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A ver, en la versión teatral, la dramaturgia es de Christopher Hampton, que es el autor de la adaptación, y el montaje que yo vi lo dirigía y protagonizaba Abel Folk, un actor catalán de los conocidos, que además ha hecho bastantes cosas también en cine y televisión a nivel nacional. La verdad es que a mí, personalmente, no me convenció. Toda la relación con el amigo, en la obra, a menos que hubieras leído la novela, no quedaba tan clara ni se entendía hasta qué punto habían estado unidos. Sí que se introducía todo ello al inicio, en un diálogo con la vieja criada (interpretada, por cierto, por Rosa Novell, ciega debido a su cáncer pero que salía a darlo todo en un par de intervenciones, para lo que necesitaba la ayuda de las regidoras de la sala que la acomopañaban a la butaca y la entraban y sacaban de escena cual lazarillos. Sospecho que su intervención en la obra, dado su estado, también era uno de los reclamos de cara al público, por la parte morbosa...), y luego durante el monólogo del protagonista ya se dejaba ver. De todos modos, la novela me gustó más. La propuesta escénica de Folk no terminó de convencerme en ningún aspecto, y en general me dejó bastante fría, a pesar de que es innegable que él hace un gran trabajo como actor y Novell también. El actor que hacía de amigo, que no me sonaba de nada, creo recordar, en cambio, me pareció... Bueno, está claro que su papel es casi decorativo, es la excusa del interlocutor presente para soltar el monólogo, pero así como en la novela va dando referencias a las muecas, reacciones, leves movimientos en la silla,... que hace durante el discurso del protagonista, en la obra de teatro no me pareció percibir nada de todo eso... A pesar de ello, la adaptación de Hampton me pareció muy acertada, porque es difícil, en realidad, adaptar esta novela, aunque no lo parezca. Está claro que la parte monologada es bastante sencilla, ¿pero cómo teatralizas esas primeras cincuenta páginas de recuerdos de infancia, de la vida de los padres, de los paisajes nevados,...? Y creo que el recurso de insertar en el diálogo inicial con Nini o Nana o... (soy fatal para los nombres) algunas anécdotas decisivas para el desarrollo de la noche dramática, nunca mejor dicho, que aparecen en esa parte narrada de la novela estaba muy bien encontrado.