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De varones lleno estaba el salón, jilguero. Dos tan solo podíamos mirar, tragar saliva, y, al menos yo, pedir al cielo un milagro. Mi compañero aguardaba en la puerta, él no quería entrar y, una vez dentro yo, le pedí a él que no lo hiciera. Frente a nosotros, tres hombres luchaban a brazo partido para que un cuarto no se fuera, mientras un padre acariciaba los cinco deditos del niño de año y poco que esta misma madrugada, a las vísperas del alba, no ha podido finalmente sino ocupar plaza en esa barca que navega no sabemos bien adonde.
En la academia no me prepararon para esto, jilguero.
Emilio -me dijo el jefe-, estoy es muy duro. Somos tres y con dos nos basta, que se vaya quien quiera que yo me quedo.Yo de aquí no me muevo -respondí.Y yo no me voy hasta que lo haga Emilio -oí decir a mi compañero, que hacía de tripas corazón en el descansillo del inmueble.
Los hombres que llegaron primero, uno sudando, otro llorando y un tercero apretando la botellita de oxígeno que debía insuflarle vida, no desistían, y me enorgullecí de tenerlos cerca y sentirlos tan humanos, demostrando al tiempo empatía y extraordinaria profesionalidad... Aunque ya he dicho que el milagro, por desgracia, no se produjo.
No he vivido noche más larga y tampoco imagino vida más triste que la del hombre que allí he dejado acariciando los cinco deditos de un niño de año y poco que esta mañana se ha subido a una barca. Suerte la mía que creo en el cielo, con eso me consuelo ahora... Ya dormiré más tarde si me vence el sueño, jilguero, ahora solo puedo llorar.
Última edición por jilguero el 05 Ene 2021 11:43, editado 4 veces en total.
Él, o ella ―pues es difícil saber cuál es el género adecuado en estos casos―, caminaba con pasos cortos y vacilantes, arrastrando la mano izquierda por los zócalos de las casas. De vez en cuando se detenía y se miraba la palma de la mano con tristeza. Se la estaba desollando por culpa de la piedra ostionera. ¡Sus pequeñas y delicadas manos! ¡El único rasgo auténticamente femenino de todo su cuerpo…!
Aquellos muros eran su único apoyo, su única guía. Cuando llegaba a una esquina, miraba hacia ambos lados, dudaba, se sentía sola, perdida. Luego agachaba la cabeza y recorría con la mirada la acera hasta toparse con el bordillo. Aquel ridículo desnivel le producía vértigo incluso desde lejos. Cerraba entonces los ojos y clavaba las uñas ―pintadas de un rojo imposible― en la piedra ostionera hasta que se le pasaba el mareo. Y luego, una vez se recuperaba, giraba de nuevo a la izquierda y con pasitos cortos y vacilantes continuaba la marcha orillando la pared.
Resulta que esta mañana al recordar al sarasa que hace muchos años se cruzó en mi vida, me he acordado de una imagen muy sugerente que me mostró Sebald en un libro suyo (Austerlitz) que he leído no hace mucho. La he rescatado para mostrársela a Albatross y he pensado que también os la iba a mostrar a vosotros.
Es una de esas imágenes que te dan ganas de desarrollar para enterarte quiénes eran y cuál había sido sus vidas. No descarto algún día indagar y, si lo hago, ya me pasaré por aquí para contaros lo que averigue. De momento, os dejo aquí la imagen original de Sebald:
"Había descubierto el cementerio [...] estaba abierto. Por dentro paseaba una mujer de quizá setenta años, llamativamente pequeña, guardiana del cementerio, según resultó, en zapatillas, por los caminos que había entre las tumbas. A su lado, casi tan alto como ella, iba un perro pastor belga, ya canoso, que respondía al nombre de Billie y era muy tímido. A la clara luz de la primavera, que brillaba a través de las hojas de los tilos recién abiertas, se hubiera podido pensar, me dijo Austerlitz, haber entrado en un cuento de hadas que, como la propia vida, envejeciera con el paso del tiempo".
¿No me digáis que no es buena la imagen de esa mujer en zapatillas caminando al lado de un perro casi tan alto como ella, canoso y tímido?
*
En Barco Mundo, se te echaba de menos (Cata ni te digo) y, por la noche, mientras mirábamos a Orión, nos acordábamos de tus pamplinas
PD: Anoche pensé que igual Adelina y Billie tienen miedo de que Braulio, el sepulturero de Noceda, les robe sus huesos.
Lo malo es que sigue por ahí Aisha, la niña del cementeio de El Cairo, y ya mismo salta Caleto con eso de: ¡polluelo, los cementerios están ya un poco manidillos!
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Última edición por jilguero el 26 Feb 2017 11:12, editado 12 veces en total.
De tu imagen, me quedo con la caricia a la pared a pesar de que eso le desolle la mano. El segundo párrafo le da un giro que le quita ese punto de recrearse que se siente en el primero y ya no me llama tanto.
De tu imagen, me quedo con la caricia a la pared a pesar de que eso le desolle la mano. El segundo párrafo le da un giro que le quita ese punto de recrearse que se siente en el primero y ya no me llama tanto.
Va a ser largo y me da que no te va a llamar mucho.
Si no te llama, tú no te martirices. Ya sabes que en el bujío manda Cata y, como nunca dice nada, podemos hacer lo que nos dé la gana
Cata, hoy me he puesto orejeras por si acaso, que Lu sabe mucho de ser anfitriona y nos ha avisado de que no está el bujío para pamplinas...
