CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna - Ukiah

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
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CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna - Ukiah

Mensaje por lucia »

Oscuridad en el Bosque de las Hojas de Luna

Erith se deslizó con sigilo de rama en rama, de árbol en árbol, y el susurro de sus pasos se confundía con la brisa nocturna agitando las hojas.
Un breve paso, un pequeño impulso para colgarse de una rama superior con ambas manos, un pequeño balanceo y un salto. La Niumphy se detuvo en cuclillas un breve instante aguzando el oído y, satisfecha, siguió su avance. Un nuevo salto la llevó hasta la rama cercana del siguiente árbol desde la que, equilibrándose con la cola, se deslizó hasta el tronco..

—¿Eh?, ¿cómo dices?
—...
—Si, he dicho “cola”.
—...
—¡Claro que tiene cola! Es una Niumphy.
—...
—¿Que no sabes que es una Niumphy?. Vaya, vaya. Imagino que eres nuevo aquí, ¿no?. Entonces, mejor empiezo por el principio.

Imagina que coges una lagartija de algo más de un metro, la pones de pies, le quitas el traje de escamas y la vistes con un suave pelaje marrón, le achatas un poco el hocico y le pones unas orejas puntiagudas. Por último, le cambias sus ojos de reptil por unos ojos marrones de penetrante mirada y ya está. Eso que tienes se parece bastante a una Niumphy. Ahora solo tienes que lograr que aprenda a hablar, a cazar con arco, a bailar a la luz de la luna, etc.
¿Que donde viven las Niumphy?. Bueno, esa es una pregunta bastante acertada. A ver como te lo explico.
Si esto fuera un cuento de esos de “Érase una vez una quesera” (algo que, la verdad, nunca he entendido demasiado bien), estaríamos en un reino muy muy lejano, de hace muchos muchos años, o alguna otra cosa tan tan tonta como esas, que no por mucho repetirlas dejan de serlo.
Pero este no es un cuento de esos que tienen quesera pero no tienen quesos. Este es un cuento para chicos listos. Y por tanto, el reino de nuestro cuento está aquí cerquita; es el Reino de Tu Imaginación, y en él no reina nadie más que tú. Tanto es así, que basta con que cierres este libro para que el reino deje de existir. Existirán otros, los Reinos de La Imaginación de Otros Niños pero, aunque se le parezcan, no serán como el tuyo. El tuyo es único.
Y dentro de este inmenso reino único, existe un bosque único, llamado el Bosque de las Hojas de Luna, que recibe este nombre porque en él crecen unos árboles únicos cuyas hojas, aún siendo verdes, al ser iluminadas por el sol de la mañana resplandecen con el brillo plateado de la luna.
Más o menos en la mitad de ese inmenso bosque existe un gran claro que también es único. No porque no haya más claros en el bosque, que los hay y muchos, sino porque en él viven las Niumphy, en un poblado de chozas de paredes de caña y tejado de hojas y hierba.
La vida de las Niumphy no se diferencia mucho de lo que se podría esperar de cualquier tribu en circunstancias similares. Una vida dedicada en esencia a la caza y la recolección de frutos y raíces y a sobrevivir a los peligros normales de un entorno natural: el hambre de los grandes depredadores, el veneno de pequeños animales, y las enfermedades transmitidas por aún más pequeños animales.
Sin embargo, hay dos características que distinguen a las Niumphy de cualquier otra tribu que conozcas.
La primera es que su raza está formada solo por mujeres, algo que ya debes haber supuesto al oírme hablar siempre de “las Niumphy”. La verdad es que sería más correcto decir que su raza está formada por lo que nosotros llamaríamos mujeres, ya que ellas no conocen la distinción entre hombre y mujer. Ellas son todas iguales. Pero es por entendernos mejor tu y yo.
¿Que si las podríamos haber llamado hombres?. Bueno, supongo que a ellas les daría igual, pero a nosotros nos resultaría bastante confuso, ya que cuando dos de ellas deciden vivir juntas — una decisión importante ya que cuando se unen lo hacen para siempre —, también deciden quien de las dos va a tener a sus hijos. Y no es raro que dos Niumphy decidan turnarse en esa actividad al igual que lo suelen hacer en el resto de actividades y trabajos cotidianos.
Pero sigamos. La segunda y no menos importante diferencia es El Canto. Así, con mayúsculas. El Canto es una poderosa magia elemental que las Niumphy son capaces de convocar. Cantando, claro, que los nombres en mayúsculas no se ponen así porque sí. Gracias al Canto, sobre todo cuando lo hacen en grupo, las Niumphy pueden sintonizar con el bosque, los animales y, en general, con la naturaleza que les rodea e intentar influir en ella.
Pero fíjate que he dicho “influir”. Las Niumphy no pueden cambiar la naturaleza, ni pueden obligar a un animal a hacer algo que vaya contra su naturaleza. Pero si pueden intentar convencerles de hacer algo que puede que hubieran hecho de todos modos. O puede que no. Y fíjate también que digo “intentar convencer” porque el éxito no está asegurado, pero las Niumphy pueden llegar a ser muy persuasivas con su canto, y con frecuencia logran su objetivo
Y este es un pequeño resumen de como es la vida de las Niumphy. O mejor dicho, de como era la vida de las Niumphy.
Porque todo está cambiando.

