuestros horarios y el problema de dos patos y un perro en los terrenos.
—Oh, bueno. Creo que esta es la primera vez desde que estoy de director aquí y eso es desde hace treinta años, que me dicen que una alumna de diecisiete que nunca ha ido a la escuela, tiene dos patos y un perro como mascota y que no se separan de ella —dice con voz juvenil el director.
Yo solo le miro, sin decir nada, dejando que mi prima se encargue de todo.
—Ya sabemos que es raro... Solo será el tiempo que ella esté aquí y ellos son buenos... —dice Lola intentando persuadir al director de mi nuevo instituto.
—¡Oh! No se preocupe por eso, está bien que se queden. Me aseguraré que no les pase nada.
—No creo que eso haga falta —le digo. El director me mira fijamente esperando que explique por qué—. Creo que no ha visto la monstruosidad de perro que tenemos. Dana... Ella... simplemente es tan grande y protectora que nadie se acercará a ella o a las patas —matizo.
—¡Oh! Eso está bien. Aun así les vigilaré a la salida de estudiantes y en los descansos. No entrarán en el edificio, ¿verdad? —pregunta esto último el director algo nervioso. Creo que la palabra “Oh” es la favorita de este hombre con bigote y pelo blanco.
—No. Ellas solo quieren estar a mi lado. Esperarán pacientemente a que salga.
—Pues ya está todo hablado. Coged el horario que os dará Patrice e id a las clases, no hay tiempo que perder —nos insta el director.
—Gracias —dice Lola tendiéndole la mano.
Salimos de la oficina hacia el mostrador donde su secretaria, Patrice, nos tiende a cada uno un papel donde viene nuestro horario y un plano del instituto. Suspiro. Es gigante esto... No sé cómo voy a llegar al primer aula sin perderme... Cuando salimos de la sala, el pasillo que estaba desértico se ha tornado lleno de gente. Suspiro sonoramente.
—Solo vas a estar un año —susurra mi prima mayor en mi oído.
—Eso es fácil cuando tú no lo tienes que sufrir —me quejo a Lola frunciendo los labios al terminar de hablar. Ella me da un apretón en los hombros antes de irse hacia la puerta.
—Miraré cómo están Dana y las patas antes de irme —dice Lola girando un poco su cabeza para mirarme. Asiento.
Mi hermano y mi prima Alice se despiden de mí yendo juntos a su primera clase; yo me quedo sola en mitad del pasillo, con unas ganas locas de salir corriendo con mis animales. Lucho contra mi instinto de mantenerme junto a ellos como he hecho desde pequeña, y me centro en dar un paso y luego otro, hasta poder llegar a mi primera clase, Español Avanzada.
Cuando entro, el aula no es como esperaba. Hay pupitres separados, unos treinta o cuarenta, de color marrón. La mayoría en la parte trasera están ocupados, así que me coloco en una de las primeras filas; cabeza gacha hasta que me siento. Alzo la vista y miro la pizarra y la mesa del profesor que está sobre un alto. Supongo que es para que se le pueda ver desde todas las partes del aula y también para que pueda ver qué hacen sus alumnos. Me pongo a pensar en mis cosas, deseosa de que esto termine.
Esperaba que al entrar por la puerta, alguna chica me parara y me dijera que me sentara con ella, o algo así. El timbre suena y un mogollón de chicos y chicas entran como si fuera una estampida. Por último entra el profesor. Coge una tiza y escribe su nombre, Bennet. Bien para mí, pienso.
—Buenos días clase. Todos me conocéis. Soy el profesor Bennet. Creo que tenemos que dar la bienvenida a nuestra nueva estudiante —dice Bennet. Carraspea antes de seguir—. La señorita Ríos —me señala con su mano. Me sonrojo—. Póngase de pie y díganos algo sobre usted —pide el profesor. Miro a todas partes para darme cuenta de que todo el mundo me mira. Me levanto temblando y hablo.
—Me llamo Alexandria. Es la primera vez que estoy en un instituto. Mi hermano, mis primos y yo siempre hemos sido educados en casa —me presento. Me siento en cuanto termino de hablar, pensando que no lo habría podido hacer peor.
—Está bien, Alexandria. Si le parece bien a la señorita Briant, ella podría ponerla al día de todo lo que necesitará tanto para mi clase como para el resto. Soy su tutor este curso —dice centrándose en mí por última vez.
Me quedo mirándole como una tonta, sin saber quién narices es la chica de apellido Briant; sin embargo, no tardo en averiguarlo, ya que una mano a mi lado atrapa la mía y la aprieta.
—Soy Eileen Briant —se presenta la chica de rostro dulce, cabello castaño brillante y ojos claros.
—¡Oh! —digo sorprendida. Agito mi cabeza para salir de mi ensimismamiento—. Soy Alex.
—Es genial que seas nueva. Creo que tú y yo nos vamos a llevar muy, muy bien —dice antes de girarse para mirar la pizarra y coger apuntes.
Una sensación de comodidad me invade. Ya tengo una conocida, o amiga o como se quiera llamar, ¿verdad? Ya no estoy sola. La hora pasa más deprisa de lo que esperaba. Tomo apuntes de varias cosas, pero por el resto sé todo. La campana marca el final de la primera hora.
—¿Cuál es tu próxima clase? —pregunta Eileen.
Saco el horario de mi bolsillo del pantalón —Matemáticas Avanzadas —leo.
—Eso es genial. Vienes conmigo, yo también la tengo —dice feliz. Sonrío en respuesta a pesar de que me parece muy raro que esta chica me trate como si nos conociéramos desde siempre—. ¿Hay algo que quieras saber?
Aprovecho su proposición para saber cómo funciona aquí lo de la comida —Mmmm, ¿es buena la comida aquí?, ¿hay que comer en un comedor o puedo salir fuera? Me gustaría comer fuera —digo atropelladamente. Me sonrojo al terminar de hablar. No soy buena hablando con extraños y desconocidos.
—Sí, hay mesas en mitad del césped. Pero mmmm, ¿por qué no la cafetería? —me pregunta Eileen mientras salimos del aula. Intento memorizar por dónde vamos, pero enseguida me pierdo entre tanta gente, tantos pasillos y la voz de mi nueva compañera.
—Bueno... verás... Es que tengo unos amigos con los que comer —digo mientras me sonrojo. No voy a dejar a mis tres animalillos fuera mientras yo como dentro.
—¿Conoces gente aquí? —pregunta interesada Eileen.
—No son exactamente de aquí —digo avergonzada.
—¿Y de dónde son?
—Bueno... La verdad es... —empiezo, pero un chico que parece de nuestra edad aparece detrás de Eileen y me interrumpe la frase.
—¡Hola preciosa! —saluda a Eileen—. Tú debes ser la nueva, Alex, ¿verdad? —sonríe el chico. Asiento.
—¿Estás en nuestra clase de Español? —pregunto sin recordarle.
—Nop, pero aquí las noticias vuelan —contesta Eileen por él. Asiento sin saber qué decir.
—Soy Jeremy por cierto. Encantado —dice el chico tendiéndome la mano. Le sonrío en respuesta. Le escaneo rápidamente, es alto y delgado, pelo rubio, ojos azules con pequeños puntitos marrones por todo su iris. Mandíbula marcada. Es guapo.
—Alex, aunque ya lo sepas —digo estrechando su mano. Él me sonríe.
Jeremy nos acompaña a nuestra siguiente clase, que tenemos juntos los tres. Cada uno se pone a uno de mis lados y me cuentan cómo funciona todo. Después de Matemáticas Avanzadas, tenemos Historia, también los tres juntos, lo cual hace que esté más tranquila. Ambos me caen bien. Cuando quiero darme cuenta es la hora de comer. Miro mi móvil por primera vez desde que entré en el edificio. Tengo dos mensajes.

Miguel: te esperamos fuera para comer.

Miguel: los animales bien.
Sonrío ante los mensajes.
—¿Quién es?, ¿tu novio? —pregunta Eileen descaradamente.
—Mi hermano y mi prima. Me esperan fuera para comer.
—Ah... —asiente Eileen—, ¿ésos son los amigos de los que hablabas antes? —pregunta interesada.
—No exactamente... —admito avergonzada.
—¿Y entonces? —pregunta Jeremy quien se une a la conversación. Suspiro. Les tengo que decir sobre mis animales; de todas formas se darán cuenta si no lo saben ya.
—Mmmm siempre he recibido clases en casa, así que mmmm siempre he estado muy unida a mis animales. Y esta mañana ninguno hemos sido capaces de sacar a mis patas y a mi perra del coche... Están fuera esperándome con mi prima y mi hermano —digo en un susurro, roja como un tomate por la vergüenza.
Espero que Eileen y Jeremy me miren con cara rara y se alejen de mí pensando que soy rarita, pero eso no pasa. En su lugar, pasa esto:
—¿Enserio? ¿Te han seguido hasta aquí? ¡Qué bonito! —exclama Eileen elevando su voz cada vez más con cada palabra que pronuncia.
—¿Podemos ir contigo? —pregunta Jeremy.
Levanto la mirada con cara atontada y le miro —¿Enserio queréis venir? —pregunto. Ambos asienten—. ¿No pensáis que soy rara? —pregunto. Esta vez niegan.
Salimos los tres por una puerta que da a unas mesas de piedra en mitad de una gran explanada verde. Árboles entre las mesas, dando sombra. No tardo en ver a mi hermano, mi prima y mis animales. Ellos también me ven y cuando quiero darme cuenta, están corriendo los tres a mi encuentro. Dana es la primera en llegar, saltando sobre mí, tirándome sobre la hierba.
—¡Hola Dana! —saludo. Ying y Yang llegan después, aleteando. Me picotean los dedos, saludando.
—Aquí, éstas son mis mascotas.
—¡Son geniales! —dice Eileen acariciando a Dana. No la conozco todavía muy bien, pero me parece que esta chica irradia felicidad siempre.
—Original —dice Jeremy acariciando lentamente, con cuidado, las plumas de Ying. Me pongo en pie y vamos hacia la mesa donde están Alice y mi hermano.
—¡Ey! Eileen, ¿vendrá hoy Tyler? —pregunta una chica alta, morena; muy linda por cierto. Aparece de la nada. Creo que está en mi clase de Español.
—Supongo —contesta Eileen seca.
—Si no le veo, dile que me llame —dice la chica con voz melosa antes de salir corriendo hacia la puerta que da al comedor.
—¿Quién es? —pregunto curiosa. ¿Y quién es Tyler?, quiero preguntar.
—Una chica que no ha podido olvidar a Tyler. Odio que hiciera eso cuando estaba aquí —contesta Eileen con su voz llena de enfado.
—Se llama Jennifer. Es animadora y como siempre pasa, en alguna fiesta Tyler se lió o acostó con ella y quiere más... Nada ha cambiado aunque no esté aquí —resopla Jeremy frunciendo el ceño.
No digo nada más, solo asiento. Parece que no les gusta hablar de él o no lo quieren hablar conmigo. Y yo me vuelvo a preguntar, ¿quién demonios es Tyler? Cuando llegamos a la mesa, hago las presentaciones necesarias y nos ponemos a comer. Eileen y Jeremy traen comida de casa y mi hermano ha cogido comida para mí.
—¿Qué tal? —pregunto a mi hermano
—Genial. Hemos conocido a bastante gente. Algunos van a venir a comer con nosotros. Están esperando en la cola —contesta mi hermano.
—Perfecto. ¿Alguna chica o chico guapo? —pregunto elevando mis cejas repetidamente tanto a mi hermano como a mi prima.
Alice se sonroja —Hay un chico...
—¡Oh! ¿Va a venir a comer? —pregunto de manera tal vez demasiado protectora.
—Es posible.
—¿Cómo se llama? —pregunto haciendo de hermana mayor.
—Nathan.
—Vale, seremos encantadores con él —digo guiñando un ojo a mi prima. Ésta sonríe.
La comida pasa en seguida con tanta conversación. Nathan y Alice se ven lindos juntos. Eileen y yo sonreímos hacia ellos la mayor parte del tiempo. También llegan un par de chicos y chicas de la clase de mi hermano y mi prima que Jeremy y Eileen conocen.
Para mi sorpresa, pasan rápidamente las siguientes clases y al fin nos vamos a casa. Lola nos espera, así que salgo apresuradamente de clase y corro por el pasillo, no sin antes despedirme zarandeando mi mano hacia Eileen y Jeremy.
Al llegar a casa, en la cena, cada uno de nosotros contamos el parte del día y después a dormir. Así es mi primer día de instituto. Me quedo dormida pensando lo guay que sería poder ser igual de alegre que Eileen.
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ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

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Capítulo 3


Han pasado dos semanas desde que empecé el instituto. Dana, Ying y Yang ya no se quedan en el patio. La primera semana se quedaban esperando a que saliera a la hora de comer y después para ir a casa. A finales de la semana pasada llovió; mi madre me mandó un mensaje al ver a las dos patas y a Dana entrar en la finca empapadas. Ella las secó y las llevó dentro de casa. A la hora del final de clases, las tres estaban esperándome en la puerta. Y así hasta hoy.
Ahora vamos solos a clase, andando. Dejamos a las peques en el colegio y vamos al instituto. Ying, Yang y Dana nos siguen, me ven desaparecer dentro del edificio del instituto y regresan a casa. No tengo miedo de que algo les pase porque sé que Dana es fuerte y defenderá bien tanto a Ying y Yang como a ella misma.
En cuanto al camino al instituto, se nos une Jeremy. Pasamos por delante de su casa de camino al colegio de las niñas. Otra cosa que os quiero contar, es que a pesar de lo que en un principio pensé, nadie me llama (al menos a la cara) rara por tener mascotas poco comunes.
—Ey Alex —me llama Eileen.
Me giro para enfrentarla —¿Qué te ha pasado hoy? —pregunto. Ha faltado a la clase del señor Bennet. Me mira sin entender—. Estamos a segunda hora... No has venido a primera —matizo.
—¡Ah! Eso... —me contesta. La miro esperando más explicación—. Eso ha sido mi hermano olvidándose de que me tiene que traer aquí.
—¿Hermano? —pregunto. No sabía de su existencia. Nunca le he visto hablando con él por los pasillos o algo así.
—¡Oh! Si, olvidé decirte que tengo un estúpido hermano.
—¿Estúpido? —pregunto como una idiota.
—Sí, estúpido hermano —repite Eileen. Entrecierro los ojos.
—¿Quién es estúpido? —pregunta Jeremy poniendo un brazo sobre cada uno de nuestros hombros.
—Mi hermano.
—Su hermano.
—¡Ah! Tyler... Idiota... ¿Qué ha hecho esta vez?
Ahh... Así que Tyler es el hermano “ligón de fiestas” de Eileen, y además “idiota”. Miro a ambos con la boca abierta unos segundos antes de cerrarla. Es tan raro para mí escuchar eso de un familiar.
—No nos mires con esos ojos, lo es —se defiende Eileen. Abro la boca para quejarme, pero ella sigue hablando—. Lo bueno es que he conseguido para los tres una cena gratis, ¡el viernes!
—¡Así se hace! —exclama Jeremy eufórico soltándome para chocar su mano contra la de Eileen.
—¿Gratis? —pregunto. Parece que lo único que sé hacer esta mañana es preguntar.
—Sí. Tyler nos invita donde trabaja —explica Eileen.
—Ohm —es lo único que me sale contestar.
—¿Qué anda mal? —pregunta Eileen al ver mi reacción. Creo que es muy fácil leerme para ella.
—No sé si podré... Ya sabes... —contesto pensando en Dana y las patas.
—Ellas pueden venir —dice Jeremy.
—Pero... ¿Dentro? —pregunto un tanto sorprendida.
—¡Claro! En casi todos los restaurantes se pueden meter animales; y más cuando tienes a un familiar trabajando allí —dice Eileen tras poner sus ojos en blanco—. ¿Nunca has salido? —bromea; lo que no sabe es que nunca lo he hecho sin mi familia.
Nunca he salido a cenar con amigos. Varias veces al año salimos toda la familia, suele ser un caos organizar a tanta gente fuera de casa. He tenido un par de amigas fuera de la familia, hijos de los conocidos de mis padres, de mis tíos... pero las relaciones con ellos han sido cortas, salvo excepciones. Por eso nunca he tenido la necesidad de salir si no es con mis primos, mi hermano o mi familia en general.
—Yo... Bueno... Nun-nunca sin mi familia —admito con un tartamudeo, avergonzada.
—¿Nunca? —pregunta sorprendido Jeremy.
—Humjum —contesto y me tiro de perdidos al río—. Salgo con mi familia, ya sabéis —voy apagando mi voz.
Ellos saben poco sobre mi familia, solo lo necesario: que vivimos todos juntos, que somos muchos, y poco más.
—¿Ya es hora no crees? —pregunta Eileen sonriendo, sin dar importancia a lo que acabo de decir y a lo vergonzoso que ha resultado para mí.
—Sip —contesto mientras la emoción frente a la anticipación de algo nuevo me recorre de pies a cabeza. Tengo ganas de hacer cosas que nunca he hecho.
^ ^ ^
Es miércoles, Jeremy y yo salimos de Educación Física y nos vamos hacia la salida donde normalmente nos despedimos de Eileen antes de irnos. Mi hermano y mi prima suelen estar ya allí, siempre esperando al igual que mis animalillos.
—Hermanita, dime que estoy teniendo alucinaciones y que eso no son dos patos —dice una voz profunda detrás de mí que crea escalofríos en mi cuerpo, atravesándolo. No puedo evitar sonrojarme aunque no me doy la vuelta, evitando la voz que me tienta a girarme para ver a quién pertenece. Sigo andando con Jeremy a mi lado.
—Lo es —contesta una voz que reconozco.
—Loco —contesta la voz masculina.
—Idiota —murmuro mientras me giro para ver a Eileen al lado de un chico que no se parece en nada a ella.
Es... alto, delgado, no muy corpulento diría yo, guapo al menos para mí, ojos verde jade, cobalto, pantano..., todos los verdes a la vez; pelo azabache, tez morena, rasgos finos, piel lisa como si fuera de porcelana (dan muchas ganas de tocarla, no os voy a engañar). Supongo que es su hermano.
—Tú —murmuro, reconociendo ahora esos ojos verdesa. Esos ojos que me cautivaron. Él no parece pisparse de mi reacción y saluda a una chica que pasa por nuestro lado.
—¿Le conoces? —pregunta Eileen asombrada.
—Nos hemos visto antes —contesta el chico con esa voz profunda que creo podría convertirse en mi matiz de voz favorito.
—¡Oh!, ¡no! Tyler dime que no te has acostado con ella —gime Eileen.
—¿¡Qué!? —pregunto asqueada—. ¡NO! —contesto por Tyler negando con la cabeza, dando más énfasis a mi respuesta.
—Menos mal —susurra Eileen.
—Ey tío, Jeremy —saluda Tyler como si nunca hubiera pasado esta conversación entre Eileen, él y yo—. ¿Y tú eres? —pregunta mirándome.
—La dueña de eso que llamas loco —contesto más molesta de lo que pensaba, haciendo unas comillas imaginarias con mis dedos al decir loco.
—Encantado... —Tyler intenta decir algo más pero Eileen le interrumpe.
—Siento que hayas tenido que escuchar a Tyler, él no ha querido decir nada con mala intención. Solo le ha resultado extraño —se excusa Eileen por su hermano.
—No te preocupes. Sabía que no todo el mundo se lo tomaría como vosotros —contesto con voz indiferente, aunque la verdad es que me ha dolido la manera en que Tyler ha dicho loco, la manera en que ha dicho que si veía alucinaciones.
—No te preocupes Alex —me dice Jeremy en voz baja. Asiento.
—Lo que... —empieza a decir Tyler.
—Calla Tyler, calla; por si no te has dado cuenta, le ha sentado mal lo que te ha escuchado decir —dice Eileen con su voz brotando llena de ira.
—No, Eileen, no pasa nada. No te enfades por esta tontería —contesto levantando la vista hacia ella y sin querer, desviándola hacia su hermano.
—No quería ser maleducado. Lo siento —se disculpa Tyler. Asiento—. Soy Tyler y tú Alex, ¿verdad? —vuelvo a asentir como una tonta. Lucho contra el deseo de volver a quedar hipnotizada por sus ojos compuestos por todas las tonalidades de verde.
—Cuidado Tyler. Me cae bien esta chica. No quiero que la cagues —le advierte Eileen poco antes de que ambos se vayan hacia el coche de Tyler y yo me quede con Jeremy mirando cómo se alejan.
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ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

