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A estas alturas, con Malart campando a sus anchas por nuestra memoria, el dominio de de la Maza dentro del género negro patrio parece a todas luces irrechazable. Es, actualmente, el autor español mejor situado en una posible contienda con enemigos literarios de medio mundo. La principal virtud de este escritor es no parecer español. Una realidad triste pero inapelable. Cierto es que este subgénero cuenta hoy en día con un puñado de buenos autores dentro de nuestras fronteras, pero no es menos cierto que ninguno de ellos alcanza la excelsa calidad que atesora de la Maza. A los hechos (escritos) me remito.
Malart vuelve a golpearnos con guante de seda en esta nueva entrega en la que se aprecian aún más, si cabe, sus complejas aristas, esa rotundidad sentimental y esa imprevisibilidad prevista ya tan característica. De hecho, las dos tramas convergentes aquí planteadas actúan en mayor medida de escenario de lucimiento para su protagonista que de ingrediente esencial en la historia, lo cual no les resta enjundia y una complejidad dormida que despierta cercano el desenlace. Pero es que Malart se trata de un oponente de excepción que de nada rehúye y al que nada amedrenta. Y tanto en cuanto él no se arredra, su contexto y circunstancias no pueden sino dar marcha atrás impelidos por las hechuras literarias de un personaje como pocos.
Pero como el cerebro creador de este monstruo hecho palabras no se contenta con menesteres ya transitados, nos regala en este volumen un personaje peludo que aúna todas las virtudes que sólo los animales atesoran: bonda, lealtad, honestidad y generosidad absolutamente altruista. Para los amantes de los animales en general y de los canes en particular, Tío representa un reconocimiento tan necesario que, por escaso, se antoja incluso ineludible. Su última escena en esta novela es sentimentalmente desgarradora, sujeta a varias lecturas, entre las que la esperanza y el falso desapego cobran absoluto protagonismo. Es la tristeza propia afecta a un ser querido, el aprendizaje por parte de Malart de unas cualidades que no nos pertenecen a las personas. Es la grandeza de estos seres enfrentada a nuestra más beligerante mediocridad. Las lágrimas que provocan las últimas líneas de Tío, lo son en mayor medida por la admiración que despierta que por su cierto devenir. Un acompañante de lujo para nuestro querido Milo Malart.
Sin embargo, como el escritor parece no darse nunca por satisfecho, se adentra sin remisión y con total veracidad en la crisis que este país atraviesa. Quizá lo haga de un modo un tanto redundante pero tal panoplia escénica compensa la falta de otros muchos autores subyugados ante la demanda literaria de escasas penas y mucho divertimento. Para todos esos ciegos de mente, que no oculares, multitud de escritores abarrotan las estanterías de sus librerías más preciadas con mamotretos de toda índole en los que impera la superficialidad. Para los que no renieguen de las verdades incontestables, de la Maza les ofrece un escrito duro pero fidedigno que retrata a un país que atraviesa por un mal tan endémico como procaz. Quien no guste de estas virtudes no debe leer a este autor. Cuenta con cientos de ejemplos mucho menos profundos que satisfarán su ocio más irredento.
Cinco estrellitas para la confirmación del autor estrella dentro de la novela negra española. Él es su propio rival a batir en un futuro que le pertenece a todas luces. Mientras Malart siga siendo Malart, las opciones para el resto de autores son prácticamente ínfimas. "El ángulo muerto" esconde eso que tantos no quieren ver y que sólo unos pocos disfrutamos. Si no eres de los que mira para otro lado, éste es tu libro.
así que éste caerá pronto 
disfrútalo 
LAS SIETE LUNAS DE MAALI ALMEIDA Shehan Karunatilaka
está bien que complaciera a la niña pero...no de esa manera
