CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja -Meiko (1° Pop)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
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CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja -Meiko (1° Pop)

Mensaje por lucia »

CONSEJOS PARA VERDE DE LA ORUGA ROJA


San Francisco, 1967

No puedo soportarlo. Siento que está observándome, agazapado entre las sombras. Sé que me vigila desde algún lóbrego rincón, oculto, con sus ojos inevitablemente clavados en mi espalda.

Hace dos días, al despertar, vi un papel con rojas letras junto a la almohada. Decía: “Casillas tercera y cuarta: Coge el tren, olvida tu nombre”. El suave viaje nocturno había hecho que el tiempo se plegara sobre sí mismo cruzando veloz las horas. Y yo, absorto en la contemplación del infinito, me había olvidado de todo lo demás, hasta de Beth y de mí mismo, de la propia existencia. Una coincidencia, pensé mientras manoseaba mecánicamente la segunda nota, a la que no di más importancia. Aunque ahora sé que acertó de nuevo.

Y esta mañana encontré el tercer y último mensaje, y ya no sé qué puedo esperar. Debería buscarle, hablar con él, intentar razonar. Tal vez debería buscar algo para defenderme, por si acaso. Voy a la cocina y sólo hay un viejo cuchillo de untar mantequilla, algunos tenedores y muchas cucharillas. También terrones de azúcar. Fantástico, podré endulzarle la vida. Vuelvo deprisa a la habitación del espejo pensando qué debería hacer, mirando de reojo mis cuadros de verdes tonos y paisajes surrealistas amontonados junto a la pared.

Al pasar frente a la ventana veo a Beth en la entrada, esperando. Me oculto tras la pesada cortina azul y la veo palpitar, sentir, balancear levemente el pie derecho sentada en los escalones. Así permanece un tiempo, en su sueño perfecto de calma y calor, con la oblicua luz del ocaso brillando a través de su vestido. Sonríe a cada instante de forma inconsciente, con las pupilas dilatadas y los pensamientos volando muy por encima de ella.

Más de cien veces la habré observado a través del cristal, y todas ellas la he dibujado rápidamente, con deleite, con trazo firme, utilizando invariablemente distintos tonos de verde. Sólo verde. Y he pintado, sin dudarlo, sus labios jade, el cabello oscuro con reflejos aceitunados, su suave piel en glaucos tonos. Siempre que la miro siento que el tiempo se detiene, se deforma, se prolonga. Me gustan las horas en las que el día y la noche se confunden y borran sus fronteras. Me gusta cuando los límites de las cosas se difuminan y todo se mezcla en un único pero múltiple y cambiante crisol.

Beth espera a Tom, un estúpido y prepotente rasgador de guitarras que va a menudo a destrozar temas de Grateful Dead al parque Buena Vista. A veces viene a buscarla al atardecer con su largo pelo azabache, ondulado y salvaje, su piel morena, sus brazos torneados. Yo le miro tras mi cortina y me juzgo en el espejo. Me veo pálido, con el pelo lacio, flaco y desmadejado en comparación. Se la lleva prendida de su cuerpo, dejando tras ellos sólo el olor a hierba y mi voluntad rota en mil pedazos. Viéndolos juntos he conocido otros verdes: el de la esperanza profanada por el dolor… y el de la envidia.

Dichoso verano del amor. Asegúrate de llevar flores en el pelo. Yo sólo consigo arrastrar todas las hojas y el barro del mundo en mis botas.

Lo que me recuerda de nuevo la nota de ayer: “Casillas quinta y sexta: Vive a la inversa. La oveja surca el agua. El huevo se sienta en la tapia”. Y anoche fue a la inversa. Beth se quedó, cual corderito, llorando la ausencia de Tom, que se quedaría en su tapia con su cerebro de huevo. Y yo, en contra de lo habitual, salí estando ella en casa porque ya tenía entradas para ir a Winterland a ver tocar a Pink Floyd. Segunda casualidad.