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Capítulo 4


El resto de la semana pasa rápido y cuando quiero darme cuenta estamos a viernes. La última clase.
—Alex recuerda que esta noche vamos al restaurante de Tyler —menciona en un susurro Eileen. La miro fijamente, ella me devuelve la mirada esperando mi respuesta afirmativa.
—¿De verdad pueden ir ellas? —pregunto insegura pensando en Ying, Yang y Dana. Eileen asiente.
—Claro que pueden. Y aunque no pudieran, Tyler se encargaría de que pudieran pasar —Asiento—. ¿Eso es un sí? —me pregunta Eileen con una media sonrisa en los labios.
—Sip.
El resto de la clase pasa tranquila y deprisa, como el resto de la semana. En seguida estoy andando fuera del aula con Eileen y Jeremy hacia la salida del instituto. Mientras caminamos, Eileen mira su teléfono cuando comienza a vibrar. Un mensaje. Lo lee deprisa mientras nos dice —¡Nos vemos a las siete chicos! —antes siquiera de que pueda contestarla, ella ha salido corriendo, muy lejos para siquiera llegar a escucharme despedirme de ella.
—Eso es Tyler con prisa por irse a trabajar —me contesta Jeremy a mi pregunta silenciosa. Asiento.
—¿Vive muy lejos?
—No tanto. Antes vivían más cerca. Dejaron de tener dinero para pagar la casa, así que se mudaron a otra más pequeña y Eileen no quiso cambiar de instituto —me cuenta Jeremy. Abro los ojos de par en par. No esperaba esa respuesta.
—Ohmm.
—Sí, bueno es una historia triste —dice Jeremy sin darme el menor detalle.
En la puerta del instituto veo a mi hermano y Alice con mis animales. Sonrío hacia ellos. No puedo evitar hacerles una foto con el móvil y subirla al grupo que tengo en el móvil con mi familia, con un pie de foto que dice: otro día sin conseguir llegar antes que ellos. Jeremy ríe por lo bajo mientras escribo.
Hacemos nuestro camino a casa hablando del día de clase. Pregunto, como una buena hermana mayor, a mi hermano por sus asignaturas, sus deberes y chicas. A mi prima también la pregunto, haciendo de buena prima mayor. Pasamos a por Celia, Bella y Guada, dejamos por el camino a Jeremy y seguimos hasta casa.
Nada más entrar, voy hacia el garaje. No os lo he contado aún, pero os podéis hacer a la idea de cuántos coches tenemos... No dos ni tres. Tenemos exactamente ocho. Y también una furgoneta Volkswagen de estas antiguas, exactamente una T1 Samba, que estoy restaurando con ayuda de mis tíos. Es genial porque tiene nueve plazas y en cuanto esté lista será más fácil para que cuando los primos salgamos por ahí podamos ir en un coche y no en dos. Abro las puertas del garaje y miro dentro. Allí están mis tíos Quique, Fran, Miguel Ángel (le solemos llamar MA por acortar) y Carlos. Los cuatro con la cabeza metida en el motor, que está en el culo de la furgoneta.
—Hola tíos —saludo.
—Hola Gorrión —saludan al unísono mis tíos sin siquiera sacar la cabeza. Se me hace extraño que mi tío Juanito no esté con ellos.
—¿Y el tío? —pregunto. No hace falta que diga su nombre.
—Se ha ido a traernos unas cervezas. Mira, ven a ver esto —me insta mi tío Quique.
Cierro la puerta del garaje y me acerco a ellos sorteando varios coches a mi paso. Me asomo al motor, como ellos. Un montón de cables y metal me saludan. Olor a gasolina por todas partes.
Mi tío MA señala un tubo —Ese debe ser el problema, además de que el motor está viejo, no hay bujía, el depósito refrigerante es inexistente y el montón de cosas más que tenemos apuntadas —cuenta mi tío con un suspiro. Asiento.
La furgoneta fue mi regalo de cumpleaños este año. Hemos estado buscando todos los fallos por los cuales no somos capaces de hacerla arrancar desde entonces. Yo no es que tenga mucha idea de coches, pero teniendo en cuenta que tengo más tíos que tías, siempre he hecho un montón de cosas con ellos como arreglar los coches, pintar la casa, jugar al fútbol, basket, baseball, tirar petardos, gastar bromas pesadas... Allí donde veis a todos mis tíos, con el menor de ellos en sus cuarenta y tantos, son más gamberros y niños que cuando mi hermano era un crío. Son ellos los que nos incitan a hacer gamberradas con ellos. Suena loco, ¿verdad?
—¿Qué tal las clases?, ¿mejor ya? —pregunta mi tío Juanito que aparece con las latas de cerveza en su mano.
—Sí —contesto sin sacar la cabeza del motor—. Aunque me gustaba más dar las clases en casa, con tanta gente a mi alrededor es diferente —me sincero.
—Solo te queda un año —me alienta mi tío MA. Asiento antes de sacar la cabeza y acercarme a mi tío Juanito para darle un beso.
—Ya me han contado lo que puede estar fallando además del resto del percal —comento a mi tío recién llegado.
—Esperemos que solo sea eso y no algo más importante —admite mi tío. Asiento.
Me paso casi toda la tarde con mis tíos y la furgoneta hasta que una de mis primas pequeñas me llama.
—Ale, hemos quedado en casa de Chandra hoy. Guada y yo. ¿Nos podrías llevar?, ¡porfaplis! —me pide Celia con ojos de corderito degollado. Las sonrío a ella y a Guada. (Ale es como me llaman mis tres primas pequeñas, ¿el por qué?, ni idea; preguntadlas a ellas).
—Claro, ¿a qué hora? —pregunto.
—A las seis y media. Vamos a cenar con ella en su casa; luego sus padres nos traen de vuelta —explica Celia. Asiento.
—¿Están los adultos de acuerdo? —pregunto enarcando una ceja.
—Claro —contesta Guada. Escudriño su mirada sin saber si me dice la verdad.
—Dejad que mire la pizarra —contesto dirigiéndome a la puerta de la entrada.
Allí, al lado de la puerta, pegada a la pared a la altura de mis ojos, hay una gran pizarra, al lado otra más pequeña. Diría que mide un metro y medio de largo y más de un metro de ancho. En ella se apunta cada día si alguien no come, si alguien sale, a qué hora lo hace, con quién y cuándo vuelve. Somos tantos que es la única manera de que todos estemos enterados de lo que hace el resto. Miro por la lista en la que algunos de mis tíos dicen que por cena de trabajo no cenan en casa. Busco la letra de alguna de mis tías. Encuentro sus líneas bajo mi letra:
Alex cena fuera. No llegará tarde.
Mi tía Isa (la madre de Celia y Bella) ha puesto:
Celia y Guada cenan con Chandra.
6.30. Las traen a casa.
Asiento ante la frase y miro hacia la otra pizarra. En ella están apuntados los coches de la casa. Arriba se pone el día en que estamos. Al lado del modelo del coche se apunta quién tiene el coche y de qué hora a qué hora. Miro qué coche puedo coger esta noche para llevar a las niñas e ir a la cena. El Audi está libre a partir de las 18.15, genial. Miro a mis primas.
—Vale, dejad que haga una llamada. Vamos en el Audi, ¿vale?
—¿Quién lo tiene? —pregunta Guada.
—El tío Juanca —contesto.
Las niñas asienten antes de salir corriendo por la casa hacia el jardín. Voy a mi cuarto y cojo mi móvil. Busco el número de Jeremy.
—¿Jeremy? —pregunto cuando éste descuelga.
—Sí, dime Alex.
—Tengo que dejar a las chicas en casa de Chandra. Ya que está cerca de tu casa, ¿qué te parece si paso a por ti? —pregunto.
—Ah vale, genial, ¿a qué hora?
—Seis y media.
—Vale, estaré listo a esa hora —se despide Jeremy.
—Te veo luego.
Acto seguido de colgar, llamo a Eileen —¿Eileen?
—Dime Alex —contesta ésta.
—Voy a dejar a las niñas a las seis y media en casa de una amiga y voy a pasar a por Jeremy. ¿Quieres que te pasemos a buscar?
—No te preocupes, yo voy andando. Os pilla lejos mi casa.
—No pasa nada Eileen. Te pasamos a buscar. Dime la calle —pido. Cojo un bolígrafo y una hoja y escribo la dirección que Eileen me dicta.
—Vale, estaremos allí... a... —me quedo pensando sin saber a qué hora decirle ya que no sé exactamente dónde se encuentra su casa, ni cuánto tardaremos desde la de Jeremy—. No tengo ni idea.
—Tranquila. Desde casa de Jere no creo que tardeis más de quince minutos.
—Vale, pues a las siete menos cuarto, ¿vale?
—Muchas gracias Alex —agradece Eileen antes de que colguemos.
Miro mi reloj, las cinco y media. Entro en el baño y me miro en el espejo, evaluándome. Me considero una chica del montón en cuanto al físico, pero creo que soy inteligente, segura de mí misma y sociable, al menos con mi familia. Un poco vergonzosa con la gente que no conozco. Me gustan las cosas nuevas, aunque las antiguas... ¡Que se queden como están! De pequeña tuve amigas con las que jugaba en sus jardines y ellas en el mío, pero después de los años, ellas empezaron en el instituto, otras se mudaron... Aún mantenemos el contacto, pero casi nunca nos vemos. ¡Ah! Y Jeremy es el primer amigo chico que tengo sin contar a mi hermano y a mis primos Jorge y Fernando. Ése es el resumen de mí misma.
Miro la camiseta y los pantalones que llevo. No son nada del otro mundo, pero creo que para ir a cenar gratis a un restaurante, están bien. Me debato entre si pintarme los ojos o no y mientras mantengo ese debate en mi cerebro, mis primas Celia y Guada entran corriendo en mi cuarto.
—¡Ale! —grita Celia.
—Decidme chicas.
—Ya ha llegado el tío Juanca. Tenemos sus llaves, mira —dice Celia elevando su brazo con las llaves del Audi en la mano.
—Gracias chicas —digo alcanzando las llaves.
—De nada —contestan al unísono mis primas. Las sonrío de vuelta.
—Nos vemos a las seis y cuarto en la entrada, ¿vale? —digo mirando el reloj. Son y cinco. Tengo diez minutos.
—Vale Ale —contestan ambas antes de salir pitando por la puerta de mi cuarto. Las escucho reírse. Miro a ambos lados, encontrándome a Dana sentada mirándome. No me había percatado de su presencia.
—¿Desde hace cuánto estás aquí? —pregunto sin esperar respuesta—. ¿Y qué has hecho con tus hermanas? —pregunto pensando en las patas. Dana ladra en respuesta. Sonrío.
Oigo el sonido de unos pasos acercándose a mi habitación mientras meto dinero, mi móvil y las llaves del coche en mis bolsillos del pantalón (evito llevar bolso ya que soy bastante olvidadiza y desastre con ellos y siempre los termino perdiendo).
—Alex —me llama mi hermano. Me giro hacia el sonido de su voz. Está apoyado en el marco de mi puerta. Asiento hacia él para que hable.
—Y&Y están en el estanque. Yo me quedo vigilándolas. Llévate solo a Dana, ¿vale? —dice mi hermano con cariño en su voz.
Le sonrío. Y&Y es el nombre que les puso mi hermano a Ying y Yang para que fuera más corto llamarlas.
—Gracias. Estoy bastante aliviada de llevar solo a Dana, solo tendré que mantener un ojo en ella. Si ves que se desmadran, llámame y vuelvo.
—No te preocupes, te llamaré —miente mi hermano. Sé que no me llamará y se ocupará de ellas. Le sonrío. Me acerco a él para salir de mi habitación. Le abrazo antes de pasarle. Él me sigue detrás.
—¿A qué hora vuelves? —me pregunta.
—No muy tarde. Si quieres luego podemos ver alguna película —contesto.
—Genial. Me toca elegir a mí —contesta mi hermano.
Los viernes solemos estar en mi cuarto y ver una película, hablar; hacer cosas de hermanos, ya sabéis.
* * *
Salimos de casa despidiéndonos de la familia que encontramos en nuestro camino al garaje. Mis primas se han cambiado y están hermosas.
—¿De verdad vais a casa de Chandra? Porque no lo parece —comento.
—Sí. Vamos, Ale —contesta Celia quejándose mientras pega saltitos por irse ya. Las miro ceñuda.
—Bueno, os acompañaré a la puerta aun así —contesto sintiéndome responsable aunque mis tías haya dado el visto bueno.
Nos subimos al coche. Las niñas detrás con Dana. El asiento del copiloto vacío, listo para albergar el cuerpo de Jeremy. En cuanto salgo del garaje, tiendo el móvil a Guada o a Celia (no lo sé exactamente porque estoy pendiente de la carretera) y pido que llamen a Jeremy para que sepa que ya salimos.
Tardamos entre nada y menos en llegar a casa de Jeremy, tal vez seis o siete minutos. Él ya está fuera. Abre la puerta y entra saludando con una gran sonrisa en la cara.
—Hola chicas —nos saluda a todas. Las niñas le tiran un beso, Dana le ladra y yo le doy un beso en la mejilla antes de arrancar.
—¿Sabes llegar a casa de Chandra? —me pregunta Jeremy.
Hago una mueca —Lo he mirado en el ordenador para no perderme, pero no recuerdo muy bien.
—Vale, déjame a mí. Vete a la derecha ahora y después la primera a la derecha otra vez. Pasa dos calles y a la izquierda; y allí es —me guía Jeremy. No pregunto por qué sabe llegar. Seguramente sea porque es muy social o porque tal vez conoce a todas las personas de su barrio—. Conozco a Chandra desde que nació. Sus padres y los míos son amigos desde la Universidad —explica Jeremy sin que tenga que decir nada. Ahí está la explicación de que sepa llegar a su casa.
Supongo que todos debieron estudiar en la Universidad de aquí a la cual quiero ir por no estar lejos de mi familia y poder ayudar, como hizo Lola en su momento. No tardamos ni tres minutos en llegar a casa de Chandra. Todos salimos del coche y con todos me refiero a Dana también. Ella se mantiene detrás de mí cuando llamo al timbre. Una mujer de mediana edad, posiblemente algo más joven que mi madre, abre la puerta.
—Hola chicas —saluda mirando a mis primas—. Hola Jeremy, tú debes ser, ¿Ale? —pregunta. Me llama como mis primas, no puedo evitar que un empiece de sonrisa aparezca en mis labios.
—Sí, soy Alex. Solo hemos bajado para comprobar que se quedan a cenar y después podéis llevarlas a casa.
—Oh, sí, claro, ¿Ale?, ¿Alex? —pregunta con una sonrisa la madre de Chandra.
—Prefiero Alex. Ale es como se llaman ellas —digo con una sonrisa, pretendiendo no sonar borde o algo parecido.
—Está bien. Nosotros nos ocupamos de todo. ¿A qué hora tienen que volver? —pregunta la madre de Chandra.
Me quedo pensativa. En la tabla no ponía nada así que me rijo por la hora estándar en nuestra casa.
—Antes de las diez si es posible.
—Perfecto, estarán allí a esa hora —dice la madre de Chandra haciendo una pausa. Asiento—. Si algo pasara, que no va a pasar, ¿llamo a alguna de tus tías o a ti? —me pregunta.
—A mí mejor —contesto sabiendo que mis tías estarán disfrutando de unas horas sin mis primas.
La madre de Chandra apunta mi número en un papel. Dejo a mis primas en la casa de Chandra y Jeremy, Dana y yo volvemos al coche. Dana entra a la parte trasera desde la puerta abierta de Jeremy.
—¡Eh tú! Se pide por favor —se queja Jeremy mientras entra en el coche.
—Oh Jeremy, ¿es que nunca has escuchado eso de las damas primero? —bromeo. Jeremy rueda sus ojos. Yo me río.
Tardamos exactamente quince minutos en llegar a casa de Eileen. Ella nos espera en la puerta de una pequeña casita de dos pisos con un pequeño garaje empotrado al lado de la puerta de entrada.
—Es bonita —le digo con sinceridad a Eileen mientras ella se sienta en el asiento trasero tras Jeremy.
—Es lo único que nos podemos permitir —contesta Eileen elevando los hombros con indiferencia.
—A mí me gusta también. Ya se lo dije a ella cuando los dos se mudaron aquí —dice Jeremy. Mastico sus palabras, poco a poco. ¿Dos?, ¿y sus padres?
—¿Y tus padres Eileen? —pregunto aún sin arrancar.
—Ah, bueno... Ellos... murieron. Mamá en un accidente cuando era pequeña, papá de cáncer hace unos años ya.
—Lo siento —susurro triste. Una familia de dos, algo loco para mí teniendo en cuenta que somos treinta y cuatro en la mía.
—No pasa nada, pasó hace mucho. Tyler es lo que me queda. Trabaja para poder pagar las facturas, igual que Byron. Los padres de Jeremy nos tuvieron que ayudar a final de mes los primeros años. Pero ahora todo está bien —me comenta Eileen. Asiento—. No sientas pena por mí, ¿vale Alex? Sé que tienes una gran familia y todo eso, pero mi padre, Tyler y yo no estábamos muy unidos. Desde que mamá murió él cambió bastante, o eso dice Tyler. Yo no recuerdo cómo era antes de que mamá se fuera —cuenta Eileen con voz neutra, sin un destello de tristeza. Pongo el coche en marcha—. Y ahora que hemos sacado del tema, háblanos de tu familia Alex. Seguro que es más feliz tu historia que la mía —pide.
Pienso mi contestación detenidamente —Vale, solo a cambio de que vosotros me contéis de la vuestra.
—Perfecto. Empiezas tú —sonríe Jeremy. Asiento antes de empezar a hablar de ella.
—Pues... Somos treinta y cuatro en total... —comienzo antes de que Eileen me interrumpa.
—¿Treinta y cuatro?, ¿en serio? ¡No me lo puedo creer!, ¡quiero conocer a tu familia! —grita Eileen emocionada.
—¿De veras? —pregunto alucinada. No me lo esperaba. De todas las reacciones que han pasado por mi cabeza, esta no estaba.
—¡Claro! Siempre he querido tener una familia grande —dice con anhelo Eileen. Miro sus ojos desde el espejo retrovisor, son soñadores.
—Está bien. Te los presentaré, pero solo si sigues interesada después de que hable de ellos —digo. Miro por el espejo retrovisor otra vez, esperando ver asentir a Eileen—. No sé cómo son las otras familias, pero... la mía es rara, de eso estoy segura. Tengo unos tíos que se creen que son críos aún. Montan guerras de comida, agua, petardos y demás cosas que os podáis imaginar por la casa. Hacen equipos y nos meten a todos de por medio. Suelen ser ellos los que terminan convenciendo a los más jóvenes de participar en sus gamberradas y no al revés. Es difícil que durante el día nos veamos todos, así que en la puerta tenemos una pizarra donde ponemos que coche cogemos y de qué hora a qué hora. Tenemos otra pizarra para poner cuándo salimos, a qué hora y hasta cuándo. Nos repartimos las tareas de casa y todos ayudamos en todo —digo enumerando las cosas que creo más importantes.
—¿Y cuándo salís? —pregunto Eileen. En su voz un destello de felicidad.
—Pues no solemos; pero si lo hacemos, nos dividimos entre los ocho coches que tenemos y salimos hacia donde sea. La verdad es que eso es guay. Cada uno lleva un Walkie Talkie y hablamos por ahí para que ninguno se pierda. Es divertido ver a un grupo de ocho coches que hacen lo mismo. Después están mis tíos haciendo el cabra... Normalmente el coche más viejo va el penúltimo y el último uno de los nuevos por si por algún casual se estropea, no se quede tirado. El último coche es el que suele llevar menos gente dentro por si tiene que rescatar al coche de delante —termino contando.
—¡Me encanta tu familia! —grita Eileen a la vez que Jeremy, ambos diciendo lo mismo.
—¿Eso creéis? —pregunto algo nerviosa y asombrada.
—Sí. Nunca he conocido una familia así, pero es genial. Sois realmente una familia unida, como nosotros —comenta Eileen.
—¿Por qué solo tus abuelos viven allí? —pregunta Jeremy.
—Porque mis abuelos se conocen desde pequeños. Así fue como mis padres se conocieron y al final, la familia se unió —relato.
—Guau —exclama Jeremy.
—Es genial —susurra Eileen con voz alegre.
—Os creeré —digo sonriente porque a mis amigos les guste lo que cuento sobre mi familia.
—¿Cuándo la conoceremos? —pregunta entonces Eileen. Me encojo de hombros.
—No sé... No sé si realmente estáis preparados para eso... —acepto sin querer admitir todavía que ellos quieran conocer a mi familia.
—¡No vamos a salir corriendo! —se queja Jeremy.
—No, no —corrobora Eileen negando con la cabeza.
—¿Qué os parece en fin de año? —pregunto—. Nosotros hacemos una gran fiesta para fin de año y sé que vosotros no hacéis eso —argumento.
—A cambio de que te vengas con Jeremy y conmigo en Acción de Gracias —contesta Eileen.
—¿Pasáis juntos Acción de Gracias? —pregunto sorprendida.
—Desde que tengo memoria casi. Como solo somos Tyler y yo, siempre vamos a casa de Jeremy, con sus padres, sus abuelos y Byron —cuenta Eileen. Otra vez ese tal Byron. ¿Quién será?
—Vale, es un buen trato. Dile a Tyler que venga también para fin de año.
—Gracias por invitarle. En fin de año no le gusta estar solo. Fue cuando papá murió —cuenta Eileen sin una pizca de tristeza. Supongo que es porque está más que acostumbrada a su partida. Asiento.
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

