El bujío de Santa Catalina 1 (Bordeando la realidad)

Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

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jilguero
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

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Un ramillete de nardos

Aunque en aquel momento todavía no lo supiésemos, Cata, aquel ramillete de nardos iba a marcar el comienzo de la disolución de esa familia mía que no era la de Durrell pero que, a ratos, tanto se le parecía. Ya hacía tiempo que esa otra etapa, en la que tuvimos el privilegio de crecer asilvestrados, solo era un buen puñado de recuerdos. Habíamos emigrado a la ciudad, en parte forzados porque los niños éramos muchos y tocaba escolarizarnos. Pero dejar atrás los horizontes abiertos y llenos de libertad había hecho que la unión entre nosotros se hubiese vuelto todavía más estrecha y patente. Ahora el enemigo estaba fuera, en esas calles llenas de extraños, y solo nos sentíamos seguros en nuestro refugio, apiñados entre las paredes de aquel piso que tenían al mismo tiempo algo de prisión (recuerdo que a veces me sentaba en el poyete de una ventana que daba hacia la parte posterior del edificio para que la lluvia me mojase y el viento me diese en la cara porque añoraba la vida al aire libre). Y aunque el cambio había sido enorme y a peor, haciendo uso de la gran capacidad de adaptación que tiene el Homo sapiens, también nostros habíamos conseguido adaptarnos a la nueva situación. No fue fácil, pero, pasado un tiempo, volvíamos a disfrutar de un equilibrio, más o menos estable, en la convivencia de ese todo formado por la abuela, mis padres, mis hermanos y los animales que sucesivamente fuimos adoptando. Como fue el caso de Eufemia, ese galápago del que ya hablamos en otra ocasión y del que, como tú ya sabes, prefiero pensar que se lanzó al vacío porque quiso hacer realidad el sueño de Ícaro.

Y en ese momento, Cata, en el que, para contrarrestar la supuesta hostilidad que suponía el mundo exterior, mi familia vivía más apiñada que nunca, de dos en dos o de tres en tres, según los dormitorios y la temporada, formando un todo indivisible y sin ninguna presencia intrusa, la primogénita se enamoró y, en cierto modo, se convirtió en una traidora. Cuando sonaba el timbre de la puerta y por la mirilla alguno de nosotros la veía regresar acompañada, en lugar de descorrer el pestillo, se corría la voz de alarma y se producía una desbandada. Las losetas del salón de casa, que era el lugar donde realmente vivíamos durante el día, estaban sueltas y, al igual de lo que ocurría con las de la casa de los abuelos cuando corríamos tras la abuela para poder entrar en el Cuarto Largo, sonaban como un piano mal afinado. La primogénita se quejaba de semejante recibimiento y, aunque mi madre intentaba convencernos de que no huyésemos, la llegada a casa de quien ahora es su marido y padre de sus hijos continuó provocando nuestra desbandada casi hasta ese mismo día del que ahora hablamos. Ese día en el que la traición estaba a punto de ser definitivamente consumada y, por ese motivo, a media mañana, llegó a casa el ramillete de nardos.

Era un trece de agosto, de un tórrido verano sevillano, y en nuestra jaula refugio, un segundo piso con la azotea encima, hacía un calor mucho más insoportable e insufrible que el que padecimos de niñas, en esas siestas en las que, en cuanto el pescador se dormía, nos escapábamos y, bajo un sol de justicia, le cazábamos grillos y saltamontes al lagarto. A media mañana había llegado a casa el ramillete de flores que la novia llevaría en la mano durante la ceremonia. Y también esa mañana, mi hermana había ido a la peluquería y, como no se quería despeinar, cuando llegó la hora de la siesta, mientras los demás nos tumbamos en una cama o directamente en el suelo, ella se dispuso a pasar las horas que le separaban del "sí, quiero" traidor sentada estoicamente en una sillita baja de playa. Con buen criterio, mi madre le aconsejó que colocara la silla en el pasillo, por ser este la pieza más penumbrosa y supuestamente más fresca del piso; cierto es que, con igual buen criterio, era también en el pasillo donde, buscando que no se mustiasen demasiado, en un jarro con agua, se hallaba el ramillete de nardos desde que lo habían traído a media mañana.