El bosque está cambiando y nadie sabe muy bien porqué. Desde hace unos meses sus habitantes intercambian entre susurros oscuros y confusos rumores. Por todos los lados la gente cuenta que les han contado que han visto cosas extrañas. El musgo crece en el lado equivocado de los troncos, los animales confunden el camino hacia sus madrigueras, las nueces intentan madurar antes de tiempo y se pudren con la humedad, o se les olvida hacerlo hasta que ya es demasiado tarde y el invierno las congela, el queso a veces no quiere cuajar, y podríamos seguir mucho tiempo enumerando desgracias cotidianas si no fuera porque también suceden desgracias más oscuras.
La gente desaparece.
De cuando en cuando, alguno de los habitantes del bosque no regresa a su aldea, y las gentes que salen en su búsqueda y no encuentran rastro alguno no pueden menos que preocuparse por su destino. Pero más aun se preocupan los que encuentran su rastro, ya que este suele consistir en un montón con todas las posesiones que llevaba consigo el desaparecido, ropa incluida, sin que ninguna otra huella permita averiguar lo sucedido.
Preocupadas por el cariz cada vez más siniestro de los acontecimientos, el Consejo de las Niumphy ha seleccionado a dos docenas de sus mejores exploradora, y les ha encomendado la misión de dispersarse por el bosque en busca de una explicación.
—Partid —había dicho la comandante —, cada una en la dirección que le ha sido asignada. Hablad con los viajeros, preguntad en todas las aldeas. Y no volváis hasta que no hayáis encontrado una respuesta o hayáis llegado al extremo final del bosque.
—Tomad cada una un brazalete de fidelidad —agregó la decana del Consejo—. Cada uno de ellos está sintonizado con otro igual que le será entregado a vuestra pareja. Ya sabéis que las posibilidades de comunicación son muy limitadas, pero ella podrá sentir vuestro dolor o llegado el caso, la Madre Tierra no lo quiera, vuestra pérdida. Quizá, con un poco de suerte, pueda percibir alguna emoción o incluso, en algún sueño, le pueda ser revelado algo más a alguna de ellas, pero será difícil para nosotras distinguir los sueños de fidelidad de los sueños normales. Solo podréis usar su poder para el Canto una vez, así que usadlo bien.
Y ahí es donde nos encontramos con Erith, una de las más jóvenes — pero no por ello menos capacitada— de esas dos docenas, a la que habíamos dejado saltando de la rama de un árbol hasta la rama de otro ...