Mensaje por ana03 »

Capítulo 5


No tardamos nada en llegar al restaurante con las indicaciones que me van dando tanto Eileen como Jeremy, a la vez que me cuentan cómo es la familia de Jeremy y cómo se las arreglan Tyler y Byron para trabajar y sacar la casa adelante a pesar de que lo que querían hacer ambos era ir a la Universidad. Cuando pregunto por qué no lo hicieron, Eileen me cuenta que su hermano y Byron se pusieron a trabajar para poder tener suficiente dinero para cuidar de ella; y que cuando ella quiso ponerse a trabajar después de las clases para ayudar y así que Tyler y Byron pudieran ir a la Universidad, ellos simplemente se negaron. La familia de Jeremy parece bastante normal. Solo sus padres, sus abuelos y él. Ningún tío, ni primo. Sus abuelos viven a unos setenta kilómetros de aquí desde que se mudaron a la ciudad hace unos años, pero se suelen juntar los fines de semana como han hecho desde siempre. Los padres de Jeremy son encantadores y siempre atentos con Tyler y Eileen.
—Es aquí —dice Jeremy señalando un restaurante con letras luminosas amarillas. Restaurante Queen, leo. Una “e” fundida.
—Tiene buena pinta —digo amable.
—No está mal. Hay lugares mejores —se encoje de hombros Eileen antes de abrir la puerta para salir del coche. Dana sale detrás de ella.
Nos acercamos al restaurante. No puedo evitar echar un vistazo dentro. No hay ni un solo perro o cualquier otro animal.
—Eileen, ¿estás segura de que pueden entrar animales? No veo ninguno —sigo observando el restaurante, asustada ante la idea de que Dana tenga que quedarse fuera sola.
—Tranquila, tú entra normal; sí que pueden entrar.
Jeremy nos abre la puerta del restaurante y nos deja pasar. Dentro hay mesas a los laterales que son de cuatro o seis personas y tienen sofás en vez de sillas. En el centro, hay mesas de dos o cuatro personas con sillas y mesas de madera.
—¿Dónde nos sentamos?, ¿dónde te apetece Alex? —me pregunta Jeremy.
Echo un vistazo a la sala. Busco la mesa más alejada y solitaria —Esa de allí —digo señalando una esquina.
—Me parece bien. Nosotros solemos sentarnos allí cuando está libre —sonríe Eileen.
—Una coincidencia que elija la misma.
Ambas reímos. Me relajo cuando veo pasar a uno de los camareros, que se nos queda mirando (a Dana también), pero no dice nada; tan solo nos saluda amablemente dando un abrazo a Eileen, la mano para Jeremy y para mí un asentimiento. Nos sentamos en la mesa de tal manera que Eileen da a la pared, yo estoy a su lado, con Dana en el pasillo y Jeremy en frente, entre ambas.
—¿Estará bien si Dana se queda ahí? —pregunto nerviosa. Es imposible meter a Dana bajo la mesa porque es demasiado grande y da con la cabeza en ella.
Eileen asiente tendiéndome la carta —Relájate —me susurra.
—Hola, buenas noches. ¿En qué puedo ayudarles? —pregunta una profunda voz que reconozco y envía escalofríos por todo mi cuerpo. Giro mi cabeza de Eileen a mi lado derecho para ver de pie a un hermoso Tyler, que busca mis ojos y posa los suyos en los míos al encontrarlos.
—Hola... Mmmm... Tyler —digo olvidando por un segundo su nombre. Tyler me sonríe y yo me siento derretir y sonrojar. ¡Tierra trágame!
—Tyler, deja de hacer eso, es mi amiga. Guarda tu sonrisa para otras —sisea Eileen. Tyler ríe arrogante.
—Está bien hermanita. Ahora, ¿para beber Alex? —me pregunta directamente a mí.
—Pues mmmm... ¿Agua? —pido sin convicción. La boca se me seca y no entiendo por qué—. ¿Y vosotros? —pregunto extrañada de que solo pregunte por mi bebida.
—Por nosotros no te preocupes —me mira Eileen—, será lo de siempre Tyler —pide con una sonrisa a su hermano.
—¿Y de comer? —pregunta Tyler mirándome exclusivamente a mí. Su mirada me intimida. No puedo evitar sonrojarme más aún y bajar la vista a la mesa. Jamás un chico me ha mirado así. Dana se pone a mi lado, como apoyándome.
—¿Qué pedís vosotros aquí? —logro preguntar en un susurro.
—Hamburguesa con bacon y queso para Eileen y sándwich vegetal para mí. Después solemos compartir —dice Jeremy. Por un segundo en lo único que pienso es en que a Jeremy le pega más pedir la hamburguesa y a Eileen el sándwich vegetal. Despierto del trance de lo que le pega más a cada uno de mis amigos y me quedo pensativa, leyendo de pasada la carta.
—Si quieres te puedes pedir una hamburguesa de queso, huevo, cebolla, salsa especial y compartís los tres —propone Tyler con un guiño.
Asiento. Eileen carraspea. Sé que va dirigido a Tyler.
—Me parece bien, ¿a vosotros? —pregunto sin mirar a Tyler.
—Sip —contestan los dos al unísono.
—Ok iré a por las órdenes. Por cierto Alex, bonito perro —dice antes de marcharse mientras cierra el blog de notas.
Levanto la vista para verle marchar. Lleva una camisa negra a juego con los pantalones y una especie de delantal blanco que cubre su pecho y va hasta sus rodillas. Puedo ver cómo va atado a su cintura. Siento un cosquilleo recorrer mi cuerpo. Nunca antes lo había sentido. ¿Por qué ahora?, ¿por qué mirando a Tyler?
—¿Te gusta? —pregunta Eileen sacándome de mi ensimismamiento.
—Mmmm puede.
Me parece guapo pero no sé si me gusta. En realidad nunca me ha gustado un chico que no sea de los que salen en la tele o un tonto enamoramiento de un personaje ficticio de algún libro.
—¿Puede? —pregunta Jeremy enarcando una ceja.
—No sé. Creo que nunca me ha gustado un chico de los de verdad —admito.
—¡Oh!, ¡no me digas eso! —gime Eileen—. ¿Tienes diecisiete y aún no has tenido novio o has besado o algo así? —pregunta asombrada.
Me revuelvo en mi asiento molesta. No pensaba que fuera malo no haberlo hecho hasta ahora por cómo lo ha dicho Eileen.
—No. simplemente nunca he tenido las ganas de salir a una fiesta y conocer chicos. Mis primos mayores lo han hecho, pero yo simplemente me he centrado en mis primas menores y mi hermano. No sé. No me parece malo.
—No, no, Alex. No está mal. Es simplemente que no me lo esperaba. Es decir... Yo en ese aspecto no soy como tú y se me hace raro que tú nunca hayas besado; pero no es malo, claro que no —dice Eileen intentando arreglarlo—. Además, eres guapa. Las chicas guapas siempre han besado a alguien y a nuestra edad no suelen ser vírgenes.
—Está bien Eileen. Alguna vez mis tíos y mis primos me han dicho algo parecido. Es solo que nunca he sentido atracción por nadie, ni por salir de casa cuando en ella lo tengo todo —admito.
—Entonces tal vez te pueda hacer cambiar de opinión —contesta Eileen sonriendo. Asiento sin saber en qué me estoy metiendo.
—¿Dónde has dejado los patos? —pregunta la voz de Tyler.
Me giro para mirarle. Lleva en una bandeja nuestras bebidas y en la otra mano y brazo nuestra cena. Deja la bandeja elegantemente en la mesa y después pone delante de cada uno su plato. Contengo las ganas de relamerme. Se me cae la baba con solo oler mi hamburguesa. Mi estómago gruñe y Eileen ríe como si Tyler no hubiese hablado.
—En casa —contesto sin más, tal vez un poco seca.
—Pensaba que iban donde tú ibas —contesta Tyler. ¿Intenta ligar conmigo? No tengo ni idea porque solo lo he visto hacer en la televisión, nunca en la vida real.
—Esta noche no.
—Tyler, déjanos cenar anda —pide Eileen—. Y deja de meterla presión. No es para ti, no es una chica de una noche.
Tyler asiente, coloca los refrescos de Eileen y Jeremy, mi agua y se marcha sin más. Me quedo mirando su figura, deleitándome con ella. Algo crece en mi interior, algo a lo que aún no puedo poner nombre.
—Te gusta, mucho, mucho —afirma Eileen sacándome de mi ensimismamiento por segunda vez en la noche.
—Me gusta mirarle. Me parece guapo —contesto elevando los hombros intentando aparentar indiferencia aunque en realidad me turbe el pensamiento de que al fin me guste alguien.
—¿Mi hermano?, ¿Tyler?, ¿ÉL?, ¿guapo? —pregunta Eileen escupiendo su refresco y tosiendo.
—Sí —contesto mirándola e intentando no reír.
—Lo será. Nunca le he visto como un chico, siempre como mi hermano. Creo que nunca ha tenido novia; todas eran chicas con las que acostarse o liarse. No sé cuántas, él es bastante reservado con eso. Pero siempre intenta echar el lazo a las chicas, así que supongo que será guapo —explica Eileen en un borbotón de ideas saliendo por su boca.
—¿Consideras quién es guapo y quién no dependiendo de las chicas con las que esté? —pregunto algo confusa.
—Sip. Si eres guapo, tienes muchas chicas a tu alrededor. Si no lo eres, no te comes un colín —contesta afirmativamente Eileen antes de reír.
—A Tyler le adoran las mujeres. Lo que pasa que Eileen cierra los ojos, tiene el síndrome de hermana menor. Tiene millones de chicas a su alrededor —argumenta Jeremy.
—¿Qué? ¡Eso es una gran mentira! No cierro los ojos solamente... me hago la ciega porque a veces es asqueroso las chicas con las que sale. Y yo no tengo ese síndrome —frunce el ceño Eileen y se cruza de brazos.
—Ui sí, tú te haces la ciega; pero no paras de quejarte sobre todas esas chicas que van a tu casa preguntando por él o que llaman a tu casa, o las que no dejan de preguntarte por él en el instituto.
—Me gusta negarme a mí misma que eso pasa. Además desde hace un par de meses, no llaman. Tan solo ha preguntado por él Jennifer. Tal vez se estén dando cuenta por fin de que él pasa de ellas.
—Entonces tú Jeremy... tú eres... —digo intentando cambiar el rumbo de la conversación. No me apetece saber con quiénes ha estado Tyler.
—Yo, Jeremy —contesta éste burlón. Pongo los ojos en blanco.
—No eres feo, pero hasta ahora no te he visto con ninguna —explico.
Por un segundo le miro de arriba abajo. Tiene buen tipo. Rubio, ojos azulados con pintas marrones. Alto, delgado y fuerte. Con músculos marcados en las partes necesarias. Rostro cincelado. Es sexy.
—Busco a la mujer perfecta —contesta elevando los hombros con indiferencia.
—Es gay —le pica Eileen.
—Nop. Yo ya fui un mujeriego a los quince. Con eso basta. Ya he probado todo lo que tenía que probar antes de sentar la cabeza —contesta Jeremy. Al terminar, le saca la lengua a Eileen.
Comienzan a discutir y lo único en lo que puedo pensar es en la pregunta que les quiero hacer.
—Y vosotros... Mmmm, ¿no estáis juntos ni nada? —pregunto inocentemente. Las miradas de ambos se disparan en direcciones opuestas. Rubor en sus mejillas.
—No, no, no —niegan ambos al unísono. Demasiado deprisa esa negación y además reiterante; demasiado rubor y demasiado nerviosismo en sus voces. Abro la boca para decir que esa misma contestación la dicen en las películas cuando los protagonistas están colados el uno por el otro, pero en su lugar, vuelvo a cerrar la boca y no digo nada. Sonrío.
—¿Qué? —pregunta Eileen con mirada inquisitiva.
—Nada —contesto con voz inocente.
Eileen frunce el ceño. Mira a Jeremy y enarca una ceja. Segundos después estalla en una risa incontrolable. Jeremy y yo nos miramos sin entender. Eileen sigue en sus trece riendo y yo no puedo aguantar más y estallo en carcajadas sin saber por qué me río. Simplemente es que la risa de Eileen es contagiosa, muy contagiosa. Echo un vistazo por el rabillo del ojo a Jeremy, que nos mira a una y a otra, a una y a otra como si estuviéramos locas. Yo probablemente lo esté. Esto es tan nuevo para mí.
Tyler aparece en nuestra mesa y mira directamente a Jeremy. Puedo apreciar cómo mantienen una conversación puramente visual. Por mi cabeza pasa la sensación de que se ríen de nosotras. Ofendida, intento parar de reír, pero es imposible. Miro a Eileen y me río hasta que me falta aire en los pulmones. Cojo una gran bocanada de aire fresco y miro a los chicos, que nos miran con rostro divertido. Mi mente y mi cuerpo se debaten entre si debo sonreírles o hacer una reverencia como diciendo, ¿señores han disfrutado del espectáculo? No tengo tiempo de decidir porque Tyler habla.
—Byron... —comienza Tyler.
—Que se siente con nosotros —interrumpe Eileen.
Tyler mira a ésta, dándola las gracias con la mirada. Yo miro de uno a otro esperando que alguien me diga quién es Byron.
¿Quién narices es Byron? pregunto con la mirada a Jeremy. Éste en seguida se da cuenta de la pregunta en mis ojos y se dispone a responder.
—Byron es... —comienza Jeremy.
—Un amigo de Tyler. Pero es casi como si fuera un hermano para mí —termina Eileen. Asiento. Byron: amigo de Tyler. Captado.
Estoy apunto de preguntar algo más sobre Byron cuando noto cómo se iluminan los ojos de Eileen. Miro hacia donde ella dirige su mirada.
—Byron nos ayuda mucho —me susurra Eileen sin apartar su mirada del chico nuevo. Es alto, pelo corto oscuro, ojos oscuros. Porte fuerte y sexy. Dudo que alguna mujer pueda resistirse a él.
—Buenas —saluda Byron al llegar a la mesa. Escruta con semblante alegre la mesa, posando su mirada en Dana y después en mí—. Tú debes ser Alex. Y ella Dana.
Mi corazón se salta un latido. Asiento tendiéndole la mano, sonriente porque sepa cómo se llama mi perrita. Él mira mi mano, se ríe y se abalanza sobre mí en un suave abrazo. Me pilla tan de sorpresa que me tenso, pero me dejo abrazar.
—Encantada —susurro cuando Byron se separa de mí.
—Me han hablado mucho de ti —contesta Byron. No puedo evitar pensar si ha sido Eileen o tal vez Tyler. Si ha sido él, seguro que se ha burlado de mí y mis animales.
—Ya está toda la familia —dice Jeremy feliz.
Les echo un vistazo a todos y no puedo evitar sentirme mal por no traerme mi cuaderno de bocetos. Se ven como una familia tan extraña como la mía. Miro sus rostros uno a uno, intentando quedarme con ellos para luego dibujarlos al llegar a casa.
—Siéntate —le insto a Byron moviéndome para dejar un sitio. Byron sonríe y no rechaza su sitio a mi lado. Tyler se sienta con Jeremy. Le miro sin comprender.
—He terminado mi turno —contesta a mi pregunta silenciosa. Hago un leve asentimiento con la cabeza.
—Byron si te molesta Dana... —comienzo.
—Tranquila. Está bien —dice Byron posando su mano sobre la mía mientras habla. Se me hace raro que se tome esas confianzas conmigo, pero luego me doy cuenta de que es solo Byron intentando hacerme sentir cómoda.
—¿Habéis pensado salir hoy? —pregunta Byron con voz esperanzada.
—Pues mmmm... nop —contesta Eileen.
—Podríamos ir al Holly —propone Tyler. Byron levanta su puño y lo hace estampar contra el de Tyler.
—No podemos. Tenemos a Dana —comenta Eileen.
—Tranquila. Podéis ir los cuatro —contesto—. Yo estoy bien con eso. Tengo coche.
—No, no. Podemos ir a la playa. Otro día iremos al Holly —dice Jeremy.
Deslizo mi mirada a Tyler y Byron, escrutando sus rostros. Ambos parecen de acuerdo con la propuesta de Jeremy.
—Lo siento —susurro.
—¡Ey! Está bien. La playa es buena opción —me anima Byron.
No puedo evitar pensar en él y Tyler, compararlos a ambos. Desde mi punto de vista son tan diferentes... Byron parece tan abierto y Tyler tan cerrado, con tanta armadura que quitar, tan opaca su alma... Difícil de leer.

