Los hermanos

[HERMANN]

Ayer fue el día más triste de mi vida. Es verano y acudimos todos los hermanos con los niños a la playa. Tengo tres hermanos: Pablo, Javier y la pequeña; Cristina. Yo soy el mayor. Cuando llegamos, todos se fueron desprendiendo de sus camisetas y se lanzaron al agua. Los niños pequeños chapoteaban en la orilla. Mis hermanos nadaban y ya les había visto el torso: ni una marca.
Cristina no se había quitado la sudadera a pesar del calor sofocante. A las trece horas ya no pudo más y se quedó en biquini: tampoco tenía ninguna marca. Su cuerpo seguía siendo tan espigado como el de una nancy.
En apariencia pasamos un buen día pero les noté tensos; como si todos quisieran disimular el secreto. Yo también sabía de qué se trataba pero ninguno quisimos sacar nada a colación.
Por la noche nos fuimos a comer espetones con mucha cerveza y ya de madrugada me fui a mi apartamento a dormir. Yo me quedé soltero y con cincuenta y cinco años, mejor pensar en otras cosas.
Me dirán ustedes; ¿Es ese día un día triste?
Debo trasladarme un año atrás para explicarme. Fue justo cuando dejé el maldito tabaco. Ese día decidí invertir el ahorro de dos euros en cigarrillos en mi amigo Ignacio, un indigente. Ignacio no probaba el alcohol. Quizá de vez en cuando, se fumaba algún porro. Las cosas le fueron muy mal hace años y ya no tuvo fuerzas ni ganas para remontar. Él tocaba el saxofón. Un día me paré a observarlo mientras tocaba una pieza de David Sanborn. Le eché unas monedas, paró de tocar y me dio un abrazo. Me dijo que yo sabía apreciar la música. Desde entonces todos los días antes de entrar al metro le saludaba, le invitaba a un café y le daba esos dos euros, que le bastaban en gran parte para lo que suponía su almuerzo. El día que interpretaba alguna obra de Juan Sebastián Bach, el que lo abrazaba era yo. Su sonido con el saxo tocando a Bach me daba energías para aguantar toda una jornada de oficina.
Un día sentí molestias al orinar. Ocurría que desde que mi cerebro ordenaba a mi organismo la micción hasta que se producía, pasaban bastantes segundos; a veces hasta minutos. Sencillamente, los riñones me estaban dejando de funcionar.
El doctor indicó el ingreso y me puso en lista de espera para recibir un riñón urgente. Una mañana, en la que estaba especialmente animado me habló con franqueza: está usted muy enfermo, si no recibe un trasplante a corto plazo su organismo entrará en colapso. Debería hablar con su familia.
Les expliqué la situación a mis hermanos y convinieron en que no me preocupara por nada: yo tendría el riñón que necesitaba pero preferían no decir quién de ellos iba a prestarse.
La operación fue todo un éxito.
Cuando salí del hospital me sentí el hombre más feliz del mundo. Sentía gratitud por la humanidad, por la bondad entre los seres humanos, por el sacrificio y la entrega de mis hermanos...
En sólo tres meses estaba de vuelta al trabajo. Ni que decir tiene que Ignacio me visitó varias veces en el hospital; sobre todo al principio. Estaba deseando verle, saludarlo y reiniciar nuestras charlas y nuestros cafecitos. Pero al llegar a su puesto, donde todos los días estaba con su saxo, no lo encontré. Las noticias que me dio el camarero del bar me dejaron tocado como cuando noquean a un boxeador. Me dijo que lo habían operado de un riñón y que no había superado el pos-operatorio. Ante mi insistencia me siguió explicando que había decidido donar un riñón a un hermano suyo.
Yo sabía que era hijo único.

[Laurana]

Y bue HERMANN, me has dejado sin palabras, muy bueno tu relato, con una bonita lección al final... Que puede ser que tengamos hermanos que lo son porque nuestros padres nos los dieron, pero también la vida nos puede dar hermanos para acompañarnos y apoyarnos, en las buenas y en las malas... Me gusto mucho leer esta historia, me ha dejado con una sensación agridulce de tristeza por un lado, y de admiración por otro.

Laurana.

