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Aquí empieza mi regalo navideño para el foro, en forma de parábola:
1. Sucedió un día que Jesús viajó a Galilea y reunió a sus discípulos en el huerto de Baraka, perteneciente a su joven amigo Pep-ebop. En aquellos días, el círculo galileo no seguía los ritos tradicionales, sino que permitían que las influencias romanas llenasen sus pensamientos, aunque abundaba la cultura y la inteligencia en el grupo. Por eso, entre ellos, Jesús era llamado Gi0vE.
2. Y Jesús les dijo esa noche: Dejad que os cuente cómo un hombre llamado Al-Fredo, que caminaba un día por las calles de la ciudad donde habitaba, sintió la necesidad de saciar el hambre. Y Al-Fredo, que era rico, recorrió el mercado sin encontrar una posada abierta, porque era festivo y nadie le recibía.
3. Prorrumpió entonces una voz de mujer que encantaba las mentes: Esa historia, Gi0vE, creo haberla leído en alguno de mis muchos libros.
4. ¿Quién habla?, preguntó Eva de la Luna, extrañada porque no veía a la propietaria de aquella voz, que procedía de las sombras que no alcanzaban a iluminar las lámparas de aceite. Oigo voces, replicó Amaya, encaramada al tronco de un olivo.
5. No puede ser otra que la Dama Misteriosa, acertó a contestar Jangel, buscando el asentimiento de la silueta irreconocible en la oscuridad.
6. ¡Mad-ison ha de ser, la dueña de las sandías que en verano nos alimentan!, exclamó Hall-el con expresión turbada.
7. Pero sigue, Gi0vE, por favor -rogó Felipe, que intentaba, con la ayuda de Laurana, hacer un esbozo de aquella escena deslizando hermosos trazos sobre un fino pergamino.
8. Y el maestro prosiguió: Al-Fredo llegó a la puerta de un mesón y descubrió un cartel apostado en medio de la calle que anunciaba así: “Coma por 600 talentos. Si lo prueba, después nada le sabrá igual”. Al-Fredo se quedó mirando aquello con estupor, pues el precio común de un almuerzo completo no superaba los seis talentos. Y se preguntó qué tendría de especial aquella comida para valer tanto.
9. A eso llamo yo un menú caro, resopló Jaime, manifestando su asombro por aquella historia que se tornaba tan singular de repente.
10. Calla y permite que escuchemos, amonestó la de nombre profano, Minerva, amenazando con acritud a su compañero con el cayado que sostenía. Pero sus labios sonrieron cuando Jaime se volvió para seguir escuchando.
Continuará...
Tarjeta navideña
Hoy no tienes mucho curro ¿eh? 
Nuestra editorial: www.osapolar.es
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Mis diseños
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Re: Tarjeta navideña
11. A propósito, tengo una anécdota sobre una tribu del desierto que me gustaría contaros, intervino Hermann, pensativo, sentado sobre una roca. Me encantan las historias, secundó Sashka, la extranjera del este.
12. A esto, quien estaba a sus espaldas, que respondía al nombre de Maica, reprochó con sabiduría: Amigo Hermann, somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que nos callamos. Y Hermann calló.
13. Maestro, ¿no será una de esas clásicas parábolas lo que estás narrando?, preguntó la grácil Haidé, con las centellas brillando en sus ojos por el entusiasmo con que acogía las historias de Gi0vE.
14. En ese momento, acudió a reunirse con ellos Sedna, que estaba en el jardín vecino: ¿Me he perdido algo? Con lasitud pero con tono alegre, le respondió Edmundo: ¿Es que vives en un agujero?
15. ¡Por las barbas de Osiris, dejadle que se exprese!, protestó Amenofis, el oriundo de las tierras negras, mostrándose impaciente.
16. La bella Meisje, que también pronunciaba con acento extraño, adujo: Ah, ¿pero Osiris tiene barbas?
17. Como tú mismo dirías, maestro, habla para que yo sepa que existes, dijo la serena Agatha, haciendo uso de un proverbio local que en su boca pareció el veredicto de una diosa.
18. Tiene más paciencia que un santo, concluyó la dulce Ginebra, con su voz que sonó como melodía en medio del caos provocado por la multitud.
19. Habiéndose logrado un nuevo silencio, así Jesús reanudó su discurso: En esto, salió a atenderle solícito un anciano de ojos rasgados y piel cetrina, que, sin esperar la pregunta, dio la respuesta. “Puedes estar seguro de que su efecto es el que se afirma”.