... desde la que, equilibrándose con la cola, se deslizó hasta el tronco, que rodeó con un abrazo como si de un baile se tratara, y continuó su sigiloso camino hacia el sur. Siempre hacia el sur.
En las tres semanas transcurridas desde la partida, Erith había viajado con rapidez, había recorrido caminos, senderos, veredas y trochas, había visitado media docena de aldeas, y se había cruzado con unos pocos temerosos comerciantes que viajaban lo más rápido posible. Y, según contaban todos ellos, por el bosque se repetían sucesos similares, pero nadie podía aportar ninguna pista, ni siquiera una conjetura. Tan sólo cuentos sobre demonios, espíritus o brujería.
En varias ocasiones había cantado para sintonizar con el ánimo de diversos animales, incluso con los árboles, en un intento de captar sus sensaciones. Nada. Sólo miedo.
Sin embargo, en los últimos días había empezado a tener una extraña sensación, algo muy sutil que no llegaba ni siquiera a ser una corazonada, sólo un leve picor en el borde de sus pensamientos. Erith sentía que estaba cerca. No sabía cerca de qué, ni como de cerca. Ni siquiera sabía porqué lo sentía. Pero estaba cerca.
Así que empezó a avanzar mucho más despacio, poniendo tanto cuidado en observar y oír como en no ser observada ni oída. Y llegado un momento, siguiendo un impulso, decidió abandonar el camino marcado y, encaramándose a los árboles, adentrarse en las profundidades de la espesura.
Poco a poco, el habitual paisaje del bosque fue oscureciéndose a medida que el ramaje se iba espesando y entrecruzando más y más, dificultando el paso de la luz del sol. Los árboles que tan bien conocía Erith iban transformándose poco a poco, volviéndose retorcidos y tenebrosos, y el brillo plateado de sus hojas adquiría en la penumbra un tinte lechoso. El avance de Erith se hacía cada vez más lento y trabajoso, hasta que las cada vez más tupidas marañas obligaron a la Niumphy a descender y continuar el viaje por el suelo.
El aire, cargado de humedad, se volvía cada vez más denso y asfixiante, y entre las hojas en el suelo proliferaban extraños hongos que desprendían un fuerte olor a putrefacción.
Todo ello repelía y asqueaba a una criatura del bosque como Erith que veía como la naturaleza cuya belleza amaba se transformaba en algo deforme y enfermizo que, para más horror, de alguna forma parecía palpitar como si se tratara de un órgano canceroso creciendo en mitad del bosque, amenazando con devorarlo. Sólo gracias a su fuerza de voluntad consiguió sobreponerse al impulso de huir de aquel sitio y, con el pelo erizado, seguir avanzando paso a paso.
El palpitar del bosque, que empezó como un sordo rumor, fue ascendiendo a medida que avanzaba, haciéndose más audible, hasta que se dio cuenta de que se trataba en realidad de tambores retumbando en la distancia, cuyo sonido se entremezclaba con un rugir continuado cuya naturaleza no alcanzaba a adivinar. Apretando los puños, hizo acopio de todo su valor y, agachando la cabeza fijó la vista en el suelo, y concentró todas sus energías en dar un paso contra esa fuerza desconocida que se oponía a su avance. Luego dio otro paso, y un tercero, y ciega a todo lo que no fuera el movimiento de sus pies, siguió avanzando.
Al cabo de un rato, totalmente agotada, hizo una parada y, al levantar la mirada se dio cuenta de que, poco a poco, el terreno había ido elevándose, y ella se encontraba al inicio de una ladera cada vez más empinada que, como pudo entrever entre los árboles, unos kilómetros más allá acababa formando una pared casi vertical cubierta del mismo tipo de retorcido arbolado que la rodeaba.
Como consiguió llegar a la cima, de donde sacó la energía necesaria, es algo que Erith no sabría explicar. Buena parte del ascenso lo hizo escalando no ya sobre la pared de piedra, sino sobre los troncos que de ella crecían, usando uno como plataforma para subir al siguiente. Ciega a todo aquello que no fuera el paso, se quedó desconcertada por un momento cuando, en vez del siguiente asidero, sus manos solo encontraron el vacío, y tardó unos cuantos segundos en darse cuenta de que apenas quedaban unos pocos metros de suave pendiente. Casi había terminado la subida. Rendida por el esfuerzo, se sentó a horcajadas en el tronco en el que se encontraba, y abrazándose a él rompió a llorar.