Anduve anoche trasteando en Kafka y me encontré esta frasecita que nos viene de maravilla: Quien conserva la facultad de ver la belleza no envejece. Vamos, el cuerpo se nos acabará chafando lo mismo pero, si no perdemos la ilusión, nos pasará como a mi abuela: "ella ya no tenía edad de aprender sino de olvidar" pero no se pudo acostar hasta que el dichoso cangrejo no acabó de mudar.
Y esto otro me pareció interesante para Caleto y su "to be, or not to be".
Kafka decía que "En la lucha entre uno y el resto del mundo, hay que estar del lado del resto del mundo", pero al mismo tiempo decía esto otro: "Mi fuerza no da ya para una frase más. Si se tratara de palabras, si bastase colocar una palabra y pudiera uno apartarse con la tranquila conciencia de haberla llenado totalmente de uno mismo”
O sea, que tenía claro que no se puede nadar contra corriente pero se empeñaba en hacerlo.
Tolomew Dewhust escribió:Pues... justamente de los cementerios creo que aún no se ha hablado todo lo que merecen. Yo también le daré alguna vuelta al asunto...
¡Uy, esto se me había pasado!
Entonces podría ser que vuelves a tus orígenes y tengamos más puntos suspensivos...
La "pechá" de reir que me pegué con los colegas del chandal
De varones lleno estaba el salón, jilguero. Dos tan solo podíamos mirar, tragar saliva, y, al menos yo, pedir al cielo un milagro. Mi compañero aguardaba en la puerta, él no quería entrar y, una vez dentro yo, le pedí a él que no lo hiciera. Frente a nosotros, tres hombres luchaban a brazo partido para que un cuarto no se fuera, mientras un padre acariciaba los cinco deditos del niño de año y poco que esta misma madrugada, a las vísperas del alba, no ha podido finalmente sino ocupar plaza en esa barca que navega no sabemos bien adonde.
En la academia no me prepararon para esto, jilguero.
Emilio -me dijo el jefe-, estoy es muy duro. Somos tres y con dos nos basta, que se vaya quien quiera que yo me quedo.Yo de aquí no me muevo -respondí.Y yo no me voy hasta que lo haga Emilio -oí decir a mi compañero, que hacía de tripas corazón en el descansillo del inmueble.
Los hombres que llegaron primero, uno sudando, otro llorando y un tercero apretando la botellita de oxígeno que debía insuflarle vida, no desistían, y me enorgullecí de tenerlos cerca y sentirlos tan humanos, demostrando al tiempo empatía y extraordinaria profesionalidad... Aunque ya he dicho que el milagro, por desgracia, no se produjo.
No he vivido noche más larga y tampoco imagino vida más triste que la del hombre que allí he dejado acariciando los cinco deditos de un niño de año y poco que esta mañana se ha subido a una barca. Suerte la mía que creo en el cielo, con eso me consuelo ahora... Ya dormiré más tarde si me vence el sueño, jilguero, ahora solo puedo llorar.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Como le dije a tus colegas el día en que conocí a Cata, os estoy muy, muy agradecida.
Hoy, además, estoy orgullosa de vosotros.
¿Me dejas que ponga en el índice del bujío enlace a este testimonio tuyo? Es muy triste pero también muy bello.
Leyéndote he recordado la última tarde de mi padre y ese momento en que lo besé cuando ya se había ido. A él ya le tocaba, pero eso no hizo más fácil el adiós. Te entiendo, pues.
Última edición por jilguero el 17 Feb 2017 17:37, editado 1 vez en total.
Tolomew Dewhust escribió:Ponlo, claro. Yo tenía que soltarlo...
¿Sabes?, posiblemente sean estas cosas las más valiosas que pares (la historia de Valentine me impactó) porque en ellas consigues lo que Kafka pretendía hacer sin conseguirlo: llenar las palabras de ti mismo.
¿Cómo quieres que lo llame en el índice? Se me ocurre Réquiem por un niño, pero seguro que a ti se te ocurre algo mejor.
Acabo de caer en la cuenta que esta madrugada, no sé a que hora, en el Falla cantaban a ese otro Cai a dónde ha ido ese niño
Tolomew Dewhust escribió:Hoy no me cabían pamplinas ni historias imposibles, jilguero... Un telegrama azul, eso es lo único que me ha salido.
¡Qué nombre tan bonito!
Y mucho menos melodramático, petirrojo , a ver si aprendes del caletero
He copiado tu telegrama en el primer mensaje de esta página para que si alguien pica en el índice sea lo primero que vea: merece la pena que así sea . Si quieres editarlo de otra manera, hazlo en tu mensaje de las palomitas (el segundo de la página) y borro yo el primero. .
Creo que Cata estará de acuerdo conmigo en que es un privilegio tenerlo colgado en el bujío. Gracias por compartirlo con nosotras
Esta es la otra cara de tu febrero...
PD: he leído tu firma. ¿Comprendes ahora por qué es importante que en esas historias imposibles se simbolicen cosas más universales como la ausencia o la culpa? Releí anoche esta idea expresada por Camus respecto a los textos simbólicos/metafóricos de Kafka: "Un símbolo supera siempre a quien lo emplea y le hace decir en realidad más de lo que cree expresar." Mira, hoy te vale para expresar lo que sientes.
¡Qué jartible soy!
Cuando un gaditano da su último aliento
El farol de mi proa se va encendiendo
Y me brotan mil flores, rosarios, cadenas
Y dibuja mi cara toda su pena
Lo recojo en mi barca, mi barca caletera
Con mi traje de gala de siglos y de estrellas
Me da a cambio un recuerdo, una reliquia de amor
Y entre nubes de mojarras nos vamos los dos...
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, a ver si aprendes del caletero