20. Y dijo Al-Fredo después de pensarlo un rato, pues adolecía de avaricia aunque por sobrarle el dinero no era menos moderado en el gasto: “Así sea. Debo apaciguar la ansiedad de mi estómago y tu anuncio hace mella en mi curiosidad. Lo probaré”.
Continuará...
12. A esto, quien estaba a sus espaldas, que respondía al nombre de Maica, reprochó con sabiduría: Amigo Hermann, somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que nos callamos. Y Hermann calló.
13. Maestro, ¿no será una de esas clásicas parábolas lo que estás narrando?, preguntó la grácil Haidé, con las centellas brillando en sus ojos por el entusiasmo con que acogía las historias de Gi0vE.
14. En ese momento, acudió a reunirse con ellos Sedna, que estaba en el jardín vecino: ¿Me he perdido algo? Con lasitud pero con tono alegre, le respondió Edmundo: ¿Es que vives en un agujero?
15. ¡Por las barbas de Osiris, dejadle que se exprese!, protestó Amenofis, el oriundo de las tierras negras, mostrándose impaciente.
16. La bella Meisje, que también pronunciaba con acento extraño, adujo: Ah, ¿pero Osiris tiene barbas?
17. Como tú mismo dirías, maestro, habla para que yo sepa que existes, dijo la serena Agatha, haciendo uso de un proverbio local que en su boca pareció el veredicto de una diosa.
18. Tiene más paciencia que un santo, concluyó la dulce Ginebra, con su voz que sonó como melodía en medio del caos provocado por la multitud.
19. Habiéndose logrado un nuevo silencio, así Jesús reanudó su discurso: En esto, salió a atenderle solícito un anciano de ojos rasgados y piel cetrina, que, sin esperar la pregunta, dio la respuesta. “Puedes estar seguro de que su efecto es el que se afirma”.
20. Y dijo Al-Fredo después de pensarlo un rato, pues adolecía de avaricia aunque por sobrarle el dinero no era menos moderado en el gasto: “Así sea. Debo apaciguar la ansiedad de mi estómago y tu anuncio hace mella en mi curiosidad. Lo probaré”.
Continuará...
Última edición por JANGEL el 07 Dic 2005 16:56, editado 1 vez en total.
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Me siento discriminada 
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21. La curiosidad era muy fuerte en algunos, que atendían a Gi0vE anhelando que llegara el desenlace. Susurró Bego entre dientes: ¿De qué va esto? Tengo thedude.
22. Pos aún no lo sé, yaya, contestó Rayko, el isleño de atrás, añadiendo a continuación: Pero tal vez Nadie lo sepa. Y Nadie se encogió de hombros para seguir escuchando al maestro, que decía:
23. Consistió la comida en una única cazuela, del tamaño de una mano, que contenía la carne de un gran gusano sumergida en un aceite espeso macerado con especias que desconocía. Ni siquiera se acompañaba de una jarra de agua con la que calmar la sed. La incertidumbre invadió a Al-Fredo, pero, pensando que iba a degustar un manjar, se llevó aquello a la boca, lo masticó y se lo tragó. La pasta viscosa con sabor fuerte y amargo se quedaba pegada a los dientes y costaba separarla del paladar. Pero el bocado fue tan repugnante y su textura tan densa que Al-Fredo quedó ahíto.
24. Pásame el canuto, masculló Fibs, con la mirada fija en quien les hablaba. Y Laurix, a quien iba dirigida su petición, le dio la barra de regaliz como si fuera el fruto prohibido refunfuñando:
25. Toma, me estoy quitando. Con ánimo mordaz pero inocente, Roberto Carlos advirtió: A juzgar por tu imagen aquí, nadie diría que ya no tienes vicios. Laurix contempló la ilustración que estaba retocando Laurana, en el que todos aparecían, incluso ella que se encontraba junto a los dibujantes, y agregó: No soy mala, es que me han dibujado así.
26. A veces un ángel, a menudo un demonio... pero siempre yo, ¿no?, puntualizó Brandy sonriente, cruzando una mirada con Laurix, siempre alerta a los comentarios de sus amigos.
27. Mientras tanto, el relato de Jesús continuaba, acercándose a su final.
28. Al-Fredo se retiró molesto y se fue hacia la puerta furibundo, diciendo al anciano: “Me has engañado y no voy a pagarte. Considérate afortunado si no denuncio tu vileza.” Y dejó al viejo posadero demudado, pues no parecía entender su desconcierto ni por qué no había aceptado explicaciones.