Al llegar a alto, Erith se tumbó en el suelo para no ser vista, y desde allí pudo observar que lo que debiera haber sido un valle frondoso rodeado de montañas, parecía más bien como si alguien hubiera trasladado al corazón del bosque un trozo del mismísimo infierno.
Bajo sus pies, una amplia superficie del valle se encontraba desprovisto de vegetación y, por aquí y por allá, se veían grandes montones de troncos apilados y en el centro de esa zona pelada gigantescos engendros humeantes devastaban el suelo, creando inmensos agujeros y grandes montones de tierra. Y por todos lados se veía un interminable ejercito de seres que, vistos desde la distancia, daban al conjunto la apariencia de un gigantesco hormiguero.
El ruido que desde la distancia parecía un palpitar se había vuelto un estruendo, y desde la distancia puedo observar que el rugido que producían los gigantescos artefactos era acompañado por centenares de tambores que, aporreados por unos extraños seres, marcaban un siniestro compás al que se movían las interminables hileras de hormigas.
—¡Esclavos! — musitó para sí misma.
Después de seleccionar con mucho cuidado la ruta más adecuada para bajar al valle, inició con mucho cuidado el descenso. La extraña presión que le empujaba a huir había desaparecido al cruzar la cima de la montaña y la vegetación en esa ladera no presentaba ninguna deformidad, por lo que el descenso fue bastante más fácil que el ascenso. A pesar de ello, descendía precaución para evitar ser detectada por cualquier tipo de vigilancia que hubieran puesto.
Sin embargo, no había llegado ni a la mitad de la pendiente cuando, de repente, se vio rodeada de una extraña luminiscencia y su cuerpo quedó paralizado. Al poco rato, dos figuras ataviadas con oscuras túnicas encapuchadas surgieron de la nada para cobrar forma a su lado.
—Vaya, vaya —dijo uno de ellos con una extraña voz de tonos metálicos—. ¿Qué es lo que tenemos aquí?
—No sé muy bien qué es lo que será—apuntó el otro mientras le daba pinchazos con la punta de una lanza—, pero de lo que sí estoy seguro es de que no debería estar aquí. Será mejor que la llevemos a presencia de la Reina.
Entre ambos la levantaron sin esfuerzo de los brazos y Erith sintió como todo su alrededor se empezó a desdibujar hasta desaparecer para, de pronto, verse en medio de una explanada rodeada de grandes tiendas de lona.
Los dos seres avanzaron hacia una tienda que destacaba del resto por su tamaño enfrente de la cual, alrededor de una mesa, un pequeño grupo de encapuchados rodeaba una alta figura vuelta de espaldas y cubierta por una amplia capa carmesí.
—Majestad —dijeron al unísono los dos —. Hemos atrapado a esta criatura mientras descendía al valle después de haber atravesado el cinturón de protección.
Todo el grupo se giró para observarles, pero los ojos de Erith no podían dejar de mirar a la Reina mientras esta se volvía lentamente. Al girar, lo que parecía una capa se extendió un poco desvelando que se trataba de sendas alas plegadas junto a su cuerpo. Al igual que su séquito, la túnica ocultaba todos sus rasgos, pero aún así su figura emanaba una fuerza que atraía a todos cuantos la rodeaban, como polillas revoloteando alrededor de una luz. Avanzó hasta ponerse frente a ellos extendiendo su brazo derecho, mientras de la amplia manga emergía una huesuda garra con tres largos dedos y un afilado espolón que hacia las veces de cuarto dedo.
—Veamos quién eres —dijo, mientras agarraba con firmeza la frente de la Niumphy.
De repente, su mente se vio invadida por una violenta tormenta formada por jirones de oscuridad que, como nubes agitadas por ráfagas de aire, recorrían sus recuerdos husmeando en todas las esquinas, apoderándose hasta del más mínimo retazo de su memoria. Al cabo de un rato todo cesó de golpe, dejando a Erith flácida y desvalida, como si le hubieran extraído toda la energía vital.
—Estas lejos de tu casa, exploradora —dijo la Reina, cuya voz resonaba como una campana de bronce —. Eso les da algún tiempo a las tuyas. Pero no mucho, pronto mis reclutadores llegarán hasta ellas —añadió con tono cruel —. ¡Llevadla a las jaulas! No servirá para mucho, ni durará demasiado, pero tendrá el honor de trabajar para mí.
Las dos criaturas que aún la sostenían por los brazos la llevaron arrastras por todo el campamento, hasta llegar a una explanada donde enormes jaulas vacías esperaban el regreso de los esclavos. Allí, en una esquina, la dejaron tirada hecha un guiñapo. Incapaz de moverse, semiinconsciente, no tardó en sumirse en un profundo sueño.