No tardamos mucho en salir del restaurante. Me quedo mirando a Tyler extasiada, sin poder apartar mis ojos de todo él. Es sexy, al menos para mí. Puedo vislumbrar ojeras en sus ojos cansados.
—¿Prefieres ir a casa? —susurro a Tyler.
—Estoy bien —es su contestación. Mira a su hermana mientras me contesta. Lo hace por ella, dice una vocecita dentro de mi cabeza. Sonrío. Tal vez no seamos tan diferentes. Yo también lo haría por mi hermano.
La noche pasa tranquila. Andamos hasta la playa y allí nos sentamos en la arena. Tyler se sienta a mi lado, Eileen a mi izquierda. Jeremy y Byron frente a nosotros. Dana tumbada, haciendo de mesa entre los chicos y Tyler, Eileen y yo.
Byron, Jeremy y el cansado Tyler no tardan en ponerse en pie y jugar con Dana, disfrutando como enanos. Los tres chicos ríen, corren y se mojan las piernas con Dana corriendo y jugando con ellos. Mientras, Eileen y yo les miramos divertidas. Hago una foto mental de este momento para poder plasmarlo en mi cuaderno.
—Estoy agotado —dice Tyler dejándose caer a mi lado. Gotas de agua salpicándome.
Miro su rostro. No parece tan cansado como al salir del restaurante. Por un segundo, por mi mente pasa la idea de deslizar mis dedos por su rostro sudoroso, pero sacudo esa imagen de mi mente con un chasquido de mi lengua. ¿Por qué pasa esto por mi mente?
—Ha sido genial —dice Jeremy dejando caer su cuerpo contra la arena.
—El escape de adrenalina que necesitaba —acepta Byron.
Dana se tumba colocando su cabeza en mi regazo. La acaricio detrás de las orejas mientras respira fuertemente, su lengua fuera.
Nos quedamos hablando, riendo, sintiendo quién sabe cuántas cosas que nunca había sentido, quién sabe cuánto tiempo. Miro la hora para ver que es medianoche.
—Chicos, tal vez debería irme —empiezo.
—Oh —dice Eileen triste.
—Mañana las niñas me despertarán pronto y necesito descansar —comento en un suspiro.
—¿Niñas? —pregunta Byron elevando una ceja. Le miro antes de contestar.
—Primas, niñas —explico.
—Por un momento me has asustado.
Río en contestación.
—Es que Alex vive... —comienza Eileen. Pero la pego una dulce patada de advertencia; no creo que a él ni a Tyler les importe o interese mi familia.
—¿Vive? —pregunta Byron esperando más.
Suspiro —Con toda mi familia —termino por Eileen.
—Es genial, seguro. ¡Tengo tantas ganas de conocerla! —grita ilusionada Eileen.
Así, hablando de mi familia, pasamos al menos media hora hasta que por fin logro meterme en el coche. Me ofrezco a llevar a Byron y Jeremy en mi coche para que Tyler pueda volver antes a su casa, pero Byron pasará la noche en casa de los dos hermanos, así que en mi coche terminamos Jeremy, Dana y yo.
Cuando por fin llego a casa me deslizo silenciosamente hasta mi cuarto; no sin antes apuntar que estoy en casa y dejar las llaves donde el resto. Os parecerá una tontería, porque mañana veré a mis padres y sabrán que estoy en casa, o tal vez me oirán meterme en la cama esta noche. Pero mis tíos, primos y abuelos tal vez no me vean hasta la hora de comer y se pondrán nerviosos si no saben que ya estoy danzando por la casa, es por eso que uno de mis abuelos inventó las pizarras en la puerta.
Al llegar a mi cuarto, mi móvil comienza a vibrar. Lo saco de mi bolsillo mientras enciendo la luz de mi mesilla y apago la de arriba. Ying y Yang se acercan a mí, saludándome. Las hago callar, pero no hacen caso, para variar. Cierro la puerta y miro quién llama. Número desconocido aparece en la pantalla. Me debato entre aceptar la llamada o no, mientras cojo una nota de mi hermano de encima de mi almohada, en la que dice que dejamos la película para otro día. Al final cedo y acepto la llamada por si fuera alguno de mis tíos o primos preocupados por mí.
—¿Sí? —susurro.
—Soy yo, Eileen —saluda Eileen al otro lado de la línea.
—Pero este no es tu móvil, ¿no? —pregunto como una tonta sabiendo que no es el suyo. Su número me lo dejó grabado el segundo día de instituto, igual que Jeremy.
—Es el de Tyler o el de Byron, no estoy segura. Lo he cogido en la oscuridad. Mi móvil murió al llegar a casa —me explica Eileen. Asiento sin darme cuenta de que no puede verme—. Esto... yo te llamaba para darte las gracias.
—¿Por qué? Si no he hecho nada.
—¡Oh!, ¡sí! Lo has hecho completamente. Has sido atenta y simpática con Byron, al que no conocías y con Tyler, quien suele ser un estúpido con las chicas la mitad del tiempo...
—Lo he pasado bien —digo a modo de contestación.
—Yo también. Y quería decirte... que... que... formas parte de nuestra familia también, aunque no sea tan guay como la tuya... —empieza a decir Eileen. La interrumpo.
—Sois geniales.
—Gracias Alex, es muy importante para mí. Eres mi mejor amiga.
Y con eso y tras despedirnos, colgamos. Me encuentro con que tengo una gran sonrisa en mi cara mientras dibujo la fotografía mental que tengo de Eileen y los chicos en el restaurante y en la playa con Dana.
Metida en una burbuja de felicidad, nerviosismo y atontamiento, me deslizo dentro de la cama. Y&Y a mis pies, junto con Dana. Cierro los ojos y millones de preguntas se agolpan en mi cerebro, buscando respuesta. ¿Soy su mejor amiga?, ¿qué significa eso?, ¿y formar parte de su familia?, ¿qué implica?, ¿qué tengo que hacer?, ¿qué figura represento en esta familia tan diferente y a la vez tan igual a la mía?
Y luego está Tyler... Mis ojos se desvían a él constantemente, como si estuviera hechizada o su cuerpo fuera mi polo positivo y yo el negativo. Nunca he experimentado esto. Nunca me ha gustado realmente un chico fuera de las películas y los libros. No tengo mejor amiga desde que tenía cinco o seis y mi familia está llena de niños grandes en vez de hombres. Con mi millón de preguntas sin resolver, llega un momento en el que me quedo dormida.
* * *
Martes. Me toca servir el desayuno. En la despensa solo quedan restos de crispis y una tira de galletas algo rancias. Se nota que es día de hacer la compra, ¿verdad? Hago como siempre que me toca servir; cojo todo lo que puedo y lo pongo encima de la mesa.
—¡Buenos días hermanita! —saluda mi hermano a voz en grito. Pego un brinco, por el cual casi se me cae la leche.
—Cagüen... —murmuro—, ¡Miguel! —me quejo.
Oigo risitas detrás de mí, provenientes de la boca de mi hermano. Me giro echa una fiera para ver cómo se empieza a reír más alto y cada vez más, hasta que termina en el suelo cogiéndose la tripa.
—¿Qué pasa aquí? —pregunta Jorge entrando en la cocina. Desvío mi mirada de mi hermano a mi primo y después otra vez a mi hermano.
—Nah, lo mismo de siempre —contesto observando aún a mi hermano en el suelo.
—¿Qué es lo mismo de siempre? —pregunta Jorge extrañado.
—El idiota de cada mañana —contesto con voz monótona aunque no puedo evitar sonreír. Amo a mi hermano a pesar de todo y llamarle idiota se lo llamo con todo el cariño del mundo.
Mi hermano sigue riendo cuando mis primas llegan a la cocina. Todas ellas, menos Lola, se echan encima de éste, haciéndole callar a base de peso (termina tosiendo medio ahogado).
—¿Ya podemos desayunar? —pregunto mirando a mis primas y mi hermano en el suelo.
—Sí, claro hermanita —contesta mi hermano con voz burlona.
Le fulmino con la mirada. Hoy no es nuestro día. Nos sentamos en la mesa y nos servimos algo de la poca leche que queda. Mis primas pequeñas se pelean por los retales de crispis, mientras que mi hermano, Alice, Jorge, Lola y yo, somos más listos y vamos a por las galletas. El desayuno transcurre sin incidentes. Mi hermano y yo nos vacilamos mutuamente, nos reímos por cosas estúpidas y finalmente nos terminamos ahogando con algún trozo de galleta sumergida en leche.
Y... la última galleta. Miro de reojo a mi hermano, tiene los ojos hambrientos. Por una milésima de segundo, ambos nos miramos y acto seguido nos abalanzamos sobre la galleta en el paquete de plástico. Terminamos tirando cada uno de un lateral de la tira de plástico de galletas. La galleta que queda en el centro. No podemos evitar reír.
—Toma anda, cómetela tú —dice mi hermano soltando el plástico.
Sonrío en agradecimiento. La parto por la mitad y meto un trozo en los restos de leche que me quedan. Al intentar cogerlo con mi cuchara y llevármelo a la boca, mi hermano se abalanza sobre mí; menos mal que tengo buenos reflejos y consigo apartar su cuchara de mi camino y meter la galleta corriendo en mi boca. Río con mi hermano, hasta que decide beber leche.
—¿Quieres la mitad? —pregunto intentando lanzarle la otra mitad de la galleta a su vaso. Mi hermano niega con la cabeza, pero yo insisto—. ¿De verdad no la quieres?
Mi hermano me mira por un momento, mientras sigue bebiendo leche. Deja el vaso en la mesa y sonríe con esa mirada tan peculiar suya que me advierte que dirá una burrada.
—¡Corre échamela que tengo charco! —grita mi hermano antes de abrir por completo su boca llena de leche y esperar que le lance la galleta. Estallamos en carcajadas ambos, tanto que nuestros primos se nos quedan mirando como si fuéramos extraterrestres. Mi hermano expulsa la leche por su nariz y su boca, lo que hace que ría aún más alto. Minutos después, paramos de reír para poder respirar. Termino la galleta y me pongo a beber la leche mientras mi hermano se limpia y comienza a hablar dando con su cuchara metálica contra la tapa de la leche.
—A veces me sorprendo de lo idiota que soy —bromea mientras un ruido sordo proveniente de la tapa de leche que se acaba de rajar por el golpeteo, le silencia. Ambos nos miramos y volvemos a estallar en risas. Esta vez, de mi boca sale un reguero de leche que empapa a Jorge, frente a mí.
—¡Qué os pasa hoy!, ¡no os entiendo! —dice un irritado y malhumorado Jorge.
—Pregúntaselo a Miguel. Es él quién no deja de hacer idioteces hoy. Mira la tapa. Está rajada ¿Ahora cómo guardaremos la leche? —pregunto intentando aparentar seriedad aunque por dentro, me muero de risa.
—No hay problema. Lo cogemos de una botella sin empezar —contesta mi hermano.
—No queda más leche —contesto burlona poniendo mis ojos en blanco.
—¡Pues habrá que beberse toda la leche! —contesta mi hermano demasiado feliz.
Total, que voy con la tripa a reventar de leche hacia el instituto, igual que les pasa a todas mis primas, mi primo y a mi hermano. Este ha sido un desayun genial.
* * *
Los días van pasando deprisa. Cenas en el restaurante de Tyler, tardes en la playa con Eileen y Jeremy, tardes con mis tíos arreglando mi furgoneta, tardes llevando a mis tres primas pequeñas de un lugar a otro y mañanas en el instituto dando asignaturas que prácticamente me sé de memoria.
Quedan tres días para Halloween. Es tradición en mi familia hacer el indio ese día. A pesar de que Eileen y Jeremy me han dicho que vaya con ellos a una fiesta, no puedo. Que queden tan solo tres días quiere decir que por la tarde, después del instituto, iremos a comprar cosas para decorar la casa por dentro, disfraces, pinturas...
El día de Halloween llega y lo pasamos genial. Vamos de casa en casa pidiendo caramelos, todos disfrazados. Cuando tenemos el suficiente azúcar en nuestras bolsas, vamos a casa y montamos un espectáculo para los niños que año tras año vienen a nuestra casa para vernos. Me lo paso mejor que bien. Toda mi familia actúa muy bien; incluso yo llego a asustarme a veces de lo bien conseguidos que están los disfraces que visten. Nos dibujo a todos disfrazados, plasmando los disfraces en el papel mucho mejor a como salen en las fotografías.
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ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

Mensaje por ana03 »

Capítulo 6


Parece mentira pero las semanas pasan volando y en un santiamén quedan dos días para Acción de Gracias y ya no tenemos instituto hasta la semana que viene. Nada más levantarme y mirar qué día es, se me revuelve el estómago. Sin siquiera levantarme de la cama y sin que mis primas hayan venido corriendo a despertarme cojo mi móvil y me debato en a quién llamar primero. Me decanto por Eileen. Cruzo los dedos por no despertarla.
—¿Sí?, ¿Alex? —pregunta la voz más o menos despierta de Eileen.
—Hola Eileen tengo una gran pregunta —digo nerviosa.
—Dime bebé.
—¿Qué me pongo para el jueves? Nunca he celebrado Acción de Gracias realmente y..., ¡no sé qué ponerme! —digo casi a voz en grito.
—¡Ey! Tranquila. Dame media hora que me vista y hable con Tyler y voy a tu casa —susurra Eileen adormilada.
—No, no te preocupes, no quiero molestar a Tyler.
—Como tú quieras, pero no es problema para Tyler. He visto como te mira —contesta Eileen. Abro la boca sorprendida. Eileen se reiría de mí si me viera.
—¡Eileen! —me quejo.
—¡Es verdad! Los dos os coméis con los ojos —bromea. Pongo los ojos en blanco.
—Voy a por mi ordenador. Te enseño mi ropa —propongo dejando el tema de Tyler de lado.
Oigo como Eileen se incorpora de lo que debe ser la cama y se pone las zapatillas.
—Vale, estoy en ello. En dos minutos estaré conectada.
Con esto, colgamos. Me voy a mi ordenador que ya está encendido, me siento en la silla de mi mesa de estudio y espero a que Eileen aparezca conectada.
En cuanto la veo, cliqueo encima de su nombre, nuestras cámaras se conectan y puedo verla.
—Tu cuarto, ¿verdad? —pregunta Eileen.
—Sip. Esto es mi cuarto —contesto—. ¿Tú dónde estás?
—En el salón. Tyler no está en casa, no sé donde habrá ido —dice Eileen con un deje de molestia.
—Déjale descansar un poco —le defiendo.
—¡No le defiendas! Si ahora quiero ir a tu casa, no puedo —se queja. Pongo los ojos en blanco en contestación.
—Bueno, al lío. Mira mi armario, mi ropa, ¡y dime que me pongo! —grito nerviosa.
—¡Tranquila! Busca algún vestido y me enseñas —dice Eileen. Asiento corriendo a mi armario que está entre mi mesa de estudio y la puerta. Noto los ojos de Eileen en mí a pesar de que sé que me mira a través de la pantalla de su ordenador.
—¿Qué te parece éste? —pregunto desde mi armario con un vestido blanco y amarillo en la mano.
—Acércate más —pide Eileen.
Me acerco con el vestido en la mano, pero a Eileen no le convence. Demasiado poco formal. Palabras textuales de Eileen, no mías.
Al final, después de veinte minutos de no encontrar el vestido perfecto (no es que yo sea mucho de vestidos), decidimos hacer día de compras de chicas. Eso hace que mis tres primas pequeñas vengan con nosotras. Consigo salir de casa sin Dana y Y&Y detrás de mí. Pasamos a buscar a Eileen y vamos a las tiendas locales, buscando los vestidos ideales, pero no encontramos nada. Terminamos yendo al centro de la cuidad, a la calle de las tiendas. No exagero, ¿tal vez hemos llegado a entrar en veinte?, ¿treinta tiendas? Contando con las de chuches por las niñas y zapatos y bolsos por Eileen.
A la hora de comer nos sentamos en una terraza con millones de bolsas en las manos, la mayoría con cosas de mis primas. No puedo evitar sacar mi cuaderno de bocetos y trazar a mis primas y a mi mejor amiga.
—¡No sabía que dibujaras! —exclama Eileen sorprendida al ver mi cuaderno y mi lápiz.
—¡Oh! Sí, ella lo hace todo el tiempo. Dibuja en vez de hacer fotos —explica Bella.
—Sí, bueno, intenté las fotos. Pero simplemente no salen realmente como yo veo las cosas —explico mientras sigo delineando—. Seguid a lo vuestro —pido. No tardo mucho en terminar el boceto.
Pago por la comida de todas y después de descansar, seguimos buscando nuestro vestido perfecto para Acción de Gracias. Y por fin lo encuentro. Es blanco, un vaporoso blanco, como si fuera niebla. Ceñido en el pecho, palabra de honor. Cae como si fuera volátil y envuelve todo mi cuerpo, haciendo que mis curvas se noten perfectamente. Sobrepasa mis rodillas en algún punto, pues no es regular el corte. Me encanta. Escojo un colgante a juego, tres blancas perlas formando un triángulo. Están unidas mediante un alambre plateado, enganchado a un cordón de cuero blanco.
—Es el perfecto —dice Eileen con un brillo especial en los ojos al verme en mi vestido—. Vas a estar hermosa.
La miro salir del probador con un vestido azul cielo, palabra de honor, con el típico empiece de manga que no llega a serlo. Le llega casi hasta sus rodillas.
—Tú también —contesto.
Eileen mira su vestido y da una vuelta sobre sí misma. No puedo evitar sonreír.
—¿De verdad me queda bien?
—Sip. Pareces una pequeña princesa.
Eileen me sonríe.
Cuando cae la tarde, dejamos a Eileen en su casa y regresamos a la nuestra. Lo primero que hago es terminar el boceto y pintarlo como Dios manda. Rotulo la fecha en el margen derecho. Salgo en busca de mi familia y mis animales, pasando el resto de la tarde todos juntos en el salón hablando, con turnos para que nos enteremos de lo que cada uno tiene que decir.
Por la noche, antes de que me meta en la cama, Eileen llama para decirme que me conecte. Después de saludarnos y decirnos cuatro chorradas, Eileen me cuenta lo que la ha tenido tan nerviosa toda la noche.
—Alex el viernes vente con Tyler y conmigo de compras.
—¿Cómo?
—Compras. Mamá solía irse con Tyler de compras el viernes siguiente de Acción de gracias. Lo llaman Viernes Negro o algo por el estilo. Y a Tyler le gusta que vayamos donde él iba con mamá —explica. Asiento sin saber qué narices responder.
—¿Y Jeremy? —es lo único que se me ocurre preguntar.
—Él hace planes con su familia —contesta Eileen elevando sus hombros. Vuelvo a asentir.
—Está bien. Voy con vosotros.
—Quédate en nuestra casa a dormir —dice Eileen con voz angelical. Asiento.
—Lo preguntaré, ¿vale? Por cierto, ¿a qué hora en casa de Jere?
—A las cinco. Así ayudamos.
Asiento y la conversación no dura mucho más.
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ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