29. ¡Muere, muere, muereee!, vociferó el fiel Ukio, tañendo estrepitosamente las cuerdas de su extraña lira.
30. ¿Es que no vais a dejarme narrar la historia sin interrupciones?, se quejó Gi0vE profiriendo blasfemias que resulta recomendable no transcribir.
Concluirá...
22. Pos aún no lo sé, yaya, contestó Rayko, el isleño de atrás, añadiendo a continuación: Pero tal vez Nadie lo sepa. Y Nadie se encogió de hombros para seguir escuchando al maestro, que decía:
23. Consistió la comida en una única cazuela, del tamaño de una mano, que contenía la carne de un gran gusano sumergida en un aceite espeso macerado con especias que desconocía. Ni siquiera se acompañaba de una jarra de agua con la que calmar la sed. La incertidumbre invadió a Al-Fredo, pero, pensando que iba a degustar un manjar, se llevó aquello a la boca, lo masticó y se lo tragó. La pasta viscosa con sabor fuerte y amargo se quedaba pegada a los dientes y costaba separarla del paladar. Pero el bocado fue tan repugnante y su textura tan densa que Al-Fredo quedó ahíto.
24. Pásame el canuto, masculló Fibs, con la mirada fija en quien les hablaba. Y Laurix, a quien iba dirigida su petición, le dio la barra de regaliz como si fuera el fruto prohibido refunfuñando:
25. Toma, me estoy quitando. Con ánimo mordaz pero inocente, Roberto Carlos advirtió: A juzgar por tu imagen aquí, nadie diría que ya no tienes vicios. Laurix contempló la ilustración que estaba retocando Laurana, en el que todos aparecían, incluso ella que se encontraba junto a los dibujantes, y agregó: No soy mala, es que me han dibujado así.
26. A veces un ángel, a menudo un demonio... pero siempre yo, ¿no?, puntualizó Brandy sonriente, cruzando una mirada con Laurix, siempre alerta a los comentarios de sus amigos.
27. Mientras tanto, el relato de Jesús continuaba, acercándose a su final.
28. Al-Fredo se retiró molesto y se fue hacia la puerta furibundo, diciendo al anciano: “Me has engañado y no voy a pagarte. Considérate afortunado si no denuncio tu vileza.” Y dejó al viejo posadero demudado, pues no parecía entender su desconcierto ni por qué no había aceptado explicaciones.
29. ¡Muere, muere, muereee!, vociferó el fiel Ukio, tañendo estrepitosamente las cuerdas de su extraña lira.
30. ¿Es que no vais a dejarme narrar la historia sin interrupciones?, se quejó Gi0vE profiriendo blasfemias que resulta recomendable no transcribir.
Concluirá...
Última edición por JANGEL el 07 Dic 2005 18:04, editado 1 vez en total.
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31. Ay, justo ahora la historia se vuelve interesante, observó el caballero de Alatriste, recaudador de impuestos que quizás se reconocía en el personaje de la parábola, pues eran varios los aspectos que guardaban en común, como por ejemplo la riqueza.
32. De nuevo, Fiorella intentó conservar el orden entre la congregación, cada vez más numerosa, de curiosos que asistían a las enseñanzas de Jesús: Maestro, tienes más paciencia que Jot.
33. ¿No será Job?, sugirió el mencionado, con el ceño fruncido.
34. Y Merxe, que había trepado por la roca que se encontraba tras Jesús hasta adoptar una posición privilegiada sobre el grupo, se llevó el dedo a los labios y suplicó silencio. Jesús aprovechó la ocasión para regañar a sus discípulos:
35. Blinder, tú que llegaste hoy el primero, ¿crees que será necesario llamar a Hann para que sea ella quien nos recite con sus suaves versos lo que os quiero contar?
36. Discúlpanos, maestro, pues mucho nos gusta tu relato, que mezcla realidad y fantasía sin duda, se excusó Gemma, en nombre de todos los presentes.
37. ¿Crees que habrá algo de romance en todo esto?, musitó Brianna al oído de Tok-iota, incapaz de reprimirse.
38. Por el sendero que conducía al huerto, entre los árboles, se aproximaban los dos guardias romanos que mantenían en orden el área, el severo Pank-Rator y su camarada Jetair-Liner, que cumplía férreamente con las normas. Viéndolos, Jesús aceleró su exposición:
39. Pero fue cierto que, durante los siguientes días, todas las comidas que disfrutó Al-Fredo le supieron deliciosas, pues involuntariamente las comparaba con aquella que hiciera en la posada, y gozaba de los alimentos como nunca lo había hecho. Además, conforme transcurría el tiempo, más suculentas le parecían. Por lo que concluyó que el anciano de la posada había actuado con honradez.
