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Echo de menos tu manera franca y fuerte de querernos, de amar la vida, de disfrutar cada segundo que has podido.
Echo de menos tus enfados, tu gran cabezoneria
Echo de menos tu alegría, tus miradas, tus silencios, tus frases que ahora llamo frasesbombas.
Sí, recuerdo especialmente una que me soltaste, sí, la soltaste en la habitación del hospital mientras yo leía creyendo que tú estabas dormido. Perdona por hacerlo tan largo dijiste y ya no pronunciaste una palabra más por más que te pregunté a qué te referías y de qué hablabas. Cayado con los ojos cerrados tú, destrozada yo y la frase helada entre uno y otro sin saber a quién consolar ni cómo hacer para que sus letras no sonaran tan duras en mi corazón.
Sí, desde pequeño has actuado así. Soltabas frases ingeniosas unas veces, como cuando le dijiste a la farmaceutica que ya era hora de que tuviese un bebé. Eras un renacuajo, el bebé era adoptado y no entiendo aún cómo podías saber que había tardado en tener un hijo. O cuando despertaste en cuidados intensivos infantiles después de unos días en coma y soltaste: vaya tetas a una enfermera que estaba inclinada sobre ti cambiandote los apósitos. Nos contaba que te preguntó una y otra vez que qué habías dicho, como también te preguntó la farmaceutica en su día, y tú nada, mudo, como si no las oyeras
Las debastadoras... también las recuerdo
Recuerdo que me dabas las gracias los últimos meses costantemente. Me enfadaba, no lo aceptaba porque olía las palabras a final, a despedida.
Me aferré a ti más que tú a mí Los últimos días me rechazabas, yo no lo entendía. Ya no pedías que estuviese constantemente en tu cama viendo tenis o Los hombres de Paco o.... No pedías que te acariciase la espalda, ni reclamabas besos y carantoñas. Te querías ir y te fuiste unas horas después de que los médicos nos dijeran que ya estarías poco tiempo con nosotros, quizás unos días, una semana... No, ni ese poco tiempo, esa misma madrugada sin una mirada, sin una palabra te fuiste. Me dejaste sin que pudiera pedirte perdón por lo que no hice, sin darte las gracias por tu gran amor, tu generosidad, tu valentía. No te di las gracias por ese AMOR tan puro y grande que me regalaste
Recibo los pésames de personas que notas que le cuesta dártelos. Y no quiero ser yo la que escuche esas palabras, no quiero ser la que ha perdido lo más grande de su vida. Pero a la misma vez me sorprende ver que la gente te apreciaba, que destacan tu buen humor, tu amabilidad, el tener siempre una frase ingeniosa, amistosa o cariñosa con todo el mundo. Me gusta escucharlo. Te quiero
Me queda la tranquilidad de saber que siempre siempre te echaré de menos. Es lo mínimo que merece una persona tan grande. Te echo de menos