Mensaje por ana03 »

Capítulo 7


Lo siguiente que sé es que me despiertan Celia, Bella y Guada. Es jueves, es Acción de Gracias. Sí, es festivo y me han despertado. Después de echarlas del cuarto y saludar a mis animales, lo primero que pasa por mi mente es que ver con qué puedo conjuntar el vestido. No se me da muy bien, así que como no quiero quedar mal, llamo a mi prima Lola, a mi tía Mar (se llama Marta, como la madre de Guada, así que la llamamos Mar para distinguir) y a mi tía Pili que son a las que mejor se les da esto de conjuntar cosas. En un soplo han elegido los zapatos (con tacón a pesar de que no sé andar muy bien con ellos), unos pendientes muy parecidos a mi colgante blanco de perlas y una pulsera color azul pálido.
—Gracias —las digo antes de que mi móvil suene. Lo cojo sin saber quién me llama.
—¿Alex? —pregunta la voz de Jeremy.
—Sip. Dime.
—Esta noche mis padres me han dicho que vienen Chandra y sus padres, ¿crees que tus primas querrían venir? —me pregunta. Sonrío.
—Han estado dándome una paliza psicológica desde que saben que iré a tu casa para Acción de Gracias. Estarán encantadas. Lo único..., ¿puede ir Bella también?
—¡Claro! Te tengo que dejar que mi madre quiere que vaya a buscar no sé qué para mi abuelo. ¡Os espero a las cinco! —se despide de mí. Niego con la cabeza, riendo y cuelgo.
Con una gran sonrisa voy hasta el jardín donde sé que estarán mis tres primas molestando a las patas que se estarán bañando.
—¡CHICAS!, ¡tengo buenas noticias! —grito sonriente. Mis tres primas se giran y me miran.
—¡Qué es!, ¡qué es! —gritan las tres al unísono.
—Chandra va a casa de Jere hoy, ¡así que os podéis venir las tres! —grito con alegría.
Las niñas chillan y corren hacia mí para abrazarme. Bella me besa la mejilla. Sé que a ella le da igual Chandra, pero le gusta hacer cosas conmigo. Sonrío feliz. Me gusta hacer las cosas en familia y más con estas tres chicas. Desde pequeña he sido la encargada de cuidarlas y no me importó, supongo que porque me encantan los niños pequeños. Cuando crecieron, simplemente seguí siendo su ángel guardián.
Lo siguiente que hago es buscar a mis tías por toda la casa para decirlas que me llevo a las tres chicas.
—Jesús, ¿sabes dónde andan Isa y Marta? —pregunto a mi tío que está en la cocina, limpiando vasos.
—Mira en el salón. Allí hay varios viendo la tele —me contesta Jesús.
Asiento. Me dirijo desde la cocina al salón.
—¿Isa?, ¿Marta? —pregunto sin intentar buscarlas entre las diez o doce cabezas que ven la tele.
—Aquí Gorrión —contesta la voz de mi tía Marta.
Me acerco hacia su voz para verlas juntas.
—Me ha llamado Jeremy y me ha dicho que va Chandra a su casa por Acción de Gracias, así que me llevo a las niñas, ¿vale?
—Claro. Deben estar como locas —observa mi tía Marta con una sonrisa.
—¿También va Bella? —pregunta mi tía Isa.
—Sip. Para hacer cosas de mayores con Eileen, Tyler, Jeremy, Byron y conmigo.
—Vale. Apúntalo en la pizarra. No hace falta que tengáis toque de queda. De echo... lo mejor es que llame a la madre de Chandra para que las chicas se queden allí a dormir. Así tú puedes hacer tu plan con tus amigos para mañana.
—¡Gracias! —digo abrazándola. Así podré ir a las compras con Eileen y Tyler.
Paso el día cardiaca perdida, sin dejar de pensar en la cena. No es como si tuviera una cita con Tyler pero.... vamos a vernos y sé que cuando le vea el mundo se parará y solo seré capaz de mirarle a él a pesar de que éste no haya mostrado ningún interés por mí. Corro de un lado para otro, buscando mi cuaderno de bocetos perdido durante toda la mañana, después ayudando en las tareas de la casa y también a mi primas pequeñas a vestirse.
—Es la hora —anuncia mi hermano entrando en mi cuarto donde estoy con mis primas.
—Gracias por avisar —contesto con una sonrisa.
—¡Woou! Estáis... —empieza mi hermano buscando la palabra perfecta.
—¿Guapas, bonitas, encantadoras, bellas, perfectas? —pregunta Bella enumerando cada palabra. Trato de no reír.
—Hermosas. Esa es la palabra —contesta mi hermano con sus ojos iluminados—. ¿Me dejáis que os haga una foto? —pregunta sacando una cámara de fotos del bolsillo.
—No pensabas que diríamos que no, ¿verdad? —pregunto enarcando una ceja.
—Nop —contesta mi hermano lanzándonos una foto.
—¡Pero deja que nos coloquemos! —se queja Bella mientras mi hermano saca otra foto. Él es partidario de que las mejores fotos son las imprevistas, sin nadie posando.
Mi hermano nos hace un par de fotos en diferentes posiciones. Cuando termina, nos sonríe.
—Ya está.
—Puedes venir, ya sabes, con nosotras —comento.
—Lo sé Alex. Pero prefiero quedarme por aquí. Luego a lo mejor nos vamos Alice y yo a una fiesta que hacen los de nuestra clase.
Asiento y le sonrío antes de salir por la puerta con mi cuaderno de bocetos en una mano (que estaba debajo del sofá), seguida de cerca por mis primas, Dana y Y&Y.
—Hola, Jere, soy yo, ¿molesto? —pregunto cuando Jeremy descuelga su teléfono móvil.
—Nop —contesta Jeremy al otro lado de la línea—. Dime.
—No he sido capaz de salir de casa y subirme al coche sin ellas —digo pensando en Dana y las patas.
—No hay problema, ¿qué comen? —me pregunta Jeremy. Sonrío a pesar de que sé que no puede verme.
—No te preocupes.
—No, Alex, dime.
—Dana con las sobras va bien y Y&Y verduras.
—Está bien, tengo todo pensado.
—Gracias Jere, eres el mejor.
—Tú también.
Sonrío tontamente antes de colgar. Al llegar a casa de Jeremy me encuentro con que somos las primeras en aparecer. Entramos, saludamos y me pongo a ayudar con la cena a pesar de que Megan, la madre de Jeremy, no me quiere en la cocina porque soy una invitada. Al final, agradece mi ayuda cuando el resto de los invitados comienzan a invadir el comedor.
—Espero que no sean un problema mis animales —digo a Megan mientras ambas estamos preparando los últimos detalles del postre.
—No lo son cariño, a nosotros nos gustan mucho los animales.
—Pero...
—Tranquila. Estamos bien con que estén aquí.
Sonrío a Megan y sigo ayudándola. El timbre suena por millonésima vez esta noche y viendo que todos parecen muy ocupados, con un tomate a medio cortar, chorreando jugo por mi mano y un cuchillo en la otra, abro la puerta para dejar pasar a Tyler. No puedo evitar mirarle de arriba abajo. Vaqueros y camisa blanca. Pelo recién lavado, barba de un par de días. Un look que en otro no se vería formal, en él sí que lo hace.
—¡Hola! —saludo tal vez con demasiada efusividad. Lo que me falta es abalanzarme y darle un abrazo de oso. Tyler me mira entretenido y me sonríe.
—No sabía que estarías por aquí.
—Lo estoy —contesto como una tonta sin saber qué decir.
Se crea un silencio entre ambos y lo único que se me ocurre es apartarme ligeramente de la puerta para que pueda pasar.
—¿Han venido tus patos y tu perro contigo?
—Y mis primas —contesto. Después agrego—. Y mis animales son todas hembras, por cierto.
—Ohm. Por cierto... ¿a quién has matado?, ¿pretendes asustarme?, ¿matarme? —bromea Tyler señalando el cuchillo que llevo en la mano que no deja de gotear tomate por toda mi mano. Me sonrojo.
—N... no... Lo-lo siento, estaba cortando un tomate... —digo bajando la punta del cuchillo hacia el suelo, haciendo que gotee en éste. Maldigo en voz baja.
—No lo sientas. No has hecho nada mal. Deja que te ayude —dice Tyler divertido mientras coge el cuchillo de mi mano. Me siento estúpida. Estoy aquí, quieta como un pasmarote, sin hablar. Este chico hace que todo vaya mal dentro de mi cerebro.
—¡Ey! Ya estás aquí —saluda Eileen a su hermano. Se dan un corto abrazo y por un segundo tengo envidia de Eileen, por poder abrazar a su hermano tan fácilmente. La acción sale tan suave y tan despreocupada del cuerpo de Eileen...
—Sip. Me han dejado salir antes para venir aquí.
—¿Trabajabas hoy? —pregunto incrédula.
—Hoy pagaban el doble por ser Acción de Gracias —explica Tyler. No puedo evitar que mi estómago se encoja ante la afirmación; trabaja en Acción de Gracias por necesidad.
Nos sentamos a cenar poco después, cuando Tyler saluda a cada uno en la casa. La cena, como no, pavo. También hay una ensalada, unos cuencos en el suelo con carne para Dana y lechuga y tomate para Y&Y. No puedo evitar sacar mi cuaderno de bocetos en mitad de la mesa, escondiéndolo entre la mesa y mi regazo y disimuladamente trazar todo lo que veo en este instante. Me siento parte de esta pequeña y desigual familia.
—¿Qué haces? —me susurra Tyler, que está frente a mí.
—Nada —susurro al ser pillada. Cierro mi cuaderno y lo pongo en mi espalda, junto al lápiz. Pensaba que nadie me prestaba atención, pero Tyler no deja de mirarme al parecer.
La cena no tarda en acabarse y los padres de Jeremy ponen música, confiando en que bailemos. Miro a Eileen, esperando bailar con ella. Pero ella está mirando a Jeremy acercándose a ella. Mi mirada vuela por la habitación, descubriendo que todos están emparejados; salvo yo, claro. Eileen está con Jeremy, los padres de Chandra por un lado, los de Jeremy por otro, sus abuelos juntos, Ce, Guada y Chandra por un lado y Byron y Bella por otro. Solo quedamos Tyler y yo. Busco con mi mirada a éste y es como si el tiempo por una milésima de segundo se parara, como si todo pasara más lentamente. Le miro fijamente mientras él se acerca hacia la silla donde estoy sentada.
—Por descarte nos toca a ti y a mí —dice Tyler guiñándome un ojo mientras me tiende su mano, que cojo con gusto. Un calambre recorre mi brazo y me estremezco. Noto la electricidad familiar y sonrío de vuelta.
Con Dana pisando nuestros talones, nos acercamos al resto. Nos quedamos un nanosegundo quietos, mirándonos, nuestras manos entrelazadas. No decimos nada, solo estamos uno frente al otro, observándonos, respirando el aire del otro. Un codazo de Eileen en las costillas de Tyler es lo que me hace volver en mí.
—Cuidado con Alex —sisea Eileen antes de alejarse bailando en los brazos de Jeremy.
En contestación, Tyler bufa. Desliza sus manos entre mis dedos hasta llegar a mis caderas. Coloco mis manos alrededor de su cuello y comenzamos a movernos como uno solo. Nos mecemos al son de la música. Me pierdo en sus ojos verdes intentando ver dentro de ellos, algo, por mínimo que sea. Pero los suyos no parecen su ventana al alma.
—¡Cambio de pareja! —grita Byron.
Y así se rompe nuestro momento. Me siento desnuda cuando su piel deja de tocar la mía, cuando su calor deja de calentar mi cuerpo. Sus brazos me protegían y ahora me siento más vulnerable y desprotegida que nunca. Es tan rara la sensación.
Cuando los abuelos de Jeremy se van a dormir, aprovechamos y nos vamos a la fiesta de la playa. Celia y Guada se quedan con Chandra, pero Bella logra convencerme para ir a la fiesta con nosotros.
—Alex, tú diviértete esta noche. Yo me encargo de Bella —me susurra al oído Byron.
—No te preocupes. Es fácil mantener un ojo en ella. Lo hago cada día.
—Por eso; hoy déjamelo a mí.
Suspiro —Está bien. Toda tuya Byron —digo poniendo mis manos a un lado, como dejándole pasar.
—La mantendré sana y salva. Nada de beber, ¿verdad?
—Nop. Nada de nada. Y tampoco fumar. Aunque te ponga ojitos para conseguirlo. Si ves que no puedes contra sus ojos, avísame —digo esto último riendo. Byron sonríe.
—Está bien. Apunta mi teléfono por si acaso.
—Está bien —contesto sacando mi móvil del pequeño bolso que llevo encima. Byron me dicta su número y lo guardo.
Nos subimos en dos coches (el mío y el de Byron) y vamos hacia la fiesta. No tardamos ni diez minutos en llegar.
—Todos entramos en mi coche así que sentiros libres de beber lo que queráis. Menos tú, Bella —digo antes de que nos desperdiguemos por la playa.
Todos asienten y cada unos nos vamos por un lado. Byron, Bella y Tyler por su lado; Jeremy, Eileen y yo con mis animales por otro.
Reconozco gente que va a mi instituto y saludo a algunos con los que más hablo o mejor me llevo. El tiempo pasa y veo cómo todo el mundo en la fiesta comienza a bailar. Jeremy baila conmigo y con Eileen un par de canciones hasta que llega Byron y se pone a bailar con Eileen.
—Jere te dejo a Eileen —dice Byron antes de ponerse a bailar conmigo.
—¿Y Bella?
—Con Tyler bailando.
Asiento.
—Siempre estás con Tyler y Eileen —digo por hablar de algo y no solo bailar.
—Es en su casa donde paso la mayor parte del tiempo. Allí y en el trabajo.
—¿Dónde vives?, ¿con tus padres?
—Nop.
—Tus padres... —comienzo intentando no meter la pata, eligiendo mis palabras.
—Me abandonaron cuando nací. No sé ni quienes son, solo sé que soy mayor de edad y que en cuanto pudieron mis padres de acogida me echaron de casa. Tampoco es que yo quisiera quedarme más con ellos, así que el arreglo funcionó —cuenta Byron con voz tranquila. No puedo evitar que mis ojos se vuelvan acuosos—. ¡Ey! No quiero hacerte llorar —dice Byron deslizando su pulgar por mi pómulo, arrastrando con su dedo una lágrima valiente que se ha atrevido a abandonar la seguridad de mis ojos.
—No lo haces. Simplemente... No tener familia...
—La tengo. Mi familia son Tyler y Eileen, Jeremy y su familia. Y tú —susurra. No puedo evitar que más lágrimas se me escapen—. ¡Ey! Todo está bien. Tyler y yo nos pusimos a trabajar para que Eileen pudiera tener qué comer, un techo donde dormir y pueda ir a la Universidad. Y bueno, también para nosotros. Eso está bien para mí.
—Es tan duro...
—Es mi vida —susurra Byron.
Le abrazo sin pensarlo dos veces. ¿Por qué es tan fácil hablar con Byron y tan difícil con Tyler?
—¿Alguna vez has pensado en ir a la Universidad? —pregunto contra su pecho.
—Claro. A Tyler y a mí se nos daba bien el instituto. Solo necesitamos tener el dinero suficiente.
Sonrío con una sonrisa triste, pensando en todo a lo que han renunciado Tyler y él por Eileen.
—Sois muy buenos hermanos mayores.
—Lo intentamos.
—¿Quién? —pregunta una voz imposible de no reconocer.
Byron separa sus manos de mi cuerpo —Voy a buscar a Bella —se despide, excusándose. Le veo marchar entre la multitud.
—Otra vez nos toca a ti y a mí —digo intentando controlar mi voz para que no suene como a que hace dos segundos lloraba en el hombro de Byron. Me giro para ver a Tyler. Éste no tarda en colocar sus manos en mi cintura, enviando descargas por todo mi cuerpo.
Bailamos pegados quién sabe cuánto y terminamos solos, sentados en la orilla de la playa. Las olas casi llegando a rozar nuestros pies. Mis brazos alrededor de mis rodillas, envolviéndolas. Tyler con sus manos apoyadas en la arena.
—¿Sabes? —pregunta Tyler. Un aroma a alcohol que antes no había atisbado alcanza mi nariz, tal vez porque todos a mi alrededor llevaban un vaso con alcohol.
—Qué —contesto mirando de lleno sus ojos que aún no están inyectados en sangre.
—A mi hermana le gustas mucho. No para de hablar de ti y de tu familia —dice Tyler. Intento encontrar algo que me de a entender en su voz que no le gusta que eso pase, pero no logro encontrar restos de nada.
—A mi también me gusta ella.
—Nunca la he visto tan feliz antes de que te conociera. Te quiere. Te guarda como un tesoro. No me deja acercarme a ti por si te pierde por mi culpa —susurra acercándose un poco más a mí. Tiemblo por la anticipación de su cuerpo dando calor al mío.
—Es mi mejor amiga —admito. Obvio el echo de que es la única amiga a la que realmente estoy atada y sé sobre su vida y sus sentimientos.
—También eres la suya —susurra de vuelta Tyler.
Se crea un intenso silencio entre los dos, pero me gusta, no es incómodo. Nos miramos fijamente. Los ojos de Tyler brillando en la oscuridad, con lo que parece ser deseo o algo parecido.
—Eres hermosa —susurra.
Me quedo helada, embriagándome de sus palabras. Abro la boca para decir algo, pero se me seca la garganta y mis palabras se quedan trabadas en ella mientras cierro la boca. Miro a Tyler, me está observando intensamente. Me sonrojo sin poder evitarlo, bajando mi mirada. Desliza su mano por mi pómulo y mi mejilla lentamente hasta llegar a mi barbilla. Tira de ella y me hace mirarle a esos ojos hechiceros. Me sonríe, con una de esas sonrisas que me derriten y tengo la sensación de que poco a poco se está acercando más y más a mí, hasta que está a milímetros de mi rostro. Y después sigue un poco más, nuestros labios rozándose. Ahogo un gemido. Solo el roce de sus dulces labios me hace enloquecer. Hace que mi cuerpo entero tiemble y hormiguee en anticipación a pesar de que no sé realmente cómo es eso de besar.
—Hermoso —susurra contra mis labios antes de separarse de mí. Cojo una gran bocanada de aire. No me he dado cuenta de que no estaba respirando hasta ahora, teniendo miedo de poder destruir la magia a nuestro alrededor.
—¿Alex?, ¿Tyler? —pregunta la voz de Eileen en la lejanía.
—¡Alex! —llama Jeremy.
Me debato entre contestar o dejar que este momento fluya, viendo a dónde nos lleva a Tyler y a mí. Suena loco, ¿verdad? Miro a Tyler, quien parece tener un debate interno también.
—¡Ah!, ¡aquí estáis! —dice Jeremy sentándose en la arena, a mi lado, decidiendo por Tyler y por mí.
—¿Qué haces aquí? —pregunta Tyler a Jeremy como si hace unos segundos no me hubiera casi besado.
—¿Dónde están Y&Y y Dana? —pregunto rápidamente, dándome cuenta de que no están conmigo. Mierda.
—No te preocupes, están con Eileen —dice Jeremy pasando un brazo por mis hombros. Miro a Tyler por el rabillo del ojo para verle frunciendo el ceño hacia Jeremy—. ¡Eileen ven! ¡Están aquí!
—Gracias —susurro cuando Eileen aparece en la oscuridad seguida de mis tres animales. Dana y Y&Y corren a mí, montando una fiesta, como siempre.
El resto de la noche pasa rápido. Dejo a cada uno en su casa y Bella, Y&Y, Dana y yo volvemos a la nuestra. Apunto que estamos en casa y me voy a mi cuarto. Abro mi cuaderno de bocetos y comienzo a trazar los ojos de Tyler, recordándolos. Intento dibujarnos en la playa, los dos sentamos frente a las olas, en la oscuridad. Cuando estoy empezando a quedarme dormida, me doy cuenta de una cosa, ¡se supone que hoy dormía en casa de Eileen!
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ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

