Posiblemente
lucia se refiera a esta estatua de Coralia y Maruxa Fandiño, extravagantes hasta la muerte pero de punta en blanco siempre, que para eso sabían coser. Las dos Marías de Santiago escondían tras su aspecto colorido y su exagerado maquillaje una historia de pobreza y persecución política. Sin embargo, cada día alegraban el paseo compostelano con su salida a las dos en punto. Y así llamaban a las dos hermanas: Las Dos en Punto. Coralia y Maruxa Fandiño solían responder con una sonrisa zalamera a los estudiantes que las piropeaban, cuando bajaban de la Algalia por las rúas, mientras manifestaban su desdén a las mujeres que se paraban a observarlas.
Su popularidad fue tal, que sus efigies quedaron inmortalizadas en la Alameda compostelana, a donde acudían a flirtear con los universitarios, incluso a edad avanzada.
Ahora, los turistas se hacen fotos con ellas, ajenos al pasado que esconden estas mujeres, cuya ropa puso una nota de color en el oscuro vestuario de su época.
Se puede decir que la vida de Maruxa y Coralia no fue miel sobre hojuelas. Pertenecían a una humilde familia numerosa. Su padre, zapatero, tenía un pequeño taller en la Algalia de Arriba y la madre y las hijas colaboraban en la economía familiar trabajando como costureras. Los padres parece ser que murieron siendo las chicas muy jóvenes.
Tres de los trece hermanos habían sido destacados militantes de la CNT. Esa circunstancia acarreó a la familia un sinfín de miserias en la posguerra, con constantes humillaciones y registros domiciliarios en busca de su hermano Manuel, dirigente anarcosindicalista al que Coralia y Maruxa daban cobijo.
En un principio, habían sido tres hermanas, pero la tercera, Sarita, murió joven, y quedaron Coralia y Maruxa para el paseo diario de la Algalia a la Alameda compostelana.
Siempre juntas, salían vestidas con sus mejores galas y alambicados tocados. Se hacían ellas mismas la ropa, que cosían primorosamente y combinaban con otra que les daban. Componían así, un espectáculo fascinante que dejaba admirados a propios y a extraños.
Durante años, uno de los atractivos para la riada de estudiantes que cada año llegaba a Compostela con el nuevo curso escolar -cuando en Galicia sólo había la Universidad de Santiago- era encontrarse por las rúas con las Marías, que vivían convencidas de ser eternamente jóvenes y vestían haciendo exhibición de una personalísima interpretación de la moda.
Es difícil saber cuál de las dos murió antes. Según unas fuentes, fue Coralia la primera en abandonar esta vida, mientras que para otras fue Maruxa, la que llevaba la voz cantante en la pareja.
La muerte de Maruxa sumió en una inmensa tristeza a Coralia, la más ingenua de las dos, que no volvió a pisar la calle sin su hermana y falleció unos meses después, a principios de los años ochenta.
De figura menuda, las Marías fueron cantadas por la voz de poetas como Bernardino Graña, que les dedicó en 1994 -el mismo año en que se erigió en la Alameda de Compostela la estatua de la popular pareja realizada por el escultor César Lombera- un poema oda ás sempre mozas Marias que hai tanto tempo pasean por Santiago. Graña cantó para siempre a aquellas "rosas de trapo e sedas enxoval gardado / (...) oh Marias/ señoras do corazón / decote namorado".
(Texto extraído de
La Opinión de A Coruña)
Y estas es una foto real de las hermanas:
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