CP X - Cumpleaños - Shigella
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CP X - Cumpleaños - Shigella
Cumpleaños
Me encontraba de visita en la casa del pueblo de mis padres. Aquel municipio a sesenta kilómetros de la capital al que íbamos en puentes y vacaciones cada año, aunque desde que me independicé casi no pasaba por allí más que para una visita puntual en verano.
Aquella tarde estaba sola en casa. Mis padres habían salido a visitar a algún familiar. Como hacía mucho que no me alojaba allí y soy de naturaleza curiosa, después de un repaso a los libros de la estantería del salón, me dediqué a pasar revista a las habitaciones. La casa en general me transmitía una sensación de semiabandono. No estaba especialmente sucia, ni los muebles excesivamente viejos, pero las casas tienen alma, y aquella me transmitía tristeza y soledad.
Al abrir el armario de la habitación de invitados me lo encontré lleno hasta arriba. Lo primero que llamó mi atención fue una muñeca idéntica a otra que tenía de pequeña: una muñeca repollo, muy de moda por aquella época, con el pelo castaño. Es difícil describir la sensación de nostalgia y felicidad que se siente cuando se descubre un juguete de la infancia que se creía totalmente olvidado. En realidad, no están olvidados del todo. La memoria funciona como un armario. A veces crees que has perdido un recuerdo para siempre, pero en realidad está archivado en el fondo de un cajón en tu mente. Lo único que hace falta es encontrar ese cajón y abrirlo, aunque para ello a veces sea necesaria una llave. Por ejemplo, una llave en forma de muñeca.
Abracé al blando juguete. Su cuerpo era tan mullido como recordaba e invitaba a estrecharlo entre los brazos como una almohada. También conservaba su olor. Los olores son grandes detonadores de recuerdos. De repente, volvía a tener ocho años.
Recordé la emoción con la que vivía las Navidades y los cumpleaños cuando era pequeña. La ilusión que tienen los niños al llevar a cabo el mágico ritual de abrir los regalos. Esa era una de las sensaciones que se van para no volver cuando nos hacemos mayores, y se va sustituyendo poco a poco por una alegría moderada y una reacción educada de agradecimiento. Recordé los globos, los caramelos y las risas.
Cuando regresé al presente, dejé a la muñeca en su lugar en el armario y seguí husmeando. El siguiente objeto en el que me fijé fue en un cuaderno de tamaño cuartilla que reconocí en seguida. A pesar de ser un cuaderno de anillas normal y corriente, sin ningún tipo de cierre de seguridad, lo utilizaba como diario cuando tenía doce o trece años. Los recuerdos de aquella época me golpearon agridulces. Las inseguridades, el amor no correspondido, las amistades perdidas. Enormes dramas de adolescencia que en realidad no eran para tanto. Es una época difícil, aunque necesaria, ya que todo aquello contribuye a convertirnos en los adultos que somos después. Dejé el diario y continué con mi examen del atestado mueble.
Una foto enmarcada en la que aparezco de niña abrazando a mi perro. Mi perro, un mastín al que quería como a un hermano y que murió cuando yo tenía dieciséis años, dejando sola a una hija única en este mundo de seres humanos sin humanidad. Aún se me forma un nudo en la garganta al recordarlo. Me pregunto si estas cosas se acabarán superando alguna vez.
Decidí dejar la foto cuando sentí que me estaba poniendo demasiado triste. Al guardar la fotografía vi una carpeta enorme que no reconocí en el momento. Ya que estaba guardada con cosas mías di por hecho que era algo de mi incumbencia y la abrí. Para mi sorpresa eran apuntes de la carrera, pero eso no tenía ningún sentido, no recordaba haberme llevado apuntes al pueblo. Quizá mis padres se los llevaran para hacer sitio en casa, pero en ese caso debería haber más.
En una percha había un vestido en el que sorprendentemente no había reparado antes. Era el vestido que me puse el día de mi graduación. ¿Cómo era esa frase? ¿”Tú no pasas por la universidad, la universidad pasa por ti”? No recordaba las palabras exactas, pero aquella cita me vino a la cabeza y asentí para mis adentros, porque estaba completamente de acuerdo.
Empecé a preguntarme el sentido de aquel revoltijo de cosas, algunas de las cuales deberían estar pudriéndose en un vertedero desde hace años y otras no deberían estar escondidas en aquel armario olvidado, cuando vi a un niño en la puerta de la habitación. Tenía unos diez años y vestía unos pantalones cortos marrones y una boina. Me pareció salido de una fotografía en sepia.