Mensaje por ana03 »

Capítulo 8


Cojo mi móvil corriendo y llamo a Eileen, pero ésta no lo coge. Así que termino buscando en el registro de llamadas el número que creo que es el de Tyler. El número desde el que me llamó Eileen una vez. Al tercer timbrazo, lo coge.
—¿Sí? —pregunta Tyler con voz algo gangosa. Juraría que cuando me he despedido de él no estaba así de borracho.
—Soy Alex.
—Dime.
—Se supone que hoy dormía con vosotros...
—Tranquila, estoy despierto. Te espero —me interrumpe Tyler antes de colgar.
Me quedo embobada mirando el móvil unos segundos; después corro fuera de casa, dejando a mis animalillos plácidamente dormidos.
Me subo al primer coche que pillo y después tengo que asomarme a mirar cuál es y volver a casa corriendo cuando me doy cuenta de que no he apuntado qué coche cojo ni que no duermo en casa. Cuando por fin llego a casa de Eileen, son las tres de la mañana. No tengo ni que llamar a la puerta, pues en cuanto apago el motor del coche en la entrada de la casa, la puerta se abre.
—Mételo en el garaje. Hay sitio —dice Tyler haciendo un gesto hacia su derecha.
Asiento y arranco. Aparco en el garaje y me quedo unos segundos mirando al frente.
—¿Vas a entrar o vas a pasar la noche ahí dentro? —pregunta Tyler apoyándose en el capó de mi coche.
—Voy —digo mientras salgo del coche, cerrando la puerta y el seguro. Sigo a Tyler hasta la entrada de su casa.
—Eileen ya está en la cama.
—Ohm —es lo único que sale de mi boca.
—Voy a ver si te ha dejado un hueco, si no vas a mi cama.
Dejo de andar y me quedo rígida. ¿Su cama? Subo las escaleras siguiendo a Tyler. Me quedo parada en la puerta de la habitación de Eileen mientras Tyler entra.
—Ven, vas a dormir en mi cama —susurra cerrando la puerta de Eileen.
—Pero yo...
—Tranquila —me interrumpe—, yo voy al sofá —termina con un guiño.
Me lleva hasta su habitación (la primera) y me hace pasar. Tyler enciende la luz y puedo ver una sosa habitación. No tiene nada colgando en sus paredes. Hay tan solo una foto de Eileen y Byron juntos, en un parque; otra de él con Byron, Eileen y Jeremy; y una última de una hermosa mujer junto a un hombre sonriente. Sus padres, supongo.
—Es... bonita.
—No lo es. Es aburrida, pero no paso el tiempo suficiente como para cambiar eso, ni tengo nada además de esto —dice señalando las fotos—, que signifiquen algo para mí.
Asiento.
—Estarás cómoda en esta cama. Está como nueva. No la suelo usar mucho.
—¿Por qué? —pregunto intrigada.
—Suelo quedarme dormido en el salón después de cenar.
Vuelvo a asentir. Tyler saca de su armario un cojín y veo cómo va hacia la puerta.
—Espera.
—Dime.
—No tengo pijama —susurro poniéndome colorada como un tomate. De lo deprisa que he salido de casa, he olvidado lo más importante, mi pijama.
—Lo tengo —dice Tyler volviendo a su armario—. Toma —dice tendiéndome un pantalón corto de sport demasiado grande y una camiseta verde demasiado ancha para mí.
—Gra... gracias —tartamudeo nerviosa.
Tyler me guiña un ojo y vuelve a intentar marcharse saliendo por la puerta.
—¿Tyler?
—¿Sí, Alex?
—Quédate aquí. Conmigo —susurro sin entender por qué acabo de decir lo que he dicho.
Tyler no dice nada, simplemente cierra la puerta de su habitación y se sienta en el borde de su cama, como esperando algo.
—Esto... Mmm... —empiezo.
—El baño es esa puerta de allí —contesta Tyler señalando con la cabeza hacia el frente, leyendo mi mente. ¿Por qué soy tan fácil de leer?
Cuando estoy cambiada y aseada, salgo del baño. Tyler está sentado en pijama, el cual consiste en unos boxers negros que le quedan de muerte, en su lado de la cama. Dejo mi vestido, mi sujetador y mis zapatos en una silla que hay en la habitación junto con mi abrigo y mi pequeño bolso.
—¿Te importa que duerma así? —pregunta Tyler.
Niego con la cabeza —¿Tienes cepillo de dientes de sobra? —pregunto mientras él se levanta de la cama. Pasa rozándome y entra en el baño.
—Aquí —contesta sacando un cepillo de dientes sin usar.
Ambos nos lavamos los dientes juntos. Al principio me parece vergonzoso, pero después de treinta segundos, Tyler me hace reír poniendo caras. Pone la radio bajita y comienza a bailar las canciones, aún con el cepillo en la boca y la pasta de dientes saliendo por todas partes. Río, atragantándome con mi saliva mezclada con la pasta de dientes. Toso mientras Tyler me da palmadas en la espalda. Nos aclaramos la boca por turnos y le tiendo el cepillo que he usado.
—¿Dónde lo tiro o qué hago con él? —pregunto.
—Ponlo junto al mío para la próxima —dice guiñándome un ojo antes de salir del baño. Dejo mi cepillo azul cielo al lado del suyo naranja y cuando salgo, él ya está metido en la cama. La escena es bonita y no puedo evitar pensar en dibujarla.
Me meto en la cama, en silencio, evitando mirarle. Él apaga la luz. Me tenso solo de pensar que estoy en la cama con un chico. Normalmente en las películas y los libros, no solo duermen. Al escuchar la suave respiración de Tyler, poco a poco me calmo.
—¿Alex?
—¿Sí, Tyler?
—El vestido era perfecto en ti esta noche —susurra Tyler.
Noto como su mano roza la mía. La coloca sobre la mía y entrelaza sus dedos con los míos. Mi corazón bombea rápido contra mis costillas. Contengo el aliento.
—Gracias —logro susurrar, dejando escapar el aire de mis pulmones lentamente.
—Buenas noches Alex.
—Buenas noches Tyler.
La tranquilidad que me transmite su mano sobre la mía es única. No tardo nada en dormirme, en cuanto escucho el lento respirar de Tyler; y juraría que si me concentro lo suficiente, puedo escuchar su corazón latiendo lentamente y su aroma a menta y luz.
* * *
Por la mañana te pensarías que Tyler y yo amaneceríamos abrazados, enroscados el uno en el otro o al menos con alguna parte de nuestro cuerpo en contacto; pero no es así como amanecemos. La verdad es que yo estoy en la esquina de mi lado, mirando hacia la pared. Noto frío a mi alrededor.
—Buenos días —susurro a Tyler antes de darme la vuelta, porque sé, no sé por qué, que está despierto.
—Hola —saluda Tyler de vuelta.
Me giro, apoyando mi cabeza en la palma de mi mano y le miro.
—¿Resaca? —pregunto escrutando su rostro, sintiéndome cómoda con él a mi lado.
—Un poco.
Sonrío abiertamente.
—¿Preparado para hoy?
—¿Vienes? —pregunta de vuelta Tyler.
—Eileen me lo pidió. ¿Estás bien con ello?
—Creo que sí.
—¿Viene Byron? —pregunto.
—Nop. Él trabaja. Ya sabes. Hoy también se cobra más.
Asiento antes de salir de la cama a trompicones. El aroma a menta y luz me persigue a pesar de estar lejos del cuerpo de Tyler. Alguien llama a la puerta, haciéndome salir de mi ensimismamiento ante el olor de Tyler.
—Pasa Eileen —dice Tyler sentándose de golpe en la cama.
—¡Menos mal! —dice Eileen al verme. Corre hacia mí y me abraza.
—¡Lo siento! —me disculpo—. Olvidé por completo el plan de hoy ayer por la noche.
—Estás aquí, es lo que importa —dice Eileen mientras salimos de la habitación de Tyler y vamos a la suya.
—Os espero abajo chicas —dice Tyler asomándose a la habitación de Eileen.
—Cinco minutos —contesta Eileen.
—¿Puedo ducharme? —pregunto una vez que Tyler se ha ido.
—Claro, ¿te importa si me arreglo en el baño mientras te duchas? —me pregunta Eileen.
—Es tu casa, claro que no.
Me meto en la ducha y al poco, entra Eileen, arreglándose el pelo para ir de compras. Mientras me enjabono oigo pasos acercarse al baño y me congelo.
—No entres Tyler, Alex está en la ducha —la voz dura de Eileen habla.
Tyler resopla y debe quedarse en la puerta, porque la conversación que mantienen Tyler y ella sobre llevar dinero o tarjeta, la escucho perfectamente. Yo me quedo inmóvil, pensando que tal vez si me muevo, pueda verme a través de las cortinas opacas. Suelto el aliento cuando Tyler se va.
—¿Pasó algo ayer con Tyler? —me pregunta Eileen.
Niego con la cabeza. Cuando me doy cuenta de que estoy en la ducha y no puede verme hablo —No. Él me dijo que iba a mirar si me habías dejado sitio en tu cama. Como no, me llevó a su cuarto. Él pretendía dormir en el sofá, pero me sentí mal por hacer que en su propia casa durmiera en el sofá, así que le dije que se quedara —digo atropelladamente.
Eileen no contesta al principio, por lo que deduzco que está frunciendo el ceño.
—Hum... Bueno, mientras no haga nada malo, está bien. Es muy bueno.
Asiento —Sio.
—Alex, voy al cuarto a por tus zapatos.
—Vale —contesto a Eileen.
Salgo de la ducha, me seco, me peino y me visto con el mismo vestido que ayer. Eileen me deja unos zapatos planos.
El día de compras no va mal. Me entrometo lo mínimo posible en las conversaciones que tienen Tyler y Eileen. Solo hablo cuando me preguntan. Sé que es algo importante para Tyler y no quiero arruinarlo. Entramos en varias tiendas, donde Eileen compra algunas camisetas, pantalones e incluso una pulsera y unos pendientes.
—¿No quieres nada? —pregunta Tyler enarcando una ceja.
—Nop.
—Pero Alex, tienes que comprarte algo —se queja Eileen.
—No he traído dinero. Además no soy de comprar...
—No pasa nada, hemos traído dinero suficiente —dice Tyler.
—No. No quiero que te gastes el dinero que has ahorrado trabajando en ropa para mí. Estoy bien sin comprar nada —niego con la cabeza. Tyler se encoje de hombros, mientras Eileen frunce el ceño y se pone de morros.
Al final del día, cuando voy a entrar en el coche para volver a mi casa, Tyler corre tras de mí.
—¿Qué pasa? —pregunto sin entender.
—Toma. Te he comprado esto...
—Pero Tyler no tenías que...
—Lo sé. Es solo un recuerdo —dice Tyler tendiéndome una caja de color azul oscuro.
Mi mano tiembla cuando la acerco a la de Tyler. Noto como contiene la respiración mientras yo abro la caja.
—Pero... pero Ty... —no llego a terminar de pronunciar su nombre.
—No, Alex. Es para ti. Quiero regalártelo. No puedes devolverlo. Es tuyo.
Me quedo embelesada, mirando el colgante con la libélula en él. Es preciosa. Lo hemos visto Eileen y yo en un escaparate y se me ha caído la baba al verlo. No he dejado de pensar en el colgante en toda la maldita tarde. El cuerpo de la libélula es de plata, al igual que el contorno de las alas. Las alas tienen cristal transparente azul zafiro y verde esmeralda.
—Gracias. Es perfecto.
—No tanto como tú —creo que le oigo murmurar. No estoy segura.
—¿Qué?
—Nada —dice negando con la cabeza—. Me alegro que te guste. Creo que debería eh... esto... irme con Eileen.
—Oh sí, claro —digo tan torpemente como él.
Me meto en el coche y suspiro sonoramente. Recojo el colgante de la caja con cuidado y me lo pongo. Observo por el espejo retrovisor cómo me queda. Es perfecto. Encaja perfectamente entre mis dos clavículas. Conduzco hasta casa, deseando llegar para hacer algún boceto sobre la tarde con Tyler y Eileen.
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ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