Cuando Beth no está a mi lado y, sobretodo, cuando sale con Tom, yo me consuelo aderezando terrones de azúcar con gotas de imaginación psicoactiva. Jeff viene a verme a menudo en esas ocasiones. Compartimos el tránsito de las horas, su magia, mi ácido.

Solemos viajar juntos disfrutando de las caleidoscópicas y plásticas figuras, de las asombrosas tinturas que surgen alrededor, de las sinfonías corales que forman las texturas, transformándose, silbando, vibrando. He llegado a sentir que cruzo las puertas de la percepción, como en el libro que inspiró a The Doors. He estado fuera de mi cuerpo, me he visto a mí mismo, he visto la vida como un mero espectador. Y siempre quiero más. Me pregunto cómo será de largo el cordón de plata y hasta dónde me permitirá llegar. Sólo soy yo mismo cuando me fundo con el infinito.

A veces, entran otros chicos de la casa a la estancia. Caminan, susurran, encienden un mechero, aspiran, y cada pequeño ruido se funde ante mis ojos creando imágenes en amarillos, naranjas, añiles, índigos, explosiones irisadas que crecen y giran en espiral. Normalmente oigo sus voces lejanas, como amortiguadas por el peso de la consciencia, del universo entero. Y constantemente fingen que Jeff no está. Creo que no le soportan y no puedo culparlos porque es algo antisocial, un poco excéntrico. Debe ser el único tío de todo Haight-Ashbury que no es bienvenido a nuestra pintoresca casa azul en Waller Street, donde las puertas nunca se cierran.

Hace tres noches tuvimos una conversación:

-Sólo busco el camino de baldosas amarillas que me llevará a mi Ciudad Esmeralda, ¿sabes?

-Déjate de Oz, te pega mucho más la oruga que fuma hierba sobre setas alucinógenas. Cualquier día caerás a través del espejo a tu país de las maravillas –bromeó Jeff.

-Y tú bien podrías ser esa oruga –respondí riendo-. Puedo aunar ambas cosas. El amor es verde, sólo necesito que ella lo entienda.

-El amor es carmesí, como la pasión, el instinto, la acción. Escarlata, como la sangre y el corazón. Extiende su pátina teñida de grana, como el odio y el dolor. Todo lo que remueve el alma es del mismo color. Un día teñiré de rojo el mundo, los mares, los árboles y hasta las piedras.

-Eh, Jeff. Cuando tu mente está tan llena de rojo, de ira, ¿no necesitas a alguien a quien amar? –se lo dije cantando, imitando con sorna la voz de Grace Slick de Jefferson Airplane.

-Claro, Verde –me apodó, burlón-. Debería amar a la Liebre de Marzo, incluso si sólo tiene ojos para el Sombrero. Pero prefiero cortarle la cabeza.

Su rostro se deformó, se inundó de distintos tonos y matices y, sí, predominaba el bermellón. Se me antojó que cambiaba, que podía ser tiempo, y roca, y volcán, y arrasar con un guiño campos de fresas y dientes de león.

-Juguemos, seamos peones en un tablero ajedrez –propuso con voz grave-. Si llegas a la octava casilla me apartaré de ti. Podrás elegir pieza, recitar el Jabberwocky, perderme de vista, perder la cabeza. Pero si llego primero te descubriré mi realidad.

Sonrió cual gato de Cheshire, doblándose y fundiéndose a un tiempo. Su risa me taladraba los oídos, martilleaba con violencia, mi viaje se tornó pesadilla. Los objetos asumieron formas grotescas y mil pensamientos gritaban a la vez en mi mente. Todos los muebles tomaron proporciones demenciales, flotaban, me chillaban, todo me asustaba alrededor. Sólo podía pensar en qué momento había entrado ese demonio en mi cabeza y qué tenía que hacer para que saliera.