El chico era muy serio y no me dijo su nombre. Pensé que se habría colado en casa jugando y le acompañé fuera. Nos pusimos a charlar y fuimos dando un paseo por la parte del campo a la que se accede desde el jardín trasero.
—¿Y qué haces por aquí tu solo? ¿Vives cerca?
—No.
—¿Y dónde vives? —Siempre se me dio muy mal la cháchara con desconocidos, y el chico no me ayudaba.
—Vivía aquí, pero ya no.
No era exactamente una respuesta, pero antes de poder pensar en algo que avivara el diálogo, el chico volvió a hablar.
—Mi familia me enterró debajo de ese armario cuando vivíamos en tu casa. Me entretenía jugando con mis juguetes ahí abajo. Al principio sólo ves oscuridad, pero si te fijas, en uno de los extremos del hoyo se ve una luz. Una lucecita redonda que parece una perla.
Habíamos llegado a campo abierto. Veía terrenos arados y caballos. Era un paisaje muy bello, con los colores pajizos del campo castellano y del atardecer. El día empezaba a despedirse.
—Muchas gracias por mis regalos de cumpleaños —. Las palabras salieron de mi boca, aunque no era mi cumpleaños. Él dibujó una sonrisa acorde con sus ojos tristes.
—Todos necesitamos nuestros recuerdos antes de partir.
Entonces, la imagen se fundió. Desde la negrura más absoluta oí su voz. Ya no era la de un niño, sino una voz desgarrada por los años y por la vida.
—Recuerda… la perla…
Una presión rodeaba mi garganta. Me asfixiaba. Una lucecita apareció entre la oscuridad.
Me encontraba de visita en la casa del pueblo de mis padres. Aquel municipio a sesenta kilómetros de la capital al que íbamos en puentes y vacaciones cada año, aunque desde que me independicé casi no pasaba por allí más que para una visita puntual en verano.
Aquella tarde estaba sola en casa. Mis padres habían salido a visitar a algún familiar. Como hacía mucho que no me alojaba allí y soy de naturaleza curiosa, después de un repaso a los libros de la estantería del salón, me dediqué a pasar revista a las habitaciones. La casa en general me transmitía una sensación de semiabandono. No estaba especialmente sucia, ni los muebles excesivamente viejos, pero las casas tienen alma, y aquella me transmitía tristeza y soledad.
Al abrir el armario de la habitación de invitados me lo encontré lleno hasta arriba. Lo primero que llamó mi atención fue una muñeca idéntica a otra que tenía de pequeña: una muñeca repollo, muy de moda por aquella época, con el pelo castaño. Es difícil describir la sensación de nostalgia y felicidad que se siente cuando se descubre un juguete de la infancia que se creía totalmente olvidado. En realidad, no están olvidados del todo. La memoria funciona como un armario. A veces crees que has perdido un recuerdo para siempre, pero en realidad está archivado en el fondo de un cajón en tu mente. Lo único que hace falta es encontrar ese cajón y abrirlo, aunque para ello a veces sea necesaria una llave. Por ejemplo, una llave en forma de muñeca.
Abracé al blando juguete. Su cuerpo era tan mullido como recordaba e invitaba a estrecharlo entre los brazos como una almohada. También conservaba su olor. Los olores son grandes detonadores de recuerdos. De repente, volvía a tener ocho años.
Recordé la emoción con la que vivía las Navidades y los cumpleaños cuando era pequeña. La ilusión que tienen los niños al llevar a cabo el mágico ritual de abrir los regalos. Esa era una de las sensaciones que se van para no volver cuando nos hacemos mayores, y se va sustituyendo poco a poco por una alegría moderada y una reacción educada de agradecimiento. Recordé los globos, los caramelos y las risas.
Cuando regresé al presente, dejé a la muñeca en su lugar en el armario y seguí husmeando. El siguiente objeto en el que me fijé fue en un cuaderno de tamaño cuartilla que reconocí en seguida. A pesar de ser un cuaderno de anillas normal y corriente, sin ningún tipo de cierre de seguridad, lo utilizaba como diario cuando tenía doce o trece años. Los recuerdos de aquella época me golpearon agridulces. Las inseguridades, el amor no correspondido, las amistades perdidas. Enormes dramas de adolescencia que en realidad no eran para tanto. Es una época difícil, aunque necesaria, ya que todo aquello contribuye a convertirnos en los adultos que somos después. Dejé el diario y continué con mi examen del atestado mueble.
Una foto enmarcada en la que aparezco de niña abrazando a mi perro. Mi perro, un mastín al que quería como a un hermano y que murió cuando yo tenía dieciséis años, dejando sola a una hija única en este mundo de seres humanos sin humanidad. Aún se me forma un nudo en la garganta al recordarlo. Me pregunto si estas cosas se acabarán superando alguna vez.