[lucia]

¿Lo sabías?

Como de costumbre, pequeños cuentos que nos dejan utilizando la cabeza y haciéndonos preguntas

[HERMANN]

Gracias, si os ha gustado. La verdad es que habría necesitado haberle dado algo más de "cepillado", pero es algo que se me ocurrió mientras corría y que tenía urgencia por plasmar...
Saludos

[Sashka]

Hermann, una vez me dijiste que no te gustaban los finales felices. Pues creo que éste lo es. Porque el prota pudo salvarse. Porque halló alguien en la vida que lo encontró digno del regalo más desinteresado posible. Porque tiene una familia unida. No sabemos qué pasó con sus hermanos. Puede que el mendigo, al saberlo, les pidiera ser él el elegido. Todos tenían hijos, yel mendigo nada que perder. En fin, es agridulce, pero sin sduda un final feliz para mí. Mmmm, me queda el resquemor de por qué los hermanos no le dijeron que no fue ninguno de ellos, pero weno, te perdono .

Te felicito, me ha encantado.

[HERMANN]

¿Feliz? Bueno más bien agridulce, como es la vida. Recuerda la primera frase. El día más triste de su vida.
¿Estabas esperando el momento dulce de la venganza?
Pensé en poner los motivos por los que cada uno renuncia a la donación pero preferí dejarlo así. Y tú has afinado en el comentario.
La idea es que, a veces, la amistad es más desinteresada que la sangre.
Gracias y un saludo afectuoso.

[Laurana]

La idea es que, a veces, la amistad es más desinteresada que la sangre.

Jejeje... Triste pero muy cierto eso..., y bueno, a mi me parece que el relato está perfecto así como esta, que si te hubieses puesto a dar los puntos de vista de los hermanos, como que tendrías más de un relato. Me gusta jugar con la imaginación y agregar de mi mente las partes que quizás faltan, o que al menos no están explicadas

laurana.

[lucia]

Como dicen por ahí, no hay nada como los hermanos del alma

[merxe]

HERMMAN genial.
¿Cómo se te pueden ocurrir esas ideas corriendo?

[Sashka]

¿Feliz? Bueno más bien agridulce, como es la vida. Recuerda la primera frase. El día más triste de su vida.
¿Estabas esperando el momento dulce de la venganza?
Pensé en poner los motivos por los que cada uno renuncia a la donación pero preferí dejarlo así. Y tú has afinado en el comentario.
La idea es que, a veces, la amistad es más desinteresada que la sangre.
Gracias y un saludo afectuoso.

Jaja, síiiiii, la venganzaaaa, jajaja. Qué va. En serio lo he disfrutado, Hermann, y creo qeu los demás tienen razón. El dejar el final un poco abierto hace que cada uno saque sus conclusiones, y eso está bien.

[Fiorella]

Muy bueno Hermann!!! una lectura exquisita!!!!

[madison]

Es muy bonito este relato HERMAN, ha venido a mi memoria alguna cosa que leí sobre dos hermanos gemelos, uno era el preferido y murió el otro para que el disgusto de sus padres fuese menor suplantó la personalidad del muerto.

[bblanco]

Me ha gustado mucho, Hermann. Me gustan esos finales. Ya te he comentado alguna vez que tampoco a mí me gustan los finales felices.

Saludos,
Begoña

[HERMANN]

Gracias Begoña, Madison, Fiorella... Bueno; me alegra de que haya más personas a las que le parece que no es una historia con final feliz.

Veréis; hay una peli que a mí me emociona mucho. Es una que hizo Sean Conery sobre Robin Hood. Pero un Robin Hood ya achacoso; pasado de rosca; de vuelta de todo; escéptico...
NJo concibo esos finales de Disney. Nadie termina comiendo perdices. Al final...; simpre, al final, comienzan las cosas a ir verdaderamente mal.
"Pues vaya un tío más pesimista" pensaréis. Pues no sé que decir... Mientras tanto; pasémoslo bien ¿OK?
SAludos.

[JANGEL]

Agridulce y realista, ciertamente, Hermann. Pero pienso como Sashka, para mí es un final feliz, precisamente por el mensaje y por la proximidad a la realidad.