Me asusté y cerré los ojos, intenté bloquear los sonidos. Me centré en los destellos y las acuarelas fractales que bailaban en mi mente. Y al fin pude volver despacio hacia la casa, hacia la habitación de la cortina azul donde el tiempo y el espacio son siempre relativos, hacia mi cuerpo exhausto tendido en el sofá.

Y cuando abrí los ojos Jeff ya no estaba. Y no recordaba si se había enfadado, ni qué le había contestado, ni cuándo se había ido. Pero todos mis verdes dibujos tenían tonos encarnados, lágrimas de sangre, vetas coloradas. Y supe que había sido él. Al despertar a la mañana siguiente, vi el primer mensaje.

Me estremezco recordándolo y vuelvo a mirar a través del cristal a Beth con preocupación. Sé que Jeff está fuera, puedo sentirle. Ya ha oscurecido. Tom no ha venido y ella mira a la luna, con lágrimas brillando en sus mejillas. La luz de la luna tiene algo de hipnótico, de onírico, de comprensión y de misterio. Abro la ventana y la llamo. Ella camina despacio, oigo sus pasos, sus desgastadas botas. Repican primero en la escalera, el vestíbulo y, finalmente, ante mí en mi habitación.

-Beth, no te vayas, quédate aquí conmigo. Estoy preocupado, he recibido algunas notas como esta –le alcanzo la de hoy mientras cierro la ventana y la cortina.

“Casillas séptima y octava: En el bosque sólo vence un caballero. Más allá del verde, recuerda quién eres”.

-Muy inquietante –se burla-. ¿Qué tienen que ver conmigo tus desvaríos con el verde?

Beth es verde, sólo que no lo sabe. Vi su aura en mi primer viaje con ella y era un mosaico de verdosos tonos, como los helechos, como la hiedra, como los tallos de las flores con las que trenza su cabello.

-Además, esta letra se parece a la tuya –añade desdeñosa devolviéndome el papel.

-Bueno, yo no lo he escrito. Mira, en el libro hay un duelo en el bosque con el Caballero Rojo, y además Jeff…

La miro y las palabras mueren en mi garganta. Porque al mirarla descubro que ha dejado de escucharme. No le importa, cree que todo es de mi propia invención. Genial, así de patético me ve. Baja la mirada con cierta tristeza. Sé que piensa en él.

-No tienes que contarme historias. En cualquier caso, hoy me quedaré contigo. ¿Por qué crees que Tom no ha venido? Hace días que no sé nada de él.

No le digo que ojalá lo haya matado Jeff. Estoy seguro de que no tendré tanta suerte. Andará por ahí tan feliz mientras ella llora en el otoño del recuerdo, aferrándose a lo marchito, intentando prolongar un verano que ya sabemos que ha terminado.

-Probablemente nada. No le apetecerá venir, o estará con otra, o habrá vuelto a casa lejos de esta maldita ciudad, ¿no deberíamos volver nosotros Beth?

-No, él sigue aquí. Pero no quiero molestarle. ¿Sabes? Está grabando un disco, es un artista de la psicodelia.

-La psicodelia no es desafinar y hacer ruido sin ton ni son.

-Lo dices porque no le soportas. Pero empieza a tener actuaciones importantes.

-Sí, actuaciones importantísimas, estelares. Ya le vi en Monterey pasando las cerillas a Hendrix y esquivando su Fender Stratocaster.

-Eres cruel. Y no sé cómo puedes permitírtelo. A fin de cuentas, tú eres el único artista monocromo en la época de las explosiones cromáticas –señala con un ademán despectivo mis pinturas, mis mundos de ensueño.

