La bestia rosa - Francisco Umbral (Erótica)

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triste
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La bestia rosa - Francisco Umbral (Erótica)

Mensaje por triste »

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Editorial: Tusquets, La sonrisa vertical
Publicación: 1981
ISBN: 978-84-7223-328-7
200 pág.
10,58 €

Sinopsis:
En un domingo, 21 de diciembre, Francisco Umbral se sentó a escribir un diario indiscreto, en el que nos revela su relación con Rimbaud. ¡No el poeta, ese endemoniado genio decimonónico francés, que, a lo diecinueve años, ya lo había escrito todo y se largó a Abisinia! La Rimbaud de Umbral es una niña «efeboandrógina, efeboacrática, efeboanarco», a quien, al parecer, conoció en el Rastro —en un domingo precisamente— y que llevaba «las gafas de Ramoncín y un tiranosaurio en el hombro», mientras «trapicheaba en el material».

Este es, pues, la verdadera historia de Paco y Rimbaud, el «carroza» sabio y cachondo y la niña esnifadora de popper, libros y mitos que lo trae de cabeza. Pero, no nos engañemos, La bestia rosa no es la niña —ni tampoco él: son «los dos, reunidos en la cópula, un monstruo de dos espaldas»...

Rimbaud/niña, como Rimbaud/poeta, a sus escasos años, ya lo ha hecho todo. Y también lo sabe casi todo del sexo y, cuando no lo sabe, lo intuye, o, al menos, lo sugiere y, al parecer, lo hace posible.

¿A quién no ha suscitado fantasías eróticas esa mujer-niña, esa mujer-bruja, esa niña-sabia, ese enigma al fin, que bien podría llamarse Rimbaud?

Lo que ocurre es que pocos son los que tienen la facultad de expresar y comunicar ese deseo como ahora lo hace Paco Umbral. Y lo hace, además, creando, en ese maniatado lenguaje sexual nuestro, las palabras y las expresiones que contribuyen a liberarlo de esa mojigatería ancestral, tanto cuando divaga sobre su miembro tardobarroco, como sobre esa exploración inagotable del cuerpo ajeno.
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triste
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Re: La bestia rosa - Francisco Umbral

Mensaje por triste »

Me tardé en encontrarlo, pero bueno, ya lo tengo. Y está bien, creo, leí en la noche poco menos de la mitad; al principio me parecía demasiado "poético", que no está mal, y así es Umbral, pero en textos más cortos se lee mejor, aquí, en esta novela-memoria-loquesea, empezó a cansarme después de unas páginas. Pero cuando empieza a hablar de las mujeres antes de Rimbaud, el ritmo y el lenguaje mejora (pero igual no me queda claro si el tiranosaurio es una iguana o un gato).

No sé si me está gustando... o sea, sí, algunas cosas, pero también me pone de mal humor lo que ya sabía pero no había leído de Paco: la infidelidad. ¡Con cuántas mujeres engañaba a María España! Aunque, si ella lo sabía, quizá la única que se siente engañada sea yo. Y también empiezo a ver a ese Umbral ególatra y pedante que muchos no soportan. Pero en lugar de presumir su obra o algo así, presume su pene. :roll: También me hace replantearme muuuuchas cosas sobre lo que es la pedofilia, porque no queda aún muy claro si Rimbaud tiene 17 años, pero estoy casi segura. Además, aunque no tuviera esa edad, él todo el tiempo se refiere a ella como niña. No es la primera vez que le leo eso de la niña-mujer, lo mismo hace en Carta a mi mujer. Hmmm...

