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Soy pedante y decadente,
soy hedonista y artero,
soy mimoso y zalamero,
soy entusiasta y valiente.
Me tengo por caballero,
quizá a veces indecente,
en el fondo ambivalente,
según sea levante o céfiro
Nacido en el siglo veinte,
viví el fulgor ochentero
en mi Madrid verbenero
de aglomeración bullente.
Soy un demonio guerrero,
un sátiro vehemente,
soy guasón e irreverente,
tarambana y jaranero.
Romántico impenitente,
soy discípulo de Eros,
buen amante, mujeriego,
tengo un corazón ardiente.
Soy sibarita y viajero,
artista delicuescente,
para el trabajo indolente,
para la juerga el primero.
Soy cordial y ocurrente,
un tanto dicharachero,
y aun facundo y novelero,
no suelo ser imprudente.
Y llegados a este extremo
me consta que ciertamente
tendrán la pregunta en mente
de si miento o soy sincero.