Llegados a este punto, conviene aclarar que, la presencia del ramo nupcial había causado que, en aquel ambiente recalentado, además de la tensión de los días anteriores —la novia no quería ni invitados ni celebración y había anunciado que, terminada la ceremonia, ellos, los novios, se marcharían solos; mis padres, en cambio, lo veían un feo hacia el puñado de familiares que venían de fuera—, ahora flotase también una intensa fragancia a nardos. Un olor al que no estábamos acostumbrados, pues no era esa una flor con tradición en nuestra familia; con todo, en un primer momento, nos resultó agradable y puso, además, un toque festivo en una casa donde no estábamos especialmente alegres. No sé si para ella, la novia, ese fue el día más feliz de su vida, como a menudo solían antes proclamar las famosas y, no sé si por contagio, también las no famosas —de un tiempo a esta parte, la mujer no es ya alguien a quien hay que endosar a un varón con ayuda de dote, y quizá por ello ese momento culmen de felicidad ha sido oficialmente desplazado hacia el momento de ser madre—, pero para el resto de la familia esa sería la primera noche en la que de forma definitiva se rompería la piña y no nos hacía ninguna de gracia. No recuerdo que nadie expresara ese sentimiento en voz alta, e incluso es posible que ni siquiera fuésemos conscientes de tenerlo, pero cuando ahora vuelvo la vista atrás caigo en la cuenta de que ese no fue para nosotros un día festivo en absoluto. Nunca le he preguntado a mi hermana si para ella fue un gran día, pero para los demás no lo fue; como tampoco lo fueron después los días en los que, uno tras otro, fuimos haciendo las maletas porque tocaba marcharse de casa. En mi caso, con una manta y un reloj despertador (todavía lo conservo), que haciendo un esfuerzo —la economía familiar no estaba nada boyante— mi madre me había comprado para que no tuviese frío y para que llegase a tiempo al trabajo. Dos objetos que retratan, Cata, a la matriarca generosa y responsable que fue siempre mi santa catalina: una mujer entregada en cuerpo y alma al bienestar de sus hijos, mas también a inculcarnos ese sentido del deber que, desde entonces, padecemos —a veces con orgullo, a veces con exasperación— todos los miembros de su prole.

Pero retomando el hilo, volviendo a la siesta del día de marras, el ramillete resultó ser chiquito pero matón; y con el insoportable calor de aquella siesta, en lugar de dormirse, los nardos se despertaron y sus glándulas odoríferas se abrieron todavía más. Al final, aquel vaho aromatizado a nardos se adueñó del penumbroso pasillo y terminó siendo tan insoportable como el calor. Y lo que fue aún más grave es que acabó poniendo a la novia al borde del desmayo. Gracias a dios, mi hermana la hacendosa, que no tiene precio en esas situaciones, agarró un pericón heredado de alguna antepasada nuestra, se sentó en el suelo al lado de la sillita de playa en la que estaba la novia y se pasó el resto de la siesta abanicándola para evitar la tragedia. Y la primogénita que, de ninguna de las maneras, estaba dispuesta a despenairse, la obligó a que lo hiciera con sumo cuidado para que aquellos golpes de vaho —lo que aquel día había ya en casa no era aire sino vaho con olor a nardos—, no le descolocase ni un solo pelo. Logró así la novia sobrevivir a la siesta y, cuando llegó el momento de la ceremonia, al verla avanzar por ese otro pasillo, el de al iglesia, del brazo del pescador, ya ataviada con su traje de un blanco impoluto y con el ramillete de los traicioneros nardos en la mano, nadie sospechó el mal rato que acababa de pasar esa familia que, a veces, tanto se parecía a la de Durrell, y cuya disolución se inició unos minutos después con el "sí, quiero" que pronunció la primogénita de la casa.


El ramillete de nardos.jpg
Reloj despertador.jpg
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

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Resulta, Greto, que estoy empezando a leer La noche en que pude haber visto tocar a Dizzy Gillespie. Y para ambientarnos, el autor nos cuenta que se sirve una copa de ron y que busca música adecuada para empezar a escribir. Y selecciona justo My one and only love, y eso me ha hecho toparme con este video que irremediablemente me ha hecho acordarme de Gretogarbo y su inmutable avatar :cunao:

[media]https://www.youtube.com/watch?v=8pbVsk0Noec[/media]



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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

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Pues sí Greta una belleza, Greto no se si lo será tanto. :)

Y la música un encanto de aquella época abarrotada de humo y alcohol.

:hola:
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

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hexagono69 escribió:Pues sí Greta una belleza, Greto no se si lo será tanto. :)

Y la música un encanto de aquella época abarrotada de humo y alcohol.

:hola:
:hola: Últimamente se te ve un look muy egipcio. Qué calor pasé en esa tierra de faraones y rituales de paso a la otra vida...

Aunque no fumo ni bebo, ese ambientillo cinematográfico estereotipado, de mujeres bellas y sofisticadas y de hombres duros, me resulta evocador de una vida que no me habría gustado vivir pero sí contemplar. :wink:


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por hexagono69 »

Desde siempre me ha gustado el antiguo Egipto y su ambientillo de misterios y enigmas, no todos al descubierto. :hola:
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

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hexagono69 escribió:Desde siempre me ha gustado el antiguo Egipto y su ambientillo de misterios y enigmas, no todos al descubierto. :hola:
Oye, pues cuando quieras háblanos de ese Egipto. No me habría importado nada de nada ser arqueóloga, creo que es otra profesión apasionante.