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Capítulo 9


¿Algo destacable la semana después de Acción de Gracias? Sí, a Jorge se le calló mi cámara de fotos (que ya no usaba, pero aun así, era MI cámara), en mitad de una poza. Mientras caía, intentó cogerla. Lo único que logró fue tirar a mi tío Bruno al agua detrás de la cámara. ¿Lo peor? Mi cámara jamás volverá a ver la luz del sol.
No he visto a Tyler ni un solo día. No me quito el colgante que me regaló nunca. He ido de casa al instituto y del instituto a casa. Hoy voy con Eileen a ver la Universidad a la que queremos ir el año que viene. Está cerca de casa, así que ninguna tendrá que vivir fuera. Mis padres, mis abuelos y algunos de mis tíos también querían venir. Gracias a Dios les he convencido para que no lo hicieran. A cambio de eso, tendré que volver un día con ellos para que vean la Universidad (no les vale la visita virtual al campus, ni que se la sepan de memoria por Lola y Ester porque obviamente a ellas también las acompañó toda la familia). Jeremy también viene con nosotras. Esta Uni no es su primera opción, pero no descarta quedarse cerca de casa.
Es sábado. Madrugo y mientras Y&Y y Dana duermen, salgo despacito de mi cuarto. Cojo las llaves del coche que pedí ayer y apunto en la pizarra que me voy.
—¿Te vas ya Gorrión? —pregunta la voz de mi tío Juanca. Me giro pero no le veo.
—Sip. Voy a recoger a mis amigos antes —contesto viendo como mi tío Juanca aparece.
—¿Cómo nos dijiste que se llaman? —pregunta mi tía Marga asomando la cabeza por el pasillo.
—Eileen y Jeremy.
Se nota que tienen ganas de conocerlos, ¿verdad? Yo no tanto de que se conozcan. Me despido de ellos antes de que me digan que por qué no se pasan un día por casa; ya les dije hace un tiempo que vendrían por fin de año. Paso a por Jeremy primero, después Eileen.
—¿Y esos papeles Eileen?, ¿vas a echar ya la solicitud? —pregunto cuando veo a Eileen entrar en el coche con una carpeta llena de hojas.
—Mmmm... no. Son para Tyler. Quiero que vaya a la Universidad el año que viene con nosotros.
Miro a Eileen a través del espejo retrovisor y asiento.
—¿Tyler sabe eso? —pregunta Jeremy con mirada desaprobatoria. Frunce el ceño y espera una contestación.
—Es una sorpresa.
—¿Y crees que le gustará? —pregunta Jeremy aún con el ceño fruncido.
—No lo sé, pero tiene que ir a la Universidad. Se le da bien estudiar.
—Esperemos —contesto.
Cuando llegamos al campus no puedo evitar que mi mandíbula caiga. ¡Es gigante! Mucho más de lo que parecía en la visita virtual. ¡Espectacular!
A pesar de que es sábado, está lleno de coches y gente. Aparcamos y vagamos libremente por el campus hasta encontrar el edificio principal donde está la secretaría.
Eileen lo trae todo pensado. Fotocopia del carnet de identidad, fotos, un documento donde dice que Tyler deja que Eileen pueda hacer su matrícula, o prematrícula o como lo quieran llamar; sus notas de cuando iba al instituto, una carta de recomendación del que era su entrenador en el fútbol americano, un video en el que sale jugando junto a Byron y el resto del equipo y no sé cuántos papeles más.
Una hora después, con todo en regla, la secretaria nos dice que mandarán una carta de admisión pero que dado el historial de Tyler, seguro que le admiten. Además es posible que pueda conseguir una beca de estudios que cubra todos sus años de estudiante en la Universidad, o al menos los dos primeros; y por si eso fuera poco, además puede optar por otra deportiva.
Según nos alejamos, mi mente susurra una y otra vez que debería hacer lo mismo por Byron...
—Eileen, crees que Byron... —comienzo.
—En eso estaba pensando yo ahora mismo —contesta Eileen.
—En Acción de Gracias me dijo que él quería ir a la Universidad, igual que Tyler.
—La próxima vez que vengamos será para Byron —contesta Eileen.
—Ayudo —digo de vuelta. Yo también quiero formar parte de la sorpresa. Mi cerebro comienza a funcionar de manera autónoma sobre la Universidad y Byron por un largo rato, hasta que salto—. Oh... ¿Por qué no ahora?, ¿por qué no hoy? —pregunto. Miro a una Eileen sonriente y a un Jeremy que vuelve a fruncir el ceño.
—No sé si es buena idea... —comienza Jeremy.
—¡Oh Jeremy!, ¡calla la boca! Es una idea genial —grita Eileen abrazándome—. Venga, vamos. Aprovecharemos que hoy trabaja hasta tarde.
—¿A dónde? —pregunto nerviosa a la vez que feliz.
—A casa a mirar si entre sus cosas encontramos todos los papeles que necesitamos.
—Yupi —contesto sin poder detenerme. Suena demasiado a niña pequeña, pero es simplemente genial lo que vamos a hacer.
—¿Y si no están allí Eileen? —pregunta Jeremy con voz enfadada, como queriendo decir algo más.
—Tendremos que ir a casa de Charlie y Martha —contesta Eileen elevando sus hombros con indiferencia.
—¡NO! Simplemente NO Eileen. No vas a acercarte a esa casa, NO vamos a acercarnos.
—¡Jeremy! ¡Es por Byron! —grita Eileen.
—Me da igual Eileen. Prometimos no volver allí. Parece que has olvidado todo lo que pasó, todo lo que le pasó en esa casa —grita Jeremy, su voz llena de ira y asco.
—¿Qué paso?, ¿qué me estoy perdiendo? —pregunto estupefacta a la vez que curiosa.
—Charlie y Martha son la casa de acogida de Byron —explica Eileen.
—Lo eran Eileen, recuerda, lo echaron.
—Lo eran, sí. Algunas de sus cosas aún siguen allí. Se marchó con cuatro cosas y no ha vuelto a por nada.
—Da igual Eileen. No vamos a ir —contesta Jeremy enfadado.
—Puedo ir yo. No he hecho ninguna promesa —digo intentando terminar con la discusión.
—Iré contigo —contesta Eileen decidida.
—No voy a dejar que vayáis solas y menos tú sola Alex, es peligroso.
—¿Por qué? Son solo unos padres —contesto sintiéndome perdida.
—No lo son. Unos padres no pegan palizas a sus hijos, pasan de él, no le compran ropa, le hacen trabajar para quedarse ellos el dinero, apenas dan de comer... Esos no son padres, son... son... —Jeremy no termina la frase, la terminamos Eileen y yo.
—Monstruos.
—No podéis ir... —comienza Jeremy, pero en su tono noto que casi le hemos logrado convencer.
—Tenemos que ir, quiere ir a la Universidad. Si no vamos nosotros, ira él y será peor, ¿verdad? —pregunto. Por la mueca en el rostro de Eileen y Jeremy, tengo razón.
—Jere, mírame a los ojos —pide Eileen poniendo las palmas de sus manos en las mejillas de éste—. Tengo que hacerlo por Byron. Él nunca irá a la Universidad hasta que esté seguro de que yo pueda entrar y terminar, igual que Tyler. Los dos se merecen la oportunidad de ir a la Universidad ahora. No puedo dejar que se sigan sacrificando por mí. Que sacrifiquen su futuro por mí.
—Eileen ellos deben decidirlo por ellos mismos.... —intenta contraatacar Jeremy, pero su voz no suena del todo convencida sino derrotada.
—¡NO!, Jeremy, lo sabes. Primero será para asegurarse de tener dinero para mis años en la Universidad y después surgirá otra cosa y otra... como siempre pasa. Y ninguno de los dos irá —termina Eileen con sus ojos anegados en lágrimas. Observo la escena, pero no me atrevo a intervenir más.
—Lo sé, lo sé bebé —susurra Jeremy abrazando a Eileen que se deshace en su abrazo—. Shh, todo va a estar bien. Os ayudaré, ¿vale? Pero por favor no llores más pequeña.
—Soy tan patética...
—No, no lo eres. Solo te preocupas por tu familia —susurra Jeremy.
Cuando Eileen se desahoga, nos subimos de vuelta al coche y vamos en busca de los papeles de Byron. Me meto en mi mundo, pensando en todo; lo diferente que es la familia de Eileen de la mía. Lo difícil que lo tienen y lo fácil que lo tengo yo. Lo difícil que habría sido para mí vivir en una familia que no sea la mía. Me dan ganas de llorar porque siento que yo lo he tenido todo y ella no ha tenido nada. Pero yo soy feliz así me dijo una vez Eileen y yo aún no lo puedo entender. En momentos como estos, es cuando me doy cuenta de la suerte que tengo de tener una familia como la mía.
Eileen entra como un vendaval en su casa. Yo entro seguida por Jeremy. La casa por dentro no es nada del otro mundo. Paredes blancas, desnudas, sin una fotografía, un cuadro, un calendario... Nada.
—Es un poco sosa, pero aún no me acostumbro a que sea mi casa —explica Eileen.
—Tal vez pueda decorarla yo —me ofrezco.
—Seguro —contesta Eileen alegre—. Cuando quieras puedes empezar —dice Eileen sonriente. La sonrío de vuelta.
Vamos a la habitación de Byron. En la segunda planta, la última puerta. Al pasar por la puerta de Tyler no puedo evitar que su aroma me haga estremecer, menta y luz...
Una vez en la habitación de Byron, buscamos todo lo que necesitamos para la Universidad.
—Aquí no están sus notas —se queja Eileen frustrada tras dos horas buscando por toda la habitación con cuidado de no descolocar nada.
—Mierda, mierda, mierda —me quejo frustrada.
—Miremos mejor....
—Jere, no están aquí —contesta Eileen.
—Esperad... —digo cuando encuentro un anuario. Lo abro esperando encontrar las notas de Byron dentro, pero en su lugar encuentro los ojos verdes de Tyler con un brillo travieso mirándome. No puedo evitar sonreír.
—¿Has encontrado algo? —pregunta Eileen.
—¿Por qué sonríes? —pregunta Jeremy.
—Nop. Es solo un anuario. Nada de notas dentro.
—A ver —dice Eileen tendiéndome sus manos para que la deje el anuario. Cuando se da cuenta de que no tengo intención de dárselo, me lo arrebata de las manos.
—¡Oh! Mira Jere, ¡es Tyler con dieciséis!
—¿Enserio se veía así? —pregunta Jeremy divertido. Echo un vistazo a la fotografía para ver a un muy joven Tyler, con sonrisa risueña, vestido con el uniforme de los jugadores de fútbol americano de la escuela.
—¿Jugaba? —pregunto.
—Sip. Era el mejor. Y no lo digo porque fuera mi hermano. Le ofrecieron una beca de fútbol. Ir a la Universidad un año antes y jugar en el equipo universitario. La rechazó —termina Eileen sombría.
—¿Aún juega?
—No lo creo. No tiene mucho tiempo. Trabaja siempre que puede, muchas más horas de las que legalmente puede trabajar.
—En mi casa a veces jugamos —admito sin saber por qué lo hago.
—Seguro que Tyler quiere jugar con vosotros cuando vayamos a tu casa.
Cerramos el anuario y con él queda atrás todo el pasado de Tyler.
—Jeremy... —empieza Eileen
—Si, lo sé. A casa de Charlie y Martha. Solo dadme un minuto. Id al coche, conduzco yo.
Ambas asentimos y salimos de la habitación de Byron, dándole intimidad.
—¿Qué es lo que le pasa a Jeremy? —pregunto confusa.
—Ambos prometimos no volver a pisar nunca esa casa, pasara lo que pasara. Jeremy no es de romper promesas y menos de Tyler o Byron que son como sus hermanos mayores.
Asiento ante la explicación de Eileen y en parte entiendo a Jeremy. Los tres chicos quieren lo mejor para Eileen y ahora, lo mejor es romper su promesa.
* * *
—Vamos allá —dice Jeremy echando el freno de mano. Suspira—. Eileen quédate en el coche, tú también Alex. Entraré yo.
—¡NO! —nos quejamos Eileen y yo al unísono.
—No puedes romper tu promesa Eileen y tú Alex, no puedo dejar que veas cómo era todo para Byron.
—Pero tú tampoco debes romper tu promesa Jeremy. Deja que te ayude —contesto.
Jeremy suspira —¿Cuál es tu plan? —pregunta mirándome por el espejo retrovisor.
—Me acompañas, pero no hablas, no dices nada. Yo me ocupo de todo. No pisas la casa. Así no habrás roto técnicamente la promesa.
—Yo hablo Alex.
—Pero no entras en la casa, eso me lo dejas a mí.
Asiente —Está bien, lo haremos a tu manera —suspira.
Jeremy baja del coche y abre mi puerta. Caminamos torpemente hasta la entrada de la casa. Cuando nos plantamos delante de ésta, antes siquiera de llamar, Jeremy me coloca tras él; su espalda contra mi pecho mientras una mujer entrada en carnes, de mediana edad abre la puerta y nos mira a Jeremy y a mí alternativamente.
—Ya tardabais en volver. ¿Y?, ¿qué queréis? —pregunta la mujer. Noto cómo Jeremy se tensa.
—Venimos a por las cosas de Byron —contesta Jeremy con voz grave.
—¿Byron? ¿¡Por qué no viene él aquí a por ellas, si es que tiene pelotas!? —contesta una voz más grave que la de Jeremy detrás de la mujer. Me estremezco ante esa voz llena de ira.
Jeremy alcanza mi hombro y me esconde trás él y coge mi mano. La aprieto y él la aprieta de vuelta. Logro sacar parte de mi cabeza por un lado de los hombros anchos de Jeremy, observando la escena que Jeremy no quiere que vea.
—Él... él no puede... Está trabajando —tartamudeo nerviosa. Jeremy me aprieta la mano para que no vuelva a hablar.
—Seguro —contesta la voz del hombre que me mata por dentro de lo malvada y oscura que suena.
—Todo lo de Byron está en cajas en el garaje —contesta la mujer. El hombre resopla.
—Martha, calla, que venga Byron aquí a por ello —contesta el hombre. Aún no le he visto y tampoco es que quiera hacerlo. No quiero poner rostro a esa voz.
—Char, es lo mejor.
El hombre resopla pero no dice nada.
—A la derecha —gruñe la mujer antes de cerrarnos la puerta en nuestras narices.
Nos alejamos de la puerta, de la voz horrible del hombre y de la mirada penetrante de la mujer, hacia el garaje. Echo un vistazo al coche. Eileen sigue dentro, su cara pegada al cristal. Conseguimos las tres cajas con los objetos personales de Byron del garaje y con ellas a cuestas, le levanto el pulgar a Eileen. Jeremy pasa una mano por mi cintura, acercándome a él y no me suelta hasta llegar al coche.
—¿Qué tal? —pregunta Eileen.
—El hombre da escalofríos —digo mientras me encojo de miedo solo de recordarlo.
—Ya está hecho. Tranquilidad —contesta Eileen abrazándome como puede desde el asiento del copiloto.
Llegamos a casa de Eileen, descargamos las cajas y en el cuarto de Eileen buscamos como locos lo que necesitamos. No tardamos ni dos minutos en encontrarlo. Está en una carpeta donde pone Universidad. Ni Eileen ni yo podemos evitar que nuestros ojos se llenen de lágrimas. La miro triste, y me fijo en que se le escapan las lágrimas sin poder detenerlas.
—Lo hizo por mí —dice Eileen como si se acabara de dar cuenta. Tal vez su cerebro ha estado ocultando ese echo hasta ahora, hasta encontrar las pruebas de que realmente Byron iba a ir a la Universidad a los diecisiete.
—Él tomó sus propias decisiones —contesta Jeremy.
—Pero...
—Pero nada. Ahora vamos a ayudarle a que tome la decisión de ir a la Universidad y todo estará bien —intento consolarla.
—Vale —contesta Eileen sonriendo mientras sus manos vuelan a sus ojos para secar las lágrimas.
Dentro de la carpeta, encontramos una carta de admisión que ni siquiera leemos, sus notas, una carta de recomendación de su entrenador de fútbol americano junto a un pen-drive que supongo es de jugadas o algún partido y algunas cosas más.
Escondemos bajo la cama de Eileen las cajas y volvemos a la Universidad, parando a echar gasolina en el camino y hacemos los mismos trámites que para Tyler. Las notas de Byron son casi las mismas que Tyler, incluso algunas más altas. Tal vez pueda optar por una beca de estudios por sus notas y una deportiva. Los tres salimos sonrientes del campus porque hoy comienza una nueva vida para Tyler y Byron, una nueva oportunidad de cumplir sus sueños aunque ellos aún no lo sepan.
Dejo escapar el aire que he llevado contenido toda la tarde. Por fin puedo respirar tranquila. Todo está en orden. Paso por casa de Eileen para dejarla y después voy a la de Jeremy, llegando a mi casa justo para la hora de la cena.
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ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

Mensaje por ana03 »

Capítulo 10


Poco a poco se va acercando la Navidad. El instituto va bien. Aún no nos ha contestado la Universidad. La semana pasada fui dos veces allí; la primera con TODA (y cuando digo TODA, es TODA) mi familia. A todos les encantó, obviamente. Por eso volví por segunda vez con Eileen y echamos nuestras solicitudes. Ese mismo día, fui a casa de ésta y empecé a pintar su cuarto. Cada vez que voy a seguir pintándolo, llevo algún boceto para dejar sobre la cama de Tyler. Él los va poniendo sobre su desnuda pared, lo que hace que siempre se me hinche el corazón de amor y mis ojos se agüen de felicidad.
Hoy es domingo. No encuentro por la casa a mis tíos, mi padre, mi primo o mi hermano; solo mis abuelos y las mujeres de la familia.
—¿Alguien se anima a hacer un muñeco de nieve? —pregunta mi madre. Sí, hace unos días nevó, así que ya estamos con el Modo Navidad On.
Sonrío —¡Yo! —grito.
—¡Me apunto! —gritan mis tres primas pequeñas a la vez.
Total, terminamos todas las mujeres de la familia en el patio delantero, con guantes y camisetas de manga larga que pronto arremangamos del calor que tenemos al ir ensamblando las tres bolas que conforman al hombre de nieve. A su lado, la mujer de nieve, un perro, un conejo, dos patos, una araña y dos gusanos de seda gigantes... Después los decoramos. Ponemos ojos, brazos, narices, bufandas, una caña de pescar que lleva el hombre de nieve para hacerlo más original, un collar de zanahorias para el perro... Estamos terminando cuando algo se estampa en mi glúteo.
—¡Au! —me quejo ante el escozor que me produce. Llevo mi mano donde me ha dado. Me giro pero no encuentro a nadie o nada. Busco por el suelo nevado, pero no encuentro lo que busco.
—¡Ay! ¡Qué pasa aquí! —se queja mi prima Lola.
—A mí también me ha dado algo. No sé... —comienzo. No puedo terminar porque uno de mis tíos, o padre, o primo o mi propio hermano, sale vestido de militar, con un arma de airsoft, mirando por la mira telescópica.
—¡Estoy harta! —gruñe mi tía Marga, dejándome los pelos como escarpias.
El hombre en uniforme con rostro cubierto mira a mi tía mientras aparecen más hombres igual vestidos.
—¿Acaso hoy había partida? —pregunta Lola enfadada. Busca con su mirada a su novio (para mí como si fuera ya mi primo), Fernando. Frunce el ceño al encontrarle.
—Lo siento... Olvidamos decirlo... —comienza mi tío Jesús. Le busco con la mirada, pero todos van iguales y no les distingo.
—¡No!, ¡ya está bien!, ¡las cosas se apuntan!, ¡y si no se avisan!,¡¡Joder!! —grita Marga enfadada. Todos los hombres en uniforme miran hacia ella.
—Pero...
—¡NO! —contesta mi madre malhumorada.
—¡Es horrible! Cada vez es peor la convivencia por cosas, ¡como está! —rompe a gritar mi tía Reyes.
—Pero sí...
—No habléis —corto.
—Es una mierda eso a lo que jugáis. ¡No sirve para nada, solo para molestarnos! —grita mi tía Isa.
—No podéis decir eso cuando jamás habéis jugado. Lo único que hacéis es quejaros —se queja mi hermano.
—Jamás nos habéis propuesto jugar, es solo para hombres, como vosotros decís —contraataco, retando a mi hermano con la mirada.
—Pues venga, atreveos gallinas. Nosotros contra vosotras. ¡A ver quién logra ganar! —nos pica mi hermano.
—Cuando queráis —contesta Celia. Como os podéis imaginar, ambos son los más retadores en la familia.
Terminamos siendo vestidas (para nosotras disfrazadas) con camisetas de camuflaje transpirables a la vez que térmicas, chalecos desert o algo así, pantalones también desert, botas militares negras; réplicas en mano, pistolas en el chaleco (armas secundarias como las llaman ellos); cargadores llenos de balines de color blanco de diferente peso... y demasiadas cosas que recordar con exactitud. Nos enseñan cómo disparar, cómo organizarnos y lo más importante: las reglas de a cuánto hay que disparar como mínimo y bla bla bla. Terminamos jugando dándolo todo.
Yo tengo un rifle francotirador o eso me ha dicho mi hermano, así que me escondo para ver si pillo a alguien desprevenido al pasar por mi lado. Un equipo se diferencia del otro por un brazalete que hemos hecho en un segundo que consiste en papel celo alrededor de una cereza.
—Atención Jefe Patrulla —grazna mi hermano por el Walkie—. Aimos encontrao unos apestaos —bromea.
—Los apestaos serán tu padre y toda tu familia —dice Bella saliendo de su escondrijo y disparando a mi hermano y mi tío Quique. Ambos ríen mientras los balines les alcanzan.
—Buena Bella —dicen al unísono dándose por muertos, levantando su mano para no recibir más balines.
La mañana pasa así, todos jugando y, ¡hasta se terminan apuntando mis abuelos! Aunque a ellos no se les puede disparar.
—¡Los aimos trincao con las manos en la masssa! —grita mi hermano a mi tío Quique cuando nos encuentran a todas las chicas en una esquina, pensando en un plan de ataque. Todos reímos fuerte, muy fuerte. Carcajadas llenan el aire.
El juego termina conmigo haciendo bocetos mientras el resto juega en el jardín y los alrededores; incluso dentro de casa. Balines por todas partes, bromas entre el bando de los hombres y las mujeres, sobre todo por parte de mi tío Quique, mi hermano y Celia.
Después toca recoger todos los balines blancos entre la nieve. No tienen muchas luces, no; ya los podrían haber comprado amarillos, o rojos. Cualquier color menos blanco. Vamos habitación por habitación de la casa; es igual de divertido a como suena.
—¿Qué os ha parecido? —pregunta mi tío Juanito.
—No ha estado mal —contesta mi madre sonriéndole.
—Creo que podéis contar con nosotras para la siguiente —contesta mi tía Mar.
Por la noche, cuando me meto en la cama, no puedo evitar pensar en lo bien que se lo podrían haber pasado mis amigos si hubieran venido.
¿Un día como este?, también es muy normal en mi familia.
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ana03
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Re: Mi familia, mis amigos y otros animales (Novela -- Juven

Mensaje por ana03 »