Decidí dejar la foto cuando sentí que me estaba poniendo demasiado triste. Al guardar la fotografía vi una carpeta enorme que no reconocí en el momento. Ya que estaba guardada con cosas mías di por hecho que era algo de mi incumbencia y la abrí. Para mi sorpresa eran apuntes de la carrera, pero eso no tenía ningún sentido, no recordaba haberme llevado apuntes al pueblo. Quizá mis padres se los llevaran para hacer sitio en casa, pero en ese caso debería haber más.
En una percha había un vestido en el que sorprendentemente no había reparado antes. Era el vestido que me puse el día de mi graduación. ¿Cómo era esa frase? ¿”Tú no pasas por la universidad, la universidad pasa por ti”? No recordaba las palabras exactas, pero aquella cita me vino a la cabeza y asentí para mis adentros, porque estaba completamente de acuerdo.
Empecé a preguntarme el sentido de aquel revoltijo de cosas, algunas de las cuales deberían estar pudriéndose en un vertedero desde hace años y otras no deberían estar escondidas en aquel armario olvidado, cuando vi a un niño en la puerta de la habitación. Tenía unos diez años y vestía unos pantalones cortos marrones y una boina. Me pareció salido de una fotografía en sepia.
El chico era muy serio y no me dijo su nombre. Pensé que se habría colado en casa jugando y le acompañé fuera. Nos pusimos a charlar y fuimos dando un paseo por la parte del campo a la que se accede desde el jardín trasero.
—¿Y qué haces por aquí tu solo? ¿Vives cerca?
—No.
—¿Y dónde vives? —Siempre se me dio muy mal la cháchara con desconocidos, y el chico no me ayudaba.
—Vivía aquí, pero ya no.
No era exactamente una respuesta, pero antes de poder pensar en algo que avivara el diálogo, el chico volvió a hablar.
—Mi familia me enterró debajo de ese armario cuando vivíamos en tu casa. Me entretenía jugando con mis juguetes ahí abajo. Al principio sólo ves oscuridad, pero si te fijas, en uno de los extremos del hoyo se ve una luz. Una lucecita redonda que parece una perla.
Habíamos llegado a campo abierto. Veía terrenos arados y caballos. Era un paisaje muy bello, con los colores pajizos del campo castellano y del atardecer. El día empezaba a despedirse.
—Muchas gracias por mis regalos de cumpleaños —. Las palabras salieron de mi boca, aunque no era mi cumpleaños. Él dibujó una sonrisa acorde con sus ojos tristes.
—Todos necesitamos nuestros recuerdos antes de partir.
Entonces, la imagen se fundió. Desde la negrura más absoluta oí su voz. Ya no era la de un niño, sino una voz desgarrada por los años y por la vida.
—Recuerda… la perla…
Una presión rodeaba mi garganta. Me asfixiaba. Una lucecita apareció entre la oscuridad.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Mis diseños
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Re: CP X - Cumpleaños
Una historia muy chula no me esperaba el cambio de tercio y hay que reconocer el valor de la chica que trata al fantasma como la cosa más normal del mundo
El final no me ha quedado muy claro, me da la impresión de que el fantasma del niño estrangula a la chica hasta matarla por eso que dice de “Todos necesitamos nuestros recuerdos antes de partir”, pero no entiendo por qué lo hace, a no ser que para liberarse el fantasma tenga que matar a alguien que ocupe su lugar
El final no me ha quedado muy claro, me da la impresión de que el fantasma del niño estrangula a la chica hasta matarla por eso que dice de “Todos necesitamos nuestros recuerdos antes de partir”, pero no entiendo por qué lo hace, a no ser que para liberarse el fantasma tenga que matar a alguien que ocupe su lugar
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)
- Fernando Vidal
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Re: CP X - Cumpleaños
Me agradó el final del relato, quizá porque no me lo esperaba. Creo me habría gustado saber más del niño y de la protagonista. La brevedad del texto hace que aflore esa curiosidad por saber más detalles.