No le digo nada de los celos que me abrasan, ni de las decenas de dibujos verdes que hay en el armario, ni de la rabia que siento cuando se va y sé que ni siquiera tengo derecho a echarla de menos. La abrazo, le aparto el pelo de la cara, le suplico con la mirada. Ella protesta un poco, tuerce la boca en mil mohines, me sonríe. Me besa… y me hago añicos. Me pregunto por qué siempre recojo las migas que deja Tom, por qué no me ama, por qué le quiere a él, a él que no es nada. Siento electricidad en mi cuerpo, siento cómo las extremidades tiemblan de puro deseo. Y todo desaparece, ya nadie observa. El Caballero Blanco vence, me escolta hasta la octava casilla: elijo a la reina verdemar, incluso si aún no es sólo mía. Fin de la partida. Puedo olvidar, volar alto en el cielo, perder la cabeza, perderme en su cuerpo. Y me pierdo. Pero cuando vuelvo a tocar tierra, empiezo a fingir que ella me ama y empiezo a desquiciarla por no ser cierto. Me muestro frío, le cuento cosas que jamás entenderá o que le resultan irritantes. Le hablo de forma críptica a propósito, me hago el interesante.

Ella no grita, no hace aspavientos. Se cubre y enciende un cigarrillo tendida a mi lado.

-¿Sabes Jim? Te lo digo como amiga, tienes que abrir la mente. Odias a Tom porque no le comprendes. Él es, en todos los sentidos, auténticamente lisérgico.

A veces merezco su desprecio, su venganza. Así que lisérgico. Hasta que fui a la universidad nunca había oído esa palabra. Ahora llena el planeta. Rock lisérgico, Tom lisérgico, ácido lisérgico. Eso es lo que necesito ahora. Cojo un terrón de azúcar y lo aderezo con algunas gotas. Me tumbo en el colchón y enciendo un cigarrillo mientras ella apaga el suyo, se gira, se dispone a dormir.

Abro la cortina azul, y los rayos de la luna acarician la estancia llenándola de su pálida luz, reflejándose en el espejo. La ciudad duerme, sólo peinan el aire jirones de cientos de ensoñaciones. Pienso cómo podré asumir y comprender que la amo pese a todo. Cierro los ojos y espero el surgimiento de los mil llamativos colores que bailarán hoy para mí en mi mente, que me abrirán las puertas del conocimiento, de la creación, de la vida. Resuena en mi mente Interstellar Overdrive, es absolutamente perfecto. Me transporta más y más lejos, me hace intuir secretos, me revela enigmas que ni siquiera había osado plantearme. Y, despacio, empiezan a surgir los juegos de luces, la verdad absoluta que se esconde tras ese telón arrogante al que todos llaman realidad. Recuerda quién eres. ¿Y quién soy? Cambio tan deprisa y tantas veces que no puedo saberlo. Sólo soy yo mismo cuando me fundo con el infinito.

Todo da vueltas, el firmamento gira cada vez más deprisa, empiezo a marearme. Pierdo la noción del tiempo y descubro con sorpresa que mi cuerpo cae. Siento náuseas, abro los ojos, e intento ahogar un grito de terror. Porque al abrirlos veo a mi lado el cuerpo ensangrentado de Beth, su perfecto verde aceitunado cubierto de rojo infierno. Y sé que ha sido Jeff. Busco con rabia en torno mío, siento el corazón seccionado en trozos diminutos. Y le veo. Está de pie, frente a mí. Me mira con malicia, se ríe abiertamente. Cambia, se transforma, parece un diablo creciendo y creando avernos apocalípticos para mí. Todo se deforma, me amenaza, me habla alrededor, y no puedo soportarlo. Sólo vence un caballero, pero yo sigo en pie. Cierro el puño y golpeo una y otra vez a Jeff con todas mis fuerzas. Y suenan vidrios rotos, sueños fraccionados, el cosmos entero se rompe y se desploma. Se tiñen de carmín el aire, los sonidos, el mundo.

Oigo voces, muchas voces que gritan, se superponen, me agarran con sus enflaquecidas manos. Taladran mi cabeza con su eco: “¡El espejo!”, “Lo ha roto”, “Está fatal, imagina cosas”, y, sobretodo “Tranquilo, cálmate Jim”.

