Aquel que observa (Relato)

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Moderadores: Megan, kassiopea

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Berlín
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Aquel que observa (Relato)

Mensaje por Berlín »

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Esta vez la premisa con mis brutos era hacer un relato a partir del cartel de una película, con la condición de que no tuviera que ver nada con ella. Esto es lo que ha salido en el tiempo que dura una siesta.

Aquél que observa


El hombre de negro paró frente a la casa. Nadie por las calles. Un perro ladró desde algún lado y le sonó afónico. Ladró otra vez y luego se hizo el silencio. Había un coche estacionado dentro, un Dodge color negro. Aún debía estar caliente el motor. No había luz en las ventanas y miró a los lados. Encendió un pitillo y esperó. Sabía que tarde o temprano se encendería la luz de la ventana. La ventana de arriba. Los había visto apearse del auto y entrar tomados de la mano. Riendo, besándose.

La mujer era muy bonita, casi una chiquilla. Llevaba el pelo largo y negro, casi por la cintura, y los labios pintados de rojo. El color de las putas, de la sangre. El amante le había mordido los labios mientras buscaba su pezón rosado por debajo del abrigo. El hombre del maletín oyó nítidamente cómo el tipo le decía a la chica al oído dónde le iba a meter luego la lengua si era buena chica y lo que harían después si ella consentía en darse la vuelta. Tenía ese poder el hombre de negro. La chica rio a carcajadas apretando las piernas para contener la humedad que ya se abría paso hasta sus braguitas minúsculas. Casi podía escuchar aquel mensajero cómo crujían las rodillas de tanto apretarse una contra la otra, intentando sofocar el fuego. Esos muslos jóvenes capaces de ahorcar a un hombre entre ellos. Menuda cárcel.

Sí. Estaba muy claro que ella ansiaba lo que el tipo quería darle. No tenía ninguna duda. Ella quería abrirse de piernas, necesitaba los embistes que el tipo le venía prometiendo toda la noche. Ese tipo asqueroso. Y casado. Ella no, pero tampoco tenía ya remedio. Estaba condenada desde que, horas antes, se había sentado ante su coqueto mueble a embadurnarse la carita con todas aquellas mierdas que no le hacían ninguna falta. Desde que, mirándose al espejo desnuda, había pellizcado sus pechos para resaltarlos luego bajo la camiseta ajustada de los Red Hot Chilli Peppers. Desde que se había metido dentro de aquella faldita insuficiente que no tapaba sus rodillas y se había subido, por fin, a aquellos altos tacones de buscona. Pobre oveja descarriada, tan joven, tan perdida. Pero para eso estaba él. Gracias a Dios.

El hombre de negro suspiró. Sabía lo que tenía que hacer. Lo llevaba haciendo mucho tiempo. Primero llamaría a la puerta y esperaría hasta que uno de los dos bajara. Siempre era el hombre. Luego se quitaría el sombrero de forma respetuosa y le daría las buenas noches. El anfitrión le preguntaría qué quiere y qué hace aquí a estas horas de la noche y él le contestaría que no se trataba de lo que él quisiera sino de lo que podía ofrecerles. Le ofrecía la salvación. A ambos. Si escucháis la palabra del Señor aún tenéis la oportunidad de salvaros. ¡Arrepentíos! En el caso contrario padeceréis su furia.

Siempre era igual. El tipo casado le diría que se marchase, que no quería ni biblias ni mierdas de ese tipo, que si era un pirado o un loco, y le amenazaría con llamar a la policía si no se largaba de una puta vez. El tipo del maletín le anunciaría que los había seguido cuando bajaron del Dodge, que entró detrás de ellos a aquel tugurio oscuro y cargado de tabaco; que los vio sentarse luego en medio de aquella bazofia humana que bebía y maldecía y se refregaban los cuerpos sudados bailando unos con otros, blancos con negros, mientras escuchaban extasiados el estertor agónico de aquel saxofón.

Sí. Siempre ocurría igual. El tipo casado le daría un empujón y luego cerraría la puerta con violencia mascullando algo sobre los malnacidos de los curas y lo inoportuno de la visita, pero se olvidaría al minuto y subiría corriendo las escaleras no fuera a ser que aquel coñito casi infantil se enfriase, o se cerrase, como un capullo de rosa. Subiría relamiéndose, casi podía ver la erección incontenible dentro del pantalón. La polla de un potro, esa misma que ya no le apetecía a su mujer. Pobre santa. Sí, podía verlo. Al llegar arriba se abalanzaría sobre la chica como un león a una gacela y le abriría las piernas y le preguntaría que por dónde se habían quedado antes de que llegara aquel loco hablando no sé qué de la mujer de un tal Lot. «Menudo mamarracho el tipo del maletín negro, no sabes qué cara de enfermo tenía, mi cielo».

¡Podía escucharlo tan nítido!