40. Y fue Al-Fredo a buscarle a la posada con una mula que cargaba dos alforjas llenas de talentos. Y no llevaba seiscientos, sino mil doscientos. Y al encontrarse frente a frente con el posadero, le dijo: “Tenías razón y sólo quiero añadir que voy a pagarte lo que te debo con intereses de gratitud”.
41. Mas el posadero rechazó su dinero, con la misma expresión de incomprensión, sin entender la satisfacción del cliente que abandonara su establecimiento gruñendo y maldiciéndole: “No. Si en su momento no te pareció útil ni acreedor de pago, hoy ya carece de valor”.
42. Bonita historia, pero mejor será que hablemos del tiempo o de cualquier otra cosa, si no queremos que los soldados crean que tratamos de política y deshagan este agradable foro, aconsejó Lucía, la confidente romana, tomando de nuevo el control de la reunión.
43. En verdad, en verdad os digo, que me sacáis de mis casillas, capituló Jesús.
Muchos somos, no todos aparecimos aquí, pero sirva esto de homenaje a todos y consideraos nombrados entre la multitud abigarrada que amistosamente se había reunido en el huerto. Y, cualesquiera que sean vuestras creencias, que todos tengáis una Feliz Navidad y el comienzo del nuevo año os resulte próspero.
32. De nuevo, Fiorella intentó conservar el orden entre la congregación, cada vez más numerosa, de curiosos que asistían a las enseñanzas de Jesús: Maestro, tienes más paciencia que Jot.
33. ¿No será Job?, sugirió el mencionado, con el ceño fruncido.
34. Y Merxe, que había trepado por la roca que se encontraba tras Jesús hasta adoptar una posición privilegiada sobre el grupo, se llevó el dedo a los labios y suplicó silencio. Jesús aprovechó la ocasión para regañar a sus discípulos:
35. Blinder, tú que llegaste hoy el primero, ¿crees que será necesario llamar a Hann para que sea ella quien nos recite con sus suaves versos lo que os quiero contar?
36. Discúlpanos, maestro, pues mucho nos gusta tu relato, que mezcla realidad y fantasía sin duda, se excusó Gemma, en nombre de todos los presentes.
37. ¿Crees que habrá algo de romance en todo esto?, musitó Brianna al oído de Tok-iota, incapaz de reprimirse.
38. Por el sendero que conducía al huerto, entre los árboles, se aproximaban los dos guardias romanos que mantenían en orden el área, el severo Pank-Rator y su camarada Jetair-Liner, que cumplía férreamente con las normas. Viéndolos, Jesús aceleró su exposición:
39. Pero fue cierto que, durante los siguientes días, todas las comidas que disfrutó Al-Fredo le supieron deliciosas, pues involuntariamente las comparaba con aquella que hiciera en la posada, y gozaba de los alimentos como nunca lo había hecho. Además, conforme transcurría el tiempo, más suculentas le parecían. Por lo que concluyó que el anciano de la posada había actuado con honradez.
40. Y fue Al-Fredo a buscarle a la posada con una mula que cargaba dos alforjas llenas de talentos. Y no llevaba seiscientos, sino mil doscientos. Y al encontrarse frente a frente con el posadero, le dijo: “Tenías razón y sólo quiero añadir que voy a pagarte lo que te debo con intereses de gratitud”.
41. Mas el posadero rechazó su dinero, con la misma expresión de incomprensión, sin entender la satisfacción del cliente que abandonara su establecimiento gruñendo y maldiciéndole: “No. Si en su momento no te pareció útil ni acreedor de pago, hoy ya carece de valor”.
42. Bonita historia, pero mejor será que hablemos del tiempo o de cualquier otra cosa, si no queremos que los soldados crean que tratamos de política y deshagan este agradable foro, aconsejó Lucía, la confidente romana, tomando de nuevo el control de la reunión.
43. En verdad, en verdad os digo, que me sacáis de mis casillas, capituló Jesús.
Muchos somos, no todos aparecimos aquí, pero sirva esto de homenaje a todos y consideraos nombrados entre la multitud abigarrada que amistosamente se había reunido en el huerto. Y, cualesquiera que sean vuestras creencias, que todos tengáis una Feliz Navidad y el comienzo del nuevo año os resulte próspero.
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