PD: me pongo con los nardos, Cata, a ver si cumplo de una vez mi promesa... :user:


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por hexagono69 »

Pues Arqueólogo y Restaurador son profesiones que necesitan de un cuidado y paciencia extraordinarios y un ritmo lentísimo, no poseo esas cualidades, y ya puestos de mayor me gustaría ser escritor de relatos. :cunao:
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

hexagono69 escribió:Pues Arqueólogo y Restaurador son profesiones que necesitan de un cuidado y paciencia extraordinarios y un ritmo lentísimo, no poseo esas cualidades, y ya puestos de mayor me gustaría ser escritor de relatos. :cunao:
Pues empieza, empieza, Hexa, a escribirlos no sea que se te pase el arroz :cunao:.
Mira, ahora mismo me coges corriendo por el pasillo del que fue mi piso en Sevilla, porque ha sonado el timbre de la puerta y alguien ha avisado de que mi hermana mayor viene acompañada. Madre mía, que pandilla de asilvestrados seguiamos siendo... :dragon:
Sigo, sigo, que se lo he prometido a Cata y soy mujer de palabra.


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por Gretogarbo »

A ver cómo le hinco el diente a tanto comentario que me ha quedado pendiente en este bujío. Se ausenta uno un día y el trabajo brota en este otoño mediado como los narcisos de mis parterres. Pero ahora voy a mis tareas domésticas.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

Cata, promesa cumplida: arriba tienes lo que hace ya casi un año te prometí contarte.
Lo del mal trago que pasó esa noche mi abuela ya lo dejamos mejor para otro día que ahora tengo otras cosas que hacer :wink:.

El ramillete de nardos de la foto es el auténtico y su portadora la primogénita y coprotagonista, junto a los nardos, de la historia; por supuesto recortada porque, aunque mi gente no entra nunca por aquí, nunca se sabe y no quiero que me :colleja: . Y el video se escucha regular pero creo que se adaptaba mejor a la situación.


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

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Gretogarbo escribió:A ver cómo le hinco el diente a tanto comentario que me ha quedado pendiente en este bujío. Se ausenta uno un día y el trabajo brota en este otoño mediado como los narcisos de mis parterres. Pero ahora voy a mis tareas domésticas.
Tú tranquilo, que de aquí no se va ir nadie y mucho menos la principal: nuestra santa mártir de las letras y las ciencias :cunao:.


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

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jilguero escribió:Deduzco que te gustaría ser hombre semental,... Además, ese tópico de solazarse con una reina virgen lo ibas a tener complicado, pues lo normal es que te tocara de segunda mano y encima habrías de hacer labores de limpieza de los vestigios del usuario anterior antes de tener tu propio momento gozoso. (...) Vale, el primero la cata aún virgen, pero pierde el endofalo que se queda dentro de la reina;... la pérdida del miembro en cuestión significa su muerte inmediata porque el abdomen se les queda ya abierto tras perderlo.
No pude ser más desafortunado con mi ejemplo porque no buscaba ninguna connotación sexual a mi condición de hombre zángano, aunque tampoco renunciaría a esa connotación como complemento de otras. Lo que pretendía decir era que a mí no me gustaría nada ser el trabajador mientras observaba que otros eran como cigarras. Así que el ejemplo de semental cambiémoslo por la función del zángano como productor de miel tras pasar por su aparato digestivo el néctar que le aportan las obreras. Por cierto, desconocía la existencia del endofalo. Curioseando un poco por internet sólo se me ocurre decir que tremendo aparato se gastan los zánganos en proporción al tamaño del cuerpo; casi dejan en evidencia a los afamados percebes en cuanto a ese órgano se trata.

Imagen
Gretogarbo escribió:Afortunadamente, jilguero, la dignidad de cada individuo está por encima del engranaje colectivo.
jilguero escribió:Estoy de acuerdo de que debería ser así para todo el mundo y estoy de acuerdo en que es así para todo aquel que consiga una autoestima lo suficientemente saneada como para que su dignidad no se la puedan mancillar los demás. Pero tú bien sabes que la realidad es otra y que no son raros los casos de quienes se sienten indignos/humillados, que no es lo mismo que ser indignos, sino posiblemente mucho peor.
Estoy de acuerdo con lo que dices. Mi comentario tendría que haber sido: la dignidad de cada individuo debería estar por encima del engranaje colectivo.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por Gretogarbo »