¿Cómo puedo calmarme? ¡Soltadme, bestias repulsivas! Son deformes, sombrías, tenebrosas. Siento que todo da vueltas, que puedo caerme de la tierra en cualquier momento. El espejo… ¿Habré pasado finalmente a través del espejo? Una pastilla me hace crecer, y otra me hace más pequeño. Me siento muy pequeño. Pero no sé a dónde ir, no hay conejo blanco al que seguir. Tengo miedo de enloquecer. Tengo miedo porque estoy en otra habitación, bajo otra luna, con otro tiempo que no es el mío. Siento que lloro, que las piernas me pesan, que debo huir… ¿a dónde?

Suena la voz de Beth, se alza entre todas las demás, dice: “Tranquilo Jim, no pasa nada. Mira, ven conmigo, ¡dame la mano!”.

¡Beth! Me está llamando, no dejo de oír su voz. ¿Querrá estar al fin a mi lado, sólo a mi lado? Pero está muerta, ¿no es así? He visto su rostro ensangrentado. He visto a su asesino celebrando el trágico final, la victoria del fuego sobre la hiedra. No sé si estoy despierto o soñando, o si es Jeff el que me sueña y se deleita desquiciándome. ¿En qué realidad está ella ahora? Quiero elevarme, dominar la astronomía, buscarla por el universo entero. Subo los peldaños que llevan hasta la buhardilla. ¿Eran tres tramos de escalera? ¿Cuatro? Pierdo la cuenta, corro todo lo que puedo mientras la barandilla se funde bajo mis dedos. Me defiendo. Los monstruos intentan detenerme, me sujetan, me gritan. Ya no les escucho, les empujo, les muerdo. Abro la ventana del desván. La noche, meciendo suaves brisas, me seduce, me pide que me funda con ella. Todo está oscuro, y en esa penumbra veo muchas luces verdes que titilan y parpadean. Desde la ventana sube y sube caracoleando un deslumbrante camino amarillo hasta más allá de las estrellas. Sé que me llevará a Beth, a mi Ciudad Esmeralda. Me mareo, mi cuerpo tiembla, tengo vértigo. No sé si estoy derecho, o si estoy cabeza abajo en un país de maravilla. No distingo ya la casa, ni el cielo, ni el suelo. Me gusta cuando se borran los límites de las cosas y todo se confunde, cuando hay un único pero múltiple y caótico todo. Y empiezo a recorrer mi anhelado sendero.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Frigg
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por Frigg »

Siento que hay muchos detalles en tu relato que se me escapan, pero no por ello deja de gustarme.
La Primavera del Amor es un movimiento contracultural que siempre me ha atraído. Has conseguido arrastrarme a una de esas casas comunales victorianas que por aquel entonces se alquiban por cuatro duros y ahora no hay ni quién respire cerca de gratis. El conocimiento de uno mismo, la libertad sexual, los viajes de LSD, la música como instrumento de proclama... todo has sabido pincelarlo con tus tonos verdes y rojos tras la cortina azul.

Puedo decir que has creado un sendero de baldosas amarillas para despertar mi imaginación o un pequeño viaje ligérsico por tus letras. Pero claro, como todo viaje, tiene sus vacíos entre los real y lo inventado, y ya no se si Jim y Jeff son dos personas diferentes o son la misma, si Jim es el único que es capaz de ver a Jeff a través del espejo, buscando el conocimento de él mismo. Un alter ego corroído por los celos, creado del ácido y el azúcar.
Luego, me encanta que uses a Alicia, tal y como aparece en la canción "White Rabbit", postulando por esa idea de que Lewis Carroll intentaba explicar en sus libros los efectos de las drogas alucinógenas; la oruga que fuma, el conejo blanco, comer setas, los cambios de tamaño al comer o beber, la reina roja... También encuentro similitudes entre las casillas del tablero de ajedrez, en ocho por ocho, y los ocho niveles de conciencia de Leary, no se si ha sido casualidad o has hilado tan fino.