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Re: CP X - Cumpleaños
Le he dado un par de vueltas, porque no sé cómo entender el final. Igual es que es un final tan abierto que no hay que entenderlo de una forma única, sino que hay varias interpretaciones. Entiendo que el niño es el fantasma de alguien que vivió en la casa antes que ellos, y le está dirigiendo hacia su propia muerte. Aunque no le veo el sentido a que ella lo viva como sus recuerdos de cumpleaños
Aun así he de decir que me ha gustado el giro, felicidades
Aun así he de decir que me ha gustado el giro, felicidades
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Re: CP X - Cumpleaños
Me ha traído a la cabeza las historias de miedo de convivencias o el programa de cortos de Chicho Ibañez; historias cortas y efectistas pero que no hay que buscarles mucho mas. Desde luego la idea me gusta mucho. Por eso quizás, el preámbulo un poco sentimental no me pega mucho con lo que será el desenlace, mas por el tono que por los recuerdos, que eso sí me ha gustado. Me parece acertado que el niño se los ponga ahí sabiendo lo que pasará.
Pero lo del cumpleaños no lo pillo y me desconcierta un poco lo del niño enterrado debajo del armario. También me gustaría saber si fue de muerte natural o si a ella la mata o es casual, natural.
Pero lo del cumpleaños no lo pillo y me desconcierta un poco lo del niño enterrado debajo del armario. También me gustaría saber si fue de muerte natural o si a ella la mata o es casual, natural.
Leyendo: Ensayos, George Orwell.
"Se dispersa y se reúne, viene y va", Heráclito.
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- barrikada
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Re: CP X - Cumpleaños
También lo leí ayer y se me había olvidado comentarlo...
Creo que tiene un punto de ternura bastante interesante al comienzo que contrasta muy bien con el final un poco más fantástico. También tiene gusto la forma de escribir, quizá prefiera un poco más de distensión, pero tiene buen estilo. Sorprendente, uno no se esperaba tan buen regusto... Enhorabuena.
Creo que tiene un punto de ternura bastante interesante al comienzo que contrasta muy bien con el final un poco más fantástico. También tiene gusto la forma de escribir, quizá prefiera un poco más de distensión, pero tiene buen estilo. Sorprendente, uno no se esperaba tan buen regusto... Enhorabuena.
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Re: CP X - Cumpleaños
Me ha gustado el giro del final. Al principio comienza con un tono nostálgico de añoranza que amenazaba con resultarme demasiado dramático, pero el final le da otro aire, un puntito de terror o al menos paranormal.
Queda la duda de si el niño fantasma mata a la protagonista o sólo la estaba ayudando a ver su vida "en diapositivas" antes de irse para el otro barrio.
Queda la duda de si el niño fantasma mata a la protagonista o sólo la estaba ayudando a ver su vida "en diapositivas" antes de irse para el otro barrio.
1, 2... 1, 2... probando...
- kassiopea
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Re: CP X - Cumpleaños
Me ha gustado la idea y el giro final es muy bueno, pero no me ha terminado de convencer el desarrollo de la historia. Si es que es aparecer el niño fantasma y terminarse el relato cuando estaba en lo más interesante Todo el inicio (cuando la chica va encontrando los objetos y recuerdos de su pasado) se me antoja demasiado extenso en comparación con el desenlace tan rápido, y te quedas un poco así con la sensación de "interruptus"
Y sí, lo que queda cojo (y es una lástima) es lo del niño: ¿por qué le enterraron debajo de un armario? ¿Qué le sucedió al niño? ¿Por qué decide ayudarla? Creo que el relato quedaría mucho más redondo si averiguásemos más cosas del niño.
He dicho "ayudarla", sí. Yo no creo que el fantasma la mate, al contrario, lo que hace es ayudarla a que reencuentre esos viejos recuerdos (podrías haber incluido en el relato que ella se siente muy atraída hacia el armario, para que al fin quede más claro que la había atraído el fantasma)
Yo entiendo que ella muere porque había llegado su hora, simplemente, y el niño lo sabe y decide "mostrarle el camino"... Aunque bueno, esas son mis impresiones, tampoco hay que hacerme mucho caso
Ella misma dice que no es su cumpleaños, pero cuando encuentra esos objetos que le hacen recordar el pasado (las cosas que había olvidado en un cajón de la memoria) vuelve a revivir antiguas emociones, como cuando siendo niña recibía sus regalos de cumpleaños. Creo que de ahí el título, el verdadero regalo es reencontrarse con sus emociones olvidadas.imation escribió: Pero lo del cumpleaños no lo pillo y me desconcierta un poco lo del niño enterrado debajo del armario.
Y sí, lo que queda cojo (y es una lástima) es lo del niño: ¿por qué le enterraron debajo de un armario? ¿Qué le sucedió al niño? ¿Por qué decide ayudarla? Creo que el relato quedaría mucho más redondo si averiguásemos más cosas del niño.