Estaba ya anocheciendo cuando la llegada de los esclavos la despertó. A través de la puerta de su jaula entraban, en completo silencio, docenas de esqueletos andantes, seres de todas las razas del bosque que avanzaban arrastrando los pies, con la mirada perdida, hasta encontrar un lugar donde dejarse caer.
Haciendo un esfuerzo se incorporó e intentó hablar con los más cercanos, pero fue inútil; se encontraban sumidos en una especie de estado de estupor, casi catatónicos, y aunque reaccionaban ante el sonido de su voz, sus ojos la miraban sin ver.
Frustrada, se dejó caer de nuevo en el suelo y, aún agotada, no tardó mucho en volverse a dormir, si bien esta vez su sueño estuvo poblado de oscuras pesadillas.

Era ya noche cerrada cuando Erith volvió a despertarse. Aún atolondrada, se irguió y apoyando la espalda contra los barrotes de la jaula, se quedó quieta, con los ojos cerrados, intentando despejar su cabeza y buscar alguna salida a su situación. Pero por más que lo intentaba, su mente volvía siempre al recuerdo de Yrda, su compañera.
Los recuerdos llegaban en oleadas, calmando su mente como un bálsamo.
Rememoró sus juegos cuando eran aún niñas, los primeros entrenamientos con el resto de las incipientes jóvenes de la aldea cuando los instructores les enseñaban todo lo que había que conocer de la vida en el bosque.
Recordó el rito de madurez, la festividad con la que la tribu acoge a sus nuevas integrantes de pleno derecho, la ceremonia, el festín y los bailes y cómo, ya entrada la noche, Yrda y ella se cogieron las manos y se quedaron frente a frente mirándose a los ojos brillantes por el reflejo de las hogueras y tras un largo momento, sin palabras, ambas se fueron en silencio a compartir su primera noche juntas.
Recordó muchas otras noches, muchos otros bailes, pero sobre todo recordó su risa y su voz. Recordó su voz al entonar el Canto. Casi podía sentirla junto a ella, ejecutando con su tenue voz los complejos acordes del Canto, entonando las palabras que daban forma a la acción.
“.... libérate y rueda. ”.
Sobresaltada, Erith levantó la cabeza esperando encontrar a su amada junto a ella. No estaba, pero su canto seguía presente en su mente. Aun miraba a su alrededor sorprendida cuando percibió un ligero calor en su antebrazo. —El Brazalete de Fidelidad—pensó, y con una ahogada exclamación desnudó su brazo izquierdo hasta dejar al aire el brazalete mágico que ahora empezaba vibrar con el impulso de la magia.
Con una renovada energía, Erith se llevó el brazalete al corazón, cerró los ojos y en voz queda empezó a entonar los conocidos acordes.
“Hermana Piedra, libérate y rueda”
El poder del Canto liberó su alma que, aún en la distancia, se fusionó con las de sus compañeras que practicaban el ritual desde la aldea.
“Hermana Tierra, deslízate con fuerza”
Feliz, reconoció el aura de todas y cada una de las cantantes y recibió el calor de su bienvenida y, comprendiendo sus intenciones, se sumó con fuerza al Canto.
“Hermano Árbol, suelta tus raíces ”
El Canto alcanzó su clímax en la aldea, todas las Niumphy cogidas de la cintura en un circulo compacto alrededor de Yrda que, arrodillada, cantaba con los ojos arrasados por las lágrimas, mientras se abrazaba a su propio brazalete de Fidelidad
“Juntos haremos justicia a nuestros hermanos”