Tu relato merece más de una lectura y por ahora me dejas con flores en el pelo tarareando :
"When logic and proportion
Have fallen sloppy dead
And the White Knight is talking backwards
And the Red Queen's, "Off with her head!"
Remember what the Dormouse said
"Feed your head
Feed your head"
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rubisco
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por rubisco »

Bueno, bueno, bueno.

Autor o autora. Corriste conmigo un riesgo enorme con este relato psicodélico, porque son una oportunidad perfecta para perderme y no disfrutar del relato. Así fue la primera parte. Como siempre necesito una conexión con el mundo real me convencí de que los personajes estarían bajo los efectos de LSD o algún otro psicotrópico.

Y menuda sorpresa (que no fue sorpresa) que en efecto el protagonista consume ácido lisérgico. No era sorpresa porque, como te digo, ya me lo había imaginado, pero fue una sorpresa cómo se produjo la conexión.

Después de eso todo vino rodado. Mientras leía fui anticipando cada cosa que ocurría, con lo que no disfrutaba desvelando el argumento, sino viendo cómo describías cada escena. Te ha ayudado un argumento sencillo, que has podido adornar con una narrativa muy gráfica, casi plástica. Y ese final tan sugerente... ay, ese final...

Reconozco que tengo poco que reprocharte. Si acaso diré que algunas conversaciones me parecieron poco naturales, pero no sabría si se desarrollaban en medio de un viaje o si estaban conscientes, por lo que lo dejaré en un punto intermedio.

De momento eres uno de mis candidatos a ganar.

Gracias por compartirlo :hola:
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Landra
Me estoy empezando a viciar
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por Landra »

Pues es posible que hablen de este texto como una “obra maestra” pero a mí tanto misticismo, o tanta reflexión interna, o lo que sea, me mata más que ayudarme. Soy amigo del Caos, pero este caos no llego a comprenderlo del todo.

De manera injusta por mi mente plana no te daré puntos en el popular, pero intuyo que el éxito te vendrá solo sin mi ayuda ;)

Mucha suerte!
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Escritoradesueños
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por Escritoradesueños »

Relato críptico, enreversado y a su vez con un nivelón y un despliegue de vocabulario alucinantes.
Pero para alucine el que lleva el protagonista de esta historia encima. Creo que este hombre hace viajes astrales, pero está todo trastocado ya y no me he pispado de casi nada del relato. Está drogado hasta los topes ¿no?
Solo me he enterado de que (desde su mundo) este Jim ve la vida en verde, como el de la cerveza y su amigo/enemigo ve la vida en rojo. Jim enamorado platonicamente y hasta la médula de Beth que a su vez está por un tal Tom.
Los diálogos no me suenan naturales, demasiado grandilocuentes. Sobretodo el de Beth refiriéndose a Tom como lisérgico (que me he tenido que ir al San Google).
Vamos, que deduzco dos o tres cosillas y lo demás no se que pensar, un poco paranoia todo. Como si te cuenta una historia alguien que se ha tomado una seta alucinógena (con todos mos respetos, autor).
Se nota un nivelazo en el relato pero son de los que más me echan para atrás, porque por más que me esfuerzo en leer, no llego a comprender el relato en sí y me frustra y hasta aburre.
Lo de los cromosomas y este tipo de relatos me hace recordar a alguien y presiento quien está tras este relato, creo adivinar al creador de esta obra de colores y formas.
Naaah, otro que no es de los míos y ya.
De todas maneras, seguro será muy bien puntuado (creo). Suerte, autor.
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Mario Cavara
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por Mario Cavara »

Me ha gustado mucho este relato. Las frases están muy hilvanadas; lejos de amputarlas a las primeras de cambio, el autor o autora las desarrolla con precisión y holgura. El léxico es rico y la prosa elegante.

