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Sidney Orr es escritor, y está recuperándose de una enfermedad a la que nadie esperaba que sobreviviera. Y cada mañana, cuando su esposa Grace se marcha a trabajar, él todavía débil y desconcertado, camina por la ciudad. Un día compra en El Palacio de Papel, la librería del misterioso señor Chang, un cuaderno de color azul que le seduce, y descubre que puede volver a escribir. Su amigo John Trause, también escritor, también enfermo, también poseedor de otro de los exóticos cuadernos azules portugueses, le ha hablado de Flitcraft, un personaje que como Sydney, sobrevivió a un íntimo roce con la muerte.
Yo leí las primeras veinte páginas y me estaba gustando mucho (es la historia extraña de un escritor), pero no pude continuarlo. A ver si me hago con él...
Es un libro estupendo que habla de todo. Del éxito, del fracaso, de la impotencia, la amistad, el amor... todo concentrado prácticamente en tres personajes. Un lujo de libro
Al final me lo he tenido que bajar en formato electronico, porque me tiene tan enganchada que en horas de trabajo no puede dejar de pensar en el libro.. Me esta gustando mucho, llevaba mucho tiempo sin engancharme tanto un libro.
Como dice bblaco habla del éxito, del fracaso, de la impotencia, la amistad, el amor...
Como es tipico de Auster, vuelve a hablar de novelas dentro de novelas.. pero creo que esta vez, ha perfeccionado mucho esa tecnica.
Me estais poniendo los dientes muy largos, eh…
Mi padre se va a Boston, a ver si me lo encuentra en inglés y mato dos pájaros de un tiro (leerme este libro y seguir leyendo algo en inglés)
Magnifico.. estoy de acuerdo en que es una de las mejores obras que he leido de Auster.
Interesante en todo momento, y mantiene la tension hasta el final. Como siempre le busca un final inimaginable al principio del libro.
Os destaco una cita del libro que me ha gustado mucho.
Los pensamientos son reales —sentenció—. Las palabras son reales. Todo lo humano es real, y a veces conocemos las cosas antes de que ocurran, aun cuando no seamos conscientes de ello. Vivimos en el presente, pero el futuro está siempre en nosotros. Puede que el escribir se reduzca a eso, Sid. No a consignar los hechos del pasado, sino a hacer que ocurran cosas en el futuro.