He dicho "ayudarla", sí. Yo no creo que el fantasma la mate, al contrario, lo que hace es ayudarla a que reencuentre esos viejos recuerdos (podrías haber incluido en el relato que ella se siente muy atraída hacia el armario, para que al fin quede más claro que la había atraído el fantasma)
Yo entiendo que ella muere porque había llegado su hora, simplemente, y el niño lo sabe y decide "mostrarle el camino"... Aunque bueno, esas son mis impresiones, tampoco hay que hacerme mucho caso
- jilguero
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Re: CP X - Cumpleaños
Un relato que he leído con una sonrisa, casi volviendo yo también a mi infancia, recuperando esas sensaciones. Pero conforme iba avanzando, me decía que hacía falta algo más para que tu relato se volviera memorable. Y hete aquí que, cuando este algo más llega, o no lo he conseguido entender bien o, igual sí, pero en tal caso, no me convence del todo.
Pero bueno, autor, te he leído esperando al autobús, con un sol y un vientecillo la mar de agradable, y esos instantes que me has hecho recuperar de mi propio pasado te los quiero agradecer
Pero bueno, autor, te he leído esperando al autobús, con un sol y un vientecillo la mar de agradable, y esos instantes que me has hecho recuperar de mi propio pasado te los quiero agradecer
¿Qué me está pasando? Las cavilaciones de Juan Mute
El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
Re: CP X - Cumpleaños
Yo también lo entiendo como que ese fantasma está dandole a la protagonista esos consejos para ir a la luz. Pero es cierto que la segunda parte es demasiado breve y la primera, un pelín larga. Creo que equilibrando las dos partes, el relato ganaría efectismo.
Poco más que añadir.
Un abrazo.
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Re: CP X - Cumpleaños
Irregular. SIempre digo que tal temática no es lo mío, y en este caso, las historias de fantasmas. Un par de imágenes del niño me han gustado y aunque normalmente me gustan los finales abiertos, este me parece que lo ha dejado todo demasiado en el aire.
Me gusta eso sí que esté escrito con sencillez y que a su veces consiga evocar- me parece algo meritorio. Además se lee en un santiamén y te hace darle vueltas en la cabeza.
Me gusta eso sí que esté escrito con sencillez y que a su veces consiga evocar- me parece algo meritorio. Además se lee en un santiamén y te hace darle vueltas en la cabeza.
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- Iliria
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Re: CP X - Cumpleaños
Para mí el final apuntaba muy bien, pero tampoco me ha quedado claro. Es como si le faltase un pequeño puente entre los recuerdos de ella y la aparición del niño.
La parte de los recuerdos me ha gustado bastante, es muy descriptiva. Y además describes muy bien las sensaciones que provocan esos recuerdos.
La parte de los recuerdos me ha gustado bastante, es muy descriptiva. Y además describes muy bien las sensaciones que provocan esos recuerdos.
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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- Estrella de mar
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Re: CP X - Cumpleaños
El principio me ha gustado porque me ha creado intriga, pero luego he empezado a perder el interés y el final no lo he entendido. Lo volveré a leer porque seguramente es que me había pasado con el tequila.
Gracias por llenarnos de letras esta primavera.
Gracias por llenarnos de letras esta primavera.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
Re: CP X - Cumpleaños
¿Pero que os pasa a todos en este certamen? ¿Os habéis puesto de acuerdo para ser breves de la hostia?
Yo lo del niño lo tengo que volver a leer, a ver si lo acabo de entender. Aunque tengo que reconocer que el comentario de Kassy me ha iluminado bastante.
Autor, tu relato está bastante bien, aunque al principio me ha parecido más un cúmulo de reflexiones que un relato, pero me estaba gustando mucho hasta que ha aparecido ese niño y me ha dejado con la boca abierta.
Lo dicho, lo vuelvo a leer y vuelvo.
Yo lo del niño lo tengo que volver a leer, a ver si lo acabo de entender. Aunque tengo que reconocer que el comentario de Kassy me ha iluminado bastante.
Autor, tu relato está bastante bien, aunque al principio me ha parecido más un cúmulo de reflexiones que un relato, pero me estaba gustando mucho hasta que ha aparecido ese niño y me ha dejado con la boca abierta.
Lo dicho, lo vuelvo a leer y vuelvo.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
- Estrella de mar
- Vivo aquí
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Re: CP X - Cumpleaños
Berlín escribió:¿Pero que os pasa a todos en este certamen? ¿Os habéis puesto de acuerdo para ser breves de la hostia?
Tienes toda la razón. Por mi parte pido perdón por la brevedad.
Me voy a por un calimocho a ver si se me sueltan las manos.
Edito: Creí que te referías a los comentarios. Estoy fatal de lo mío.
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