Tiene verdaderos momentos estelares, entre los que se pueden citar los siguientes:

Me oculto tras la pesada cortina azul y la veo palpitar, sentir, balancear levemente el pie derecho sentada en los escalones

Y he pintado, sin dudarlo, sus labios jade, el cabello oscuro con reflejos aceitunados, su suave piel en glaucos tonos”. Esta es buenísima. Pocas frases he leído en este concurso que lleguen a este nivel de belleza literaria.

Me gusta cuando los límites de las cosas se difuminan y todo se mezcla en un único pero múltiple y cambiante crisol”.

Solemos viajar juntos disfrutando de las caleidoscópicas y plásticas figuras, de las asombrosas tinturas que surgen alrededor, de las sinfonías corales que forman las texturas, transformándose, silbando, vibrando”. ¡Otra maravilla!

Caminan, susurran, encienden un mechero, aspiran, y cada pequeño ruido se funde ante mis ojos creando imágenes en amarillos, naranjas, añiles, índigos, explosiones irisadas que crecen y giran en espiral”.

La ciudad duerme, sólo peinan el aire jirones de cientos de ensoñaciones”.

Oigo voces, muchas voces que gritan, se superponen, me agarran con sus enflaquecidas manos”. Una metáfora, a mi juicio, exquisita.

He visto a su asesino celebrando el trágico final, la victoria del fuego sobre la hiedra

En fin, que el relato es un despliegue continuo de belleza literaria. Junto con el titulado “la tempestad”, es el que más me ha gustado. Por ponerle sólo un pero, diría que los diálogos flojean un poco, pero para nada desmerecen la sinfonía literaria que en lo que es la narración en sí las palabras ejecutan.

Para resumirlo con un contundente epifonema: este relato juega en otra liga. Mi más cordial enhorabuena al autor o autora.
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Gavalia
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por Gavalia »

Lo siento pero no soy tú público. Me he aburrido demasiado con los viajes psicóticos del protagonista. Creo que te has esforzado mucho al redactarlo y eso lo aprecio. Técnicamente hablando pasa con nota sobrada la prueba, pero hasta ahí, para mi, claro. Me parece demsiado plano. Al final me levanta el ánimo el asesinato, que de verdad no sé si ha sucedido, o es que el amigo sigue con un pedo del quince. Las referencias artísticas son estupendas. Suerte y gracias por compartir.
En paz descanses, amigo.
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jilguero
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por jilguero »

Pues mi sensación es que está bien escrito y que has contado lo que querías contar.

Personalmente no he sintonizado, posiblemente porque se me escapan las referencias que haces a un mundo que me es desconocido y por el que, para colmo, nunca he sentido curiosidad.

Es decir, en lo literario no te pongo ninguna objeción relevante, porque me da que en su estilo está bien; pero de que yo no soy la lectora adecuada de tu texto no tengo la menor duda.

Poco te puedo aportar, falta de conexión entre nuestros mundos y, por eso, mucha curiosidad por saber quién eres, me da que alguien nuevo en los concursos. :cunao:


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Frigg
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por Frigg »

Vuelvo para volver a saborearlo.
Me gusta mucho.

Gracias por crearlo!! :60:
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Ratpenat
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por Ratpenat »

Este lo tendré que releer.

Ya te diré más pausadamente.
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Megan
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por Megan »

San Francisco en 1967, fue la época del Flower Power, el centro de reunión de los primeros hippies, paz y amor (y drogas) además de muy buena música, como la que nombras.

A pesar de que aprecio esa época por lo que quisieron lograr, que al final no pudieron, tu relato no me ha llegado como debía haberlo hecho. Soy sincera, me aburrió un poco, creo que tenías elementos para hacer un relato precioso sobre una época tan especial, pero no te quedó así o al menos eso lo veo yo en esta primera lectura.