FIN
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Sinkim
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Sinkim »

Una historia de fantasía muy conseguida, me ha gustado mucho el principio, esa forma de contar la historia como si fuera “La princesa prometida” ha sido un acierto :D

El final con el Canto de las Niumphy es mágico :lol: ¡Felicidades, autor, te ha quedado un cuento redondo! :D
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Shigella
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Shigella »

Me ha gustado la idea de las lagartijas peludas con su sociedad matriarcal. Bueno, o su hermafroditismo o lo que sea. Como pega, el final no me termina de convencer, demasiado trascendental y dramático para mi gusto. Otra cosa es que se nota que está escrito con muchas prisas. Erratas, palabras repetidas en la misma frase cada dos por tres... Esto último no lo tengo en cuenta a la hora de puntuar, porque son cosas que se arreglan con el repaso, pero lo comento.

En serio, estáis super trascendentales en este concurso.
1, 2... 1, 2... probando...
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Ororo
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Ororo »

zOscuridad en el bosque de las hojas de luna.jpg
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Gavalia
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Gavalia »

Oscuridad en el bosque H. Luna
Lo primero que me llama la atención es que siendo tan extenso parece inconcluso. El ritmo es bueno pero quizá por largo no es muy fàcil leerlo. Tiene fases que despiertan mi curiosidad pero tambièn me he encontrado con otras a las que se les podría podar un poco para quitarle densidad. Yo creo que entenderlo lo entendería un chaval de 12 años otra cosa es que quisiera terminarlo. La primera parte o hacia el principio creo que existe cierta confusión y el final no es demasiado aclarador. Enhorabuena y suerte.
En paz descanses, amigo.
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jilguero
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por jilguero »

Ella:

¡Qué nombre tan raro tiene este cuento! :shock:
Me ha gustado mucho esa tribu tan rara y quiero ir a es bosque para conocerla. :alegria:
Pero me ha resultado pesado leerlo: ¡es demasiado largo! :dragon:


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Elisel
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Elisel »

Me ha gustado. Lo encuentro un poco extraño, pero me ha gustado. Eso sí, parece quedar inconcluso. Yo me he quedado con ganas de saber en qué queda la cosa.
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Sinkim
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Sinkim »

Elisel, tal y como yo he entendido el Canto se va a producir un terremoto brutal y las montañas que rodean el asentamiento van a enterrar a todos los que se encuentran ahí :D
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:101:
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Shigella
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Shigella »

Sinkim escribió:Elisel, tal y como yo he entendido el Canto se va a producir un terremoto brutal y las montañas que rodean el asentamiento van a enterrar a todos los que se encuentran ahí :D

Pues yo tampoco me había enterado. :shock:
1, 2... 1, 2... probando...
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Sinkim »

“Hermana Piedra, libérate y rueda”
“Hermana Tierra, deslízate con fuerza”
“Hermano Árbol, suelta tus raíces”
“Juntos haremos justicia a nuestros hermanos”

Se parece bastante a la descripción de un terremoto :lol:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Elisel
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Elisel »

Sinkim escribió:Elisel, tal y como yo he entendido el Canto se va a producir un terremoto brutal y las montañas que rodean el asentamiento van a enterrar a todos los que se encuentran ahí :D
Ah. Vaya, otra historia que me tienen que explicar :lol: Estoy de un despierto en este concurso... :cunao:
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Topito
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Topito »

es un buen cuento, aunque no destaque. La parte en cursiva la mejor. Ahí te doy mi enhorabuena. El resto no está mal. Entretenido, buen ritmo, pero no llega a enganchar; al menos, a este editor de literatura infantil. Puede que reuniendonos, lleguemos a un acuerdo. Podar un poco el camino hacia el valle, pues allí no ocurre nada y puede perder interés el lector, y así alargar un poco más el final, donde el climax debe hacernos temblar, como un terremoto.

