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Es posible que haya algo ya sobre el tema (desde luego sí que hay cosas fraccionadas), pero no lo he encontrado.
Y para predicar con el ejemplo cuento cómo lo hago... ahora (porque siempre se va cambiando). Más o menos, los pasos que he seguido las últimas veces son:
1. ¿En qué tono quiero escribir? ¿Qué quiero hacer? Humor “irónico”, humor “disparatado”, cosas “serias” de tal o cual asunto... La decisión es fácil: siempre elijo aquello que me apetece y con lo que pienso que me lo voy a pasar bien, aún a riesgo de cambiar muy poco a poco. Me suelo decantar siempre por tonos humorísticos porque me lo paso bien, me río, y, encima, “desintoxico” el cerebro.
2. Elegir el “contexto”. Pasado, presente o futuro, urbano o rural, personajes jóvenes, viejos o de edad media... ¿Cómo? Pues lo mismo: hago lo que más me apetece. Y me suele apetecer aquello que más conozco en cada momento.
Los puntos anteriores no son decisiones reflexionadas, sino más bien sensaciones que se van agrupando sin saber muy bien cómo, con el único nexo de las ganas de escribir algo. Porque si no tengo ganas, no escribo una línea.
3. Un buen día me viene la inspiración cuando menos me lo pienso, y se me ocurre, más o menos, una trama: lo cual me cuesta, en papel, un par de páginas MUY SUCINTAS, telegráficas y, luego, bastante tiempo de pensar para pulir flecos sueltos (suelo aprovechar cuando voy y vengo del curro para darle vueltas a la cabeza, o cuando voy en bici). Lo difícil es desenredar los nudos. A veces, es mejor ir del principio directamente al final y, desde el final, construir la parte de en medio.
4. Ese mini esbozo de libro no me condiciona demasiado, en el sentido de que no me corto al introducir nuevos personajes, situaciones o variantes.
5. Decidir empezar a escribir. Eso sí debe ser plenamente consciente, no como los puntos 1 y 2. Debo tener verdaderas ganas y algo de tiempo por delate. Si no, ni me molesto en empezar.
6. Documentación. Depende de lo que uno escriba, claro. En mi caso no debo molestarme mucho, porque suelo hablar de entornos que conozco; a lo sumo tomo notas de algunas cosas o lugares. Internet ayuda bastante. Lo último que he hecho, por poner un ejemplo, ha sido buscar una chorrada en el convenio CITES. A menudo puedo hacerlo a medida que escribo. Si me diera por novelas ambientadas en otras épocas, por ejemplo, otro gallo me cantaría, y debería trabajar infinitamente más este tema.
7. Hacer un breve esbozo de qué sucede en cada capítulo (unas pocas líneas). Es la mejor forma de dar consistencia, de detectar lo superfluo y de advertir las omisiones.
8. Escribir todo de un tirón –releyendo cada día lo del día anterior -. En cuanto a la forma, vuelvo a lo dicho: me dejo llevar por lo que me apetece. Es decir, me muevo con libertad, para no encorsetarme a mí mismo. Como anécdota, me gusta improvisar divagaciones de los personajes (ayudan a conocerlos), pero sólo si son tan cortas que no hacen perder el hilo de los hechos.
9. Corregir.
La corrección merece punto y aparte, porque es lo que más me cuesta, con diferencia. Sin ir más lejos, lo que ahora llevo entre manos me costó tres meses escribirlo y llevo ya un año revisándolo (y me quedan aún unos meses). Lo que hago es:
-Lectura general, para tratar de detectar los puntos débiles de la historia.
-Lectura de cada capítulo, corrigiendo incoherencias y cuestiones de forma.
-Antes de pasar al capítulo siguiente, corrección párrafo a párrafo. No hay uno sólo que deje como estaba. En todos cambio algo. A menudo, diciendo lo mismo, los cambio totalmente.
-Dos o tres relecturas finales para tratar de pillar los últimos gazapos.
Y así es como funciono... en los últimos tiempos. Manola, en cambio, lo hice mucho más rápido, sin apenas pensar nada. Tal y como salió. Y quizá ese sea una de las razones por las que gusta: porque es más fluida y natural que si la hubiera revisado mucho. Así que, ¿revisar mucho es bueno? No sé, no sé... Confieso que tengo dudas. Al final creo que depende del tono que se le quiera dar a la historia.
Y luego, como todo, hay algo esencial: la práctica. Cuando más haces y más empeño pones en hacerlo bien, mejor te sale. Siempre hay que intentar mejorar. Ahora releo cosas que en su momento me parecieron buenísimas... y me salen los colores. Pero eso pasa con todo.
En resumen, a modo de mis particulares "automandamientos”:
-Si no me apetece escribir, no escribo.
-Si no sé qué escribir, no escribo.
-El objetivo no es terminar: es pasarlo bien.
-Si me lo paso bien escribiendo, alguien se lo pasará bien leyendo.
-Si a mí me gusta lo escrito, es posible que esté bien; si no me gusta, es seguro que está mal.
Por último, respecto a las críticas:
-Las buenas ponen muy contento y animan a seguir y, si son detalladas, ayudan a conocer mucho mejor lo que has hecho, porque hay cosas inconscientes que a menudo viene bien expresar. Pero también hay que tener en cuenta que muchas se deben a la amabilidad, al deseo de no herir o al de no meterse en líos. Además, por vanidad, es muy difícil cuestionarse su objetividad. En realidad lo que hay que pensar es, al margen de las críticas, si uno se siente capaz de hacerlo mejor. Si es así, hay que intentarlo.
-A las críticas malas se reacciona, en general, a la defensiva. Si no son malintencionadas (que por ahora no me ha pasado nunca) hay que tratar de evitarlo. La cuestión es pensar sobre ellas y ver si tienen razón o no; si la tienen, eso que aportan; si no la tienen, eso que te hacen aprender sobre lo que has escrito.
Sobre esto de las críticas añado algo más: usar un foro para pedir críticas para algo de las dimensiones y el trabajo de una novela no sé si es muy recomendable, más que nada porque es muy difícil encontrar personas que se comprometan lo suficiente (a ver quién es el guapo que tiene tiempo y ganas de colaborar en la novela de un perfecto desconocido que, pudiendo ser un genio o un petardo, la estadística dice que será lo segundo en la mayoría de los casos). Por eso creo que lo mejor es buscar la crítica “privada” y comprometida, entre gente que se conoce de algo. Es lo que hice con Manola. Luego, además, estoy teniendo la inmensa suerte (que no esperaba) de topar con foreros que se toman la molestia de leer sus 278 páginas y de opinar con una profundidad muy de agradecer
. Y precisamente, en el fondo, la mejor crítica es esa: que alguien coja una novela de un desconocido y se la lea entera. Si lo hace, es porque no es un muermo. Pero como encontrar a ese tipo de personas es muy aleatorio, por eso digo lo de buscar entre conocidos antes de darla al primero que pase (que, el pobre, poco o nulo interés tendrá en el asunto).Por último, y este es un mensaje para Milo, te agradezco la oportunidad que me has dado de soltar todo lo que acabo de decir: me ha servido para organizar pensamientos. Eso sí: tengo dudas sobre todo dicho. Por cierto: a tu edad estaba convencido de querer escribir, pero me dedicaba a la buena vida y era incapaz de juntar dos letras.
, así, puedo fijarme en grandes escritores como vosotros y al menos aprendo, muchas gracias
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