Pero no quiero dejarlo así, voy a venir por una segunda lectura, porque creo que ando algo negativa esta noche y trataste un tema que me gusta mucho y no quiero perderlo :D
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Ororo
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por Ororo »

Me parece muy complicado escribir de esta manera y sobre este tema sin llegar a aburrir al lector o distanciarse tanto de él hasta romperse el hilo que los une.

A mí no se me ha roto, no me he perdido del todo, aunque reconozco que hay fragmentos demasiado oníricos, lisérgicos, existencialistas e ininterpretables, a la par que confusos.

Creo que es una maravilla poder escribir de esta manera, es decir, expresar ideas, pensamientos abstractos, viajes interestelares…, aunque, sobre todo al principio, me ha parecido excesivamente confuso.
Queda reflejado un cierto modo de vida de aquella época y, lo mejor, repito, es que engancha.

Como aspectos negativos diré que hay algunas frases demasiado rebuscadas, tampoco hacía falta, y que el argumento es bastante predecible. Lo de Jeff está claro y el desenlace también se intuye.

En cualquier caso, es una apuesta arriesgada que tiene su mérito. Además, no está del todo mal ejecutada.

Siempre valoro a quien se arriesga, aunque el resultado no sea tan perfectito como quien sabe por dónde camina.
Tampoco es que me haya enamorado de ti. Sólo me he dejado llevar un rato.
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Dama Luna
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por Dama Luna »

Qué bueno. Muy, muy bueno, con un punto de inteligente locura, una estructura que se balancea, se difumina, entre el yo y la percepción de lo que hay fuera, y escrito de maravilla, fresco, audaz, muy ágil, sin embarullamientos que no vienen a cuento.

Otro de drogas con fiambre de por medio. No me suelen gustar estos viajes literarios, pero aquí me has ganado. Me has recordado a alguien, pero no sé a quién.

Gracias por presentarlo porque he disfrutado mucho con su lectura. Mucha suerte.
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Sagaz
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por Sagaz »

Escritura y estilo: En mi opinión, es el relato mejor escrito de todos los que llevo leídos hasta ahora. Buena mano. Empleas un lenguaje sencillo y directo con alguna licencia poética y un uso acertado de tus recursos. Escora hacia lo onírico más de lo que honestamente me gustaría, pero creo que el relato lo pide.

Mensaje, verosimilitud e ideas exploradas: Amo la cantidad de referencias musicales y literarias que has manejado, los guiños a Carroll, esa atmósfera tan demencial y opaca. Sabes mantener la tensión narrativa, jugando con el ritmo de las palabras y la musicalidad de los símbolos. El relato destaca porque brilla con luz propia y habla con su única voz, resultando en una composición arriesgada y magnética a la vez. En mi cabeza he visto una mezcla de Trainspotting con El club de la lucha aderezados con alucinaciones quijotescas. No creo que busques la sorpresa con el tema de Jeff ni tampoco en la conclusión; creo que vas soltando migas de pan para llevar al lector por donde te interesa, priorizando quizá la conexión con el narrador que buscar el cliffhanger fácil. Por poner alguna pega, quizá se me ha hecho un pelín largo.

Conclusión: Hasta ahora, uno de los relatos ganadores para mí. Me ha encantado. Enhorabuena, autor/a y gracias por compartir :hola:
Última edición por Sagaz el 27 Abr 2017 08:34, editado 1 vez en total.
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prófugo
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Re: CPXII - Consejos para Verde de la Oruga Roja

Mensaje por prófugo »

Estimado autor:

Te leí hace dos noches y me dejaste maravillado.

Seguramente no haya entendido, captado ni asimilado todo lo que quieres ofrecer...pero esta tan bien escrito...tan poético..con tanta sapiencia...que solo me queda quitarme el sombrero..hacerte una reverencia y decírte: Olé!

Un abrazo y gracias por deleitarme con esta obra ejemplar :60:

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