Casi los oía reír desde la acera. Si cerraba los ojos podía escuchar el sonido absorbente de aquel coño hambriento y el sorbeteo luego de la lengua de él bebiendo de los jugos provocados, mientras ella, hincando las uñitas rojas en los cabellos de él le suplicaba que dejara ya a su esposa. Esa seta insulsa. «Sí, claro que la dejaré, amor, pero aún no es el momento. Anda, ahora calla y toma con tu manita de ángel esto que tengo que mira cómo lo has puesto tú solita mi vida, sí, así, acércalo a tu boquita ¡Oh nena, sí! ¡Cómo me gusta! ¡No pares!».

¡Ah! Cómo tenía que controlar las náuseas el hombre del maletín.

Siempre era igual, así, una casa tras otra, una calle tras otra y luego otra ciudad y otro país. Por eso no le quedaba otro remedio que abrir su maletín y levantar las palmas al cielo. ¡Oh buen Dios! Mira lo que hacen. Se ríen de ti y de mí y de ellos mismos. Maestro, muéstrales tu dedo acusador, porque no saben lo que hacen. Y entonces se abrían los cielos y rugía el viento y los árboles se doblaban y llegaba por fin la luz resplandeciente. La luz lechosa, que no era una luz tan sólo, sino el vehículo transportador de las almas.

¡Qué cansado estaba y cómo pesaba ya aquel maletín tan lleno de almas! Almas asquerosas que hacían sitio a nuevas almas allí dentro. Apretadas, malolientes, purulentas, cancerosas almas, que llegaban dejando aquellos cuerpos hermosos vacíos. Aquellos recipientes de piel y huesos que eran encontrados al día siguiente por la asistenta de la chica, por la hermana de la chica, por la madre de la chica, nunca por la esposa del ruin, en posiciones de lo más perturbadoras. Envases que eran luego examinados por la policía sin que estos encontrasen la causa de esa muerte compartida. Ni una huella, ni una gota de sangre, tampoco orificios de bala, ni restos de violencia. «La ventana no ha sido forzada, ni la puerta, los vecinos alegan no haber visto nada ni oído nada, señor comisario, tan solo un perro afónico a los lejos». El hombre del maletín, si se esforzaba, casi podía ver la cara del comisario, un rostro ajado y anonadado ante la sorpresa. Si cerraba los ojos podía concentrarse y escuchar sus palabras:«¿Qué ha pasado?¿Cómo puede ser? ¡Qué hermosa es la mujer!¡Y qué joven!»

¿Pero cómo explicarle a este esforzado investigador que él no tenía más remedio que hacer lo que venía haciendo tantos siglos? ¿Cómo explicar el asco que sentía mirando a través de las paredes? ¿A través de los cuerpos al caminar? No. No era fácil vivir como vivía el hombre del maletín. Mezclándose con la gente, rozando sus cuerpos lujuriosos, oliendo su bajeza.

Sí. Así es exactamente como sucedería todo, porque siempre era igual.
El hombre del maletín apuró el pitillo y lo aplastó en la farola. El perro ladró de nuevo algo más afónico que antes, la luz de la ventana se encendió por fin y el hombre se acercó despacio hasta la puerta. Estirando sus largos dedos acarició dulcemente el timbre de la puerta.

Lo sé, mi Señor, lo sé.
Gracias lector cero, chico ekilibrista. Gracias lector uno, chico del tacón clavado
Última edición por Berlín el 22 Feb 2017 19:03, editado 1 vez en total.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Vientoo
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Re: Aquél que observa

Mensaje por Vientoo »

Me he perdido con este cuento.
No sé si eso es bueno o malo para ti.
Tampoco sé si me estoy haciendo demasiado mayor.

Un abrazo.
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Berlín
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Re: Aquél que observa

Mensaje por Berlín »

Vientoo escribió:Me he perdido con este cuento.
No sé si eso es bueno o malo para ti.
Tampoco sé si me estoy haciendo demasiado mayor.

Un abrazo.
Bueno es que hayas venido a verme.
Otro abrazo para ti. :60:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Edgardo Benitez
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Re: Aquél que observa

Mensaje por Edgardo Benitez »

Berlín
Sé que es difícil escribir un texto con la Imagen de El Exorcista. Pero en fin, me ha gustado todo lo que he visto y leído. Un agrado.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
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kassiopea
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Re: Aquél que observa

Mensaje por kassiopea »

Qué buena idea has tenido para la imagen de "El exorcista"!! Me ha gustado mucho :eusa_clap:

He llegado a sentir el peso de ese maletín repleto de almas pecadoras, peso que tiene que cargar el hombre de negro (alter ego del padre Carras de la novela). Pero, aunque ya se siente un poco cansado, él prosigue con su labor de recolector de almas porque es el emisario del Señor y es su cometido. Da yuyu imaginar el maletín lleno de almas podridas :twisted:

Tal vez me hubiera gustado que no todos fueran pecadores lujuriosos, sino que los hubiera también de otras índoles: avaros, envidiosos, asesinos... Aunque, bien pensado, puede ser que cada clase de pecador tenga su propio "hombre de negro"...