jilguero escribió:Resulta, Greto, que estoy empezando a leer La noche en que pude haber visto tocar a Dizzy Gillespie. Y para ambientarnos, el autor nos cuenta que se sirve una copa de ron y que busca música adecuada para empezar a escribir. Y selecciona justo My one and only love, y eso me ha hecho toparme con este video que irremediablemente me ha hecho acordarme de Gretogarbo y su inmutable avatar...
Seis minutos y once segundos de excelente música y la gratísima compañía de ese mujer de gesto inmutable, por algo la apodaban La Esfinge, con unos labios siempre perfectamente remarcados y perfilados con rouge que me ha parecido ver que sólo se separan un par de veces en esa colección de fotografías. Greta sólo necesitaba subir o bajar levemente la comisura de esa boca para dar a entender su estado de ánimo. Y es que verla reír a carcajadas había sido privilegio de unos pocos hasta que Ernest Lubitsch, con la colaboración de Melvin Douglas, la convenció para que todos fuésemos conocedores de algo que nos había sido vetado.

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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

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Gretogarbo escribió:No pude ser más desafortunado con mi ejemplo porque no buscaba ninguna connotación sexual a mi condición de hombre zángano, aunque tampoco renunciaría a esa connotación como complemento de otras. Lo que pretendía decir era que a mí no me gustaría nada ser el trabajador mientras observaba que otros eran como cigarras. Así que el ejemplo de semental cambiémoslo por la función del zángano como productor de miel tras pasar por su aparato digestivo el néctar que le aportan las obreras. Por cierto, desconocía la existencia del endofalo. Curioseando un poco por internet sólo se me ocurre decir que tremendo aparato se gastan los zánganos en proporción al tamaño del cuerpo; casi dejan en evidencia a los afamados percebes en cuanto a ese órgano se trata.
Bueno, igual fui desafortunada yo interpretando tus palabras por el camino más trillado, olvidando que los caminos de Greto no tiene por qué ser esos :wink:. Y que el zángano esté bien dotado es lo suyo, pues ya que es su única misión en la comunidad qué menos que dotarlo para que pueda hacerla en condiciones.
Gretogarbo escribió:Mi comentario tendría que haber sido: la dignidad de cada individuo debería estar por encima del engranaje colectivo.
Entonces estamos de acuerdo.
Gretogarbo escribió:eis minutos y once segundos de excelente música y la gratísima compañía de ese mujer de gesto inmutable, por algo la apodaban La Esfinge, con unos labios siempre perfectamente remarcados y perfilados con rouge que me ha parecido ver que sólo se separan un par de veces en esa colección de fotografías. Greta sólo necesitaba subir o bajar levemente la comisura de esa boca para dar a entender su estado de ánimo. Y es que verla reír a carcajadas había sido privilegio de unos pocos hasta que Ernest Lubitsch, con la colaboración de Melvin Douglas, la convenció para que todos fuésemos conocedores de algo que nos había sido vetado.
¡Qué bueno el vídeo. Nunca al había visto reír. Tiene un rostro muy bello, eso es indudable. Para mi gusto también muy frío, como si su belleza fuese más de estatua (lo de La Esfinge le va muy bien) que de carne y hueso. A mi me produce el mismo efecto placentero, pero carente de sentimientos, que ver una Piedad o el David de Miguel Ángel, por ejemplo. Por eso yo soy todavía más fans de rostros un poco más cálidos y, por ende humanos, como estos que muestro junto al de la Garbo.
Belleza a gogó.jpg

Aunque también te digo que, si tuviese que elegir, me quedaría más con esta otra belleza mucho más sencilla y espontanea. Vamos que comprendo al doctor Pugg (o a Cynthia Ozick, pues posiblemente esta sea una belleza que puede gustar más a otra mujer :roll:).
Una joven soñadora.jpg
PD: ¿Cata, con quién te quedarías tú? [/color]
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

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¡Hexa, increíble el mundo de los insectos! Me fascina la coevolución de las plantas y los insectos polinizadores, por ejemplo, esos tontorrones abejorros que confunden el olor de las orquídeas con el de las abejorras y eyaculan en la flor. O de las termitas cultivadoras de hongos. O que haya estambres que no sueltan su polen si no es por vibración, como la que produce el abejorro con el zumbido de sus alas, lo cual hace que acabe embadurnado en el polen que llevará a la siguiente flor. ¡Fascinante, sin duda!

Ya te comenté, páginas atrás, que algunos me estaban trasladando a las siestas del pasado porque el pescador nos contaba historias de estas para que nos durmiéramos (aunque quien se acaba durmiendo era él :meparto:). Pues bien, ayer tarde me llevé un alegrón porque el autor del libro nombró, como una de sus fuentes, a Fabre y me dije: ¡Ja!, esa era la principal fuente de mi padre. Busqué por las estanterías y lo encontré :cunao:.

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