Pero bué, a ver qué tal termina. Subrayé algunas cosas:
Y luego, en el amor, cuando está sobre mí tan alta niña, paso la palma de mi mano por su suavísima espalda accidentada, y tengo celos del tiranosaurio, porque sé que Rimbaud se place y se complace en el dolor amistoso e inocente del bicho, y luego pruebo a arrancarle postillas, hilos duros de sangre, rastro de uñas:
—Quieto, que me haces daño.
Pero le gusta, acumula dolor sobre dolor, decide que está bien, y me pide ella misma que siga levantándole las postillas, arañando donde ha arañado el bicho. Renueva así su dolor, como cuando Artaud se hurgaba con un puñalito en la herida del cerebro, excita su excitación, alienta su placer, de manera que mi trabajo no es sino la continuación doméstica, masculina, usual, del trabajo casi mitológico de una bestia extinguida, o a extinguir (una cosa entre la iguana y el gato persa). Soy la continuación de un misterioso bicho. Araño donde ha arañado el tiranosaurio, renuevo sangres, gotas frescas, vida, la espalda de la niña, siempre entre los incendios y las calcomanías.
Si no duerme conmigo, Rimbaud duerme con el bicho, que se pega a su espalda en posición fetal, como en rarísimo embarazo extrauterino, embarazo espaldar de un monstruo en una niña. Si duermo yo con ella, trato de acoplarme como sé que se acopla el tiranosaurio...
Lengua fresca de niña, entre la eucaristía y la hipocresía, como todas las lenguas infantiles. Lengua, pájaro de saliva, pico suave, lentísimo gusano por mi piel, con rastro de palabras muy mojadas.
Hay el día en que Rimbaud se lava la cabeza con mucha frecuencia y lo suyo es una orgía de jabones, geles, champúes, cosas que roba en el híper, cosas que le regala el droguero, que está enamorado de ella y la llama «flor de la mañana» y así, y Rimbaud se pone muy deprimida por gustar tanto a esa clase de personal:
—Ya sólo triunfo con las carrozas. Debo estar gordísima.
Mi niña no se seca nunca la cabeza, ni se la peina, de modo que lo que abrazo durante todo el día es una fuente romana con la melena de piedra mojada por el agua y el viento de los turistas.
El conflicto estaría en que la mujer/ amante quiere mi órgano sexual para estos fines místicos y la mujer/esposa lo quiere para rodar la harina de las empanadillas, que es lo que ha usado toda la vida para que las empanadillas le queden coruscantes.
Durante la década del sol tuvimos el sol encima todo el tiempo, apenas hubo noches, las mujeres habían adoptado ya el bikini como prenda habitual para ir incluso a la ópera...
María José /Teresita durmió toda la década del sol, o casi, con mi objeto debajo de su almohada burguesa. Al terminar la década, comprendió que tenía una década más y decidió casarse. Había terminado la etapa infantil de dormir con pichas debajo de la almohada. No lo hubiera visto bien ni Freud.
...luego supe, recordé, comprendí cómo mi picha no era común, sino reliquia del pasado, objeto de arte, efectivamente, fetiche religioso, aparato mágico, antigüedad ilustre, y de ahí que las mujeres de toda clase, condición, edad y nacionalidad lo codiciasen tanto como pueden codiciar una perla de la corona inglesa.
Copular es algo así como echar a reñir dos mitologías: la que cada sexo ha fraguado respecto del otro.
Me veo fornicando con Rimbaud en el espejo de virulas blancas, viejas y adornadas, y el total ella/yo es un todo centáurico y raro: la bestia rosa.
Rimbaud, en la noche, se sentaba en bares de mimbre a escuchar la música de las más viejas arpistas de la ciudad, ancianas que vivían en su arpa como el canario viejo en su jaula, y que hacían una música de petirrojo que a Rimbaud le llenaba el alma de nesqüik, Mahler, sopas Campbell (siempre la frustración Andy Warhol), orina fresca de Patty Smith, ajos tiernos surafricanos, popper místico, recuerdos de la Orquesta Sinfónica Municipal de Castellón de la Plana y colores Alpino.
Nos quedamos callados, como siempre que un hombre y una mujer están por primera vez solos en una habitación.
El cuerpo es sólido, el alma es líquida, el espíritu es gaseoso. También valdría decir que el cuerpo es animal, el alma es vegetal y el espíritu es mineral, pues lo cierto es que participamos de los tres reinos, de los tres estados, de las tres gracias; lo cierto, sí, es que somos triples: nos desdoblamos en dos para joder, más un tercero o tercera que mira desde el cristal del aparador.
—Ya le he contado al cura que estoy en pecado de fornicación, pero las otras cosas que me has enseñado a hacer con tus partes, no se las puedo contar, porque no sé cómo se llaman, de modo que estoy en pecado mortal.
—Te vas a condenar por falta de vocabulario —le dije.
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RAOUL
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Re: La bestia rosa - Francisco Umbral

Mensaje por RAOUL »

Entonces es un libro sobre el falo de Paco, yo he venido a hablar de mi falo :roll:

Pues la niña Rimbaud merecía otra cosa, digo yo...
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triste
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Re: La bestia rosa - Francisco Umbral

Mensaje por triste »

RAOUL escribió: Pues la niña Rimbaud merecía otra cosa, digo yo...
Pues sí, creo que sí. Ya leí más sobre Rimbaud/Blanca y bueno, al terminar el libro me quedó esa sensación fea de que acababa de leer una forma bajísima de exponer a alguien. Me sentí hasta mal por haberlo leído. Aunque también tiene cosas buenas. Digo, sí, Umbral se la pasa diciendo que su falo es una cosa mística y angelical y que todas las mujeres lo desean, pero también deja ver todas sus inseguridades, temores y tal. Yo creo que detrás de ese personaje que se formó, y al que muchos odian, había un Paco muy sensible y bueno, igual que su prosa.
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