Habla con mi secretaria y te busco un hueco.
Última edición por Topito el 04 Nov 2015 06:42, editado 1 vez en total.
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Ratpenat
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Ratpenat »

Lectura duodécima: Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

-Buenas tardes, Lord Fledermaus.
+Buenas tardes, doctor Piruleta. Oiga, antes de empezar, ¿por qué no se muestra usted también?
-¿Yo? ¡Qué vergüenza! :oops:
+Venga, muéstrese para darle suerte al autor o autora de este relato.
-Bueno :oops:
Doctor Piruleta.png
+Ahora que lo pienso, doctor, ¿nunca le han dicho que se parece a uno del equipo A?
-Mucho, sí. Por lo visto me parezco a Hannibal, el del purito.
+A ese, sí...
-Bueno, hoy le traigo las opiniones de Ororo y Tolomew Dewhust:
Tormenta escribió:Uyyyy... un cuento muy poético que va a dar mucho miedo. Menos mal que las hojas de luna son plateadas, como todos sabemos, y refejarán la luz para que Pablito no caiga en una trampa para jabalíes. De la oscura kassio.
el chico mágico escribió:Una oscuridad absoluta invade el bosque de las hojas de luna... así que un niño vierte cuatrocientos cincuenta y dos litros de gasolina y lo prende en menos que canta un gallo... El bosque deja de ser oscuro.. Más bien, ahora es: claridad en el bosque de las hojas flameantes.
+Qué distintos, Ororo cree que irá sobre el Pablo Iglesias en peligro por los jabalíes y Dewhust cree que será sobre un niño que se dedica a las recalificaciones de suelo.
-¿Es este relato politico-económico o algo?
+Ni mucho menos, doctor.
-¿Le ha gustado?
+Pues no es mala idea, pero quizá haya demasiada información... Para el momento en el que dejan la explicación en cursiva se me había olvidado que estaban ya contando algo. Es todo raro y me pierdo, no me siento en un bosque, sino que intento seguir la historia en vez de ser esta la que me atrape y me haga respirar aire limpio.
-Yo creo que en un formato distinto, como para una novela, esto podría ser la leche. Imagínese, milord, una historia de fantasía así, pero con capítulos, personajes con trasfondo, historias paralelas, un protagonista con el que empatizar...
+Debo decir que ello me placería. ¿Cree usted que este ganará?
-No. Julia considerará que es para mayores.
+Otra vez...
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Mister_Sogad
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Mister_Sogad »

Me ha resultado curioso, pero no me he enganchado y creo que un niño/a lo tendría más difícil. Lo siento autor/a.

Volveré más adelante por si puedo desarrollar más.
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Berlín
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Re: CI 1 - Oscuridad en el bosque de las hojas de luna

Mensaje por Berlín »

Habla el niño del ascensor:

--¿Y cuando te diga lo que me ha parecido este podré irme a casa?
--Por supuesto.
--¿Y no me perseguirás?
--Palabra de alemana.
--Pues la verdad es que me ha gustado mucho.
--¿Y ya está?
--Es que soy un niño. Los niños no sabemos de ritmos, ni de redondeces, ni de hilar argumentos, ni de esas vainas de las que habláis los mayores…, yo sólo sé que me ha gustado mucho.
--Has dicho vainas…
--¿Por qué lloras, alemana?
--Nada nada, es que se me ha colado algo en el ojo...
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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