Enhorabuena por el primer premio del concurso, seguro que bien merecido!! :ola: :beso:
De tus decisiones dependerá tu destino.


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ACLIAMANTA
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Re: Aquél que observa

Mensaje por ACLIAMANTA »

Un gran relato, como todo lo que sale de tu pluma.
Para escribir algo así yo necesitaría mucho pero muchísimo más que lo que dura una siesta
:60:
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Paraná
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Re: Aquél que observa

Mensaje por Paraná »

¡Niña, pero qué bien pintás esa oscuridad de la historia! Es casi gráfica. Los ojos van leyendo bajo cierta inmovilidad hipnótica, de un tirón, respirando apenas. En algún momento pensé "éste es in loco serial, y se los va a cargar a cuchilladas, o peor..." Pero el desconcierto policial me hizo ver que no era tan fácil. Excelencia gótica, diría una... Tiene razón Kass: deberías contarnos las andanzas del recolector de almas de políticos, pedófilos, asesinos y demás fauna.
¡Bien hecho, Berlin!
Edito para ponerle la p a hinótica, que me ha herido los bellos ojos moros al releer... :colleja:
Última edición por Paraná el 10 Abr 2017 23:42, editado 1 vez en total.
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Isma
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Re: Aquél que observa

Mensaje por Isma »

Pimpi, corrige el título. Aquel no lleva tilde (RAE dixit).
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rubisco
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Re: Aquél que observa

Mensaje por rubisco »

Como bien dice Paraná, la oscuridad que describes es muy gráfica. Pero voy más allá: el olor a tabaco se siente al leer, así como el sudor y las hormonas. Consigues que vea todas y cada una de las imágenes que perfilas y que escuche hasta la más mínima respiración.

Y el relato en sí transmite mucho, y creo que es más lo que calla que lo que cuenta, pero no deja nada en el aire, lo que tiene mucho mérito.

¡Enhorabuena!
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Megan
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Re: Aquel que observa

Mensaje por Megan »

Me lo anoto para leerlo, ahora no puedo darle la concentración que merecen tus frases Berlinesa :60:
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🌷🌷🌷Give Peace a Chance, John Lennon🌷🌷🌷

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Berlín
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Re: Aquel que observa (Relato)

Mensaje por Berlín »

Gracias, gentucilla. :60:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Megan
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Re: Aquel que observa (Relato)

Mensaje por Megan »

Berlinesa, cuánta belleza hay en tus palabras, cómo las unes y te quedan esas frases tan inteligentes.
Como dijo Acliamanta, no podría escribirlo durante una siesta, y yo ni durante unos años o nunca :lol:

Sos una diosa de la pluma, cada frase vale oro, por eso más te adoro :60: :60: :60:
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Re: Aquél que observa

Mensaje por Berlín »

Edgardo Benitez escribió:Berlín
Sé que es difícil escribir un texto con la Imagen de El Exorcista. Pero en fin, me ha gustado todo lo que he visto y leído. Un agrado.
Gracias, Ed. Suerte en el concurso de primavera. :60:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Re: Aquél que observa

Mensaje por Berlín »

kassiopea escribió:Qué buena idea has tenido para la imagen de "El exorcista"!! Me ha gustado mucho :eusa_clap:

He llegado a sentir el peso de ese maletín repleto de almas pecadoras, peso que tiene que cargar el hombre de negro (alter ego del padre Carras de la novela). Pero, aunque ya se siente un poco cansado, él prosigue con su labor de recolector de almas porque es el emisario del Señor y es su cometido. Da yuyu imaginar el maletín lleno de almas podridas :twisted:

Tal vez me hubiera gustado que no todos fueran pecadores lujuriosos, sino que los hubiera también de otras índoles: avaros, envidiosos, asesinos... Aunque, bien pensado, puede ser que cada clase de pecador tenga su propio "hombre de negro"...

Enhorabuena por el primer premio del concurso, seguro que bien merecido!! :ola: :beso:
Es que salió todo como un fogonazo Kassy, y tampoco tuve tiempo de desaroollarlo de una manera más sensata jaja Bueno, debajo mio quedó nuestro Isma, que fue mi ganador con un relato cojonudo. Y Ororo estuvo impresionante.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Re: Aquél que observa

Mensaje por Berlín »

ACLIAMANTA escribió:Un gran relato, como todo lo que sale de tu pluma.
Para escribir algo así yo necesitaría mucho pero muchísimo más que lo que dura una siesta
:60:
Que va, estoy segura de lo harías de sobra. :60:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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