Capítulo 11


Jueves otra vez.
—¡DESPIERTAAA! —gritan Guada y Celia.
Bufo mientras Dana ladra, Ying aletea y Yang cuaquea.
—¡Ya voy! —grito en contestación. Mis primas ríen antes de lanzarse sobre mi cama, aplastándome, robándome el aire dentro de mis pulmones. Me río con ellas, sacando el poco aire que queda en mí.
—¿Hora? —pregunto.
—La de levantarse —contesta mi hermano.
Me giro para encontrarle apoyado en el marco de mi puerta. Gimo en contestación. Termino levantándome y yendo al baño, como todas las mañanas.
—Mierda —murmuro cuando me doy cuenta de que me ha bajado la regla. Como puedo, me meto en la ducha, me aseo, me arreglo con unas braguitas nuevas, pongo una pequeña compresa en ellas y me preparo para ir al instituto. Voy a la cocina y busco mi nombre en la lista de tareas. Me toca hacer la compra. Me estremezco. La última vez que me tocó, me encontré cara a cara con Tyler; de echo, le estampé mi carrito.
Me siento en la mesa y espero a que el encargado del desayuno de hoy ponga una taza frente a mí. Desayuno deprisa y me voy a recoger mi mochila. Salimos todos andando al instituto, seguidos por Dana y Y&Y. Jeremy se encuentra con nosotros antes de llegar al colegio de Bella, Celia y Guada. Dejamos a las chicas y seguimos nuestro camino al instituto.
La primera y segunda hora pasan deprisa y así hasta la hora de comer.
—Pfff —resoplo.
—¿Qué pasa Alex? —pregunta Eileen. La miro.
—Hoy me toca hacer la compra —gimo.
—¿Es eso tan malo? —pregunta Eileen.
—¿Es por eso que llevas esa cara puesta? —me acusa Jeremy.
—La última vez estampé el carrito contra Tyler —gimo.
—¿Y? —pregunta Eileen sin entender.
—Nada.
—Dinos.
—Nada... solo que... ¿Y si me le encuentro otra vez?, ¿y si le estampo otra vez el carro? Me siento tan avergonzada solo de recordarlo...
—Salúdale. Y no estés avergonzada. A ver... ¿Por qué te sientes así?
—Porque... porque tengo diecisiete y parezco una niña de doce que jamás se ha relacionado con nadie fuera de las paredes de su casa... Lo que es casi la pura realidad.
—No pasa nada por eso; tendrás tu tiempo para experimentar las cosas —me anima Jeremy—. De todas formas, no hablábamos de eso, sino de Tyler...
—Sí pasa sí. Soy un bicho raro. ¡No tengo ni idea de nada! —me pongo histérica. Creo que en cero coma podría estar híper ventilando.
—¡Tranquilízate bebé!, tú lo que tienes es un problema —dice Eileen.
—¡¿Hombre, no me digas?! —digo irónica—. Gracias —contesto con voz amarga.
—Es verdad, confundes todo. Me hablas de que no quieres encontrarte con Tyler y ahora hablas de lo que te has perdido... Vayamos por partes, ¿vale? —Asiento—. Siéntate —me pide Eileen.
Cojo una gran bocanada de aire y lo suelto lentamente mientras me siento en una silla, en el comedor.
—¿Quieres encontrarte allí con él?
—No, digo sí. No sé —gimo. Mis manos van a mi cara, cubriéndola.
—Vale, hagámoslo de otra manera. Lo vi hacer en una serie y funciona —dice Eileen sonriente.
—¿Cómo? —pregunto interesada por saber.
—Yo te hago una serie de preguntas en las que tienes que escoger entre dos cosas y tú rápidamente contestas lo primero que se te venga a la cabeza, ¿vale?
—Entendido. Cuando quieras —digo preparándome.
—Empezamos.
—Lista.
—¿Cuchara o cuchillo?
—Cuchillo —contesto rápidamente, sin casi dejar terminar a Eileen la pregunta.
—¿Sopa o pescado?
—Sopa
—¿Verdura o carne?
—Verdura.
—¿Pan con mermelada o pan con mantequilla?
—Mermelada.
—¿Mar o montaña?
—Mar
—¿Encontrarte con Tyler sí o no?
—Sí —contesto demasiado deprisa. Gimo—. No.
—Has dicho primero que sí —analiza Jeremy como si estuviera en el polígrafo.
—¡He dicho que no! —me quejo.
—Primero has dicho sí, y eso es lo que cuenta.
Aunque sé que lo más normal es que no me encuentre con él, nos pasamos el tiempo de la comida hablando de un montón de ideas sobre lo que tengo que hacer y no hacer si me encuentro con Tyler. El resultado: mi cerebro saturado.
* * *
Para cuando es la hora de que me vaya a hacer la compra, miro con quién me toca ir, pero no hay nadie; me toca ir sola. Resoplo mientras cojo la extensa lista de la compra. A algún iluminado se le ha ocurrido que yo solita puedo con todo... Salgo hacia la puerta del garaje para ver qué coche me han dejado y me doy cuenta de que en el garaje tan solo está mi furgoneta aparcada.
—Genial —refunfuño.
Enfadada, salgo de casa con una pequeña riñonera atada en la cintura donde guardo mi móvil, la extensa lista de la compra y el dinero que han dejado en la caja de la entrada donde ponía comida.
Salgo de casa enfurruñada, sin ser seguida por primera vez por mis animales. Una sensación de tristeza se apodera de mí y mi corazón se encoje. Como si se hubieran dado cuenta de mi estado de ánimo, aparecen de la nada y corren hacia mí. Sonrío aliviada. Abro la verja, la pasamos las cuatro y ponemos rumbo al supermercado. Tardamos veinticindo minutos en llegar. Dana, Y&Y esperan fuera, en la puerta de cristal mientras yo entro.
Echo un vistazo al supermercado cuando entro, rastreando con la mirada por una cara familiar. Murmuro enfadada por no poder dejar de pensar en él. Mi móvil suena, haciendo que salga de mi trance.
—¿Sí?
—Gorrión, he visto que estás sola haciendo la compra y sin coche. Avísanos y vamos a ayudarte a traer todo a casa —dice mi tía Isa.
—Tranq...
—No, Gorrión. Avísanos. Estamos arreglando la casa pero vamos a ayudarte.
—Vale —gruño antes de colgar.
Cojo un carro en el que espero que entre todo lo que tengo que comprar y empiezo a meter todo en él. Me siento como si jugara al Tetris en la vida real. Primero lo que más pesa y lo más grande. En los pequeños huecos que dejan éstos, cosas más pequeñas y que se pueden amoldar... Al principio voy pendiente de todo a mi alrededor por no chocarme, pero termino mirando solo a los estantes llenos de comida y utensilios de higiene y limpieza. Coloco las cosas en el carro sin ni siquiera mirar y sigo con mi Tetris. Así es como consigo llevarme un carro por delante, así es como logro coincidir con Tyler.
—Lo... lo siento —me disculpo torpemente. Intento ser rápida y agachar la cabeza para que no me reconozca, pero sus ojos son más rápidos y pronto me tienen presa.
—No es nada —contesta Tyler guiñándome un ojo. Me sumerjo en esos ojos verdes, intentando ver a través de ellos; pero otra vez, nada, solo ojos sin ventana al alma. Me le quedo mirando sin saber qué narices decir.
—Estamos destinados a chocarnos —sonríe. Yo me sonrojo—. ¿Has venido sola? —pregunta Tyler enarcando una ceja.
—Algo así, ¿tú?
—También.
Se crea un silencio entre nosotros, pero no me resulta incómodo esta vez.
—¿El viernes tienes algo que hacer? —me pregunta Tyler de repente. Abro los ojos de par en par, sorprendida por el cambio de conversación y por un momento me olvido de respirar. Pero eso no es todo, mi reacción a gran escala es de Record Guinness. Me atraganto, toso, se me seca la boca, olvido cómo respirar, las palabras se me traban en la lengua... vamos... un show.
—N... n... no —logro tartamudear—. A no ser que Eileen haya pensado algo.
—Podríais veniros a una fiesta con Byron y conmigo. ¿Qué me dices?
—Pregúntale mejor a Eileen.
—Pero yo quiero saber si vendrás tú.
—Convence a Eileen y ella se encargará de convencerme a mí —contesto con voz más confiada cada vez—. Y por cierto, ¿cómo es que ella no te ayuda?
—¿A qué?
—¿A qué va a ser? —ruedo los ojos—, a hacer la compra —digo como si fuera obvio.
—Ella tiene que centrarse en el instituto no en venir aquí y perder la tarde haciendo la compra.
—Ya pero así tú podrías divertirte en tu día libre y no lo gastarías todo aquí.
—¿Cómo sabes eso?
—Tienes una hermana, ¿recuerdas?
—Entonces... Has venido sola...
—Sip —contesto al cambio de tema.
—La última vez estabas acompañada. ¿Hoy no están por aquí? —pregunta Tyler mirando hacia un lado y otro del pasillo.
Niego con la cabeza —Nop. Hoy me toca a mí sola.
—¿Y vas a poder con todo hasta el coche? —pregunta enarcando una ceja después de mirar el carrito y a mis brazos. Já, si él supiera que tengo que volver andando y no en coche... Más quisiera yo solo tener que llevar todo al coche.
—Mmmm... la verdad es que no he traído coche, así que no lo llevaré al coche, tranquilo.
—¿Vives aquí cerca? —pregunta Tyler. Niego—. ¿Por qué serías tan estúpida de no traer coche si sabías todo lo que tenías que comprar y no vives cerca?
—¿Por qué serías tú tan idiota de no dejarme de preguntar?
—Lo siento. Lo que quería decir es que no tiene sentido.
—Lo sé. El caso es que no me dejaron ningún coche. Así que vine andando —digo levantado las manos en alto.
—¿Y cómo vas a llevarlo a casa?
—De varias veces. No es la primera vez que me pasa estando sola —admito, muy a mi pesar, encogiéndome de hombros.
—Espera. Te ayudaré.
—No hace falta. Está bien para mí andar. Además, vendrán algunos de mis tíos a ayudarme.
—Perderás la tarde.
—Y tú tu tarde libre.
—Me gustaría invertirla en llevarte a casa —contesta Tyler con un guiño. Le sonrío como una tonta.
—Está bien. Pero no he venido sola —admito.
—¿Dana y las patas? —pregunta Tyler. Asiento sonriendo por dentro al darme cuenta de que ya sabe el nombre de mi perra y recuerda que mis patas son hembras—. No hay problema, ¿te falta mucho?
—No creo —contesto tendiéndole la lista para que vea que la mayoría ya está tachado.
—Pago mis cosas, las dejo en el coche y vengo a por ti —me dice con un guiño antes de desaparecer al final del pasillo.
Por unos segundos me quedo donde estoy. Sí, realmente me encanta este chico y quiero descubrir todo sobre él, poder llegar a ver su alma...
—Respira... respira... —me repito en un susurro, como si fuera mi mantra.
¿Qué ha sido eso?, ¿Tyler y yo manteniendo una larga conversación? La primera vez que eso pasa. Cojo una gran bocanada de aire y me obligo a respirar. Sacudo mi cabeza, enfoco mi vista en la lista de la compra y me centro en conseguir lo que me queda.
—¿Qué te falta? —pregunta una profunda voz detrás de mí, una que solo puede ser de Tyler. Sonrío antes de volverme.
—Desayuno y algunas cosas más —contesto pensando en las compresas que alguien ha apuntado.
—¿Con desayuno te refieres a galletas, cereales?
—Sip. Y pan y mermelada y mantequilla...
—Vale, eso por aquí —dice Tyler guiándome, como si fuera la primera vez que comprara en este supermercado. Obviamente, reprimo las ganas que tengo de decirle que llevo viviendo en el barrio toda la vida y que me conozco este supermercado de pé a pá.
Le sigo torpemente, intentando que mi carrito no choque contra la comida en el pasillo, hasta que Tyler coge la parte delantera de éste. Así es mucho más fácil. Se lo agradezco con la mirada, él me guiña un ojo y yo sonrío. Meto en el carro cajas y cajas de cereales y galletas que durarán escasos días. Muchos botes de mermelada y mantequilla y un montón de barras de pan que sé que se agotarán en pocos días.
—¿Cada cuanto hacéis la compra?, ¿cada mes? —bromea Tyler estupefacto viendo cómo sigo metiendo barras de pan en el carrito.
—No exactamente —susurro.
Sigo andando por la sección de galletas y meto tres paquetes de galletas con chispas de chocolate. Con suerte, mañana podré desayunarlas si me doy prisa en despertarme; si no, adiós galletitas.
Para mi desgracia, Tyler también me acompaña a la sección femenina, donde entre los dos tenemos que buscar unas compresas con alas y súper absorbentes de una marca determinada. Me muero de vergüenza. Aprovecho para reponer mi alijo de tampones y desodorante, ya que en casa es muy fácil que vayas al baño de otro a coger prestadas las cosas y nunca vuelvan. Por último vamos a por el saco de veinticindo kilos de comida para Dana.
Mientras pago, Tyler saca el carro con mi compra hacia su coche. Salgo por la puerta un minuto después que Tyler, esperando encontrarme a mis animales, pero ninguno de los tres está. Me asusto.
—Aquí Alex —llama Tyler agitando sus manos. Desvío mi mirada para verle rodeado por Dana y Y&Y.
—Lo siento —me disculpo por segunda vez en una hora.
—¿Por qué? —pregunta Tyler confuso.
—Por ellas —contesto.
—No es problema. Prefería que se vinieran conmigo a que se quedaran solos en la puerta.
—Gracias. Y son hembras —matizo frunciendo el ceño. Pensaba que lo sabía. Hace unos minutos lo ha dicho bien.
—Bueno saberlo, pero me refería a tus animales. Sé que son hembras —contesta con un guiño Tyler. Sonrío de vuelta. Parece que conectamos, ¿verdad?
—Tengo que llamar un momento a casa —digo sacando el móvil de mi riñonera. Tyler asiente—. ¿Tía?
—Dime Gorrión, ¿vamos ya? —pregunta mi tía Isa.
—No. me he encontrado con el hermano de Eileen, me lleva a casa.
—Genial, ¿es guapo?
—¡Tía! No empieces...
—No lo hago, es la primera vez que te lo hago de echo. Estoy tan feliz...
—Tía no es lo que tú te... —no termino la frase, mi tía me interrumpe.
—¡Eh chicos! No hace falta que vayamos. El hermano de Eileen la trae —grita mi tía Isa con voz melosa esto último. Resoplo. Oigo murmullos a través del móvil. Miro a Tyler, quien sonríe divertido. ¿Ha escuchado nuestra conversación? ¡Qué vergüenza!
—Tía no la líes.
—No lo voy a hacer. ¿Cómo se llama?
—Tyler... y no, antes de que digas nada, no puede quedarse. Ya le conoceréis en fin de año —digo. Mi tía resopla—. Luego te veo tía.
—¿Estás bien? —me pregunta Tyler cuando cuelgo.
—Sí —suspiro.
Me deja en casa diez minutos después. No hablamos dentro del coche, tan solo se escucha mi voz mientras le guío, pero no lo considero un silencio incómodo. Es solo que no tenemos nada que decir, ¿para qué romper el hermoso silencio con una tontería?
—No hace falta que metas el coche dentro de casa, con dejar las cosas en la entrada está bien —digo intentando hacer que el coche de Tyler no atraviese el jardín, así no aparecerá mi familia.
Cruzo los dedos cuando Tyler sigue adelante, entrando en la finca. Mete el coche en el garaje y antes de que haya parado el coche y apagado el motor, un montón de cabezas aparecen por la puerta del garaje que da a la casa principal. Gimo. Rezo porque mis tíos se queden allí y no se acerquen más, pero obviamente eso no pasa. Mis tíos empiezan a entrar en el garaje y a saludar con la mano.
—Vamos a hacer esto... Yo bajo las bolsas corriendo, tú no bajes. En cuanto saque la última, tú sal corriendo —explico atoradamente.
—Alex no voy a dejar que hagas tú todo.
—No lo entiendes... Mi familia... ellos... —unos golpes en la ventana del conductor, me hacen callar abruptamente. Mi familia ha llegado al coche. ¡Tierra trágame!
—Hola Gorrión. Debes ser Tyler, ¿cierto? —pregunta mi tía Isa. Ahogo un gemido.
—En serio, Tyler, no quieres conocerlos...
—Dales un voto de confianza Alex —sonríe Tyler mientras abre la puerta del coche.
Yo por mi parte escaneo quién está en el garaje. No son tantos, tan solo cinco de mis tíos y mis primos Jorge y Fernando. Miro significativamente a estos dos últimos, quienes se encargan de alejar a mis tíos de Tyler, ayudan a sacar las bolsas de la compra y en seguida, Tyler puede volver a entrar en su coche. Suspiro aliviada cuando le veo ponerse el cinturón.
—Gracias Tyler —me despido de él—. Y siento lo de...
—No te disculpes por ello. Me han gustado.
El coche de Tyler se desplaza hacia la entrada del garaje. Me despido por última vez de él zarandeando mi mano. Por su parte, él me lanza un rápido beso al aire y un guiño, lo que me hace enrojecer. Cuando pierdo de vista el coche, me giro hacia mis tíos.
—En serio chicos, no sé si hicisteis y hacéis lo mismo con todos los chicos que traen las primas a casa, pero no lo volváis a hacer. ¡Él es el hermano mayor de Eileen!
—Es tan solo curiosidad —se defiende mi tío Carlos.
—La curiosidad mató al ratón —gruño.
—Está bien. No lo volveremos a hacer... —dice mi tío Fran con cara de pena.
Suspiro antes de salir corriendo y abrazarles a todos —Tan solo... la próxima vez si os digo algo, hacedme caso por favor —susurro.
—Claro —susurra mi tía Marta de vuelta.
Voy a mi cuarto y llamo a Eileen para contarle lo que ha pasado. Paso alrededor de una o dos horas hablando sobre Tyler. Eileen está convencida de que le gusto a su hermano y no para de decir cosas bonitas y alegres sobre él. En algún momento durante nuestra conversación, oigo a Tyler preguntar a Eileen si habla conmigo. Cuando Eileen dice que sí, Tyler le dice que me diga lo de la fiesta.
—¿Qué fiesta? —me pregunta Eileen con felicidad en su voz.
—Tyler dice que hay una este viernes y que vayamos. Que quiere que yo vaya...
—Iremos.
—Vale —acepto sin rechistar. ¿Por qué quejarse cuando sabes que pase lo que pase no ganarás? Es perder saliva para nada.
La tarde pasa volando entre unas cosas y otras y llega la noche. Hace ya frío fuera y la casa empieza a hacer los ruidos típicos de la edad y de la madera frente al viento; eso lo único que provoca es que de miedo caminar solo y en silencio por la casa. Escalofríos recorren mi piel cada vez que oigo el crujir de una madera.
—¡EPISERITUR! —grita mi tío Quique en cuanto escucha el crepitar de la madera. Mi hermano, al lado de mi tío, ríe.
—Sí... ahora resulta que tenemos fantasmas... —comienzo.
—Fantasmas que solo aparecen en invierno —comenta Bella riendo.
—Y cuando hay viento —matiza Celia divertida. Todos reímos.
Sip. Esto también es normal en mi familia.
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